sábado, octubre 27, 2007

Luis Margol, El Pais y la Nebrera me matan

sabado 27 de octubre de 2007
CHUECADILLY CIRCUS
El País y la Nebrera me matan
Por Luis Margol
La gran ventaja de ser free lance es que puedes leer la prensa sin que te reprochen falta de celo profesional. Pero para diligencia, la de los pundits de EP: mientras investigan lo de los terroristas suicidas del 11-M, aún tienen tiempo para estrenar formato y denunciar a los neonegacionistas. California se enfría, descubren calzadas romanas bajo las nieves eternas de los Alpes y en zonas heladas de Groenlandia aparecen restos de construcciones de madera. ¿Recuerdan que en los 80 nos hablaban de la Nueva Glaciación?
Como todos saben, EP luce nuevo look y denominación –ahora es "global", como la chorrada del calentamiento–. Me recuerda al nuevo ABC y a la versión tabloide del londinense The Times. Dadas las dificultades por las que atraviesa el NYT, no me extraña que Prisa haya decidido emular a los rotativos progre-conservadores, aunque yo que ellos me lo habría pensado, pues ni el diario de Murdoch ni el de Vocento pasan por sus mejores tiempos.

A pesar de los cambios cosméticos, poco ha variado en el periódico. Por ejemplo, la sección de Cartas al Director sigue siendo con diferencia la más divertida y desternillante. Izquierdismo casposo camuflado con kilos de la peor cursilería: "Felicidades por este renovado PAÍS que sigue haciendo mejor el país donde crecerá [mi hijo recién nacido] Daniel". Algunos no saben qué hacer para pillar una suscripción gratuita.

El cachondeo continúa en los editoriales y, claro está, en el Fede Affair, que lo salpica casi todo (se recomienda el uso de guantes). Califican de xenófobo al partido ganador de las legislativas suizas porque propugna la expulsión de los extranjeros que cometan delitos graves: si no fuera porque en España basta una condena de un año para darle la patada al inmigrante díscolo, uno pensaría que ZetaP y los suyos pertenecen a una peligrosa secta neonazi.

En las páginas de opinión, Anthony Giddens, sociólogo de cabecera de peperos despistados y consumidores de coles de Bruselas –eso sí que es un peligro medioambiental–, exige mayor intervencionismo para combatir el cambio climático, proclama que es "obligatorio" que modifiquemos nuestras costumbres y culmina lamentando: "Tal vez sea necesaria una catástrofe (...) para que la gente comience a prestar la debida atención". Me pregunto a qué corriente del estalinismo amable pertenece la célebre Tercera Vía del británico. Seguro que Juan Costa y La Salmones conocen la respuesta.

Como antídoto a tanto desatino, les propongo el suplemento "OÉ!" de La Razón, mi daily de referencia, donde cada lunes nos enteramos de todo lo que ha dado de sí la jornada liguera. Lo mejor, "El cabo del miedo", un rifirrafe amistoso entre J. A. Martínez Abarca, que me gusta un rato –los rizos me ponen–, y María José Navarro, a quien cada fin de semana emulo sin éxito –no me refiero a las horrendas gafas de sol ni al desfasado peinado de lesbi combativa, sino al talento–. Más abajo, Tommy Uphill pone a caldo a Fernando Alonso (bocazas, repelente...) y califica de histéricos a sus admiradores, los que llevamos meses indignados por "el contubernio de Munich pagado por Mercedes". Digo yo que tampoco es para tanto. Hoy en día casi nadie es inmune a la pression de la pensée unique, que diría Sarko.

Menos florida y mucho más ordinaria resulta Marina Castaño, quien acusa al Dalai Lama de apoyar las tesis separatistas de Carod Rovira, le tilda de "pobre desinformadito" y afirma categóricamente que el Tíbet es "parte inalienable del territorio chino". Confirmado: el exceso de tinte rubio tiene un efecto nefasto sobre las neuronas. Una cita apócrifa, un insulto y una burrada perpetrados en tan poco espacio dan que pensar. El artículo se titula "Dos bluffs", aunque los malintencionados dirían que en realidad el texto contiene un tercer farol: el de la inteligencia de su autora. Ver para creer.

