lunes, octubre 15, 2007

Maria Maizkurrena, Ibarretxe y el pueblo vasco

Ibarretxe y el pueblo vasco
16.10.2007 -
MARÍA MAIZKURRENA m.maizkurrena@diario-elcorreo.com

Uno de estos días, mientras preparaba el café y las tostadas y entraba y salía de la cocina, escuché la voz del lehendakari Ibarretxe que emergía de la radio y mencionaba a los pueblos «vasco y colombiano». El lehendakari podía haber hablado del pueblo vasco y el pueblo masiguare o del pueblo vasco y el pueblo yauna, y, sin embargo, allá en Colombia, dijo «el pueblo vasco y el pueblo colombiano». ¿Por qué será? Pues al emparejar «pueblo vasco y pueblo colombiano», el lehendakari establecía una correlación entre dos realidades muy distintas. 'Pueblo colombiano' se parecería más, haciendo abstracción de grandes diferencias, a 'pueblo español'. Es una realidad que no se corresponde con la idea que tiene el lehendakari de lo que es un 'pueblo', a saber, entidad étnica y milenaria. En los grandes Estados-nación europeos, la casa es obra de la historia, y 'el pueblo' es el sujeto de la soberanía, suma de ciudadanos que con frecuencia tienen diferentes orígenes étnicos y cuyos antepasados vivieron en otros Estados preexistentes. Para los nacionalismos de tipo etnicista, el 'pueblo' oscila entre lo natural y lo sagrado. Estas cosas dan escalofríos y recuerdan al III Reich. Algunas personas, además, no entendemos por qué otras creen que cada etnia debe tener un Estado propio, cosa poco práctica y bastante peligrosa. Abandonado el racismo, políticamente incorrecto, científicamente insostenible, de Sabino Arana, el nacionalismo vasco sigue teniendo una base etnicista, que es la base de las reclamaciones de todas las 'naciones sin Estado'. Hay una grandeza especial en pertenecer a una 'nación sin Estado' y querer seguir siendo eso mismo; la nación (en el sentido de grupo étnico) está entonces donde están sus componentes, y sus límites, como los del solar originario, son tan difusos como conviene a las geografías culturales, donde las fronteras son mestizas, permeables y móviles. Recordar la existencia del 'pueblo vasco' nos sirve para recordar lo arbitrario de cualquier frontera y cómo fueron forjadas en la historia y cómo se superponen, se funden y cambian los componentes culturales y las identidades basadas en ellos. Étnicamente, el sur de Francia tiene más que ver con la Península Ibérica que con el norte germano y celta. Pero vaya usted, lehendakari, a preguntarles a los antiguos iberos transpirenaicos y a los que hoy todavía se consideran vascos allá si son franceses o qué son. Un pueblo no es una piedra. Ni siquiera los grupos étnicos permanecen inamovibles a través de los milenios. Así que eso de «uno de los pueblos más antiguos de Europa y del mundo» (¿toma ya!), a quien escribe estas líneas le suena, más que a euskera, a chino. Incomprensible.

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