lunes, octubre 01, 2007

Javier Elzo, Esa no es la salida

Ésa no es la salida
02.10.2007 -
JAVIER ELZO

Cuando se emite una opinión y la mayor parte de la gente sensata que te escucha muestra su desaprobación, parece razonable pensar que algo falla en el razonamiento. Algo similar es lo que, a todas luces, ha sucedido con la nueva propuesta del lehendakari. Que el PP, el PSOE y EHAK iban a pronunciarse en contra en el hemiciclo era del todo punto previsible. Que los líderes del PP y el coro mediático que le asiste y jalea iba a abalanzarse en tromba, también. Como previsible era que los líderes del PSOE debían manifestarse en contra, aunque con otro talante y modos también. Pero que personas próximas al nacionalismo vasco e, incluso, nacionalistas vascos se pregunten a dónde nos lleva este plan, particularmente en su concreción temporal, debería hacer pensar. Al propio lehendakari en primer lugar, aunque una vez de haber hablado en el Parlamento vasco, como lo hizo el 28 de septiembre, poco margen de maniobra le queda. He podido hablar con algunos amigos nacionalistas así como con personas que viven fuera de Euskadi y votan a partidos de ámbito español o catalán, personas simpatizantes con lo vasco y hasta con ciertas lecturas del nacionalismo vasco, que me manifiestan su perplejidad, cuando no su irritación ante la nueva propuesta del lehendaki.Lo entiendo. Esta propuesta sólo tiene un final feliz. Que lleguen a un acuerdo Zapatero y el lehendakari antes de junio de 2008. Teniendo en cuenta que las elecciones serán previsiblemente en marzo y, en la hipótesis, que está por ver, de que las gane Zapatero, apenas les quedan dos meses para llegar a un acuerdo. Misión imposible, a todas luces. Para empezar, Zapatero tendría que avenirse a comenzar a discutir un acuerdo para lograr un pacto que, hasta la fecha, no ha sido posible. Todo el mundo entiende que con La Moncloa en juego el margen de maniobra, de Zapatero esta vez, es muy reducido. Sería inmediatamente tildado de tibio. Ya lo ha sido por su reacción desde Moscú a la intervención del lehendakari. Pues imagínense lo que sería, en plena campaña electoral, una comisión discutiendo un plan para Euskadi entre el Gobierno vasco y el de España. He dicho que ésa sería la única salida feliz, porque todas las demás son malas. Si el Parlamento vasco da su visto bueno a una consulta, lo que solamente es posible si algunos parlamentarios de EHAK dan su voto favorable, supondría de entrada dos cosas: que una vez más el nacionalismo democrático, en una cuestión de gran trascendencia, dependería de los votos de quienes todavía a estas alturas siguen sin despegarse de ETA. En segundo, y fundamental lugar, que, como más que previsiblemente el PP y PSOE votarían que no o se quedarían en casa (si es que no pasan cosas peores, que prefiero no mentar), la victoria sería más que pírrica. No solamente no desbloquearía el innegable problema vasco (porque el problema existe y ya está bien de no querer verlo), sino que lo agudizaría aún más. No sé si daría alas a ETA, que tampoco las necesita, pero, una vez más, se intentaría hacer política al margen de la realidad social y sociológica de Euskadi. Pido perdón por la repetición pero, una y mil veces, hay que decir que, si bien la mayoría de la sociedad vasca es nacionalista y de un nacionalismo moderado (y lo será aún más, ya sin ETA, si antes el PNV, EA y Aralar no pierden los papeles), no hay que olvidar que Euskadi es también una sociedad plural, con sentimientos de pertenencia diversos y compartidos. En consecuencia la única Euskadi, no solamente posible, sino socialmente deseable y éticamente defendible es una Euskadi en la que nacionalistas y no nacionalistas estemos razonablemente cómodos.Hay que agradecer al lehendakari su empeño en proponer salidas al contencioso político vasco. Está en su haber que en los últimos años sea prácticamente el único que, de hecho, haya puesto sobre el tapete propuestas de solución cuando el resto parecen conformarse con el 'estatus quo' (una lectura sacralizada de la Constitución como techo, tope, marco, límite etcétera, innegociable, aunque haya otras lecturas posibles), o la quimera de la Euskadi una, socialista e independiente. Pero, en mi opinión, la hoja de ruta que propugna no va a propiciar, en absoluto, esa salida que todos anhelamos.

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