Cambiando de tema, me gustaría proporcionarles unos cuantos tips turístico-margolianos para que disfruten al máximo su próxima escapada matritense. A la Castaño le sobra con las boutiques de Ortega y Gasset y Serrano –los vecinos de la zona piden que deje de aparcar en doble fila–, pero me consta que mis lectores preferirán sensaciones más fuertes en el puente de Todos los Santos.

Para epatar esta temporada, nada mejor que acercase a Godeamus Easy Cooking, una tienda especializada en gadgets de cocina, y preguntar a Francesca G. Aldrich, que compatibiliza la televisión (Noche de Cine en Intereconomía, Discovery Channel...) con el asesoramiento culinario por las nuevas y exclusivas cestas de Navidad.

Las hay de todas las clases y precios, desde la de vino hasta la infantil, para que los niños trasteen a gusto en la cocina y de paso aprendan a sobrevivir tras la hecatombe climática que se avecina. Mis favoritas son la decorativa, formada por tres preciosos bowls para sopa, arroz o flores secas, y la de ensalada, que cuenta con una gran bandeja donde colocar y ordenar los ingredientes de cualquier plato frío. Recuerden: regalar comida en tiempos de crisis es una grosería, y podría ser tomado como una indirecta. Además, la tienda está a tiro de piedra del estadio Santiago Bernabeu: así que, mientras sus maridos babean ante los trofeos del club más global, ustedes pueden hacer algo de provecho.

Si lo que les gusta es una buena comida en un ambiente amable y sofisticado, no dejen de reservar mesa en Divina La Cocina, el mejor restaurante de Chueca. Les recomiendo las croquetas caseras, las ensaladas y los pescados, y de postre el flan de romero y la fastuosa bomba de chocolate. El ambiente es acogedor (pocas y amplias mesas, iluminación directa, colores cálidos), y los camareros, fornidos y simpáticos: destacan dos mulatos venezolanos sacados de algún ring de boxeo, aunque las apariencias engañan, pues ambos son más dulces que la miel, e incluso admiten bromas –sólo las mías.

Los borrachines de toda la vida deben acercase a Museo Chicote, que desde su renovación, hace tres años, ha recuperado su posición como el cocktail bar más chic y desenfadado de la capital. Pueden saborear un delicioso Cosmopolitan, la bebida de Carrie Bradshaw, a media tarde, y luego disfrutar de las sesiones nocturnas, animadas por los DJ más punteros. Ambiente pijo-moderno, aunque sin pasarse, y bastante ligoteo hetero.

Los veinteañeros y víctimas del botox quizá prefieran la mítica Long Play, de la Plaza Vázquez de Mella, reconvertida en dance club ambiguo y desinhibido por obra y gracia de un magnífico equipo de relaciones públicas liderado por el rubio Javier, un querubín de metro ochenta ataviado con camisetas ceñidas y políticamente incorrectas. En la planta de arriba se puede fumar, bailar techno y seducir en unos sillones largos y cómodos. En la de abajo la atmósfera es mucho más alocada, como de fiesta de cumpleaños masiva, y la tolerancia general permite que a partir de las tres de la mañana algunos enciendan cigarrillos en la zona de la barra del fondo. Lo de menos es la música, una combinación de divas americanas, ritmos de siempre y las últimas novedades del Miami Sound pachanguero. Frente a la pista, una inmensa tarima a dos metros de altura donde reinonas andinas y maripijas zona sur contonean sus minúsculas caderas con más gracia que la mismísima Jennifer López. Atrévanse.

Y si lo que buscan es un poco de high culture, no se pierdan esta exposición sobre las revistas ochenteras de vanguardia, restos de aquella rebelión quevediana contra poetas güeros ahogada a golpe de subvención por los hijos de la vanidad y la porfía. La fuerza siempre estuvo del lado de las instituciones; la valentía, nunca.

