martes, octubre 02, 2007

Pio Moa, La moral de las gallinas

La moral de las gallinas
2 de Octubre de 2007 - 12:57:11 - Pío Moa
De un artículo de Muñoz Molina:
“Los patriotas catalanes del once de septiembre, tempestuosos de banderas y enrojecidos por el entusiasmo y por el sol detrás de las vallas que contenían con dificultad su bravura, me recordaron a los que vi aclamar hace muchos años al general Franco en el paseo de la Castellana, hacia 1970, en mi primer viaje a Madrid. Qué miedo daban. Qué miedo dan éstos.”
Un sector de la progresía, con típica inversión de valores, hace del miedo una virtud, y con ademán de damisela melindrosa chilla “¡huy, qué miedo!” a la menor ocasión, quizá pidiendo un salvador, quizá preparando el pretexto para liquidar a quien haga pasar tanto miedo a los pobres. Por supuesto, el miedo puede atenazar a todos, a veces es incluso saludable, pero solo mentes peligrosamente retorcida lo convierten en argumento virtuoso. Ni esta gente contribuyó lo más mínimo a la democracia ni ayudará a hacer frente a los desafíos que ahora se le presentan.
¿Y por qué tanto miedo en tiempos de Franco? ¿Es que había decenas o cientos de miles de disidentes en las cárceles? Pues no, había solo unos centenares de presos políticos, casi todos ellos comunistas o terroristas o ambas cosas. ¿Era para tanto? Había una dictadura, desde luego, pero da la casualidad de que no había demócratas en las cárceles de Franco, lo que son las cosas. Pero a estas gentes les encanta exhibir su miedo, deben creer que les hace interesantes.
Sigue Muñoz Molina: “Ahora, el patriotismo extremo no está en aquellas juras de bandera en las que el coronel del regimiento nos alentaba a dar la vida heroicamente por España, posibilidad dudosa si se miraba a corta distancia a los reclutas muertos de aburrimiento, armados con fusiles viejos y vestidos con uniformes no muy limpios que nutríamos las filas de la leva forzosa.”
Los coroneles alentaban a dar la vida por España solo en el caso extremo de una guerra, y la posibilidad era dudosa porque no había ninguna guerra en perspectiva ni nadie deseaba montarla por las buenas. Desde luego, muchos de los reclutas estaban dispuestos a luchar si el caso llegaba, y gracias a ello y a ellos vivimos en un país relativamente libre. Incluso los aburridos que pensaran como Muñoz lucharían, si no por España, por el puro miedo al castigo a los desertores. ¿Qué tiene esto que ver con la histeria de los separatistas exaltados, a quienes por tanto tiempo han visto con simpatía y alentado todos los progres?
“Los militares se han civilizado, en el sentido literal de la palabra, a lo largo de los últimos veinticinco años, pero en ese mismo tiempo, un número creciente de civiles se han embrutecido.” Si los militares, la mayoría de ellos, no estuvieran “civilizados” hace mucho más de veinticinco años, la transición habría sido imposible. Y en cuanto a los civiles embrutecidos, ya lo estaban entonces, con sus “rupturas” que ellos llamaban democráticas. La fuerza de los hechos les obligó entonces a aceptar la reforma, y ahora creen que ha llegado la ocasión de tomarse la revancha.
Muñoz Molina ha evolucionado considerablemente y a mejor en los últimos años. Está muy bien cuando pone en solfa a los separatistas, que no son patriotas catalanes, vascos o gallegos, sino que son simplemente antiespañoles y liberticidas. Pero cuando quiere justificarlo, falla. Que le den miedo no es argumento contra el secesionismo, y menos cuando va acompañado de comparaciones absurdas o de embustes históricos. Con oposiciones así, los separatistas tendrían la partida ganada desde el primer momento.
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(Del blog de Fernández Barbadillo en Periodista Digital)
Ibarretxe adelantó a Rodríguez su decisión de montar un referéndum
02.10.07 @ 10:59:42. Archivado en Nacionalismo
