domingo, octubre 14, 2007

Pablo Sebastian, La serenidad del lider

lunes 15 de octubre de 2007
La serenidad del líder Pablo Sebastián

El presidente Zapatero pide serenidad, mucha calma, que no se altere nadie, dejarle solo, que el maestro puede con todo y mañana recibirá a Ibarretxe como quien se enfrenta a una chiva, o a un ratón. ¿Quién dijo miedo? No va a pasar nada, estamos entre gente civilizada, el lehendakari anuncia que no le va a temblar el pulso a la hora de violentar la legalidad, y Zapatero dice, con la mayor serenidad, que le pondrá a Ibarretxe el punto sobre la i, y que los únicos que están soliviantados son los del PP porque, a ojos del PSOE, y especialmente de José Blanco, monárquico hasta la médula según propia confesión, les ha salido bastante mal lo de la banderita española y los abucheos a Zapatero el día de la Fiesta Nacional.
“Hasta los militares se han molestado” con lo del desfile, dicen desde el Gobierno o desde el PSOE, convencidos de que en el Ejército existe una posición mayoritaria favorable al presidente, lo que revelaría que algo no funciona en los servicios de información. Pero no importa, Zapatero está tranquilo, relajado, a punto de recuperar su sonrisa y dice que el Estado, que él ha zarandeado, está más fuerte que nunca y dispuesto a afrontar las últimas, y las que vengan, andanadas de los terroristas, ahora que los de Gara reconocen que el Gobierno del PSOE, en compañía de sus agentes fiscales y judiciales —los Pumpido y Garzón—, le han dado un duro varapalo a la cúpula de Batasuna, lo que prueba la fortaleza del Estado y los motivos que tiene el presidente para alardear de serenidad.
Pues si el presidente está sereno, eso quiere decir que quien debe de estar de los nervios es el líder de la oposición, Rajoy, a quien los humoristas poco sospechosos de enemigos del PP han dibujado como el abanderado de la tuna, después del llamamiento solemne y patriótico, televisado, a favor de la exhibición de la bandera nacional. ¿Está nervioso Rajoy? No lo parece, el líder del PP pasa un poco de todo y se fuma un puro de vez en cuando como si la cosa no fuera con él. No tiene prisa, ni programa, ni equipo de Gobierno, ni candidatos electorales, pero no le importa porque en la pasada primavera ya le ganó las elecciones municipales a Zapatero, y escrito está, en los precedentes de la Historia reciente de España, que quien gana en los comicios municipales gana también en los generales, y en el PP piensan que esta vez no va a ser, precisamente, la excepción que confirme la regla.
Por eso Mariano está tranquilo y convencido de que va a ganar, y por eso y al contrario Zapatero está sereno y esperanzado con su segunda victoria en las elecciones del 2008. Y para que ningún cabo quede suelto el presidente se va a sentar mañana en la Moncloa con Ibarretxe para escenificar una vez más la escena del sofá, pero poniendo en este caso el acento en el campo de las desavenencias entre el lehendakari y el presidente, para que por fin se le vea al santo Zapatero la peana de su españolidad.
¿Y los españoles? ¿Cómo están los españoles? Pues tranquilos, también, con un ojo puesto en las hipotecas y otro en los precios y salarios, pero en su conjunto tranquilos y hartos de la política y de los políticos, diciéndoles a sus amigos y a sus vecinos que ellos no van a votar, o en algún caso, que van a votar a Rosa Díez para castigar al PSOE y al PP. Pero de aquí a las elecciones tranquilidad, mucha serenidad, porque si está tranquilo el Rey, y sereno Zapatero y relajado Rajoy, ¿a qué viene tanta tensión y crispación en los medios de comunicación, todos desenterrando cadáveres de la Guerra Civil, beatificando mártires y derribando símbolos? Pues ya se sabe que, al final, el malo es el mensajero por exagerar, para vender ejemplares, para tener más audiencia, más negoció y más difusión. Pero luego sale usted a la calle y la gente tan tranquila, ni se rompe España, ni se desmorona el PP, ni se inquieta Zapatero. Serenidad, mucha serenidad.

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