martes, octubre 23, 2007

El populismo envenena a los suizos

miercoles 24 de octubre de 2007
El populismo envenena a los suizos
PRESENTÁNDOSE con un cartel de propaganda electoral en el que una oveja blanca expulsaba a patadas del rebaño a una oveja negra, ningún elector suizo se ha podido llevar a engaño sobre las intenciones políticas de la Unión Democrática del Centro (UDC), el partido vencedor de las elecciones legislativas celebradas el pasado domingo en Suiza. Y el que se haya revalidado a la UDC como la primera fuerza política del país, mejorando incluso los resultados de la legislatura saliente, quiere decir que en la sociedad suiza hay ciertas señales de desajuste ético que deberían llamar la atención.
Como era de esperar, los electores se han comportado con un civismo encomiable, la mecánica electoral ha funcionado como uno de los relojes que tanta fama han dado al país y todo ha sucedido en medio de la mayor elegancia. Pero nada de eso puede servir para camuflar el hecho de que una gran mayoría de ciudadanos haya optado por apoyar a una fuerza política que propugna abiertamente comportamientos racistas.
La cuestión es demasiado importante como para que pueda ser pasada por alto, no sólo por los ya citados argumentos morales, sino porque en estos momentos una actitud xenófoba sólo puede ser contraproducente en todos los aspectos. La prosperidad de Suiza no se basa exclusivamente en los poco transparentes manejos del secreto bancario y otras actividades financieras, sino también en el dinamismo de una sociedad de la que los emigrantes forman una parte fundamental. No es que éstos vayan a estropear la envidiable calidad de vida de la que disfrutan los suizos, sino que esas ventajas existen en buena parte gracias a la contribución de los emigrantes.
Los defensores de la UDC argumentan que el rechazo no proviene de los comportamientos de los emigrantes como factor económico, sino que tiene que ver con el desasosiego que ha generado el aumento de la delincuencia, que se atribuye precisamente al incremento de población extranjera. Es cierto que ese es un problema para el que hay que buscar soluciones obrando con el mayor cuidado -no hay más que ver las estadísticas sobre la alarmante proporción de extranjeros en las prisiones de cualquier país europeo-, pero desde luego no ha de ser mediante el populismo de las autoridades suizas, que tantas veces han cerrado los ojos para acoger a elementos de nauseabunda reputación de los cinco continentes, con tal de que pudiesen pagarse el lujo de residir en uno de sus hoteles.
El avance del populismo no es bueno para un país como Suiza, porque le aleja también de la Unión Europea, de la que depende en todos los sentidos. Sus compromisos legales le van a obligar a acoger a los trabajadores de Bulgaria y Rumanía como ciudadanos europeos de pleno derecho y, sin embargo, la UDC ha hecho de su negativa uno de los elementos de la campaña. Ni a Suiza le conviene una disputa con la UE, ni a los europeos que triunfe el mal ejemplo suizo.


http://www.abc.es/20071024/opinion-editorial/populismo-envenena-suizos_200710240302.html

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