miércoles, octubre 17, 2007

Porfidio Cristaldo Ayala, El Che, esa maquina de matar

miercoles 17 de octubre de 2007
LA HISTORIA LO CONDENARÁ
El Che, esa máquina de matar
Por Porfirio Cristaldo Ayala
La persistencia de la vieja leyenda del "heroico" guerrillero Ernesto Che Guevara, 40 años después de su muerte, es una prueba palpable y dolorosa de la decadencia ideológica, política y moral que envuelve a nuestros países.
Una vez más, con celo religioso, la izquierda radical ha recordado la efeméride con interminables alabanzas al espíritu indómito que luchó por la libertad y la dignidad de los pueblos latinoamericanos. La realidad es muy diferente: el Che fue un combatiente feroz, sanguinario. Una verdadera máquina de matar. Y jamás pretendió ser otra cosa.

El Che libertador y justiciero al que rinde culto la izquierda existe solamente en la enfermiza imaginación de unos fanáticos que se abocaron a idealizarlo. Es preciso dar cuenta de la auténtica historia.

El dictador Fulgencio Batista escapó de Cuba, acosado por los revolucionarios, el 1 de enero de 1959. Dos años más tarde la Isla era ya una gran prisión, hasta el punto de que uno de cada 18 cubanos se convirtió en prisionero político. Hoy, Cuba sigue siendo una inmensa mazmorra. Los campos de concentración soviéticos palidecen en comparación. Freedom House estima que unas 500.000 personas pasaron por las cárceles cubanas.

No todas las ejecuciones fueron clandestinas. De hecho, el Che llegó a proclamar, sardónico, ante las Naciones Unidas: "Nosotros ejecutamos, y seguiremos ejecutando". No exageraba: en 1964 el número de ejecutados ascendía a 14.000.

El Che consideraba el derecho a la defensa y al juicio previo una burguesa pérdida de tiempo. "Ante la duda –decía–, es mejor matar". Así ejecutó a 216 personas en la Sierra Maestra, en Santa Clara y en la prisión de La Cabaña.

Este individuo sigue siendo uno de los máximos ídolos de numerosos líderes de la izquierda latinoamericana. Sobre una burda caricatura de idealismo revolucionario, continúan rindiendo homenaje al sanguinario guerrillero. Olvidan que el Che solía firmar Stalin II, y que, al igual que el dictador soviético, ofreció sobradas muestras de su ferocidad. Predicó que los soldados debían vivir del odio. A su juicio, un pueblo sin odio no puede triunfar sobre un enemigo brutal.

Se sirvió del odio y la intolerancia no sólo en el plano simbólico: los empleó como armas de guerra. Promovía el odio "como factor de lucha"; "el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar". ¿Qué idealismo puede albergar un hombre cuya máxima aspiración era convertirse en una "fría máquina de matar"? ¿Son éstos los ideales que ofrece a la juventud el "socialismo del siglo XXI" de Hugo Chávez?

Ernesto Guevara ha sido neciamente idolatrado, no sólo por la torpeza y miopía de los dirigentes e intelectuales de la izquierda, sino por la prolongada barbarie que impuso la revolución cubana. En "La máquina de matar: el Che Guevara, de agitador comunista a marca capitalista", Álvaro Vargas Llosa da cuenta del Che de carne y hueso; del Che sádico, arrogante, sectario y entusiasta de los pelotones de fusilamiento.

Los intelectuales socialistas nunca entendieron que su política de "odio intransigente al enemigo" y su visión apocalíptica de la "reforma agraria" resultaron en un rotundo fracaso cuando fueron llevadas a la práctica en Cuba. Quienes sí lo comprendieron fueron los rudos campesinos bolivianos, que lo rechazaron. El Che reconoció desde las selvas bolivianas: "Las masas campesinas no nos ayudan en absoluto"; lo cual contribuyó a su captura y posterior ejecución.

La verdad sobre el Che comienza a emerger por sobre la ignorancia y el fanatismo. Tarde o temprano, la historia lo recordará como lo que fue: un símbolo de la monstruosidad a que pueden llegar los hombres cuando se dejan llevar por utopías intransigentes que, utilizando el odio y el terror, prometen conducirnos al paraíso socialista. Ésta será la única contribución del Che a la Humanidad.


© AIPE
PORFIRIO CRISTALDO AYALA, corresponsal de AIPE en Paraguay y presidente del Foro Libertario.

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