miércoles, octubre 03, 2007

Rechazo sin fisuras

Rechazo sin fisuras
04.10.2007 -

El cruce de acusaciones protagonizado ayer en el Congreso por José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy alienta la impresión de que el Gobierno y el principal partido de la oposición están dispuestos a sumar un desafío de la entidad del planteado por el lehendakari a su pugna política, agudizada por la proximidad de las elecciones generales. La gravedad de la iniciativa de Ibarretxe, que busca desbordar el orden constitucional apelando a un falso diálogo sobre una consulta soberanista sin soporte legal, exige de los dos partidos una respuesta común e indubitable. También aconseja que uno y otro delimiten el alcance de sus divergencias a fin de no debilitar esa unidad de criterio ni contribuir a la confusión de una ciudadanía que, ante las amenazas para la estabilidad, precisa de referentes que se sobrepongan a la legítima disputa partidaria. Así, la predisposición del PP a trasladar crudamente la batalla política al debate parlamentario enturbia la imagen de cohesión que ha de ofrecer la mayoría del Congreso, justamente donde fue rechazado el primer plan del lehendakari hace ahora dos años y medio. Pero el Gobierno tampoco puede sacudirse su intransferible responsabilidad en la gestión del conflicto creado por el lehendakari escudándose en que éste ya propulsó su proyecto autodeterminista bajo el mandato del PP.El lehendakari ha demostrado sobradamente su habilidad para trasladar sus propias debilidades al resto del arco político, así como para aprovecharse de los resquicios que puedan ofrecer los discursos más condescendientes o ambiguos hacia sus pronunciamientos. Resulta un sarcasmo que Ibarretxe conmine a abrir un diálogo sobre su iniciativa con «calma y sosiego», cuando es la formulación de la misma la que no ha guardado el debido respeto a las reglas democráticas; como es inaceptable que su partido pretenda jugar la doble carta de condicionar al Estado con una propuesta imposible mientras se ampara en la normalidad institucional para tratar de ver aprobados los Presupuestos. La desafortunada alusión de Ibarretxe a la obligatoriedad de que Rodríguez Zapatero negocie con él dado que dialogó con ETA sólo pretende explotar un interesado victimismo. El presidente confirmó ayer que al nuevo proyecto soberanista le aguarda «el mismo destino» que al plan rechazado por el Congreso en 2005. Ese rotundo compromiso fuerza a Zapatero a evitar cualquier actitud difusa en la reunión del día 16 con Ibarretxe, huyendo de la tentación de obviar que su interlocutor no asumió la negativa democrática de las Cortes y de despachar su desafío con la ingenua convicción de que, al resultar inviable, no tendrá las consecuencias que ya empieza a tener.

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