miércoles, octubre 03, 2007

Ferrand, Un eslogan equivocado

miercoles 3 de octubre de 2007
Un eslogan equivocado

M. MARTÍN FERRAND
ASEGURAN los voceros del PP que «España está en una gravísima encrucijada histórica». No les falta razón. José Luis Rodríguez Zapatero, que asienta su mandato sobre forzados apoyos nacionalistas, salta de la ocurrencia al chascarrillo sin mayor propósito que el de mantenerse en el poder, sin enjundia ni proyecto. En consecuencia lógica, se han desmandado las fuerzas separatistas que tratan de, saltando sobre la Constitución, convertir España en una colección de diecisiete fascículos encuadernables, pero ni tan siquiera necesariamente encuadernados.
Ante tan alarmante situación piensan los responsables del Partido Popular, en donde muchas veces parece que se les ha apagado la luz, que es bueno y oportuno oponerse al desmán nacionalista. Aceptando la intención, que es buena sin duda alguna, hay que ponerle reparos al método. La campaña que perpetra el PP para fortalecer la unidad nacional tiene un eslogan -«Somos España»- que parece invitar a lo contrario de lo que se pretende. ¿Quiénes somos España? Aunque abunden los que quieren dejar de ser españoles, todos lo somos. Los más radicales militantes del crecientemente centrífugo PNV o los díscolos y groseros integrantes de ERC, por proponer entre otros muchos dos ejemplos bien significativos, son españoles. Es más, típica y rotundamente españoles.
En ese infantil y no bien meditado «Somos España» con el que los estrategas (!) del PP, como quien trata de curar un cáncer con una aspirina, quieren remediar la enfermedad nacional que nos aflige, hay mucho de excluyente. Es la imagen secular del separatismo que se trata de combatir y, por ello mismo, puede servirle de incentivo y razón a quienes, en lastimoso ejercicio de deslealtad constitucional, tratan de usar el fundamento legal que les llevó al poder, y en él les mantiene, como herramienta para cortar sus amarras con el Estado o, peor todavía, hacerles de quita y pon, según convenga en cada caso, para dar menos y recibir más.
Parece que Mariano Rajoy aprovechará hoy la habitual sesión de control al Gobierno que marca la liturgia de los miércoles en el Congreso para afearle al presidente su irresponsable y consentidora actitud ante la ofensiva separatista con la que, algunos, tratan de preparar las próximas legislativas. Estará en su papel de monopolista de la oposición si así lo hace; pero, en su condición simultánea de aspirante a presidir el Gobierno del Reino de España, debiera exigir mayor talento y finura en las acciones de sus más directos colaboradores. Todos somos España, incluidos los militantes del PP y sin excluir a nadie, por díscola que sea su actitud para cesar en el censo nacional e inaugurar uno nuevo. Aunque algunos sufran con ello, ser separatista es una forma -muy poco original, por cierto- de ser español.

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