domingo, octubre 28, 2007

German Yanke, Los Funerales de la Justicia

domingo 28 de octubre de 2007
Los Funerales de la Justicia
GERMÁN YANKE
No se le puede negar al PSOE cierta coherencia. Ha venido defendiendo que el gobierno de los jueces debe ser una suerte de prolongación de la mayoría parlamentaria, y ahora, uno de sus portavoces, reprocha al PP maniobras en torno al TC como si no se hubiera dado cuenta de quien ganó las elecciones. Tampoco mostró atención alguna al pronunciamiento del Constitucional sobre la elección de los miembros del CGPJ que a estas alturas parece que sólo defiende la APM.
Se diría que, en los últimos meses, el control del Poder Judicial y del TC se ha convertido para el Gobierno en un asunto tan de supervivencia como de ideología. No se trata sólo de convertir esas instituciones en órganos que respondan a la mayoría política, sino también de salvar en los tribunales algunas de las decisiones políticas fundamentales de la legislatura entre las que, como símbolo de lo que se ha dado en llamar «reforma territorial», destaca el Estatuto catalán.
La recusación del magistrado Pérez-Tremps podía inclinar el Tribunal hacia los «conservadores», lo que ya revela el primer y más grave problema de un TC cuyos miembros son vistos y en ocasiones actúan como representantes de opciones políticas. La cantidad de decisiones que son predecibles no por el asunto sino por la orientación de sus miembros hace un flaco favor al funcionamiento de las instituciones y a las garantías de los ciudadanos.
Ante la imposibilidad de una renovación normal, el Gobierno se inventa una ley para sostener a la presidenta María Emilia Casas y, para sortear su carácter dudoso, recusa a dos magistrados que pidieron su dimisión. Una recusación, según los especialistas, sin fundamento y fuera de plazo, pero que, si no lograba su objetivo, pondría al menos en cuestión posteriores sentencias contrarias a los planes gubernamentales.
El panorama, desde luego, es aterrador. Una Fiscalía General que se abona a una sorprendente utilización del «uso alternativo del Derecho» o de la necesaria coincidencia de su interpretación con las ideologías coyunturalmente mayoritarias en el panorama político. Un CGPJ de imposible renovación por su máxima politización. Y un TC, que debería velar por la acomodación a la Carta Magna de las leyes que los tribunales aplican, en estado de grave enfermedad.
Y ya en estado comatoso cuando el PP, en vez de ser coherente consigo mismo, se suma a celebrar, por una pírrica victoria que no le llegará, los funerales de la Justicia. Tras renunciar a la defensa programática de la independencia de la Justicia, el principal partido de la oposición ha utilizado la renovación del CGPJ para la marrullería política. Esta semana, para rematar la trayectoria, se suma al tiovivo y recusa a otros tres magistrados del TC.
Esta recusación tiene aún menos fundamento que la del Gobierno e impide que la queja sobre la politización y el control pueda hacerse sólo de la actuación del PSOE. Lo que han conseguido los diputados conservadores firmantes es perder toda credibilidad y convertir al Constitucional en el hazmerreír de la ciudadanía.
Pero aún hay más. Esta estrafalaria decisión revela también los problemas del PP. En un momento en el que, con dificultades internas y zancadillas, el grupo formado por Rajoy y liderado por Juan Costa trata de elaborar un programa serio, el portavoz del grupo parlamentario, que ya se adelantó al presidente del partido para valorar -mal- la entrevista de Zapatero con Ibarretxe, avanza estas recusaciones obligando al partido a avalarlas a posteriori. Múltiples males, por tanto: con una maniobra tan burda no detendrá al Gobierno y, en cambio, el PP suma en su debe incoherencia, ejemplo de la «necesidad» de que la dirección se pliegue a las presiones para tratar de ocultar las divergencias. Si siguen así, en los inevitables funerales de la Justicia puede haber más féretros.

http://www.abc.es/20071028/opinion-firmas/funerales-justicia_200710280248.html

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