viernes, octubre 26, 2007

German Yanke, El nerviosismo del Gobierno

viernes 26 de octubre de 2007
El nerviosismo del Gobierno
GERMÁN YANKE
Lo que algunos llaman «pensamiento único» e identifican con el liberalismo parecen pensar que se impone con una extensión y fuerza contra las que les gustaría combatir. Pero, de hecho, hay bastante de fantasía en ese dibujo y los poderes públicos son, valga la redundancia, cada vez más poderosos. Por eso, la vieja máxima irónica de que las elecciones, en vez de servir para elegir gobernantes, valen en todo caso para prescindir en ocasiones de los que se tienen («sin derramamiento de sangre» decían) se va haciendo cada vez más complicada. Creo que nadie duda a estas alturas que enfrentar unos comicios desde el poder aporta un plus importante, hasta el punto de que los partidos opositores suelen estar más atentos a los errores del Gobierno que al interés de sus alternativas en la opinión pública.
En esa situación de ventaja ha venido estando el PSOE a lo largo de toda la legislatura, demostrando que los resortes del poder y un cierto populismo en las propuestas compensaban el alborotado quehacer del Gobierno de Zapatero. El PP mantenía su electorado, pero era el electorado de unas elecciones -las de 2004- en las que había perdido y el PSOE perdía una parte del voto prestado entonces, pero nunca en proporciones que hicieran perder su lugar en la cabeza de los sondeos. ¿Se mantendrá esa situación hasta marzo de 2008?
El primer síntoma de alarma viene de las prisas con las que los socialistas se han lanzado a ofrecer ayudas, subvenciones, etc. (en materias como la natalidad, la vivienda y otras) en una carrera que da la impresión no ya de afrontar directamente las elecciones, sino de mantener una posición relativa que, medio año antes, se veía peligrar. Se ha terminado por reconocer, en el debate por los Presupuestos, que el crecimiento previsto para 2008 no va a ser el inicialmente anunciado pero, desde el punto de vista de las elecciones, el Gobierno, aunque trate de disimular las dificultades y las «incertidumbres», se encuentra con que los efectos de la crisis se han notado antes en las familias (capacidad adquisitiva, hipotecas...) que en los grandes números de la macroeconomía. No son estos parámetros los que pueden poner en dificultades al PSOE el próximo marzo, sino la desconfianza en el futuro económico de muchos votantes. Una desconfianza que no es un invento de la Oposición, sino un estado de ánimo que revelan las encuestas y el retraimiento del consumo.
En este escenario, el Gobierno comienza a dar muestras de un nerviosismo que no presagia nada bueno para el PSOE. Proyectos de ley que se reconocen inviables y que se retiran en el Senado. El fracaso del gran plan de infraestructuras, especialmente los AVE, con el que se quería entrar en precampaña y que se puede volver contra el Gobierno, contra el empeño de demostrar que los elaborados por Álvarez Cascos en la etapa anterior eran nada comparados con los actuales. Y se puede volver incluso contra el prestigio del propio Gabinete y el enfado empresarial tras inventarse un impresentable y tan falso como estrafalario plan de boicot de una compañía, OHL, para disimular el caos del AVE en Cataluña.
Ha comprobado además el partido gubernamental que la estrategia de exclusión del PP, convertido en chivo expiatorio de todos los males, ya no funciona. El debate presupuestario sobe las cuentas del año electoral demuestra que la «soledad» del PP es una quimera. Por otro lado, algunas ideas básicas de la acción de Gobierno, como el «final dialogado» del terrorismo más allá de treguas y procesos, no ha calado en la opinión pública y se suma a los más sonados fracasos. Cuando un ministro se despista e insiste en ello, hay que salir al paso para tratara de cerrar una nueva herida en la conexión del PSOE con el electorado.
Se batalla desde los despachos contra todo ello con fuertes dosis de improvisación, que es lo que revelan los problemas de los ministros con el equipo económico de Solbes, hasta el punto de que la «política social» reclamada desde un sector del socialismo como contrapunto a la de «retos territoriales» se lleva a cabo sin atender a los más desfavorecidos, sino como ganchos generales para retener aquí y allá un puñado de votos. Y, como trasfondo de otras incoherencias, empieza a palparse -el Presupuesto es también ejemplo de ello, como muchas de las promesas hechas públicas- la descoordinación de una política autonómica que quería frívolamente no decir que no a ninguna reivindicación que pudiera llevar consigo un cierto apoyo al Gobierno.
¿Quiere usted decir que el PP puede ganar las elecciones? Tómenlo como quieran, pero lo que quería decir es que el PSOE las puede perder.

http://www.abc.es/20071026/opinion-firmas/nerviosismo-gobierno_200710260248.html

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