lunes, octubre 01, 2007

Maria Maizkurrena, La pregunta

La pregunta
02.10.2007 -
MARÍA MAIZKURRENA m.maizkurrena@diario-elcorreo.com

Lo que no va a hacer el alcalde son números de circo», ha dicho Iñaki Azkuna, refiriéndose al follón del barrio bilbaíno de Otxarkoaga, donde un tendero le dio una torta a un niño gitano porque creyó que le estaba robando. El tendero, según parece, es de los que disparan primero y preguntan después, pero una torta tampoco es como para responder con un conato de linchamiento Luego hubo una manifestación a la que acudieron unos mil vecinos para quejarse de la inseguridad y la delincuencia (y no miramos a nadie, podían haber dicho, pero miraron). Les apoyaban PP, PSE y Ezker Batua. Esto indigna a Óscar Vizarraga, presidente de la asociación Kale Dor Kayiko (el nombre de la asociación es caló y no euskara batua). Vizarraga (cuyo apellido es euskara y no caló) se queja de que en esa manifestación a los gitanos les dijeron kanpora (que no es caló, sino euskara). Quizás el kanpora era sólo para las «familias conflictivas», eufemismo con el que se designa a aquéllas que les hacen la vida imposible a las demás. Txema Oleaga, del PSE, dice que su partido ya presentó al Ayuntamiento un plan de convivencia para el barrio. Otxarkoaga es Bilbao, pero no es el Casco Viejo. Es un pequeño rompeolas de algunas Españas, aunque para algunos no esté en España, pero incluso podría ser España aunque no esté en España, y sin duda es Iberia, como la Euskal Herria profunda que quiere su propio Estado (quiere, quiere, quiere). En el 'affaire Otxarkoaga', Azkuna lo que quiere es andar con pies de plomo, como un buzo de las honduras sociales. Estas honduras y pliegues de la geografía local y global siempre reciben la atención de los partidos de la oposición (no de los que gobiernan) que se preocupan por ellos como si fueran hijos pródigos desterrados en los extrarradios confusos, mestizos, interculturales del mundo urbano, donde tanta interculturalidad produce a veces la chispa del conflicto. Los políticos no son, no quieren ser focas ni elefantes de circo ni elefantes en cacharrería, pero hacen sus números para atraer al público, captar votos y llevar el agua a su molino. Begoña Errazti, exaltada permanentemente por un fervor patriótico como de drama de Schiller, es ejemplo señero. A los barrios, a los ciudadanos de las ciudades vascas, no nos preguntan sobre asuntos de la política urbana, que es, según los expertos en estas cosas, el ámbito que mejor se presta a la democracia participativa. ¿Nos va a preguntar Azkuna si queremos World Series o no! Pero ahora Ibarretxe nos quiere preguntar algo. Qué emoción. Y según parece, responder a esa pregunta es «decidir nuestro futuro». ¿Qué nos querrá preguntar el Gran Líder? ¿Y si es una pregunta a la que no podemos responder? ¿Ya sería mala pata! Para una vez que nos preguntan algo...

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