domingo, octubre 14, 2007

Joan Pla, Memoria historica de pequeños detalles

domingo 14 de octubre de 2007
Memoria histórica de pequeños detalles
Joan Pla
H AY o, mejor dicho, había un cura aquí en Palma que, cada vez que predicaba en su misa dominical, endilgaba la siguiente afirmación: “Esto que os digo, carísimos hermanos, es verdad, absolutamente verdad, porque lo ha dicho la televisión”. Nunca la televisión, española, por supuesto, ha sido tan alabada como lo fue por boca de aquel curita paisano, que ya pasó a mejor vida, mejorando lo presente. Se refería, claro es, a la primera cadena, pero no a la de Urdaci y Leticia Ortiz, sino a la del pobre Jesús Álvarez y Laurita Valenzuela. El cura era mallorquín de pura cepa, hijo de humildes labradores de la patria mía, se llamaba Bernardo y había sido misionero en una parroquia andina del Perú, hace ahora poco más de medio siglo, o sea, cuando los jóvenes de mi quinta nos enrolábamos en los Cursillos de Cristiandad que inventó Eduardo Bonnín, que aún vive, ya nonagenario, con la cabeza “más clara que la luz”. Hace más de medio siglo, pues, que tomábamos ejemplo de aquel joven de Acción Católica que se llamó Antonio Rivera, más conocido por “el ángel del Alcázar” y que murió mártir, así nos lo han contado siempre, en la defensa del Alcázar de Toledo, durante la guerra civil de 1936. Este Rivera, amén de mártir, fue coleguita de Blas Piñar y, por lo que cuentan, debió ser un gran predicador de cruzadas: “Tirad, pero tirad sin odio”, les decía a los que disparaban contra el enemigo. Resulta difícil, para los que para los que ya hemos vivido más de setenta años sin pasar por el trance de tener que matar a un prójimo, entender cómo se le puede ocurrir a una persona pegarle un tiro a otra persona y justificarse, después, diciendo que le tiró a dar y la mató, pero sin odio. Xavier Casals i Meseguer es doctor en Historia y suele leer lo que aquí se publica. Me preguntó el otro día la fecha exacta en que se publicaron mis dos entrevistas a Josep Tarradellas . En una de ellas, el ex presidente de la Generalidad de Cataluña me dijo aquella frase que tanto se comentó en todos los medios. Me refiero a lo del “golpe de timón” que, a su juicio, necesitaba España. No he podido darle las fechas exactas en que se publicaron en “El Imparcial” mis dos encuentros con Tarradellas, porque no las tengo archivadas en Internet y tampoco tengo tiempo, ni pistas eficaces, para rebuscar entre las cajas de mis diecisiete mudanzas, esas cuatro páginas ilustradas con fotografias espléndidas de Raúl Cancio. Con todo, el doctor Casals, que tiene un año más que el mayor de mis hijos, me ha mandado uno de sus libros con la siguiente dedicatoria en catalán: “Per a Joan Pla per la seva amabilitat y atenció”. En mi rincón mallorquín, amenazado aún por inusuales tornados y chaparrones, no han faltado merluzos que han creído, al ver los títulos de Xavier Casals, que se trataba de un autor catalán de extrema derecha. Alguno de ellos, con alto cargo en el gobierno autónomo actual, formado por el PSOE y cinco partidos más, me ha preguntado con ironía que de qué conocía yo al autor de “La tentación neofascista en España” y que cuáles habían sido mis amabilidades y atenciones con él. Por no mandarle a la escuela, a que aprendiese a leer, estuve a punto de mandarle a la mierda, pero le dije: “Es cierto que Casals me ha puesto una dedicatoria, pero la verdadera e importante es la que dedica “a Iqbal Masih (líder del Frente de Liberación del Trabajo Forzado de Pakistan asesinado a los doce años por luchar contra la esclavitud infantil) y a todos aquellos que sufren la falta de respeto a los derechos humanos, con la esperanza de que su dolor conmueva las conciencias dormidas”. Recuerdo la ingenuidad de don Bernardo, el que creía que TVE impartía dogmas de fe. Trato de recordar, sin pesadumbre ninguna, la bondad del “ángel del Alcázar”, pero no cuando hablaba de pegar tiros sin odio, sino cuando decía “Por Cristo más, más y más” y lo escribía textualmente así:“ Por Cristo +, + y +”. Mientras Rajoy invita a celebrar el día de la Hispanidad, manifestando el orgullo de ser españoles, un actor catalán – Toni Alba - llega a Mallorca y dice lo que aquí traduzco literalmente “Yo no soy español, yo lo estoy, igual que estoy cabreado”. Con otra que diga, me lo mandan a la Feria del Libro de Francfort.

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