sabado 2 de febrero de 2008
La acción de la Ley Natural
Ignacio San Miguel
L A existencia de grupos antiabortistas que se proclaman ateos o irreligioso son una prueba de que el aborto supone un acto cruento y malvado que afecta a la sensibilidad íntima del hombre, sea este religioso o no religioso, creyente o ateo. Por añadidura, demuestran paladinamente la existencia de la ley natural.
Los abortistas siempre han utilizado la coartada de la religión para defender sus posiciones. Siempre han atribuido a preceptos religiosos la condena del aborto. Sobre todo a preceptos católicos. Así nos lo confirma una jurista norteamericana, perteneciente a un grupo ateo pro-vida: “A finales de los años sesenta, el movimiento pro-elección hizo una decisión estratégica y deliberada: trivializar el debate del aborto, calificando todos los argumentos pro-vida como meros dogmas católicos. Esto hizo fácil pasar por alto el hecho científico, embriológico, innegable e inconveniente, de que la vida humana empieza con la concepción.”
Esta estrategia ha dado muy buenos resultados. Ayudada por un hecho de importancia capital. Si bien la Iglesia católica tenía algo tenía que decir al respecto, y así lo hizo desde sus altos niveles jerárquicos, lo cierto es que a nivel parroquial, que es en el que más se llega a la masa de fieles, es rarísimo encontrar algún cura que se refiera en sus homilías a este tema del aborto (ni a otros que signifiquen crítica de la sociedad laica). De esta forma, la trivialización fue un éxito. Por una parte, una propaganda que achacaba las posiciones pro-vida a meros dogmas católicos. Por otra, los mismos curas católicos que no mencionaban siquiera dichos supuestos dogmas. Lo más a propósito para que las gentes poco instruidas no tomasen en serio las proclamas pro-vida.
Pero la realidad es otra. La malignidad del aborto no está relacionada con dogmas religiosos. Es la ley natural la que condena esta práctica aborrecible. Si no fuera así, no se entendería cómo personas irreligiosas, ateas, hubieran de rebelarse contra tal práctica. Así, el indio Lenin Raghavarshi, ateo, comunista, activista de derechos humanos, y que está a favor de la campaña por una moratoria de abortos iniciada por el periodista italiano Giuliano Ferrara, declara: “Es ridículo y absurdo sugerir que el aborto es una solución al hambre, para controlar el crecimiento de la población… En la India tenemos un mal social grave con el aborto por selección de sexo, y me opongo totalmente y con vehemencia a estos abortos… Hemos de defender la vida del embrión desde el mismo útero…”
Estas organizaciones ateas parecen querer hacer hincapié en esta su condición, al objeto de que se les desligue de toda connotación religiosa, pues desean dejar claro que su oposición al aborto es por su condición de “crimen contra la Humanidad”. Pero una reflexión católica se presenta fácilmente a las mientes: ¿No será más valiosas su posición y actividad, y esto mirado desde el punto de vista religioso, que el silencio amedrentado de tanto clérigo que no osa referirse en el púlpito al tema del aborto? Estos ateos siguen el impulso de la ley natural, cuyo origen es Dios (aunque algunos prefieran llamarlo Designio Inteligente). Por el contrario, ese clero anodino e inerte no sigue ni la ley natural ni la ley de la religión que dicen profesar.
Y tampoco podemos dejar de pensar en otro aspecto de la cuestión. Se trata de las vidas que se podían haber salvado en el supuesto de que el clero católico hubiera predicado debidamente contra el aborto. No es posible evaluar el número, pero sin duda ha de ser considerable. Este clero es, por tanto, corresponsable en las muertes provocadas por su omisión.
No es posible, siendo realistas, prever la vuelta del aborto a la ilegalidad en el mundo occidental, a corto o medio plazo. Sin embargo, sí parece cierto que tiene cada vez peor imagen. La última y reciente convocatoria abortista en España ha sido un fracaso notable, con una afluencia exigua. Este fracaso adquiere ribetes ridículos si se compara con los extraordinarios éxitos de las manifestaciones y concentraciones por la familia y la vida.
La política entra de lleno en el rumbo que han de tomar los acontecimientos. En España, si vuelven a ganar los socialistas, el aborto recibirá un fuerte impulso. Ya se sabe que la meta es el aborto libre y gratuito, con cargo a la Seguridad Social. El presidente es incapaz de aprender de sus continuos errores y torpezas, pues no los reconoce como tales. Y si ahora está satisfecho de sí mismo, podemos imaginarnos cómo estará si gana las elecciones. No habrá nada ni nadie que le frene en sus propósitos.
Y de Estados Unidos llegan negros nubarrones. Si Hillary Clinton gana las elecciones en Noviembre, la lucha contra el aborto recibirá un golpe muy duro. Hillary y su marido Bill son abortistas decididos y la posibilidad de que un juez conservador sea el próximo relevo en la Corte Suprema (con lo que sería factible la revocación de la sentencia en el juicio “Roe v. Wade” de 1973 que introdujo el aborto legal en Estados Unidos) será nula. En los círculos pro-vida se estima que si gana Clinton, su lucha antiabortista sufrirá un retroceso de unos treinta años. Y si el candidato demócrata es Obama y gana las elecciones, la situación no será muy distinta.
En el campo republicano, donde cabe alguna esperanza, se encuentran desconcertados y divididos sin un liderazgo claro por el momento. John McCain ha prometido que si es elegido presidente, nombrará un juez conservador para relevar la próxima baja en la Corte Suprema, lo que daría mayoría al sector conservador que podría revocar la sentencia citada. Porque de lo que se trata es de revocar esta sentencia, con lo que el aborto volvería a la ilegalidad. Pero McCain tiene que llegar a presidente y luego cumplir su promesa. Y los jueces, obrar como se espera de ellos. Como se ve, son muchos condicionantes. La ley natural tiene muchos y poderosos obstáculos, empezando por los políticos, para poder volver a regir plenamente la conciencia del hombre.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4411
sábado, febrero 02, 2008
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