martes, abril 03, 2007

Una filtracion permitio a etarras eludir el golpe al comando Donosti

HONDO MALESTAR EN LA GUARDIA CIVIL

Una filtración permitió a etarras eludir el golpe al comando Donosti
Julio Manzano

Rubalcaba: "Habrá que colocar sacos terreros en las ventanas"
La brillante operación de la Benemérita incluía más detenciones que no pudieron practicarse al quedar alertados los terroristas por inoportunas informaciones de Interior.

4 de abril de 2007. La operación policial que permitió la detención de diez miembros del comando Donosti de ETA, la incautación de 200 kilos de explosivos y abundante material para cometer atentados, tuvo que acelerarse ante el temor de que las filtraciones que sobre la misma habían comenzado a circular desbaratasen el dispositivo. Así lo aseguran varias fuentes de la Guardia Civil a Elsemanaldigital.com.La operación ha permitido concluir con absoluta certeza que ETA no cesó en ningún momento su actividad interna, el señalamiento de posibles objetivos, el acopio de los medios necesarios y la instrucción requerida para llevar adelante nuevos atentados. Sin embargo, expertos de la lucha antiterrorista afirman a este diario que en sus previsiones estaba capturar a una veintena de terroristas, y no solamente a la mitad. Unos planes que se vinieron finalmente abajo cuando el propio Ministerio del Interior lanzó a los medios de comunicación la noticia en la que hacía pública la puesta en marcha de la operación. Fue una indiscreción de manual. El Departamento que dirige Alfredo Pérez Rubalcaba tenía sed de un "éxito policial" con el que intentar acallar la evidente laxitud practicada en la lucha contra el terrorismo. Las mismas fuentes de la Benemérita no ocultan su enfado mayúsculo por una filtración que, sostienen, ha puesto en peligro el trabajo de meses. Eso sí, los servicios de prensa gubernamentales han amortiguado el efecto de la metedura de pata e Interior ha vendido a bombo y platillo el desmantelamiento del comando Donosti tras la operación llevada a cabo en los últimos días. El propio secretario de Estado para la Seguridad, Antonio Camacho, manifestó este lunes que el operativo "ha sido lo suficientemente amplio e intenso para pensar que esa infraestructura ha dejado de existir", pero, a renglón seguido, añadió que "es posible que pudiera ver alguna otra detención". Es evidente que Camacho pensaba en la decena de huidos, como lo es que el Gobierno no se esperaba estos acontecimientos hace apenas un año, cuando el presidente José Luis Rodríguez Zapatero quiso ahuyentar con su buenismo los negros vaticinios que comenzaron a apuntarse a medida que ETA incrementaba su actividad y endurecía, junto a su brazo político, sus exigencias. Pero ahora resultaría temerario minusvalorar la amenaza real. Porque incluso el matiz introducido por el director general de la Guardia Civil y la Policía, Joan Mesquida, señalando que el grupo desarticulado no contaba con órdenes para atentar, podía haber cambiado de signo en un segundo. La renovada constatación de medios humanos y de recursos dispuestos para proseguir con el terror permite albergar los más oscuros presagios sobre a lo que ETA puede estar dispuesta. Y, por encima de todo, deja claro a qué no está dispuesta. Y si la Guardia Civil intervino fue probablemente porque no tenía garantía de que no fuese a cometerse un inminente atentado.

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