sábado, febrero 10, 2007

Francisco Perez Abellan, ¿Magnicio en Fago?

sabado 10 de febrero de 2007
CRÓNICA NEGRA
¿Magnicidio en Fago?
Por Francisco Pérez Abellán
En la historia española hay una larga tradición de magnicidios, especialmente intensa en el siglo XIX y durante un buen trecho del siguiente. La Academia define el magnicidio como la "muerte violenta dada a persona muy importante por su cargo o poder". Y en Fago, Huesca, ha sido asesinado, como ustedes saben, el alcalde, Miguel Grima, del PP. O sea, el que ostentaba el poder.
El aspecto ideológico de este asesinato se mantiene discretamente en un segundo plano. Probablemente porque en los crímenes políticos no caben el trastorno mental transitorio ni el arrebato. La muerte de Miguel fue harto preparada. Se le tendió una emboscada, en forma de derrumbe de piedras, en la carretera de Majones. Cuando detuvo su vetusto Mercedes color verde, fue golpeado y disparado. Este asesinato se ha convertido en uno de esos crímenes enigmáticos que sacuden la historia de España.

Fago es un municipio de Huesca sin apenas territorio y con una veintena de vecinos. En las pasadas elecciones Miguel Grima, candidato por el PP, ganó a Santiago Mainar, que se presentaba bajo las siglas del PSOE. Mainar fue acusado por la Guardia Civil de estar implicado en el crimen pocos días después de que se descubriera el cadáver de su rival político –y enemigo declarado.

Durante la investigación se ha descubierto que el enfrentamiento entre el presunto autor y la víctima se dirimía en tres niveles: el personal, el judicial y el político. En los últimos tiempos Miguel se sentía incómodo y asustado. Había recibido amenazas; antes también, pero no les había dado importancia. A las más recientes, sí. De hecho, estudiaba no presentarse a las municipales de mayo. El crimen, pues, se ha cometido a sólo unos meses de unas elecciones.

Grima molestaba a algunos por sus decisiones sobre urbanismo, caza y caminos. Además, ponía enormes pegas a la apertura del censo en beneficio de quienes no residen efectivamente en Fago. Le acusaban de actuar así para evitar ser desalojado de la alcaldía.

La personalidad del asesino es vital a la hora de decidir un hecho de sangre. También su motivación. No mata igual quien lo hace por resentimiento o venganza que quien lo hace, simplemente, para despejar el camino que le separa de sus metas. El crimen de Fago es un asesinato planificado hasta en sus últimos detalles y ejecutado con mano de hierro. Además, el asesino pretendía eludir la responsabilidad, quedar libre de cargos. Es más un atentado que un asesinato movido por las pasiones, aunque la antipatía pueda desempeñar, en el caso que nos ocupa, un gran papel.

El asesino de Miguel es frío y calculador, alguien capaz de adornar su fantasía homicida con detalles de gran efecto, como las piedras en la carretera. El crimen se produjo en la oscuridad y lejos de todo lugar habitado; así pues, el o los asesinos tenía(n) todas las ventajas. Dicen que, si lo cometió un solo individuo, debió de andar prácticamente durante toda la noche, entre un lugar y otro (al menos dos: el escenario del crimen y el barranco en que se encontró el cadáver). Al menos seis horas. Parece demasiado incluso para un obseso.

Poco después de que Miguel detuviera su Mercedes en la cerrada curva donde le tendieron la trampa mortal pasó por allí un médico residente en Fago: quiso detenerse, por si podía ayudar al dueño del vehículo parado, pero un extraño que llevaba una luz en la cabeza, como un minero, se lo impidió y le obligó a seguir.

Aunque la luz deslumbraba en la oscuridad reinante, el médico no reconoció los rasgos de nadie del pueblo. Fago es poco más que dos calles, uno de esos pueblos en que, inevitablemente, acabas conociendo la forma de caminar de todo el mundo, así como su estructura corporal. Uno de esos lugares, también, en que los obsesos pueden pasarse todo el día dándole vueltas a las mismas cosas.

Santiago Mainar, contra quien la juez ha dictado prisión incondicional, se declaró en un principio autor del crimen. Después ha cambiado de versión y gritado su inocencia. Desde el primer momento llamó la atención de la prensa porque era el único habitante de Fago que hablaba con los periodistas y recortar críticas al muerto tan llamativas y aceradas como impertinentes.

Cuando se confesó autor del crimen no llegó a explicar los motivos que le habían impulsado a cometerlo. Se limitó a decir que estaba "harto", pero no precisó el detonante, la espoleta que hizo saltar de esa manera una tensión alimentada durante años. El móvil sigue ahí, y se puede dar con él.

Asimismo, se apresuró a declarar que lo hizo solo, con grandes caminatas. Ante las palabras del supuesto autor de un crimen, y con mayor motivo si se trata de un magnicidio, hay que desconfiar. Si dice que lo hizo solo, lo suyo es ponerse a buscar cómplices. Con mayor razón en un asesinato en que anda la política de por medio.


FRANCISCO PÉREZ ABELLÁN, presentador del programa de LIBERTAD DIGITAL TV CASO ABIERTO.

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