martes, octubre 09, 2007

Pablo Sebastian, Zapatero debe reunirse con Rajoy

miercoles 10 de octubre de 2007
Zapatero debe reunirse con Rajoy Pablo Sebastián

A la vista de los últimos acontecimientos, el presidente Zapatero debe suspender su anunciada reunión con Ibarretxe en la Moncloa, prevista para el día 16, y en su lugar invitar al líder de la oposición, Mariano Rajoy, a un encuentro en la presidencia del Gobierno para hablar sobre la ofensiva de ETA que acaba de comenzar.
El atentado de ETA en Bilbao, con decidida intención de matar al escolta de un concejal del PSOE, que es militante del PP, responde a una secuencia que incluye una lógica criminal y a la vez política. El primero en abrir esta cadena de acontecimientos ha sido Ibarretxe con su desafío al Estado, luego rechazado por el PSOE y el PP, y poco después apoyado por ETA. Lo que desató la alerta máxima en el Ministerio de Interior ante un posible ataque de la banda y lo que puso en marcha, a la desesperada, la maquinaria fiscal y judicial de Zapatero (Pumpido y Garzón), que condujo a la encarcelación de 17 dirigentes de Batasuna. Después, otro batasuno, Pernando Barrena, calificó a sus compañeros de “secuestrados” y de “declaración de guerra” su entrada en prisión. Y ayer, a pocas horas de que el Ministerio de Interior confirmara su temor de que ETA va a atentar, estalla en Bilbao una bomba en el coche del escolta Gabriel Ginés, quien, afortunadamente, sólo resulta herido.
La macabra secuencia viene de mucho más lejos, de cuando Zapatero dijo en el Congreso de los Diputados la frase en clave con la que se confirmaba su compromiso para una negociación política con ETA, citando el “derecho a decidir de los vascos”. El mismo derecho que, luego, el presidente no se atrevió a poner por escrito en las negociaciones de Loyola entre Batasuna, PNV y PSOE, y fue el motivo del parón negociador y la mortífera bomba de ETA en Barajas, primero. Y después, tras otras reuniones secretas fuera de España, de la ruptura del alto el fuego, y de la bomba de ayer en Bilbao, con la que suponemos que Zapatero habrá escarmentado de su “proceso de paz” con ETA, mal planteado, sin garantías y sin el apoyo del PP y de las víctimas del terrorismo.
El presidente aparece confuso y preocupado por la escalada etarra y por su posible impacto electoral, mientras intenta deshacer el camino andado de la mano de Batasuna —“Otegi es un hombre de paz”, dijo el presidente—, con un regreso paulatino a la Ley de Partidos, y veremos si al Pacto Antiterrorista —que se debería convocar inmediatamente—. Y exhibe una aparente firmeza que flaquea con la decisión de Zapatero de recibir, bajo un claro chantaje, a Ibarretxe, que no sólo ha desafiado al Estado sino que le ha dado alas a ETA al decir que el camino de la independencia vasca debe proseguir aunque la violencia terrorista continúe, en contra de lo que decían otros dirigentes de su partido como el dimisionario Imaz.
Todo lo cual, unido a la crisis de Imaz en el PNV, a los recientes ataques al Rey del nacionalismo radical —y de la extrema derecha de la COPE—, a las tensiones sobre la Ley de la Memoria Histórica (y a la beatificación de 498 mártires de la Guerra Civil), y a las continuas luchas de poder del Tribunal Constitucional, nos presenta un sombrío panorama político en vísperas de las elecciones generales ante las que el PSOE y el PP parecen empatados y en las que, con toda seguridad, influirán los atentados de ETA, como en el 2004 influyeron los de los terroristas islámicos en Madrid, relacionados con la guerra de Iraq.
Ojalá que el Ministerio de Interior esté en condiciones de frenar el ataque de ETA, pero mientras tanto el presidente Zapatero debería profundizar en su rectificación reuniéndose, para empezar, con Rajoy y suspendiendo el encuentro con Ibarretxe, así como poniendo en marcha la ilegalización de los partidos títeres de ETA, PCTV y ANV, como con razón le exige el PP. Zapatero debe hacer todo esto no sólo por su interés electoral, sino también para buscar un sólido frente político ante la inminente campaña criminal de los terroristas que ayer en Bilbao comenzó a estallar. Porque lo que no se puede ni debe consentir es que, tras amenazar al Estado, Ibarretxe venga a Madrid, en pleno ataque de ETA, a decirnos a los españoles lo que tenemos que hacer, al tiempo que declara en Vitoria que con su atentado ETA “no va a ninguna parte”, mientras él prepara las maletas para lucirse en Madrid.

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