Rodríguez es la mentira y el fingimiento hechos carne. Estaba al tanto del referéndum que prepara Ibarretxe desde hace semanas, y sólo le ha preocupado la reacción del PP en vez del cumplimiento de las leyes y la unidad de España.
Como en las negociaciones con los etarras, tenemos que creer a una parte antes que al (supuesto) representante de todos los españoles.
El diario del PNV, Deia, publica hoy que Ibarretxe tuvo el buen talante de llamar a Rodríguez este verano para advertirle.
El presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, conoció de primera mano la iniciativa del lehendakari Ibarretxe para la resolución del conflicto político vasco antes de la celebración del pleno de política general el pasado viernes. Ibarretxe se lo comunicó a mediados de verano en el marco de un encuentro privado, y la respuesta de Zapatero no fue de aprobación, aunque ofrece matices para la interpretación. Según ha podido saber DEIA de fuentes de toda solvencia, el jefe del Ejecutivo español mostró su rechazo al lehendakari no tanto por convicción propia como por el temor a la reacción que una hipotética aprobación por su parte de la consulta hubiera levantado en el Partido Popular e incluso en algunos sectores del Partido Socialista.
¡Ésa fue la reacción de Rodríguez"eres un separatista", "cometerás un acto de traición", "irás a la cárcel", "suspenderé la autonomía vasca", "los funcionarios que colaboren contigo perderán su puesto y su pensión", nada de esto, que serían las frases pronunciadas por los grandes dirigentes admirados por la progresía, como Chirac "¡la que me van a montar los franquistas del PP!", "¿es que quieres que pierda las elecciones, Juanjo?", "¡menudos problemas me causas!" o "yo también perdí a mi abuelo".o Putin o Evo. ¡A Chávez se le va a insubordinar un gobernador! Lo que le dijo Rodríguez a Ibarretxe es algo así como ! No le espetó
La respuesta de Rodríguez ha sido adecuada a su cursilería y a la identidad que mantiene con los enemigos de España y de la libertad de los españoles. No me refiero sólo a las dos frases sublimes:
escucharé a Ibarretxe, pero él me va a escuchar a mi también.
Ibarretxe, con su propuesta, se equivoca de país, de continente y de siglo, porque estamos en la España constitucional, en la Europa unida y en el siglo XXI.
Recordemos que las Cortes Españolas en las que el PP tenía mayoría absoluta introdujeron en 2003 en el Código Penal varios artículos que castigaban con cárcel la convocatoria de un referéndum por las autoridades que careciesen de esa competencia. Rodríguez y su Frente Popular derogaron esos artículos en 2005. ¿Qué harán los violadores si se suprimen los castigos para sus delitos?
Mientras tanto, prosigue la extorsión etarra y la limpieza étnica –con la colaboración de indignos funcionarios españoles, para que la banda nacionalista pueda ganar su referéndum. En 25 años, se han quitado de encima a 156.000 vascos, un 8% del censo electoral (la cifra del economista Julio Alcaide coincide con los 200.000 exiliados causados por el terrorismo nacionalista que calculó el Foro de Ermua).
Pero Rodríguez y sus mariachis no son los únicos culpables. De nuevo aparecen socialistas que muestran su preocupación por el separatismo, como Alfonso Guerra y José Bono, pero el primero votó a favor de los nuevos estatutos catalán y andaluz y el segundo, aparte de mentiroso, fue ministro de Rodríguez. Ninguno de ellos se opuso a la supresión de los artículos del Código Penal introducidos por el Gobierno del PP.
Conclusión: El PSOE es el aliado de los separatistas. Por tanto, para que España sobreviva, el PSOE tiene que desaparecer. Pero no sólo él.
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(Continúa el informe de Moh Ul-sih sobre la actuación de Francesc Bofarull i Bofarull en sus tiempos de detective, en relación con un delito en el Ateneo de Madrid)

