jueves, octubre 25, 2007

Carlos Luis Rodriguez, Lo mucho que valemos

viernes 26 de octubre de 2007
CARLOS LUIS RODRÍGUEZ
a bordo
Lo mucho que valemos

Tenemos por un lado a la selección de Luis Aragonés: su confección siempre es dificultosa, casi siempre decepciona y el gran debate se polariza en torno a Raúl. Tenemos por otro la selección gallega que hace el Grupo Correo, donde el problema no es de escasez de figuras, sino de abundancia, con un palmarés insuperable y muchos raúles que sirven de icono.
Quizá alguien pensó, en los ya lejanos inicios del festejo, que Galicia sólo podía dar para tres o cuatro equipos nacionales y que los galardones habría que suprimirlos por falta de materia prima. No hay que culpar a aquellos pesimistas porque muchos pensaban también que el país nuestro era pobre en capital humano.
Más que pobre era desconocido, estaba desconectado, faltaba que alguien se propusiera hacer sondeos para encontrar filones inagotables de gallegos admirables por su trabajo, esfuerzo, dedicación, o simplemente por sus sueños. Todo el mundo conocía a un compañero, a un amigo, a un allegado capaz de figurar en un cuadro de honor anual, pero esa inmensa riqueza autóctona pasaba inadvertida.
El Grupo Correo fue uno de los catalizadores que permitieron reunir esa energía dispersa. Nos convertimos en exploradores en busca de grandes tesoros humanos que a veces estaban escondidos bajo toneladas de humildad. Descubrimos algo mejor que fantásticas ciudades enterradas o bolsas de petróleo, descubrimos que Galicia es una gran potencia, y después de descubrir eso, pensamos que era bueno que se supiera, poniendo cada año una pasarela por la que desfilaran aquellos que nos hacen sentir orgullosos de pertenecer a este pueblo.
En fin, que el Grupo Correo se convirtió en una especie de seleccionador oficioso, con mejor humor que Luis desde luego, para comprobar que el obstáculo no era encontrar gallegos seleccionables, sino escoger en un surtido amplísimo de personalidades. Nos dimos cuenta de que Galicia daba para varias selecciones ganadoras.
Comprenderán que eso es para sentirse orgulloso, sobre todo cuando en la pléyade anual se combinan personajes conocidos que se asoman con frecuencia a los medios, con otros cuya timidez profesional los lleva a comportarse como cartujos. Más que alimentar la vanidad personal, los premios alimentan una estima colectiva.
Estima que se refuerza con la idea de que Galicia es tan plural como cualquier sociedad democrática, sin perder del todo ese espíritu comunitario que heredamos de nuestros antepasados. Tal vez este pequeño país nuestro se sienta en estos momentos tironeado por dos fuerzas contradictorias, la que procede de los convulsos epicentros de la alta (¿?) política nacional, y la que sale de nuestra forma de ser.
Hay algo en nosotros que nos hace sentir incómodos con los gestos y las palabras de grueso calibre que se ven y oyen por ahí fuera. Echamos de menos en la política a alguien que ponga un poco de galleguidad en el cóctel de alta graduación que nos sirven casi todos los días. Eso no es fácil, pero al menos habría que preservar el estilo galaico de hacer las cosas, y por eso es importante que se mantengan vivos actos como el que hoy apadrina este Grupo.
La gran selección de gallegos sale al campo rodeada de una afición donde laten distintos pareceres y un mismo afán por tener puntos de encuentro. Lo que hace años parecía sólo fruto de una ilusión ilusa, hoy es una fiesta necesaria para darnos cuenta de lo mucho que valemos.

http://www.elcorreogallego.es/index.php?idMenu=13&idEdicion=681&idNoticiaOpinion=224825

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