jueves, octubre 04, 2007

Manuel Rivero, Un billete para hip 6948

viernes 5 de octubre de 2007
Un billete para hip 6948

MANUEL RODRÍGUEZ RIVERO
LO primero que hace la pequeña Alicia cuando llega, a través del espejo, a una habitación donde todo es aparentemente igual, pero está dispuesto a la inversa, es constatar con alivio que también allí arde un acogedor fuego de leña en una chimenea como la de su casa, de manera que podrá sentirse «tan calentita» como en la sala en que se encontraba antes de emprender su aventura. Incluso más, piensa, «porque aquí no habrá quien me regañe por acercarme demasiado al fuego».
El sueño de escapar a un mundo paralelo es casi tan viejo como la Historia, y tiene que ver con el quimérico deseo demasiado humano de hallar refugio en un lugar dónde sea posible empezar de nuevo, enmendar para siempre los errores cometidos, los pasos en falso, los crímenes y mentiras, el pasado que pesa y agobia y nunca acaba de pasar del todo. Un ámbito en el que no exista la memoria de lo que fuimos, una tabula rasa en la que no esté inscrito el reproche, la culpa, las consecuencias de lo que hicimos o nos hicieron. Y algo que añoran especialmente los perseguidos y los delincuentes: un escondite que, sin ser muy diferente al que dejaron atrás, les disimule u oculte para siempre su delito. Como pasaba en El montacargas (Marcel Bruwal, 1961), una película cuya intriga se desarrollaba en dos apartamentos decorados exactamente igual y dispuestos uno encima de otro: en uno tuvo lugar el crimen, el otro era la coartada. En un mundo, la culpabilidad y la memoria; en otro, la inocencia y el olvido.
Leo en la prensa que un equipo de astrónomos australianos y norteamericanos ha descubierto, a la inconcebible distancia de 200 millones de años-luz, una brillante estrella que presenta características -masa, tamaño, composición química, temperatura- muy semejantes a las del Sol. Los astrónomos han concedido especial importancia a otros dos datos que convierten a la denominada HIP 56948 (un guarismo, por cierto, cuyas cifras bailan según las distintas informaciones) en una «estrella gemela» de la nuestra: moderada existencia de litio -lo que indicaría menores explosiones de fuego en su superficie- y, según parece, inexistencia de grandes planetas «gaseosos» en sus cercanías, lo que también ha sido interpretado como indicio de que los posibles mundos a los que HIP 56948 ilumina podrían presentar temperaturas compatibles con la vida, e incluso con lo que los científicos descubridores denominan «inteligencia extraterrestre».
Hace aproximadamente un año, Stephen Hawking volvía a referirse a uno de los temas apuntados en su libro El universo en una cáscara de nuez (Crítica) para insistir en que la humanidad debería emprender cuanto antes la colonización del Universo con el fin de conjurar su probable extinción. La diáspora hacia mundos con características semejantes al nuestro permitiría resguardar a una parte de la especie de riesgos reales como la guerra nuclear, el calentamiento global o el choque de asteroides. HIP 56948 está muy apartada de nuestro sistema, pero podríamos ponernos a ello para llegar pronto y empezar desde el principio en uno de los planetas a los que calienta ese sol nuevo y brillante. Allí tal vez otro mundo sí sería posible: un mundo en el que la experiencia adquirida en el que dejamos atrás nos previniera de repetir pasados errores.
Nada nos garantiza, sin embargo, que en nuestra nueva morada, como nos pasa en esta a pesar del estudio de la Historia, no tropezáramos en las mismas piedras, sean estas emisiones de gases de efecto invernadero, holocaustos varios o asesinatos en nombre de ideologías o religiones, por poner sólo unos ejemplos conspicuos. Pero quizás valdría la pena intentarlo otra vez, allá lejos. Yo me apuntaría al viaje. Lo único que me echa un poco para atrás es que soy supersticioso, y al nuevo sol HIP le han puesto las mismas siglas que a la mezcla de hierbas que tomo contra la hipertensión.

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