domingo, octubre 14, 2007

Felix Arbolí, Un abucheo improcedente y vergonzoso

domingo 14 de octubre de 2007
UN ABUCHEO IMPROCEDENTE Y VERGONZOSO
Félix Arbolí

V I por televisión el desfile de nuestras Fuerzas Armadas. No soy partidario de ir personalmente a ningún evento callejero sea de la índole que sea, debido quizás a una secuela de los miedos pasados en épocas ya lejanas e inolvidables. Lo vi de principio a fin y me he sentí orgulloso y emocionado de ver a nuestros soldados desfilando erguidos y marciales ante la Bandera y el Rey, en .contra del parecer de algunos colegas, que cuentan en sus crónicas haber quedado indigestos con tanta “banderita” y tanto militar. Como si el uso de nuestra Enseña pudiera ser causa de enconos e indiferencias a todo aquél que se considere español .No me lo explico. Impresionante el descenso de esos tres paracaidistas con esa increíble precisión hasta la misma Tribunal Real, uno de ellos con una enorme y bonita Bandera de España desplegada al viento, aplaudidos por un público fascinado por su inesperada y difícil presentación. A continuación, se inició el desfile propiamente dicho, con la aparición de nuestras Fuerzas motorizadas, tanques, vehículos acorazados, carros de combate y esa exhibición aérea siempre vistosa y formidable de nuestros aviones y helicópteros, algunos ya de fabricación nacional. Abrió el desfile militar la gloriosa Infantería de Marina, la más antigua del mundo, ya que data del 27 de febrero de 1537, reinando Carlos V, cuando ordena que en sus navíos vayan embarcados soldados de Infantería. Descendiente honrosa de esos Viejos Tercios de Flandes que tanta gloria, dominios y satisfacciones dieron a España. Los caminos de la mar dieron la gloria, dominios y prestigio a una España que se hizo universal por sus fronteras. Hoy ya es normal ver a la mujer formando parte de nuestro Ejército, hasta hace pocos años vedado por las Ordenanzas Militares, pero fue una española Ana María Soto, la que haciéndose pasar por varón bajo el nombre de Antonio María Soto, tuvo el privilegio de ser la primera mujer del mundo infante de Marina, hasta que fue descubierta y licenciada con pensión y honores en 1798. Otras de las Unidades más aplaudidas y queridas es la Guardia Civil, que goza justa fama y admiración entre el público y todos los ciudadanos de bien. Por algo se la llama Benemérita. Cuando desfila la Legión, surge la apoteosis popular, por su prestigio y demostrado y reconocido valor a lo largo de sus 87 años de historia. Precisamente el próximo día 20 se celebra la fecha aniversario de su primer voluntario alistado, aunque su fundación tuvo lugar el 28 de febrero del mismo año por el Teniente Coronel Millán Astray. . Su desfile a razón de 140 pasos por minuto, algo increíble para tan largo periodo de marcha y más aún, con ese pesado armamento al hombro y la aparición cariñosamente aplaudida de su simpática mascota, imprimen una nota de color y calor entre la multitud. No siempre la mascota ha sido un carnero, a veces ha sido un jabalí, una cabra y hasta un mono que desfilaba a hombros de un fornido legionario con su gorrito puesto, al igual que la actual, que además lucía faldón de gala haciendo juego con el uniforme de sus “colegas”. Es uno de los cuerpos más apreciados por los españoles, a excepción de los que no tienen su conciencia patriótica tranquila o pertenecen a naciones no muy amigables. Fue muy aclamada con su paso lento y solemne, sus vistosos uniformes color garbanzo y fajines verdes, rojos o azules, según la procedencia, además de esas capas blancas tan señoriales y elegantes, el paso de los Regulares, las antiguas Fuerzas Regulares Indígenas, fundadas el 30 de junio de 1911 y que tan eficaz y brillante papel han desempeñado y continúan haciéndolo en nuestras provincias e islotes africanos, hasta el punto de que son las Fuerzas más condecoradas de todo el Ejército Español. ¡Manda huevos!. No se echaron de menos, pero si se señalaron las ausencias de algunos Presidentes de las Comunidades. Entre ellos la vasca y la murciana, creo recodar. Resaltó el hecho de de que el de la catalana, no quisiera tocar la banderita española colocada sobre su asiento, como en el de todas las autoridades asistentes, que un ujier tuvo que retirarle para que tan alta personalidad regional, nacido en Córdoba, se sentara. Por lo visto, no quiso tocarla, ni le pareció oportuno sentarse sobre ella. Pero para él. Hay veces que el empecinado gesto de considerarse diferente a los demás, sin causa o razón que les asistan, hacen a los individuos caer en la extravagancia y el ridículo. ¡Allá ellos y sus cuentos de la lechera!. Me agradan que los hispanoamericanos formen parte de nuestro ejército, lazos de cultura, sangre, idioma y hasta religión, nos unen a ellos y si ese es el medio que eligen para realizarse en la vida y hacer algo útil a ellos y a la nueva patria que los acoge, mejor que mejor. ¡Menuda marcialidad y orgullo en sus rostros las de estos nuevos soldados!. Ya hasta han tenido su bautismo de sangre y muerte bajo nuestra Bandera, desgraciadamente para todos y en especial para ellos. Un motivo más de unión y fraternidad con esos “mílites”, ellos y ellas, de allende los mares, que velan por nuestra defensa y mantienen nuestra paz. Al igual que sus compatriotas de lujo invaden nuestros estadios de fútbol y marcan los goles en nuestra liga, sin que nadie proteste su procedencia. No opino de igual manera y menos