martes, octubre 23, 2007

Javier Borrego, Spain is different... todavia

martes 23 de octubre de 2007
Spain is different... todavía
JAVIER BORREGO BORREGO
ESTOS días oigo frecuentemente en la radio francesa muchas referencias, incluso iniciadoras de los informativos y desarrolladas en detalle, sobre el proyecto de ley conocido como de «memoria histórica». El tema es tratado, hay que decirlo, con objetividad, pero desde una gran perplejidad. No se comprende bien que un país que realizó una transición desde una dictadura a una democracia valorada como modélica y ejemplo a seguir por muchas otras naciones pierda ahora el tiempo en reabrir viejas heridas.
En los años sesenta, bajo el franquismo, alguien inventó el lema «Spain is different». Y en aquella época de verdad éramos diferentes. Pero ahora, después de casi treinta años de democracia ininterrumpida, volver a hurgar y a resaltar lo que separa a los españoles es algo difícil de entender para los europeos. Ellos se han enfrentado a la historia con otro espíritu, con un espíritu europeo, que aún no ha calado en algunos españoles.
La iglesia de Sainte-Foi es una preciosa iglesia románica, del siglo XII, que Sélestat, una de las diez villas de la Décápolis, cuida con esmero. Personalmente, me agrada mucho visitarla y contemplar el magnífico púlpito de madera dedicado a la vida de san Francisco Javier, recuerdo de los tiempos en que los jesuitas fueron los responsables de la iglesia. Cualquiera que vea la fachada de la iglesia notará enseguida algo raro. El templo es románico, de un precioso románico, pero las dos torres de las fachadas están rematadas por unas flechas romboidales de neta inspiración germánica, que confieren un aspecto realmente extraño al estilo románico del templo. Pero es que durante la primera ocupación alemana de Alsacia a finales del siglo XIX, el arquitecto Winkler restauró el templo, suprimió los pastiches añadidos a lo largo de la historia pero, hombre del imperio alemán, quiso germanizar aquella maravilla con estas torres típicamente alemanas.
Los alsacianos, y muy especialmente los vecinos de Sélestat, se dolieron mucho del ataque a su iglesia, y tras la Segunda Guerra Mundial, algunos hablaron de demoler esas germanizantes torres, que tanto les recordaban la ocupación alemana y que afeaban el románico de Sainte-Foi. Al pedirse la opinión de los vecinos, uno de ellos se opuso a la demolición y expuso sus razones : «La historia no desaparece porque la borremos. Y es tan horroroso construir torres romboidales sobre una iglesia románica, pretendiendo germanizarla, que lo mejor es conservarlas. La historia siempre enseña y, ante esas torres, todos nos daremos cuenta del error de los arrogantes, y aprenderemos a no seguir sus estúpidos pasos». «Los vecinos de Sélestat decidieron conservar para siempre las torres, verlas todos los días y recordar que lo inteligente es aprender de la historia, no pretender eliminarla.
Tal vez haya influido en esa colectiva decisión el hecho de contar Sélestat con una de las primeras bibliotecas públicas, inaugurada en 1452, y que hoy sigue conservando. Un pueblo con vecinos eruditos que regalaban libros a la biblioteca, que leían libros, mientras nuestros antepasados en ese tiempo sospechaban y condenaban los lectores de libros, objetos al parecer peligrosos.
Hace unos meses me hallaba, como otras veces, disfrutando de una visita a la iglesia de Saint-Pierre le Jeune, del siglo X, hoy de culto protestante. Mientras contemplaba junto a mi esposa el precioso fresco de «Las naciones camino de la Cruz», el pastor luterano del templo se nos acercó al oírnos hablar en español y, muy cariñosamente, nos mostró algo que no habíamos observado: «En este precioso camino a la Cruz, el artista representó en torno a la Cruz a todas las monarquías entonces reinantes en Europa. Cada monarquía es representada por su rey montado a caballo llevando el estandarte con el nombre de su nación. Todos los reyes adoran al Señor en la Cruz. Pero, por favor, fíjense que hay dos estandartes casi perfectos, como recién pintados. Y es que están retocados. Durante la ocupación nazi de Estrasburgo, el gobernador alemán se enfadó al contemplar que el primer rey, el rey más cercano a la Cruz era el rey español, mientras que el rey alemán ocupaba el décimo puesto. Y ordenó alterar el orden de los estandartes. Así, ahora, el primer rey lleva el estandarte de Germania y el décimo rey es el de Castiglia».
¿Qué haría ante esta pintura un revisionista partidario de la llamada «memoria histórica»? Aparte de regañar a mi vecino pastor, culto y simpático, por llamar español al rey medieval de Castilla, rechazaría el fresco por no recoger a todas las naciones que según él existen en la nación española, y manifestaría su rechazo a esa adoración de la Cruz, discriminatoria de la religión musulmana y otras religiones. En fin, si el gobernador nazi alteró el orden de dos estandartes, el revisionista español probablemente hoy mandaría borrar el fresco.
Resido desde hace años en Alsacia, región que ha sufrido como ninguna otra en Europa y en cuya plaza de la República se halla una estatua magnífica, una original Piedad, donde la madre (Alsacia) sostiene en sus brazos a sus dos hijos, uno muerto por Francia y otro muerto por Alemania. Y tras más de quince años trabajando en el campo de los derechos humanos y de la paz, con la experiencia de lo ocurrido en los países del Este de Europa, debo expresar, alto y claro, que reabrir heridas setenta años después es un gravísimo error de nefastas consecuencias.
¿Por qué no podemos ser de verdad europeos? ¿Quién o qué nos lo impide?
Recomiendo vivamente a nuestros revisionistas, si no son aficionados a la lectura, que al menos vean una película, «Las dos Matildes», una saga histórica de tres familias alsacianas entre dos culturas. Verán entonces cómo los alsacianos no han borrado ni eliminado ningún hijo a ninguna madre, porque aprenden del pasado para un mejor futuro. Esto es Europa. Pero Spain is different... todavía.

http://www.abc.es/20071023/opinion-firmas/spain-different-todavia_200710230319.html

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