miércoles, octubre 24, 2007

Manuel Montero, Las preguntas de la consulta

Las preguntas de la consulta (MANUEL MONTERO )
25.10.2007 -

Es hoy un día extraño, único en la Historia. Este 25 de octubre no se conmemora oficialmente el aniversario del Estatuto de Autonomía, pero planea la idea de que estamos en el primer preaniversario del referéndum/consulta al que se nos quiere convocar. No es cosa de todos los días que se pueda celebrar el 'Año Menos Uno' de un acontecimiento histórico: no hay precedentes, hasta donde uno llega. El futuro suele constituir una incógnita, pero en el País Vasco parecen diluirse las diferencias entre pasado, presente y futuro, de tal forma que el 25 de octubre de 2008 nos rodea e impregna toda la política vasca, una experiencia rara que nos circunde un porvenir tan lejano. En la política común un año es una eternidad imprevisible. Aquí no.Conocemos aproximadamente el contenido de la consulta. Lo explicó hace unos días el lehendakari en el periódico 'La Capital', de Rosario, Argentina, en el que quizás es el avance más detallado de qué será el ya legendario referéndum. Pese a la lejanía (física) de la entrevista, permite entender la trabazón interna de la propuesta y apreciar hasta qué punto nos movemos en una suerte de marasmo político, que puede dar en mareo y transmutarse en maremoto.Asegura el lehendakari que «sobre cuáles serán las preguntas se hablará en su momento, y surgirá en el Parlamento», así que su redacción definitiva no se desvelará, parece, hasta que el Parlamento vasco convoque la consulta, allá por 2008 si Dios (y Batasuna) quiere. Sin embargo, en la entrevista mencionada describe los interrogantes que se plantearán al electorado en funciones consultivas y habilitadoras, un mecanismo chocante, incluso si prescindimos de la ilegalidad de la consulta.La primera evidencia de lo dicho por el lehendakari no es novedad: serán «preguntas», en plural, y, por lo que asegura después, serán dos preguntas. Hay dos «principios claros» de la consulta, afirma. El primero es «decirle a ETA que la violencia se ha acabado y que si manifiesta su voluntad de abandonar definitivamente la violencia se abrirá un proceso dialogado». Resulta insólito que ninguna consulta plebiscitaria incluya una cuestión de este tenor, pues es obvio que la inmensa mayoría de la sociedad vasca rechaza la violencia -lo viene expresando hace décadas-, y si ETA no se ha enterado es porque no quiere enterarse, pues navega por otros mares. Preguntar a una sociedad si rechaza el terrorismo tampoco tiene precedente en consulta popular alguna. Pero sí tiene sentido en términos políticos, como se verá.Segunda pregunta, que es la clave y a donde se quiere llegar. «El segundo (principio claro) es un mandato a los partidos políticos para que negocien, para que presenten un acuerdo y, antes de la segunda parte de 2010, la sociedad vasca pueda votar, entonces sí, un referéndum resolutivo», asegura el lehendakari en Rosario, Argentina.Tiene su miga este 'principio claro' o interrogante, pues, consultivo o no, comporta un contenido político de gran calado, no es la iniciativa inocente que se suele presentar -«¿qué hay de malo?»-. Lleva implícita la deslegitimación del Estatuto de Gernika, que quedaría desvalido, como un acuerdo superado; y sustituido no por un texto alternativo, sino por la descripción de un procedimiento para llegar a otra situación jurídico-política, para lo que se apela genéricamente «a los partidos políticos».De esta forma, el texto del referéndum/consulta será probablemente el siguiente, o variaciones sobre tal redacción, a juzgar por lo que se nos ha adelantado:«¿Da usted su apoyo a las siguientes propuestas del Parlamento vasco?1º. La sociedad vasca está contra la violencia política y a favor del diálogo y de la negociación para resolver los problemas políticos. Si ETA manifiesta su voluntad de abandonarla, la sociedad vasca insta a que se abra un proceso de diálogo sobre el fin de la violencia.2º. La sociedad vasca realiza un mandato a los partidos políticos para que negocien un nuevo estatus jurídico-político para el País Vasco. El acuerdo resultante, aprobado por la mayoría absoluta del Parlamento vasco, será sometido a un referéndum resolutivo el