jueves, octubre 04, 2007

Agapito Maestre, Falsas denuncias

viernes 5 de octubre de 2007
Manifiesto en defensa de Rossi
Falsas denuncias
Muchos de esos firmantes han colaborado en la represión de los seres humanos que sólo pueden, o sólo quieren, expresarse en castellano, pero ahora, cuando ya no hay posibilidad de marcha atrás en su colaboración, emiten unos ruiditos de lamento.

Agapito Maestre

Cientos de intelectuales denuncian la persecución lingüística en Cataluña. Perplejo me deja este titular de la prensa del miércoles. He comprendido la tragedia al instante. Ya no hay nada qué hacer. Llegan tarde. Evidente. Denuncian sólo para salvarse ellos. Egoístas. Esta denuncia es el acta principal de su autoinculpación. Cientos de intelectuales, que no han dicho nunca nada sobre la tortura a que han sido sometidos millones de ciudadanos españoles en Cataluña sólo por expresarse en castellano, protestan ahora con voces engoladas y vacías sobre la "persecución" de una escritora en una radio pública en Barcelona, concretamente en Radio Nacional de España.
La protesta resulta patética. Ya todo está perdido y ellos protestan con voz aflautada. No son nada. Ya no pueden aspirar a ser reyes y menos todavía a ser amigo de reyes. Y, lo que es peor, siquiera les quedara un poco de coraje intelectual, no podrían admitir que España, la nación española, está herida de muerte. Muchos de esos firmantes han colaborado en la represión de los seres humanos que sólo pueden, o sólo quieren, expresarse en castellano, pero ahora, cuando ya no hay posibilidad de marcha atrás en su colaboración, emiten unos ruiditos de lamento. Pobres perritos falderos del totalitarismo nacionalista. Están acongojados y, por eso, se denuncian a sí mismos para no ser desahuciados de su comunidad. Se equivocan. No están sentenciados a muerte, sencillamente porque ya son cadáveres.
He ahí el hecho irreversible. Han matado, o peor, han colaborado de múltiples formas con el asesinato de una lengua que les daba la vida, pero no lo quieren reconocer abiertamente. Se ocultan bajo falsos manifiestos de denuncia, o mejor, de autodenuncia. El estalinismo de estos cientos de intelectuales siempre es así de cruel y bajo. De perverso. Siento vergüenza ajena de esta gente. No tanto por el retraso en la denuncia, sino porque lo denunciado lo han creado ellos mismos, o peor, lo han encubierto con un silencio cómplice, o con una perversa actividad intelectual. Todos esos intelectuales merecen mi desdén, sí, unos porque han colaborado directamente con los nacionalistas y socialistas; otros porque han recibido dinero de los represores por callar, por no decir nada, sobre lo que estaba pasando realmente; y el resto porque han mirado cobardemente para otro lado, mientras se producían la mayor persecución lingüística contra el castellano de toda la historia de España.
Porque la mayoría de los firmantes de ese manifiesto me han llamado en los últimos veinte años "exagerado", hoy yo tengo el placer de llamarles estultos, cobardes y colaboracionistas de los perseguidores de la cultura que a ellos les ha dado alguna identidad, la cultura en una lengua de comunicación, el castellano. Muchos de los editores y autores, de los actores y profesores, de los periodistas y cantantes, y otras gentes de este jaez, que dicen solidarizarse con una escritora, Cristina Peri Rossi, porque no la dejan hablar en castellano en RNE, no tienen ninguna credibilidad para los españoles. La razón de esta carencia es sencilla: "Sólo da la libertad quien es libre."

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