martes, octubre 16, 2007

Fernando Fernandez, Patriotismo economico

martes 16 de octubre de 2007
Patriotismo económico
FERNANDO FERNÁNDEZ
EL presidente del Gobierno ha cambiado el discurso y saca pecho con los logros macroeconómicos. Eso hizo ayer en el Foro ABC, donde volvió a situar a España entre las grandes potencias mundiales. No le falta la razón estadística cuando argumenta que España ha crecido más y creado más empleo en estos años que ningún país del G-8, y que lo ha hecho manteniendo un superávit presupuestario. Pero también es verdad lo que omite. Ni una referencia a la inmigración como el factor desencadenante del crecimiento, ni al comportamiento de la productividad, en lo que seguimos a la cola, ni al deterioro del déficit por cuenta corriente, que ayer superó los 60,000 millones de euros tras crecer un 20,8 por ciento hasta julio, ni, por supuesto, al endeudamiento de las familias o a las creciente dificultades para llegar a fin de mes, ni al deterioro de la imagen de España como economía de mercado libre de injerencias estatales.
Fue un discurso revelador del terreno en el que el Gobierno aspira quiere centrar el debate económico en las elecciones, en las grandes cifras que tanto criticaba en la oposición por ajenas al común de los ciudadanos. No faltó una crítica impropia a Rato, al que acusó de errar desde el FMI en todas sus previsiones macroeconómicas. Un desliz freudiano, pues al acusarle sibilinamente de manipular por intereses partidistas los análisis de la institución que todavía preside, pone de manifiesto una obsesión enfermiza y desvela las íntimas querencias presidenciales. Zapatero lleva mal la crítica, no entiende cómo no se le reconocen sus indiscutibles logros y espera que todos los analistas se dediquen con fervor patrio a glosar las excelencias de su gestión. No entiende el debate ni el contraste de pareceres, le parece poco patriótico. Y acusa implícitamente a quien no le da la razón de servir a los oscuros intereses de la vil oposición. No se atreve a la conjura judeomasónica, pero casi. Pareciera que el Fondo Monetario Internacional y la Comisión Europea, a la que también metió en el saco de los equivocados incorregibles, son un atajo de ignorantes reaccionarios que se levantan todas las mañanas pensando cómo fastidiar la reelección de su glorioso Gobierno. La realidad es mucho más simple, aunque no quepa en sus esquemas de aparatchik. Este Gobierno ha cambiado la metodología de todas las series económicas -contabilidad nacional, encuesta de población activa, índice de precios- hasta el punto de que realizar previsiones ha dejado de ser un ejercicio científico y los datos son difícilmente comparables.
Zapatero tiene razón en una cosa: el crecimiento español ha sorprendido a propios y extraños por dos razones fundamentales: la fortaleza de la inmigración y la duración del ciclo inmobiliario. Son ésas las dos causas determinantes del período de bonanza vivido en esta legislatura. Sólo desde una perspectiva partidista pueden ser atribuidas a decisiones de este Gobierno, si acaso a omisiones. Que lo intente el presidente es normal en campaña electoral, sobre todo si se presenta reñida y el Gobierno tiene pocos activos alternativos que ofrecer. Lo preocupante no es que quiera vender sus logros, sino que se los crea. Porque todos los observadores nacionales e internacionales pueden volver a equivocarse, y puede que el oráculo de Moncloa ilumine con su clarividencia a su amplio equipo de asesores y la crisis financiera sea sólo un episodio pasajero. Pero lo normal es que una crisis de liquidez y confianza afecte con cierta intensidad a un país como España, especialmente endeudado y dedicado al monocultivo del ladrillo, expresión que por cierto es de uno de sus asesores. Al menos así parecen haberlo entendido los inversores que en Bolsa están castigando a las empresas endeudadas. Me consta que en Economía andan preocupados, también en el Banco de España. No les hace ningún favor el presidente cuando anima a los ciudadanos a ser patriotas y negar la evidencia por sentido de Estado.

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