martes 3 de abril de 2007
IBEROAMÉRICA
Petróleo por Alimentos, versión chavista
Por Porfirio Cristaldo Ayala
El programa Petróleo por Alimentos, ideado por la ONU para canjear crudo iraquí por ayuda humanitaria para la población del país entonces sojuzgado por Sadam Husein, terminó, como era de esperar, llenando los bolsillos de funcionarios corruptos. La justicia de EEUU cursó órdenes de captura contra el ex subsecretario general de las Naciones Unidas, Benon Sevan, responsable del programa, y otras trece personas, todas ellas acusadas de corrupción. Pues bien, Hugo Chávez está tratando de impulsar algo parecido en América Latina. Los resultados serán los mismos, si no peores.
Cambiar un producto por otro bajo la intermediación del Gobierno es algo que cautiva a los socialistas pero conduce a la ineficiencia, el despilfarro y la corrupción. Los estatistas no logran entender que no hay diferencia entre el trueque y el comercio normal. De hecho, el comercio es un trueque: se cambia un producto por otro. El dinero es sólo un medio que facilita la operación.
Muchos países intercambian alimentos y productos agrícolas por petróleo. Producen soja, carne y maíz y, con las divisas que obtienen por estas mercancías en el mercado internacional, adquieren petróleo... y computadoras, medicamentos, etcétera. La moneda que se emplea en el proceso no es sino el medio de intercambio. Lo que se compra se paga siempre con producción propia. Quienes no producen no pueden comerciar.
Ningún país obtendrá más ventajas si, en vez de acudir al mercado internacional, da en cambiar sus alimentos por el oro negro venezolano. El Gobierno de Chávez podrá hacer un descuento "solidario" en el precio del petróleo, y el Gobierno así beneficiado rebajar a su vez el precio de los productos que piensa intercambiar, pero uno de los dos saldrá muy malparado, debido tanto a la dificultad de establecer precios en el trueque (y a la continua variación de los mismos) como al hecho de que los protagonistas del proceso serán los burócratas, no los comerciantes.
Los Gobiernos no deben tratar de ser productores, exportadores, importadores ni intermediarios. No están para eso. Cuando se dedican a ello, el resultado es el derroche, el fracaso y la corrupción. Y lo peor es que las pérdidas se financian con los impuestos, que pagan los contribuyentes del país en cuestión.
Volvamos al Petróleo por Alimentos chavista. ¿A qué precio venderá Chávez el crudo? Al del mercado internacional. Si vende por debajo, los venezolanos estarán subsidiando injustamente a un comprador extranjero. ¿A qué precio venderán sus alimentos los Gobiernos extranjeros? Al del mercado internacional. Si venden por debajo, estarán obligando a sus compatriotas a financiar el socialismo y las ocurrencias de Chávez.
Entonces, ¿por qué no dejar a los comerciantes realizar el intercambio a precios de mercado? Es la única manera de que los productores salgan ganando. Cada parte venderá lo que tenga al precio más alto posible y comprará lo que necesite al precio más bajo posible.
Esta nueva versión del programa Petróleo por Alimentos es, pues, innecesaria. Además, para los países que aporten alimentos tendrá la desventaja añadida de que favorecerá la producción de aquéllos que desee Chávez, en detrimento de los que no desee, lo cual derivará en la recepción de subsidios por parte de determinados productores.
Pero lo peor de todo es que, como ya hemos apuntado, en el esquema chavista quienes negocian son los gobernantes, no los empresarios. ¿Podrán los burócratas comprar toneladas de alimentos, almacenarlos y exportarlos sin caer en el amiguismo, el clientelismo y la coima? La experiencia de la ONU es clara. Los Gobiernos no tienen el incentivo del lucro, no tienen que hacer frente a las pérdidas...
y no debieran asumir los riesgos propios de los negocios con fondos públicos. Sus criterios son políticos, no económicos.
En el mercado actúan los empresarios, que invierten y contratan personal guiados por el cálculo económico de pérdidas y ganancias. Cuando ven una oportunidad, exportan o importan y afrontan los riesgos. La población no asume las pérdidas en que puedan incurrir.
Los acuerdos para intercambiar de esta manera petróleo por alimentos no son humanitarios ni buscan beneficios, como se vio en la ONU, sino el enriquecimiento de los gobernantes y sus amigos, así como la expansión de la intervención estatal en la economía. Los pueblos libres y los líderes honrados deben rechazarlos.
© AIPE
PORFIRIO CRISTALDO AYALA, corresponsal de AIPE en Paraguay y presidente del Foro Libertario.
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