– ¿Se quieren callar de una vez? Ya no tengo ni idea… ¡Me cago en la leche! –encañonó de nuevo a Olegario– ¡Como vuelva a oírte, palabra que te dejo seco! –gruñó con rencor.

– Esto le costará muy caro.

– A ti sí que te costará caro. Unos años en la trena te dejarán como nuevo.

– ¿Le importaría continuar con sus brillantes deducciones? –sugirió educadamente Crevi.

– ¡Si es que este cabrón no me deja! –agitó el arma en dirección a Olegario, que prefirió enmudecer– ¿Por dónde collons andaba? Ya he vuelto a embrollarme por culpa de este…

– Refería usted como este individuo acudía a aquel tugurio del monigote, como usted lo llama.

– Sí, eso es, tenía que explicar cómo se ahí se deducía que ese mala bestia había mangado los cuadros del Ateneo, y no sería de extrañar que se hubiera cargado a alguien, también, pero ya no sé… ¡Bah! Da igual. Voy a empezar por otro cabo a ver si… ¡Y cuidadito con abrir la boca! ¿Lo oyes, cretino? Venga, va. En primer lugar, veamos, desaparece un retrato, se denuncia. Luego informan de otras desapariciones en el Ateneo. De cuadros también, se entiende. Cunde la sospecha. Para contrarrestarla, los sitios vacíos, quiero decir, los retratos, el sitio que han dejado los retratos, alguien los rellena con retratos, pero no son los mismos, y así no hay quien sepa si los retratos faltan, porque han sido repuestos los sitios vacíos, pero otros distintos… Bueno, me entienden, ¿no? Solo que yo enseguida me di cuenta de que allí había gato encerrado, porque los retratos resulta que no eran… no eran los que tenían que ser, sino inferiores, ya no los de aquellos próceres famosos, en una palabra. Y entonces yo, porque otras cosas sí, pero profesionalidad no me la negarán aunque no tiene mérito, dirán, porque para algo es mi oficio, aunque, bueno, si lo les contara la de mantas que andan metidos en esta profesión, se asustarían… Competencia desleal, de hecho… no se lo creerían ustedes. Bueno, pues me hago cargo de que faltan, efectivamente, no es solo sospecha. Porque los nuevos, eh, son como los Cobis de las olimpiadas, esa burrada, esos fantoches… ¡Nada que ver con Joan Miró, Olegario! ¡Nada!... ¡Cállese! ¡Silencio!... Además hice gestioncillas por ahí, entre marchantes y tal, por si traficaban con los cuadros del Ateneo, y nada. Mis confidentes, en fin, tampoco daban pistas, o sea, que la cosa estaba oscura.

Luego entra en escena el cadáver. Presunto cadáver. La oscuridat y el laberinto aquel… que no era cadáver auténtico, sino… no es un fallo de profesionalidat sino que… me da en la nariz que alguien estaba queriendo despistarme, llevarme por un camino que no es. ¡A mí! Alguien protegido en el anonimato o, mejor, en falsas acusaciones, comprende que me aproximo a la clave y no le queda otro remedio que actuar. Se precipita y actúa… ¡El monigote de Plaka, cómo no lo había comprendido! Claro que nunca es tarde si la dicha es buena. Un asunto muy turbio, de todas formas, aunque no tan turbio para un profesional con largos años de experiencia, máxima seriedat y discreción en el trabajo…

Y después tenemos el hecho de que ese mala bes… el secretario segundo, señor –¿se le puede llamar señor?... – Olegario de la Dehesa y Gómez, no se le ocurre mejor idea que inaugurar una casa de lenocinio, hispanojaponesa para más inri… ¡Un nuevo truco para despistarme! Porque, evidentemente, en rigor tendría que llamarse hispano-ateniense o así. Pero no, el sujeto sigue creyendo que me va a tomar el pelo, y yo me voy mosqueando y me pongo a indagar sobre ese burdel… ¡Ah, perdón! Es que entre medias tenemos otro lío: resulta que viene a contratarme el tal Olegario pero, atención, eh, el Olegario no menciona el monigote, no menciona su sucio negocio. Todo muy inocente, todo naturalísimo y legalísmo…¡Pura apariencia, señores, como pasamos a comprobar! “¡Señor Bofarull, tenga la bondat de buscar las pinturas y descubrir a los ladrones! ¡Es tan importante, señor Bofarull, para el mundo de la cultura y el intelecto…! ¡El Ateneo de Madrit, señor Bofarull, comprenda! ¡Solo podemos acudir a un profesional que ofrezca garantía de discreción, profesionalidat y esmerado servicio!... ¡Qué bonito, ¿verdat?, qué conmovedor! Y para que nada falte insinúa, qué coño, afirma que los cacos son el excelentísimo señor vicepresidente de la Docta Casa, don Genarín…, y el secretario primero, don Matías Crevillente. Me ofrece el caso ya resuelto, como quien dice. Hasta no olvida venderme imagen de tío simpático, elegante, chistoso y desprendido… Y de eso nastis de plastis. Y es ustet mucho menos culto de lo que presume, déjeme decírselo… ¡Silencio! ¡Ni una palabra!... Lo malo para él es que una sola entrevista me bastó para desenmascararle.

Olegario no consiguió reprimirse:

– ¿Qué sandeces dice este mamarracho? Para oír tales disparates, me marcho. Ya tendrán ustedes noticias por mi abogado.

Apoyó los brazos en el sillón para levantarse. Había pensado poner en práctica aquello de la acción precediendo al sentimiento. La pistola de Bofarull, bailando ante sus narices, impuso la pesada primacía del sentimiento.

– Tú no te mueves de ahí, rata, si no es para ir al talego.

– ¡No se ande con paños calientes, señor Bofarull –recomendó calurosamente Crevi.

– ¡Péguele un tiro en un pie a ese desgraciado, para que se quede quieto de una vez! –aconsejó Genarín.

(Continuará)

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