miércoles, octubre 10, 2007

Monarquia y España

Monarquía y España
11.10.2007 -

La constitución ayer del Consejo de Defensa Nacional bajo la presidencia del Rey ofreció una imagen llena de significado tanto ante los intentos de cuestionar la Monarquía como en cuanto a su convocatoria en vísperas de la fiesta nacional. La inmensa mayoría de los españoles asume y respalda la monarquía parlamentaria como la forma que adopta el Estado democrático. Pero es indudable que lo hace desde una manifiesta pluralidad de ideas y sentimientos, de tradiciones diversas y convicciones diferenciadas. El papel que la Constitución concede al Rey, que arbitra y modera el funcionamiento de las instituciones y representa al Estado, sería la síntesis entre las distintas maneras que los españoles tienen de concebir la Corona. Algo semejante ocurre con la idea de España. Los sentimientos de pertenencia presentan también un sinfín de expresiones en la sociedad e incluso en la conciencia de cada ciudadano. Expresiones que pueden ir desde las manifestaciones más emocionales hasta el reconocimiento racional de una realidad inexorable que conviene preservar en su integridad. Además, de la misma manera que quienes se definan republicanos han de reconocer que pueden expresarse así por la existencia de una democracia consolidada gracias, en buena medida, a la función desempeñada por el Rey Juan Carlos, quienes desearían dejar de ser españoles no pueden eludir su condición de ciudadanos de España ni obviar que es esto último lo que les permite compartir los frutos de una historia en común.Como ocurre con cuantos valores están vinculados a la identidad y a las ideas, también España y la Monarquía pueden ser en ocasiones víctimas de los excesos, de la impostación oportunista e incluso de la intolerancia frente a otras maneras igual de honorables y legítimas de vivir y sentir ambas. Pero la actualidad presenta más bien riesgos derivados de omisiones y defectos a la hora de realzar tanto a la nación española como a la forma de Estado que los españoles nos dimos con la Constitución. La fiesta nacional deja de serlo si su celebración institucional no resulta integradora o si alguien trata de apropiarse abruptamente de ella. Sea conmemorada en la intimidad o públicamente, mañana es una fecha de la que nadie debería sentirse excluido y que tampoco nadie debería reivindicar en exclusiva.

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