miércoles, octubre 03, 2007

Ibarretxe, el adelantado de Zapatero

4-X-2007
Ibarretxe, el adelantado de Zapatero
Ya antes del 14-M, Ibarretxe anunció su plan soberanista y su disposición, aun sin aprobación de las Cortes, de someterlo a referéndum. Lo mismo que Maragall, con la única diferencia de las "tortas" y el "drama" que conllevaron sus respectivas amenazas

Un condescendiente Peces Barba acaba de manifestar que, "por una vez", está de acuerdo con el portavoz del PP en el Congreso, Eduardo Zaplana, al considerar que el anunciado referéndum soberanista de Ibarretxe supone la agresión más directa "contra la Constitución y contra la democracia" después del golpe de Estado del 23-F. Ciertamente, no hacía falta la valoración de este mal padre de la Constitución –y peor Alto Comisionado de Apoyo a las Víctimas del Terrorismo–, para que, a estas alturas, todos seamos conscientes de la gravedad de los planes de Ibarretxe. Sólo cabe destacar que ese plan soberanista, que tantos dieron por muerto para quitarle importancia, ni es nuevo, ni ha tenido siempre por parte socialista la firme oposición que Peces Barba trata ahora de aparentar.
Ya antes del 14-M, Ibarretxe dio a conocer sus planes soberanistas y su disposición, con o sin aprobación de las Cortes, de someterlos a referéndum. Lo mismo había anunciado Maragall, con la única diferencia de las "tortas" y el "drama" que conllevaron sus respectivas amenazas. Ni que decir tiene que ni Zapatero ni tampoco Peces Barba censuraron entonces en su compañero de partido lo que, aparentemente, censuraban y censuran ahora en el lehendakari.
Lo cierto es que el Gobierno del PP, en defensa de la legalidad constitucional, llegó incluso a reformar el código penal para disuadir a quienes –como Maragall o Ibarretxe– se mostraban dispuestos a perpetrar algo que ya entonces era un delito, como era convocar un referéndum sin la autorización de las instituciones en las que reside la soberanía nacional. En la oposición, el PP se opuso además a que el Congreso admitiera a trámite el plan soberanista, dada su manifiesta inconstitucionalidad.
Zapatero, sin embargo, accedió recién llegado al poder a que el Congreso lo debatiera, y puso buen cuidado en convencer a los nacionalistas de que su negativa no significaba un definitivo y merecido portazo, sino una puerta entreabierta para, más adelante, "maragallizar" –valga la expresión– el envite del lehendakari; la discrepancia fue "no tanto en el fondo, pero sí en la forma", tal y como dijera el ex presidente socialista de la Generalitat.
Hay que tener en cuenta, sobre todo, el cálculo que ya entonces hacía Zapatero respecto al poder anestesiante que tendría una tregua de cara a su futuro alineamiento con los separatistas del PNV, junto a quienes ya había establecido los primeros contactos con la organización terrorista.
De hecho, lo primero que hizo Zapatero fue derogar la reforma penal que castigaba esa ilegal convocatoria de referéndums, anunciar en el Congreso su disposición al diálogo con ETA y ofrecer a los nacionalistas un nuevo "marco jurídico político" para el País Vasco, a cambio, eso sí, de "una tregua cuanto antes". A lo que se dedicaba por entonces Peces-Barba no era otra cosa que disponerse a tratar de neutralizar a las víctimas ante un proceso destinado a desampararlas en su derecho a la Justicia.
En parte por la insaciabilidad y premura por cobrar de los terroristas, pero, sobre todo, por la resistencia civil y el coste electoral que tenían las cesiones a ETA, la tregua se rompió. Sin ese anestésico, ni Zapatero ni el propio Imaz quieren, por ahora, seguir adelante. Ahora bien. Lo que hace Ibarretxe es salir como adelantado hacia ETA para convencerla de que hay voluntad política para retomar todo el proceso de nuevo. Y desde luego, Zapatero no se ha comprometido a no volver a tomar aquella senda en la que "con la paz todo tendrá cabida, tenga el alcance que tenga".

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