lunes, octubre 15, 2007

Carlos Luis Rodriguez, Hay que llevar grabadora

martes 16 de octubre de 2007
CARLOS LUIS RODRÍGUEZ
a bordo
Hay que llevar grabadora

Para que no vuelvan a negarlo tres veces, Quintana tiene en su mano la solución. Los primeros en ponerla en práctica fueron sus socios, pero seguro que no está protegida por ninguna patente. La solución consiste en ir a ver a la ministra con una grabadora oculta, como la que llevan en las películas los testigos protegidos, y después facilitar la transcripción a algún medio.
El método fue utilizado contra Antón Losada, que en paz descansa, sin que ocasionara ningún expediente ni nada por el estilo, lo cual quiere decir que la señora Salgado no tiene por qué enfadarse. Mejor eso que acudir al Ministerio con un notario que levante acta de lo tratado; aunque sea discreto como suelen serlo sus colegas, siempre resta intimidad a la charla.
Al vicepresidente de la Xunta, no al líder del BNG, le prometieron en febrero un paquete de competencias que el Estado debe desde hace tiempo. El compromiso lo hicieron público a dúo Quintana y Sevilla en una rueda de prensa en la que ambos parecían encantados.
Todavía no estaba en boga eso de ­Gobierno de España, y los ministros de Zapatero se esforzaban por extender por el orbe hispánico el talante negociador y propicio a todo lo autonómico.
Aquello fue en febrero. La parte socialista de la Xunta calló y otorgó, y el diputado Fernández Leiceaga nada dijo tampoco, dando a entender que le parecía bien. Vino marzo, después abril, llegaron junio y julio y luego agosto, septiembre y finalmente octubre, y la promesa del ministro al vicepresidente se olvida en un nuevo contexto, menos propicio a la generosidad.
Lo chocante no es que haya una rectificación, sino que se haga un ejercicio de desmemoria histórica para intentar convencernos de que todo aquello fue un sueño. Por si fuera poco, el torpe hipnotismo no corre a cargo de la ministra o de un edecán del Ministerio, sino de un diputado socialista gallego que ejerce de repente de portavoz del Gobierno central, para dar su versión de una reunión en la que no estuvo.
Amén de quedar patente que los tiempos que restan antes de las elecciones no serán fáciles para las transferencias, también se evidencia el interés del PSdeG por seguir contando con el BNG de socio, pero a poder ser disecado. Con este desmentido se quiere devaluar a Quintana en una de las misiones que se le asignaba en el pacto de Gobierno, el de negociador de competencias, y no se utiliza para ello al presidente o a un conselleiro, sino a un oficial intermedio.
Pero tampoco salen ilesos los socialistas del lance. Han tardado ocho meses en desmentir las conclusiones de aquella reunión de Quintana y Sevilla en el Ministerio. Durante ocho meses no han rectificado las numerosas declaraciones que daban por sentado que ese pacto existía. Todo hace pensar que el ex ministro se llevó a casa un compromiso que su sucesora no quiso renovar, con el consiguiente cambio de rumbo de la parte socialista de la Xunta.
Se pueden sacar muchas conclusiones de todo esto, menos la de que el Gobierno gallego pisa fuerte en la Corte. Hay un vicepresidente al que sabotean sus socios, y un presidente al que sus hermanos mayores marcan la política de transferencias. La ministra Elenea Salgado no necesita esforzarse mucho para resistir el asedio competencial de sus divididos paisanos. Sólo un par de consejos al sufrido negociador galaico: que lleve grabadora con pilas y que tome ejemplo del anuncio de Gadis cuando le pregunten cómo va la cosa. Bueeno.

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