domingo, octubre 14, 2007

Tiempo de crisis para ERC

lunes 15 de octubre de 2007
Tiempo de crisis para ERC
LAS aguas bajan revueltas en Esquerra Republicana de Cataluña. Mientras los líderes que ocupan cargos de alto nivel disfrutan de las prebendas propias del poder, las bases muestran su decepción y exigen pasos al frente para cumplir el programa radical e independentista. Es la naturaleza propia de los partidos que asumen muchas tesis antisistema y cuyo funcionamiento se rige por principios asamblearios. Carod-Rovira y otros líderes procuran compaginar la retórica extremista con la prudencia que impone viajar en coche oficial. Sin embargo, ese equilibrio no siempre es posible de manera que -como informa hoy ABC- se prevé un fuerte enfrentamiento entre las diferentes corrientes de ERC en su próxima conferencia nacional. El asunto tendría una importancia limitada si no fuera porque ERC es una pieza capital en el tripartito y sigue siendo socio relevante del PSOE en el Congreso. De momento, el sector crítico exige una separación tajante entre la responsabilidad en las instituciones y los cargos internos en el partido y, sobre todo, cree que ha llegado la hora de pisar el acelerador en las reivindicaciones soberanistas, referéndum ilegal incluido.
José Montilla y los suyos deberían extraer una lección de la tormenta que se avecina entre sus aliados independentistas. Pactar con partidos que rechazan la forma de Estado y de gobierno trae consecuencias indeseables más pronto que tarde, porque no es posible confiar en la palabra de unos dirigentes que apenas controlan a las bases y que se mueven en un equilibrio imposible: por una parte, ocupan puestos que exigen lealtad a la Constitución y, por otra, sustentan una ideología que proclama la ruptura del sistema. Este tipo de aliados nunca está conforme con las concesiones semánticas: les parece insuficiente la Ley de la Memoria Histórica, no les basta con dejar en mal lugar a la cultura catalana en Fráncfort y tampoco se callan cuando el presidente de la Generalitat acude, como es su deber, a celebrar la Fiesta Nacional junto al resto de las instituciones públicas. Pero lo cierto es que el PSC, sin ser víctima más que de su propia ambición, prefiere seguir dependiendo de aliados como ERC y los ecocomunistas, que reivindican formas de vida «alternativas» mientras sus dirigentes comen en buenos restaurantes y visten ropa de marca. O que, como es ahora el caso de Carod-Rovira, abusan de su condición de partido indispensable para rentabilizar en primera persona la «invitación» a Cataluña a participar como país -al margen de España-, en la Bienal de Venecia, dejando de nuevo en muy mal lugar al Gobierno de Rodríguez Zapatero. Aun así, las bases radicales de ERC parecen hastiadas de sus acomodados líderes y de sus gestos personalistas, y parecen dispuestas a pasarles factura. El resultado de esta crisis podría dar al traste con el tripartito catalán.

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