Antono Garcia Barbeito, Primera Millonizacion

martes 2 de octubre de 2007
Primera Millonización
HEMOS recuperado, en versión política, la vieja competencia televisiva de los anuncios de detergentes, y si uno lava blanco, el otro, más. Al anuncio del presidente del Gobierno de premiar los partos de las españolas con 2.500 euros, y a la ayuda a los jóvenes para alquilar pisos, le ha salido la voz del presidente andaluz, Manuel Chaves, que parece haberse puesto en plan Manuel Luque, el de «busque, compare...», y por si le parecía poca generosidad ofrecer piso gratis a quienes ganen menos de 3.000 euros al mes, ahora ofrece 6.000 euros por curso a los estudiantes de Bachillerato que no hagan novillos. Por esta medida de padre rico que, incapaz de educar a sus hijos en la disciplina y la responsabilidad, pretende solucionarlo todo a base de dinero, más que en la Tercera Modernización de Andalucía, parece que entramos en la Primera Millonización. Un millón de pesetas por curso al alumno por asistencia a clase. Esta medida es prima hermana de aquella otra, llamada «plus de puntualidad», que en vez de penar al que llegaba tarde, premiaba al que llegaba a la hora que tenía que llegar. Aviados vamos.
La Andalucía sensata y luchadora -que existe, conste- que pide a gritos que el fácil bolsillo del padre rico se incline por inversiones culturales y laborales capaces de erradicar el analfabetismo y cortarles el pienso a indolentes y vagos, está cansada de placebos de campaña que hacen de la tierra andaluza un triste reducto de la peor picaresca. Claro que así, pagándoles a los estudiantes, se entra en un PER académico que puede resultar tan rentable en las urnas como deficitario en el futuro de los jóvenes, quienes, hechos a recibir dinero por cumplir con sus obligaciones, no sé si mañana serán capaces de emprender algo sin ayudas.
Todo eso se adoba con una buena propaganda del sistema, una ración de televisión donde prolifere lo cutre, y más promesas. Y después, con los años, si el detergente no sólo no lava sino que ensucia más la ropa, es cosa de echarle la culpa a la lavadora, que, como ya pueden imaginar, resultará ser una lavadora de derecha que tiene envidia de ver limpia la ropa de los descamisados, como siempre.
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