miércoles, octubre 10, 2007

Juan Bas, Subjetividad

Subjetividad
11.10.2007 -
j.bas@diario-elcorreo.com JUAN BAS

Dos amigos se encuentran por la calle. Uno le pregunta al otro: «¿Qué tal te fue en la prueba para ser locutor de radio?». El otro responde con cara de enfado: «Ha si-sido de ver-vergüenza. Una pu-pu-puta mafia.»Salvo un balazo en la cabeza, un infarto de miocardio, que te toque la lotería o hechos de este tipo, toda apreciación en la vida es pura subjetividad. Lo pensé el otro día mientras veía el pronóstico del tiempo en la ETB-2. La presentadora señalaba el croma de un mapa que comprendía la Comunidad Autónoma Vasca, una parte del suroeste de Francia y Navarra, y decía que la inestabilidad atmosférica iba a persistir durante las próximas horas en todo Euskal Herria. Donde unos vemos esos distintos territorios administrativos otros ven con los ojos de los sentimientos una nación unida, con la suficiente cohesión y con claras fronteras delimitadas fuera de sí misma.Los diferentes metales que han forjado la mentalidad de cada uno, o la distinta manera de alear los mismos -la pura subjetividad-, se proyectan en singulares lentes que se colocan frente a nuestra visión exterior e interior y determinan el encuadre, el enfoque y la profundidad de campo sobre cada objeto físico o mental. Así, para unos, la nación vasca sólo existe en el imaginario de los que creen en ella y es una entelequia. Para otros, es una realidad palpable en todas las personas que la conforman y habitan en un territorio sojuzgado. ¿Quién tiene razón? ¿Qué es lo real o cuál es la verdad? ¿Dónde está lo objetivo? En un verso de su poema 'Fragmentos para un evangelio apócrifo', Borges apunta la esencia de la subjetividad: «Feliz el que no insiste en tener razón, porque nadie la tiene o todos la tienen». Y en otro verso, del mismo poema, dice: «No exageres el culto de la verdad; no hay hombre que al cabo de un día, no haya mentido con razón muchas veces».Para evitar que mi visión del mundo y la de los míos se convierta en un escollo insalvable para la convivencia con los de la otra visión -simplificando con la reducción a un binomio-, considero que debemos contestarnos con honestidad y tras una reflexión profunda a dos preguntas introspectivas. La primera, si en verdad creo en la idoneidad de mi postura, si no me estoy engañando a mí mismo -como el aspirante a locutor tartamudo-, o peor aún, si estoy sirviendo con ella a intereses que la utilizan, pero en el fondo no les importa y no es más que un subterfugio estratégico para detentar el poder. Y segunda, si abogar por mi forma de ver y sentir ese mundo mío es tan importante, si es una causa perentoria y preferente, y si lo es tanto como para pagar los precios que cueste la pugna por su implantación, por muy altos que sean y los acompañe el sufrimiento.

No hay comentarios: