Manuel Alcantara, Cambiar de aires

Cambiar de aires (MANUEL ALCÁNTARA)
25.10.2007 -

Se ha aprovechado de manera casi inmejorable el comentario del líder del PP en torno al cambio climático. La verdad es que el señor Rajoy es como aquel general tan valiente que no se rendía ni ante la evidencia. Ya nadie discute en el mundo la amenaza que supone la alteración de conducta del clima, que puede dejarnos el medio ambiente en menos de la mitad, pero eso es una cosa y otra denigrarle con un repertorio de insultos que demuestran que tampoco los ecologistas tienen muy buen carácter.A Rajoy le han llamado «provinciano», lo que si bien se mira dista mucho de ser un agravio, ya que ni Goya, ni Ramón y Cajal, ni Severo Ochoa, por ejemplo, nacieron en grandes urbes. También le han llamado «topo» y, valiéndose de la ambivalencia del vocablo, «primo». Ocurre que el dicterio requiere talento. No es fácil insultar inteligentemente. Decir de alguien que su señora madre observaba una liberal conducta sexual está al alcance de todas las fortunas mentales, incluso de las menos afortunadas. Lo saben hasta los árbitros de fútbol, que quizá sean los que recopilan una más amplia antología de ofensas, pero no es fácil atinar con un insulto como Dios manda. En su sucinta historia universal de la infamia cuenta Borges que hubo alguien que «deshonró el patíbulo», para dar idea de la calidad moral del ajusticiado.España es el país desarrollado que menos dióxido de carbono reduce. Y esto hay que tomarlo en serio. Si todo cambia, ¿por qué no va a cambiar el clima? Ha cambiado incluso el espejo de mi cuarto de baño, que cada vez me ofrece una imagen más lamentable cuando me afeito. Al Gore quizá sea un farsante, así como Rajoy es un pelmazo, pero no hay que extremar las cosas. Los únicos que no cambian son los políticos: aprovechan todo para insultar a sus rivales. Qué gente.

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