jueves 22 de febrero de2007
LA IGLESIA ANTE EL REFERÉNDUM DEL ABORTO
Portugal e o futuro
Por José Luis Restán
Los obispos portugueses se han reunido en asamblea para analizar los resultados del referéndum sobre el aborto, que a pesar de su fracaso legal (no alcanzó el preceptivo 50% de participación para ser vinculante) ha abierto la puerta a una ley que liberalizará el aborto en las diez primeras semanas de gestación. La Iglesia ha comprendido que su misión se desenvolverá, a partir de ahora, en un contexto cultural distinto.
Al leer la nota pastoral publicada por los obispos tras su asamblea en Fátima, me ha venido a la mente el título de un famoso libro escrito por el general Antonio de Spínola en 1974, Portugal e o futuro. Dicho libro detectaba los fermentos de un tiempo nuevo para la sociedad portuguesa, y de hecho se convirtió en la espoleta para la famosa "Revolución de los claveles". Ahora, los obispos han visto en el 11 de Febrero el comienzo de una nueva etapa, en la que la Iglesia desea entrar con realismo y sin nostalgias, consciente de la magnitud del desafío que plantea a su misión la mutación cultural revelada por los resultados del referéndum.
Si comparamos los resultados del primer referéndum sobre el aborto que se produjo en 1998 con los del pasado 11-F, vemos que el porcentaje de portugueses que apoyan explícitamente el proyecto de liberalización del aborto ha crecido diez puntos (del 16% al 26%). Los obispos comienzan su nota con el reconocimiento de que "el resultado favorable al sí es señal de una acentuada mutación cultural en el pueblo portugués, que debemos afrontar con realismo, pues indica el contexto en el que la Iglesia está llamada a ejercer su misión". Evidentemente estas cosas no suceden de la noche a la mañana, pero hay hechos y fechas que marcan jalones para la historia. El mérito de los obispos portugueses radica en no quedarse en la mera reacción a estos resultados, sino en contemplar la trayectoria del proceso que ha desembocado en ellos, una trayectoria en la que también ha influido "la fragilidad de la evangelización, especialmente en relación con los jóvenes".
En otro pasaje de la nota, los obispos dicen que todos los aspectos de la misión de la Iglesia deberán ser pensados, a partir de ahora, para actuar en un nuevo contexto social, y destacan que en esta nueva etapa serán necesarias creatividad y osadía, además de fidelidad a la verdad del Evangelio. Una clave esencial de la misión eclesial en este nuevo contexto, radica en la tarea de esclarecer las conciencias, en el marco de un gran debate de civilización. Los ecos del discurso del Papa en Ratisbona se hacen evidentes cuando los obispos hablan de la necesidad de sanar la razón, y ofrecen para ello la verdad revelada, transmitida por la Iglesia en el marco de una tradición viva.
Junto a esa clarificación de las conciencias, verdadero eje de la preocupación episcopal, se anima el compromiso de reforzar las estructuras de apoyo eficaz a las mujeres embarazadas que atraviesan dificultades, pues la decisión de abortar se toma, en la mayor parte de los casos, en situaciones de gran soledad y sufrimiento. La Iglesia asume que esta acción será una de sus prioridades para el futuro.
En este sentido es significativo el reconocimiento de la amplia y cualificada movilización por la vida, que se ha desarrollado en Portugal a raíz del referéndum. Los obispos desean que dicha movilización permanezca activa y encuentre una estructura estable, para que continúe su participación en el debate de civilización que debe permanecer abierto sea cual sea la legislación futura. Esta acotación es importante, dado que algunos exponentes del movimiento pro-vida no han ocultado su queja por la excesiva tibieza que, a su juicio, han mantenido algunos obispos durante la campaña. Lo cierto es que la Asamblea de Fátima no deja lugar a duda o reticencia alguna: "la lucha por la vida es una de las más nobles tareas civilizadoras, y no será el nuevo contexto legal el que frenará su prosecución; la Iglesia continuará fiel a su misión de anunciar el Evangelio de la vida en plenitud, y denunciar todos los atentados contra ella".
Seguramente hay que dejar atrás viejos esquemas ligados a un Portugal que ya no es. Me alegro de que los obispos no pierdan tiempo en lamentaciones, e inviten a sus comunidades a adentrarse sin miedo en esta nueva época. Hay mucho que construir, y el tiempo apremia.
miércoles, febrero 21, 2007
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