miércoles, octubre 24, 2007

Ramon Perez Maura, Vigencia de "los perros de la guerra"

miercoles 24 de octubre de 2007
Vigencia de «los perros de la guerra»
POR RAMÓN PÉREZ-MAURA
La muerte, días atrás, del célebre mercenario francés Bob Denard coincide en el tiempo con el auge del papel jugado por los mercenarios en los conflictos de nuestros días. La única verdadera diferencia que existe entre los Bob Denard, «Mad Mike» Hoare o «Black Jacques» Schramme de hace unos años y los Erik Prince o Tim Spicer de nuestros días es que éstos últimos se han centrado en ofrecer a la sociedad unos servicios que alguien tiene que hacer, pero es políticamente incorrecto reconocer que hay una demanda. Y, vista la oportunidad, los Prince y Spicer, con sus compañías Blackwater y Strategic Consulting, quieren ganar dinero. Como todo el mundo.
Los mercenarios han sido un elemento nuclear del arte de la guerra desde la noche de los tiempos. Ya Shakespeare, en su «Julio César», se refiere a ellos en una frase que se ha convertido en cita prototípica: «Cry «Havoc!» and let slip the dogs of war», que podríamos traducir como «Grita «¡Devastación!» y suelta a los perros de la guerra». Durante las décadas de 1960 y 1970 los procesos de la descolonización africana dieron lugar al auge de célebres mercenarios con sus ejércitos de alquiler. Frederick Forsyth los retrató perfectamente en su magnífico «Los perros de la guerra» -censurado en la versión castellana- donde el derrocamiento de un dictador sospechosamente parecido a Francisco Macías -en un país calcado de Guinea Ecuatorial- se convierte en una cuestión de principios. Esa imagen romántica sería fácilmente rebatible. Pero ante el auge de los ejércitos privados del presente, ante el escándalo que suscita en nuestra bienpensante sociedad el que existan empresas como Blackwater, convendría tener presente que una de las principales razones por las que son contratados es porque los muertos de esos ejércitos no figuran en las listas de caídos de ningún país. Esas «body bags» llenas nunca aparecen en las televisiones. Se dispone de los cadáveres sin necesidad de rendir honores. Y la conciencia colectiva queda mucho más tranquila porque no contabiliza bajas. Hipócritas.


http://www.abc.es/20071024/opinion-firmas/vigencia-perros-guerra_200710240300.html

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