miércoles, octubre 24, 2007

Ignacio San Miguel, Denuncia y acosos imprencindibles

jueves 25 de octubre de 2007
Denuncia y acosos imprescindibles
Ignacio San Miguel
A LGUNOS bienpensantes tuercen el gesto cuando se trata de valorar el discurso de un Jaime Mayor Oreja o un Francisco José Alcaraz respecto de la política del presidente Rodríguez Zapatero con los terroristas vascos. Juzgan que se trata de un pensamiento sistemáticamente pesimista, cerrado, sin horizontes. Y no hablo, naturalmente, de personas ubicadas en terrenos ideológicos hostiles; pues si de izquierdistas se tratara, el torcer el gesto sería poca cosa. En el campo de las izquierdas, las personalidades citadas, así como otras que mantienen posturas similares, constituyen lisa y llanamente el enemigo, merecedor de todos los improperios y condenas. Sin embargo, la teoría de Mayor Oreja, Alcaraz, y otros, de que nos encontramos con los terroristas en un descanso del partido, y que éste se reanudará tan pronto se ganen las elecciones por los socialistas (si las ganan aunque sólo sea por escaso margen), es correcta y debe ser expresada con reiteración. El presidente ha ofrecido ya suficientes pruebas de que no se puede confiar en él y es muy posible que la teoría expresada sea exacta y que volverá a negociar con los terroristas tan pronto como se le presente ocasión favorable, haciéndoles las mayores concesiones posibles. Algunos piensan que no ha cesado todavía de negociar. Siendo esto así, el discurso de Mayor Oreja es necesario, pues adelantar acontecimientos puede servir para coartarlos y, a veces, para frustrarlos. Si se logra forjar un estado de opinión de desconfianza y sospecha, al Gobierno le resultará más trabajoso reiniciar un camino que ya está siendo anunciado y vilipendiado. Algunos pensarán que esta es una maniobra política de dudosa ética, pero de ninguna manera es así. Si estas previsiones o augurios de doblez gubernamental estuvieran basados en datos falsos, se podría hablar de falta de ética. Aunque tratándose de un futurible no se acusa al Gobierno falsamente de algo malo que haya hecho, sí se podría decir que se le desacredita de forma arbitraria al afirmar que lo va a hacer. Esto sería correcto de no ser por los antecedentes que todos conocemos y que son susceptibles de fomentar legítimas sospecha. No tenemos, en consecuencia, ninguna razón suficiente para pensar que Mayor Oreja, Alcaraz y otros no crean en sus previsiones y sólo les mueva el afán de denigrar a los socialistas. Personalmente, tengo la convicción de que Alcaraz cree en lo que dice. En cuanto a Mayor Oreja, pienso que también, aunque como político consciente que es, conoce el efecto disuasorio que sus palabras han de tener en mayor o menor grado. De tal forma que, aunque dudara de ese futuro sombrío que dibuja, no modificaría sus agüeros, por ser útiles y necesarios para paralizar al adversario, apartándole de la tentación. Se trata de una labor de marcaje fatalmente necesaria. No existe la menor falta de ética en ella. Por el contrario, esta falta de ética sí existe en una labor de marcaje basada en hechos del pasado distorsionados, es decir, mendaces y con el único afán de amedrentar al contrario. Una labor de esta naturaleza la ha llevado a efecto durante años y con un éxito insuperable el Partido Socialista respecto de sus adversarios políticos. Me refiero, con preferencia aunque no exclusivamente, a la acusación de ser los herederos del franquismo, acusación repetida una y otra vez a la menor ocasión propicia. Esta acusación ha tenido un efecto devastador en los ánimos del partido opositor, provocando un acomplejamiento profundo que le ha impedido manifestar con libertad sus opiniones en muchos casos. Es más, han procurado mostrarse menos conservadores de lo que en realidad son, adoptando posturas liberales y permisivas, ansiosos muchas veces de demostrar que son tan “progresistas” como sus adversarios. Un simple ejemplo: Cuando se presentó el recurso ante el Tribunal Constitucional contra la ley que permite los “matrimonios” homosexuales, no faltó en el Partido Popular quien declarara su disconformidad, pues “ahora van a encontrar pretexto para tacharnos de retrógrados, anticuados y franquistas”. Y esto lo dijo en televisión persona prominente en el Partido, y tenida por firme y enérgica. Y lo es, ciertamente. Pero ha sido tal la eficacia del marcaje señalado, tan profundo el acomplejamiento provocado, que las palabras saltaron, sinceras, en un momento de espontaneidad, aunque después esta persona previsiblemente se arrepintiera de haberlas pronunciado. A los efectos prácticos, no cabe duda de la enorme eficacia del trabajo de acoso de la derecha por parte de la izquierda, teniendo su parte en esa eficacia su abrumadora supremacía mediática. Mención aparte merece el hecho de basarse en la mentira, pues las filiaciones de los prebostes socialistas son tan franquistas como las de sus adversarios, empezando por el ministro de Justicia, Fernández Bermejo, hijo de un Jefe Provincial del Movimiento, pasando por José Bono, hijo de falangista, y terminando en Juan Luis Cebrián, miembro destacado de la Prensa del Movimiento. Pero, al margen del tema de los orígenes personales, se dan en el partido socialista tendencias al dirigismo totalitario, que no se encuentran en el Partido Popular, más liberal y democrático. Se trata, pues, de una campaña inmoral e injusta a todas luces. Sin embargo, de una eficacia incontestable. Y, pensando en esa eficacia, es por lo que digo que las manifestaciones de Mayor Oreja, Alcaraz, etc., dando por sentado que el Presidente no va a cumplir lo prometido y volverá a negociar con los terroristas, si es que no lo está haciendo ya; esas manifestaciones son totalmente necesarias para el supuesto de un triunfo electoral socialista, siquiera pírrico. Sin pensar que vayan a conseguir el éxito de las campañas de los socialistas, algún efecto, y bueno, han de tener. Estas declaraciones deben ser sistemáticas y persistentes, no dejando lugar a la duda de que el pueblo español va a ser de nuevo engañado, al ser despreciado como ignorante y menor de edad, carne de cañón para la burla de un sórdido cambalache. Y si el pueblo español no reacciona y llega al extremo de refrendar con amplia mayoría al actual Partido en el Poder, estará demostrando que ese juicio negativo que sobre él parecen tener los actuales gobernantes, es exacto. En tal caso, debemos prepararnos para que los peores destinos se cumplan.


http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4217

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