año 2010».La única novedad que incorpora esta redacción sobre lo que se ha hecho público es el mecanismo por el cual «el acuerdo» que alcancen «los partidos políticos» deberá tener, para someterse al «referéndum resolutivo», el apoyo de la mayoría absoluta del Parlamento vasco, la mitad más uno, y sin más. Parece lógico suponer que se está pensando en estos términos, pues de lo contrario nada del procedimiento tendría sentido. No se pedirá el acuerdo de todos los partidos ni de una mayoría cualificada, sino la mayoría absoluta del Parlamento, el 51%. De ahí las recientes consideraciones nacionalistas por las que ni PP ni PSE tienen derecho a vetar las aspiraciones del pueblo vasco, entendiendo por tal al pueblo nacionalista vasco. También por eso, y como forma de legitimar el desaguisado, súbitamente han retornado las distinciones entre 'partidos de obediencia vasca' y 'partidos que están en el País Vasco, pero no son de obediencia vasca', en palabras de Egibar, acudiendo al lenguaje insidioso de otras épocas: unos 'están', otros 'son'.Éste es, al final, el juego. Todo ello resulta incongruente en términos de una política que quiera asentar la convivencia, pero tiene una lógica aplastante desde el punto de vista del soberanismo, al que la convivencia se la trae al pairo. El soberanismo no está sólo en la convocatoria (ilegal) de un referéndum/consulta, sino sobre todo en la gestación de una nueva legitimidad por la que, al parecer, la mayoría nacionalista, si la hay, se atribuye la capacidad de imponer su modelo político. Ésta es la gran ruptura sobre las bases consensuales de nuestro sistema político: no acuerdos entre las partes, sino dominio de una sobre la otra. No es sólo la renuncia al Estatuto de Autonomía como lugar de encuentro de los vascos, que lo es, sino el alejamiento de cualquier camino que se base en acuerdos plurales entre los vascos. Éso es lo que estremece, incluso aún más que la ruptura con la legalidad constitucional. Se propone que se imponga la mitad de los vascos sobre la otra parte. ¿Eso es 'la mano tendida' que se proclama en estas fechas, lo es una propuesta basada en romper con la mitad de la sociedad vasca que ha sostenido la actual autonomía? Las preguntas sobre las que se planteará el referéndum/consulta tienen un aire surrealista. Ya está mencionado, pero conviene insistir en ello. Es por la insólita pero probable inclusión de la pregunta sobre el rechazo a la violencia (al terrorismo), como si hiciera falta y como si, en un ataque de adanismo, el mundo comenzara el 25 de octubre de 2008. Sólo resulta comprensible si se quiere plantear públicamente la consulta como la Gran Ocasión de rechazar el terror, con el argumento subliminal de que, de no votarse, implícitamente se le estarían dando alas a ETA. El planteamiento es inaceptable en términos democráticos. Más inaceptable aún que se vincule el posicionamiento público contra el terror con la vía soberanista. Lo uno con lo otro, viene a decirse, y esto nos adentra en el terreno de la impostura política. Argucia 'política', ofrece el innecesario posicionamiento plebiscitario contra ETA para colar de rondón el pastel de la soberanía y de la desestabilización.¿Todo esto para qué? ¿Para una consulta 'habilitadora' en la que difícilmente el apoyo a la propuesta alcanzaría, con los datos actuales (lo trató un artículo precedente), el 45% del censo? ¿Sin más requisitos se sentirán autorizados a seguir tensionando a los vascos? ¿Para otros dos años de marasmo, tensiones y resultados previsiblemente parecidos? Y eso dejando a un lado las dificultades de la concentración nacionalista, incluyendo a Batasuna, y el efecto que tendría en la agresividad terrorista, que no suele necesitar muchos acicates y aquí los encontraría a mansalva. ¿Y al final, qué? Imaginemos: después de tanto mareo, marasmo y maremoto llega 2010 y el 45% del censo, porcentaje improbable y muy inferior al apoyo que tuvo el actual Estatuto, aprueba un texto soberanista, liquidando consensos, estatuto de autonomía, y la posibilidad de convivencia. ¿Y después, qué?

http://www.elcorreodigital.com/vizcaya/prensa/20071025/opinion/preguntas-consulta-manuel-montero-20071025.html

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