jueves, abril 08, 2010

Villacañas, Apuntaciones sobre vida nueva y nueva historia

jueves 8 de abril de 2010

Apuntaciones sobre vida nueva y nueva historia

Antonio Castro Villacañas

T ODOS los días, en todos los sitios del mundo, a cualquier hora y en todas ellas, se produce el mismo doble fenómeno: por un lado, un recién nacido, sea niño o niña, aprende y sigue aprendiendo que la vida es una cosa a la vez muy compleja y muy sencilla, pues para vivirla basta con dejarse llevar por el curso de los acontecimientos y al mismo tiempo se necesita saber sacar de estos el máximo provecho: quien no llora no mama, deduce muy pronto el lactante, justo cuando al moverse comprueba que una postura -suya o de su nodriza- es mejor que otra para sacar la leche del pecho, para succionar con mas comodidad la teta, o para seguir chupándola mientras dulcemente nota que entra en el reino del sueño... Al fin y al cabo la vida de cualquier humano consiste en sacar a cada instante las mejores consecuencias posibles del complicado matrimonio -o compleja unidad de convivencia- que forjan el "yo" de cada cual y la diversidad de circunstancias materiales y espirituales que lo envuelven y enfrentan...

Mientras los niños aprenden que su vida, y la vida de cada humano, ha de ser compartida y participada con un conjunto de realidades similares a la suya propia o radicalmente diferentes a ella (todos vivimos dentro del reino mineral, todos disfrutamos o sufrimos la existencia de los reinos vegetal y animal, todos integramos -para lo bueno o lo malo- el reino humano) en ese mismo momento, en cualquier lugar del mundo, un adulto aprende, descubre o quiere saber algo más de lo que ya sabe sobre su vida en particular o la vida en general: cómo se originó y se desarrolló, cómo y cuándo terminará, qué había y habrá antes y después de su nacimiento y de su muerte, si es que había y habrá algo... Cuanto escucha, ve o lee le provoca alguna mayor o más intensa y profunda curiosidad, y en consecuencia el deseo de saber más sobre tal tema o problema o el de aportarle algo que le corrija, mejore o cuando menos aclare o ilustre. De ello nacen el progreso cultural y científico y la valoración del pasado. Las artes, el derecho y la historia son también consecuencias prácticas de la curiosidad y el asombro de los seres humanos ante su descubrimiento del ayer, el hoy y un posible mañana. Todo ello origina un completo mundo de actividades.

Una de esas actividades es la Historia. Saber cuál es nuestro origen y cuáles nuestros antecedentes puede ayudarnos a comprender mejor lo que nos pasa ahora y buscar así los remedios adecuados para solventar nuestros males. De ahí el que primero mediante la transmisión oral de los saberes en poder de los ancianos, y tan pronto como se pudo mediante su transmisión por escrito, en todas las épocas y en todos los países o lugares se ha "estudiado" la historia de la unidad de convivencia en que están integrados el aprendiz y el maestro correspondientes. La variedad de circunstancias temporales y locales explican la existencia de tantas y tantas historias o relatos.

Uno de los países o unidades de convivencia con mayor número de "historias" es el nuestro. De ahí el que a rememorar el pasado se hayan dedicado entre nosotros un buen número de predicadores, primero, y de "escritores" después, a los que debemos añadir desde hace tiempo cuantos por medio de novelas o relatos de ficción, películas y series de televisión "historian" e ilustran a multitudes de públicos en lugar de, como antes sucedía, hacerlo a uno muy minoritario. No hace falta decir que al dirigirse a multitudes y no a personas, casi todas estas publicaciones están realizadas desde una perspectiva "progresista", lo que parcializa y tiñe su contenido.

Una de esas Historias es la de España que desde hace unos años viene publicando en Barcelona la editorial Crítica en diez o doce tomos, de los cuales sólo quedan por publicar los referentes a los reinos medievales y el dedicado al periodo de democracia formal abierto entre nosotros con el reinado de Juan Carlos. De todo ello he tenido noticia al conocer su tomo 9, redactado por el catedrático de la Universidad Autonómica de Barcelona Borja de Riquer, especialista en la historia política de España durante el siglo XX, quien dedica su atención a los 36 largos años que se extienden desde el final de la Guerra Civil hasta la muerte de Franco. Con toda probabilidad se trata de los años más estudiados de nuestra reciente historia y como la redacción de este tomo está dirigida a un público amplio y no inclinado a discusiones profundas, carece de notas aclaratorias de aquellos temas o sucesos que, y abundaron durante el franquismo, fueron perfilándolo a lo largo del tiempo y constituyeron parte de sus raíces. El autor ha preferido llevar a cabo una extraordinaria labor de síntesis, eficaz y brillante.

Los directores de esta empresa editorial advierten, en todos sus volúmenes, que esta obra busca sus raíces en los intentos análogos y por fuerza diferentes que hicieron en el siglo XVI el padre Mariana y el historiador Garibay, y que está directamente emparentada con la historia liberal de Modesto Lafuente y el posterior y renovador proyecto de Rafael Altamira, con su énfasis en torno al concepto de civilización. Las referencias a otras empresas similares son numerosas y significativas, tanto por lo que de ellas se cita como por lo que se omite... Esta es una obra que, según sus editores, pretende incorporarse a una "tradición democrática y progresista". Para realizarla ha reunido a un grupo de excelentes especialistas "de filiación metodológica y generacional relativamente plural". Con esta advertencia general y la antes expuesta a la labor del profesor De Riquer me parece que estoy en condiciones de detallar algunos puntos discutibles de su obra, que me dicen ser especialmente brillante en cuanto se refiere al ámbito catalán: por ejemplo, el movimiento nacionalista conservador, las relaciones entre su líder -Francisco Cambó- con el franquismo, y el papel jugado por el nacionalismo catalán en los intentos modernizadores del Estado contemporáneo español. Con ello se han abierto unos puntos de investigación que podrían culminar en el estudio profundo y serio de las relaciones habidas o inexistentes entre el franquismo y la burguesía catalana, alma, corazón y vida del nacionalismo sucesor del carlismo, que a mí me parece ser el sector sociopolítico donde el profesor De Riquer se encuentra más a gusto. Por ello, me parece, el autor resalta el carácter personalista del franquismo, régimen marcado por la anodina personalidad de un general de escasas inquietudes culturales y en la que predominaron siempre los valores militares, aplicados de forma astuta y calculadora al servicio de sus ambiciones personales.

Este juicio no parece producto de una investigación científica, sino de una frustrada pasión personal, pues todo el mundo sabe que Franco tenía unas inquietudes culturales superiores a la mayoría de sus colegas de Europa y América ejercientes en las respectivas Fuerzas Armadas antes y después de la II Guerra Mundial, sin que por otra parte le conste a nadie qué número o tipo de inquietudes culturales deba tener un general director de una guerra civil o el Jefe de un Estado nacido y mantenido en medio de una contienda ideológica como la habida en España, Europa y el mundo desde 1936 hasta 1975; contienda por otra parte apagada más que terminada.

Hago punto y aparte en estas apuntaciones. Seguiré con ellas la semana que viene. Está claro que ver lo que pasó en nuestro horizonte histórico y tratar de entender lo que puede ser nuestro futuro, es algo nada fácil ni seguro. Lo peor de todo es que quienes presumen de estudiar la vieja y la nueva historia desde una perspectiva exclusivamente profesional y apolítica nos defrauden luego con obras claramente parciales.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=5636

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