jueves, octubre 04, 2007

Edurne Uriarte, El "raca raca"

jueves 4 de octubre de 2007
El «raca raca»

EDURNE URIARTE
Peridis ideó hace tiempo la expresión «raca raca» para representar a Ibarretxe y sus reivindicaciones. Ingenioso y hasta divertido si uno está dispuesto a rebajar la ilegalidad a una mera cuestión de pesadez. Si se toma el anuncio de un referéndum ilegal y el ataque a la soberanía de los españoles como asunto propio de aquel Don Erre que Erre que interpretara hace años Paco Martínez Soria. O como un problema psiquiátrico más que político, un desvarío, que diría la vicepresidenta. Que se arregla con un médico o con otra comedia de Martínez Soria.
Pero a Peridis se le ocurrió hace unos días saltar de la historia de Don Erre que Erre a la de los dos lados, el «raca raca» de Ibarretxe y el «raca raca» del Partido Popular. Y de las risas a cuenta de Don Erre que Erre y su asalto al Estado pasamos a las risas a cuenta de la defensa de la legalidad y de la Constitución. Zapatero atrapado entre dos «raca racas», dibujaba Peridis.
O cada loco con su tema, los locos independentistas, por un lado, y los locos defensores de la unidad de España, por otro. Igualados, en el mismo nivel de legitimidad. Como el Gobierno ha defendido la misma teoría, los dos «raca racas» tienen un interés más político que humorístico o psiquiátrico. Más o menos el mismo día, la vicepresidenta dijo algo parecido, que es intolerable lo de Ibarretxe y que es igualmente intolerable lo de Rajoy y sus exigencias de respuesta contundente al anuncio soberanista.
La teoría de los dos lados, muy querida también al propio nacionalismo y a la extrema izquierda, le sale al socialismo de Zapatero cada vez que se descuida. Con el terrorismo, con aquello de los terroristas, por un lado, y los interesados en la permanencia del terrorismo, por otro, los extremistas asesinos frente a los extremistas del Estado de derecho que no quieren negociar.
Y con los nacionalismos y la unidad de España, de la misma forma. Al socialismo de Zapatero le incomodan los anuncios del ejercicio de autodeterminación, pero aún más las exigencias de defensa de la unidad de España. Lo suyo es un modelo intermedio entre los dos «raca racas». Una España no del todo disgregada pero tampoco muy unida.

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