que formen parte de nuestra Legión, los musulmanes. No es que les tenga odio por sus creencias o procedencias. ¡Dios me libre!. Para mí es tan respetable el nombre de Alá y Jehová como el de Cristo, en cuanto a creencias religiosas se refiere. Pero me da reparo y con fundamento, dado el panorama reinante en Al Qaida y demás compañeros de “juerga”, por el fanatismo que inducen en la juventud hasta el extremo de hacer de su muerte un acto de servicio a su Dios y un bien a su Comunidad, aunque en el empeño hayan perdido la vida centenares de inocentes. ¿Qué pasará si esos soldados se tienen que enfrentar alguna vez, ¡Dios no lo permita!, a sus compañeros de credo y procedencia?. Me figuro, conociendo el percal, que nuestras necesidades y defensas quedarán abandonadas en beneficio de la de sus correligionarios, nuestros atacantes. Y es normal que ello suceda, ya que es más fuerte la dependencia de su Dios y de su país o “hermanos”, que la patria que los recogió cuando nadie de los suyos movió un dedo para ayudarlos y ofrecerles una vida más digna. No olvidemos lo que dice el politólogo y premio Príncipe de Asturias 2005, Giovanni Sartori “El Islam, ha declarado la guerra santa a Occidente, que no sabe defenderse”. Como se va a defender, digo yo, si los alista en sus ejércitos y los adiestra en el “arte” de la guerra. Abunda más en sus afirmaciones el profesor emérito de la Universidad Columbia de Nueva York, al manifestar que “Islam y democracia son dos sistemas opuestos y que a los inmigrantes musulmanes en Europa habría que obligarles a acudir a la escuela laica nacional”. No so mis palabras, aunque las comparto. Y ahora, como final, paso a mi desagradable titular. Fue lamentable, vergonzoso y humillante el espectáculo que un grupo de incivilizados españoles, de los que no deseo indagar mucho su procedencia para evitar mi propia vergüenza, han dado en el instante solemne, trágico, digno del mayor respeto y recogimiento, en el que el Rey junto al Presidente del Gobierno y el de las Cortes y el Senado, se acercaban a depositar una corona en homenaje a los militares caídos por la Patria. Sin reparar ni tener en cuenta para sus ultrajantes y vergonzosos silbidos, abucheos, y gritos, el toque de silencio y la presencia del Monarca a quien no iban dirigidos y la música e himno que en ese instante se oían en honor de los muertos por España. No soy socialista, ni lo he sido nunca. No he votado socialista en mi vida, porque no he encontrado el hombre ideal en su cabecera de lista para salvaguardar el futuro de España y mantener armónicamente su presente. Lo cual no quiere decir que no existan hombres íntegros, españoles modélicos y personas honestísimas en sus filas. Tampoco soy anti por naturaleza, ya que no me gusta juzgar a los partidos, sino a los hombres que los dirigen. Sólo cuando advierto y considero alguna ocasión o momento que hacen algo que no me agrada lanzo mi crítica y mi protesta. No quiero que puedan equivocarse o tergiversar el sentido de mi denuncia en este artículo. Expuesto lo anterior, quiero expresar mi más enérgica repulsa y la más sentida vergüenza ajena y propia al desagradable espectáculo protagonizado anteayer ante España y ante el mundo por un grupo de descerebrados, al no saber elegir el lugar, momento y la ocasión adecuadas para demostrar su repulsa al Presidente del Gobierno. Incomprensible a mi entender, y creo que al de la mayoría de los que se consideran normales, que en un momento tan trascendental, patriótico y digno de respeto, protagonicen tan desagradable gamberrada, escudadas en un falso y degradante patrioterismo, que no patriotismo. Algo propio de repúblicas bananeras, pero no de naciones civilizadas y menos con la tradición y el buen hacer de la nuestra. En ese momento no hay socialistas, ni comunistas, ni populistas ni nada que se les parezca. En ese instante, apréndanlo bien los que hablan de dar ejemplo a los demás, hay que pensar solo en España, en su Ejército y en sus caídos y guardar el debido respeto y la extremada compostura que exige el acto. Ya habrá ocasiones de críticas y descalificaciones en el Congreso, como nos tienen acostumbrados y escenarios más propios y tolerables para demostrar nuestra reprobación al Presidente. Al igual que hacen los adversarios con los líderes populares. Pero, por favor, no envenenen al pueblo, ni lo azucen para que se desmadre en ocasiones tan solemnes y merecedoras de nuestro máximo respeto, recogimiento y compostura. No benefician para nada con ello fines electorales, ni alientan los ideales del españolismo, ni tan siquiera el amor a nuestra Enseña Nacional. Los que vivimos épocas pasadas, sabemos por experiencia el negativo y peligroso resultado de ese azuzamiento y alteración de los nervios de la masa. Hablamos de que se avivan rencores y se reclaman revanchas y caemos en el mismo error en el momento menos adecuado. Éste no es el procedimiento de demostrar el amor a España, ni a la justicia y la tolerancia entre todos los que formamos parte de este atormentado país por parte de unos y otros. ¿Dónde está la corrección y la civilizada manera de enfrentarse al adversario político?. Luego, cuando lo hacen los otros, ponemos el grito en el cielo y les llamamos de todo menos bonitos y educados. ¡Degradante!. Imperdonable, vergonzoso e injustificable. Si estos son mis compañeros de andadura, prefiero ir solo que mal acompañado.

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