martes, octubre 16, 2007

Primo Gonzalez, El euro financia parte de la crisis

miercoles 17 de octubre de 2007
El euro financia parte de la crisis Primo González

La subida de la cotización del euro frente al dólar parece interminable. Entre las protestas más o menos subidas de tono, y que en su mayor parte tienen su origen en Francia, aunque no sólo, las que más se dejan oír son lógicamente las de los empresarios exportadores y las de los empresarios sin más, unos porque cada vez les resulta más difícil vender fuera y otros porque cada vez las barreras de entrada en los mercados europeos son más asequibles. Francia, con un presidente cargado de fortaleza en esta primera etapa de su mandato, no hace más que arremeter contra el Banco Central Europeo, exigiéndole que tome medidas en el asunto, reclamaciones que el señor Trichet, tan francés como Sarkozy, se limita de momento a escuchar con indisimulado disgusto.
Lo que podría hacer el Banco Central Europeo para restablecer un equilibrio algo más favorable al cambio entre el dólar y el euro es, por ejemplo, bajar los tipos de interés, ya que de este modo se alimentaría una cierta apetencia de dólares y una cierta venta de euros, aunque resulta claro que un banco central no puede mover los tipos de interés solamente con la motivación de abaratar el tipo de cambio. Es decir, no entra dentro de la lógica de los bancos centrales, cuya política monetaria ha de estar orientada a mantener la estabilidad de precios, no a financiar un tipo de cambio que sea adecuado para los intereses de los dirigentes políticos ni menos aún los empresariales.
La trayectoria del euro resulta más preocupante aún porque los expertos (grupo al que se ha unido Rodrigo Rato estos días) afirman que el euro tiene todavía más posibilidades adicionales de subida. Desde luego, visto lo sucedido con los flujos de capital en Estados Unidos durante el mes pasado cabe concederle a este pronóstico una cierta validez. Las turbulencias de los mercados que hemos padecido desde principios del mes de agosto se han traducido, en efecto, en un drástico empeoramiento de la balanza de flujos financieros entre Estados Unidos y el resto del mundo.
En agosto pasado, los flujos de capital se llevaron de Estados Unidos más de 60.000 millones de dólares en términos netos, es decir, salió bastante más dinero del que entró en el país. En los últimos años, la situación estás siendo la inversa, de modo que la mayor economía del mundo estaba financiando sin problemas su déficit por cuenta corriente. La percepción entre los inversores mundiales de que tener dinero en Estados Unidos no es en la actualidad una baza muy recomendable ha provocado esta salida de flujos de capital en cuya gestación han participado también los propios inversores norteamericanos, que han multiplicado sus inversiones fuera del país para defenderse del fuerte deterioro de su divisa. La crisis de las hipotecas de alto riesgo, fenómeno del que el sistema financiero norteamericano ha sido protagonista casi exclusivo, estamos empezando a pagarlo en cómodos plazos en los países que más estrecha relación económica y financiera tienen con la superpotencia.
De forma paralela, en Europa hemos estado asistiendo a un empeoramiento de las condiciones financieras y monetarias, que se han traducido en un incremento real de los tipos de interés entre medio punto y un punto, lo que ha dado aún más consistencia las inversiones en euros. La ecuación a la que se enfrentan las autoridades monetarias de la zona euro no es, a la postre, nada fácil de resolver ya que perseguir simultáneamente el objetivo de estabilidad de precios junto a un equilibrio más adecuado para nuestro tipo de cambio frente al dólar, que no penalice las exportaciones ni la posición competitiva de la economía europea frente al exterior y, al mismo tiempo, mantener un cierto incentivo a la economía para que el crecimiento económico resulte beneficiado, es en efecto un asunto de muy compleja solución. Ello explica las dudas de las autoridades monetarias a la hora de tomar decisiones en materia de tipos de interés. Pero, en todo caso, lo que Europa tendría que evitar seriamente es el papel de financiador principal de la crisis hipotecaria estadounidense, papel al que parece estar condiciéndonos el sistemático abaratamiento del dólar frente al euro.

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