domingo, octubre 14, 2007

Marcello, Cebrian le debe un jamon a Cascos

lunes 15 de octubre de 2007
Cebrián le debe un jamón a Cascos

No sabemos si Juan Luis Cebrián, apremiado por Ignacio Polanco, que es un hombre razonable, le ha enviado ya a Francisco Álvarez-Cascos un jamón de bellota con una nota manuscrita en la que se debería decir: “Paco, acepta este jamón como ejemplo de nuestro agradecimiento por la famosa ley del fútbol y la televisión que nos ha permitido recuperar el control de las transmisiones televisadas, en Sogecable, que nos habían birlado los de La Sexta y Mediapro. Acepta, Paco, el jamón, ibérico puro, como disculpa por aquella campaña que desde El País y la SER lanzamos en su día contra ti y contra esta ley, a la que se ha agarrado el juez para darnos toda la razón frente a la banda desarrapada y endeudada de Roures, Barroso y Contreras, los chicos de Zapatero, que se van a enterar. Abrazos, J. L. Cebrián (de la Real Academia de la Lengua, por lo de La Rusa). P. D.: Te llamaré a ver si comemos un día de éstos”.
Hay que ver las vueltas que da la vida, las lanzas se vuelven flores y tanto en Prisa como en El País ya están iniciando la era post-Polanco con unos avisos a Zapatero que pueden ir a más si el presidente no pone las cosas en su sitio en lo de la guerra del fútbol audiovisual, y su sitio ya se sabe cuál es: la bolsa de Prisa. Y para redondear la nueva andadura del grupo y de su buque insignia, El País, el rotativo va a tirar su blasonado lema de “diario independiente de la mañana”, para presentarnos el diario “global”, con un diseño nuevo a todo color que esperemos que sea un poco mejor que el que ha estrenado La Vanguardia, porque el rotativo catalán ha ido a peor. Ha perdido imagen de solemnidad y de credibilidad en pos de un diseño que tira hacia lo popular y lo trivial, con muchas fotos y recuadritos, que es lo único que se les ocurre a los diseñadores que quieren “lavarle” la cara a un diario.
Ahora La Vanguardia se parece más a El Periódico, como a este diario que fundara Antonio Asensio se parece también el Público, que, como era de esperar, ha caído en picado en los quioscos desde que dejó de regalar películas en DVD a 0,50 euros. De manera que los de Roures no acaban de gustar por muchas razones, porque parecen un diario gratuito que al final es de pago, porque juegan a competir con El País o El Mundo y no les llegan —ni en firmas, ni en información, ni en calidad— a los tobillos, y porque han perdido la oportunidad de hacer un diario populista y radical de izquierda, una mezcla entre el Bild, The Mirror y Libération, pero para eso hace falta poner un periodista de más peso al frente de la edición, y un editor al frente de la empresa y quitar los comisarios políticos, para que se pueda escribir con total libertad. En suma, algo de talento y un poco de libertad.
Y mientras tanto, Pedro J. sigue con el serial de los 100 artículos de luto a Paco Umbral, quien un día de éstos se presenta, cual fantasma redivivo, ante su señorito y le dice: “Pedro J., déjalo ya, que estás llenado la columna con un espantoso graffiti de aspirantes a periodistas, y de pelotas insufribles. Déjalo ya, y si Ussía no quiere venir, pues haz una rotación o pon a Martín Prieto, que es el mejor y el que tiene mi máquina de escribir. Pero, Pedro J., por el amor de Dios, que está conmigo y con Cela, en los cielos, acaba con ese insufrible serial. Y, otra cosa, deja de mezclar la historia del mundo con la horterada nacional española, porque esos personajes, vistos de cerca como yo los veo ahora en la tertulia del Gijón celestial —donde Alfonso, por cierto, vende lotería de Navidad—, no tienen nada que ver con esas cursiladas que escribes a ver si Anson te mete en la Academia. Lo que será inútil, no te olvides lo que me pasó a mí. Dales un beso a los niños, y que no recen por mí, no hace falta, y adiós”. Y el fantasma de Paco se esfuma dejando a Pedro J. en la mayor confusión, como a Cascos mirando fijamente el jamón de Cebrián. Cosas que pasan, y más que van a pasar.

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