martes, octubre 02, 2007

Limpieza ideologica y referendum

miercoles 3 de octubre de 2007
Limpieza ideológica y referéndum
EL presidente del Gobierno y el lendakari Ibarretxe se reunirán el próximo día 16 en La Moncloa para tratar la propuesta de referéndum que anunció el jefe del Ejecutivo vasco en el pleno del Parlamento de Vitoria. La posición de Rodríguez Zapatero es, según ha manifestado, oír al lendakari y que éste le oiga para decirle que se opone a su plan. Parece que se va a entrar en una etapa de tira y floja con declaraciones en las que Ibarretxe hará uso de argumentos utilizados por el presidente del Gobierno durante la negociación con ETA y Zapatero tendrá que recurrir a la contundencia verbal que le exige la pretemporada electoral, aunque, dado el calendario del plan del lendakari, el tiempo de las acciones legales contra la convocatoria del referéndum no vendrá hasta después de las elecciones generales. Sin embargo, el problema sigue siendo el empeño con el que el PNV se mantiene en el radicalismo y renueva su estrategia de aprovechar las consecuencias del terrorismo para alcanzar sus objetivos, disfrazando sin rubor sus propuestas inconstitucionales de referendos con un falso propósito de «normalizar» la vida política vasca.
La única «normalización» política y social que requiere el País Vasco es la erradicación de todos los efectos del terrorismo de ETA y de la hegemonía nacionalista y, puesto que el lendakari confía tanto en la consulta popular, habrá que hablar de la recomposición del censo electoral que los terroristas y sus cómplices han ido purgando desde hace treinta años. La Fundación BBVA ha puesto cifras a este éxodo forzoso, que, entre 1980 y 2000, habría sacado de sus hogares a 160.000 vascos. Ciertamente, no es el terrorismo la única causa de este flujo de salida desde el País Vasco, y el informe cita también los procesos de desindustrialización de esta comunidad. Sin embargo, es un hecho sociológico perfectamente acreditado que la presión terrorista y la colaboración nacionalista han sido las principales causas de la descapitalización humana de sectores fundamentales de la sociedad vasca. Este dato es tan objetivo que incluso tiene su acreditación judicial. El 16 de octubre de 2002, el juez Baltasar Garzón dictó un auto en el que imputaba a ETA y a Batasuna -cuyos dirigentes, como Joseba Álvarez, empiezan a ser justamente detenidos ahora por los mismos presuntos delitos que están cometiendo desde hace tres años- la perpetración de un crimen contra la humanidad previsto por el Código Penal y el Estatuto de la Corte Penal Internacional, al ser responsables del exilio forzoso de miles de ciudadanos vascos. En concreto, Garzón afirmaba que «se ha presionado hasta la expulsión de facto, no sólo a políticos profesionales y miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, sino a miembros de la Policía autonómica (...), concejales no profesionales de partidos no nacionalistas, empresarios, periodistas, escritores, intelectuales, profesores de Universidad, abogados, jueces y fiscales, y otros profesionales».
El fundamento de aquella resolución judicial no puede ser más actual porque Garzón se proponía acreditar que la limpieza ideológica del País Vasco tenía como objetivo «predeterminar con una determinada tendencia ideológica la composición del cuerpo electoral llamado a decidir la eventual y futura consulta de un referéndum de autodeterminación, para así asegurar el resultado afirmativo de aquél». Las diligencias abiertas por Garzón tenían que establecer «los medios a través de los cuales ETA y su complejo terrorista y especialmente HB-EH y Batasuna han propiciado la «depuración» del censo electoral del País Vasco». Quizás Ibarretxe haya tenido en cuenta la afirmación de un dirigente de Batasuna, transcrita en el auto de Garzón: «Unos años más y ya podremos hacer el referéndum». Por su parte, el Foro Ermua constituyó las «Comisiones de la Diáspora» precisamente para reivindicar el derecho de los vascos exilados por la presión terrorista a reintegrarse al censo electoral de cualquier consulta soberanista. Sin duda, la sociedad vasca ha sido depurada hasta el extremo de alterar su verdadera identidad. La falta de libertad y la limpieza ideológica nunca pueden ser aceptadas como consecuencias inevitables del terrorismo nacionalista porque, en tal caso, ETA estaría logrando uno de sus principales objetivos.

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