domingo, octubre 14, 2007

Rice, ante el desafio de la paz

lunes 15 de octubre de 2007
Rice, ante el desafío de la paz
DESPUÉS de siete años dando vueltas a los mismos escenarios frustrantes en los que no había más que pasos atrás en todos los caminos trazados hacia la paz, la Administración norteamericana ha emprendido una gestión diplomática decidida y enérgica que probablemente sea el intento más serio de los últimos años para cambiar las coordenadas del conflicto del Próximo Oriente. La conferencia que se celebrará en noviembre en Estados Unidos está llamada a ser el primer eslabón de un proceso que desemboque lo antes posible en la creación de un Estado palestino. Sin embargo, para poner las cosas en su sitio y recordar que no se trata de un asunto sencillo, a su llegada ayer a Israel -comienzo de una larga gira por varios países de la región- la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, ha reconocido con una razonable muestra de realismo que no deben esperarse resultados inmediatos de sus gestiones.
Puesto que las negociaciones propiamente dichas quedarán para la conferencia de paz que se ha convocado para el mes que viene, el papel de Rice en esta gira va a centrarse probablemente en ayudar a definir a unos y otros el temario que tendrán que prepararse a la hora de hacer concesiones cuando se reúnan en Annapolis. En cierto modo, es un buen momento porque los dos principales dirigentes -Olmert en el lado de los israelíes y Abbas en el de los palestinos- están tremendamente debilitados y en la práctica se sostienen sólo porque gozan del apoyo de Washington. Pero también en ambos casos esta situación presupone que los partidarios de la confrontación no estarán en la mesa de negociaciones, empezando por los extremistas de Hamás, que se han atrincherado en la franja de Gaza. Arabia Saudí ya hizo en su momento una apuesta expresa en la que puso sobre la mesa toda su influencia -y su dinero- para forzar un acuerdo entre las facciones palestinas, a las que enclaustró en una reunión en La Meca. Pero aquel pactyo duró apenas unas semanas. Se entiende que en estos momentos los responsables saudíes sean reticentes a la idea de la conferencia de Annapolis, aunque su implicación ha de ser uno de los objetivos de Rice. También parece razonable pensar que pese a sus diferencias, tarde o temprano Estados Unidos tendrá que conceder algún papel para Siria.
Pero si hay un dato nuevo en este nuevo intento, es el de las propias aspiraciones norteamericanas. En efecto, Condoleezza Rice debe tener en cuenta que si no juega bien todas sus cartas en su delicada misión, unos y otros pueden revertir toda la presión sobre su propia persona. Tal como están las cosas en Irak o en Afganistán, la paz en el conflicto palestino-israelí es la única carta que les queda por jugar en la recta final de su mandato al presidente George W. Bush y a ella misma. Si en esta gira Rice da la impresión de que la Casa Blanca necesita un acuerdo más que nadie, unos y otros pueden acabar haciéndole pagar un precio más alto del que han calculado en Washington, que no debe ser barato.

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