miércoles, octubre 24, 2007

Carlos Luis Rodriguez, Se quejan de vicio

jueves 25 de octubre de 2007
CARLOS LUIS RODRÍGUEZ
a bordo
Se quejan de vicio

Como el presidente Rodríguez Zapatero quería inaugurar el AVE el 21 de diciembre, vinieron las prisas en las obras, que a su vez afectaron a los trenes de cercanías y a los Ferrocarrils de la Generalitat. El caos ferroviario provoca la indignación de los ciudadanos, la convulsión política y el acoso a la ministra, cuya dimisión se pide desde el Ejecutivo autonómico.
Eso sucede en el noreste de España. En la otra esquina peninsular, el AVE se espera en el horizonte de 2012, no hay noción de lo que pueda ser un tren de cercanías y tampoco existe una compañía ferroviaria regional. A ese lugar tan desasistido, la misma ministra acude de vez en cuando ataviada con un casco de obra, sin que perciba a su paso protestas cívicas ni repulsas políticas.
El foso que separa a esos dos sitios tan dispares no sería sorprendente si pertenecieran a dos estados distintos, uno ubicado en la Europa occidental y otro en el espacio postsoviético. Austria y Rumanía, por ejemplo. Pero no es así. Cataluña y Galicia llevan conviviendo bajo la misma estructura política desde hace siglos, sus ciudadanos tienen los mismos deberes fiscales y a pesar de ello, unos son austriacos y otros rumanos, al menos en materia ferroviaria.
Ningún discurso ni estadística puede ser más elocuente que esta imagen de Cataluña sumida en un caos ferroviario que aquí, desgraciadamente, no se podrá producir hasta dentro de una década larga, Dios mediante. El barcelonés que estos días tiene que soportar la molestia de prescindir de su cercanías o del FGC, podría consolarse pensando que hay compatriotas que ignoran lo que es eso y que, además, son tan buenos que no se lamentan.
En vez de imaginar oscuros complots de Villar Mir que le sirvan de burladero, doña Magdalena Álvarez podría presentarse en la estación de Sants para decirle a los afectados, con todas las zetas necesarias para la ocasión, que sus padecimientos serían mucho peores si el destino los hubiera hecho gallegos. Os quejáis de vicio.
Antes de que el bueno de Maragall inventara la España asimétrica, esa geometría nacional ya existía. Fue escrita gobierno tras gobierno, ministro tras ministro, hasta acabar en esas dos Españas, la austriaca y la rumana, una con el problema de que tiene tantos trenes que se estorban, y otra donde ya no se ponen fechas para AVE o cercanías, sino líricos horizontes.
Esa distancia entre una parte del Estado con problemas de obesidad ferroviaria y otra aquejada de desnutrición, no es culpa de ninguna sigla en especial, sino de todas. Todas han hecho lo mismo cuando gobernaban y todas han recurrido a la misma coartada: mayor inversión a donde hay mayor desarrollo. Perverso criterio que hunde más y más a los territorios que quedaron del lado malo de la asimetría.
Lo curioso es que esta disparidad dentro de un mismo Estado ni siquiera se intente justificar. Ya forma parte de la normalidad. Los medios que dan cuenta del problema ferroviario de Barcelona lo hacen sin añadir la información suplementaria de que Cataluña o Madrid sufren crisis de desarrollo, mientras que existen territorios vecinos para los que ese desarrollo es una bella quimera. Otra asimetría: la informativa.
AVE, cercanías, Ferrocarrils de la Generalitat. Gracias al lío barcelonés, seguramente más de un gallego estará descubriendo la enorme distancia que nos separa de los afortunados compatriotas de la otra esquina, la austriaca. Bueno, algo positivo tenía que tener esta historia.

http://www.elcorreogallego.es/index.php?idMenu=13&idEdicion=680&idNoticiaOpinion=224479

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