domingo, febrero 04, 2007

Iñaki Ezkerra, El puño de Aguirre

lunes 5 de febrero de 2007
El puño de Aguirre
IÑAKI EZKERRA i.ezkerra@diario-elcorreo.com

Fue la imagen del miércoles: Antonio Aguirre, el miembro del Foro Ermua, el veterano socialista y ugetista, con el puño en alto a las puertas del Palacio de Justicia de Bilbao y ante la plana mayor del Gobierno de ese lehendakari que cree que su cargo debería eximirle de comparecer ante ningún juez y que los lehendakaris no son como los demás humanos y los demás ciudadanos ante la ley. Yo creo que no se esperaban ese puño cerrado que fue en el centro de aquella mañana gris y desapacible como una flor de la izquierda que se abre con toda su verdad, como una verdad que cabe en un puño y que se atrapa y que no se suelta y que quema de lo real que es y de la luz evidente que irradia. Yo creo que ya era hora por fin de que se alzara en el paisaje de la vida pública vasca aquel puño de Aguirre que fue como un estrella que brilló sobre la lluvia y los paraguas que le querían agredir, sobre todos los privilegios de raza y de clase, sobre todas las prebendas y los enchufes y las recalificaciones y las corruptelas que reclaman ciertas sectas políticas como si fueran derechos inalienables, sobre todas las mordazas sociales y las purgas administrativas y los acosos laborales, sobre todos los 'bullying' y los 'mobbing' ideológicos, sobre todos los Lizarras y planes de estados libre asociados, sobre todas las treguas-trampas y treguas-bombas y paces ominosas sin libertad, sobre las etnias y las tribus y las mafias y las patrias y los vendepatrias y los salvapatrias.Escribió Machado que «por mucho valor que tenga un hombre nunca tendrá más valor que el de ser un hombre». Y ésta es la primera gran verdad de cualquier izquierda que se pretenda; ésta es la verdad que proclama la venda de piedra que cubre los ojos de esa Justicia a la que da la espalda el monumento de Arana y ésta es la verdad que apretaba ese puño como un cometa emergente en aquella oscura y lluviosa mañana, entre los uniformes colorados de los ertzainas y las corbatitas de los burócratas y los paraguas que empuñaban como bayonetas unas señoras un tanto levantiscas. El puño de Aguirre, sí, con todas las justicias apretadas dentro, la justicia política y la económica, la legal y la social, la justicia docente que permita a los hijos de los obreros tener en el País Vasco la misma calidad en la enseñanza pública que los hijos de los burukides en la privada o en Londres. El puño de Aguirre alzado ante quien haga falta, ante quienes lo levantan pero para asesinar o ante todos los consejeros y lehendakaris que en Euskadi han sido, ante el lendakari Ibarretxe y ante el lehendakari Aguirre. Yo creo que se llevaron un susto porque se habían llegado a creer que eran de izquierdas y ese puño humilde y verdadero lo desmentía.

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