***

A punto de concluir estas líneas, me emociono con el llamamiento de mi amiga Carina Mejías, la whip del PP en el Parlament, a la insurrección contra el tripartido catalán a través de las ondas de COPE. Es como en los años 70 pero sin cócteles molotov en el bolso. Supongo que a la insumisa Nebrera y su cuchipanda (otras dos como ella, no se crean) la protesta les parecerá un acto de españolismo intolerable. Montse prefiere lucir palmito en los platós de Cuatro y tirar de la Visa Oro de algún colegui. Cría cuervos…


Enquire within: chuecadilly@yahoo.es

http://findesemana.libertaddigital.com/articulo.php/1276233922


Navegante
La titiritera del PP ataca de nuevo
Mientras grandes masas de fans enfervorecidos se bajan Azuloscurocasinegro, la última de Superman es ignorada vilmente.

Daniel Rodríguez Herrera

El empeño de la diputada popular Rodríguez-Salmones por actuar en contra de los intereses de sus votantes es como para hacer perder la fe en los beneficios de la democracia liberal a todo un Benjamin Franklin. La cómplice de Teddy Bautista ha criticado el plan antipiratería por el que usted y yo pagamos las campañas de la SGAE no porque se malgaste dinero público en esos menesteres, sino porque ha fracasado. Escandalizada por las cada vez más exiguas cifras del cine español, ha acusado a la piratería a través de Internet de ser la responsable de "una caída de espectadores y recaudación del cine español alarmante" y reclamó un pacto con las empresas de telecomunicaciones para luchar contra ese "delito".
Según la inteligencia preclara de la responsable de Cultura del partido de Rajoy, Internet es culpable de que la gente cada vez acuda menos al cine español. Por eso mismo ha aumentado en recaudación y porcentaje el cine estadounidense. No hay más que pasarse por los sitios web con enlaces para descargar películas con eMule o BitTorrent, a las que imagino que cerrará Calvo en cuanto aprueben su ley fascista, para ver que no tienen nada más que películas españolas, mientras que los grandes estrenos de Hollywood pasan completamente desapercibidos, cuando no despreciados y escarnecidos. Mientras grandes masas de fans enfervorecidos se bajan Azuloscurocasinegro, la última de Superman es ignorada vilmente.
Cuando la diputada no está ocupada llamando, literalmente, ladrones y mafiosos a sus votantes, pergeña leyes que ayuden a que una parte importante de la población española, la que copia música y películas para uso personal, cometa un delito que hace medio año no existía. Pero dado que dichas leyes parecen estar redactadas al alimón entre ella y Carmen Calvo, sólo cabe esperar que se les cuelen errores como el que me envía Ana. La nueva ley incluye una disposición transitoria que especifica las cifras que se han de pagar por el canon por copia privada. Primero especifican una cifra distinta dependiendo de si se trata de un DVD de datos o de vídeo, una diferencia que imagino que sólo se podrá averiguar consultando a un astrólogo. Pero lo más gracioso es que para uno especifican un canon de 0,30 euros la hora y para otro 0,70 euros... ¡pero la misma cantidad por minuto, es decir, 0,011667 euros! Será que disponen de un sistema matemático avanzado al que sólo tienen acceso legisladores escogidos.
Mientras las empresas y trabajadores del entretenimiento (culturales, dirán) sigan empeñados en parar el reloj de la historia en beneficio propio, sus acciones tendrán al menos el efecto colateral y completamente involuntario de permitirnos ver qué políticos están a su servicio y no al de sus votantes. Por el momento, no hay muchos que salgan bien parados. Pero pocos podrán presentar una hoja de servicios tan lamentable como la diputada Rodríguez-Salmones.
Por cierto, me dice Ana que el juicio que le ha puesto la SGAE comienza el 15 de enero. Crucemos los dedos.
Daniel Rodríguez Herrera es editor de Liberalismo.org y Red Liberal y vicepresidente del Instituto Juan de Mariana.
Nota: El autor autoriza a todo aquel que quiera hacerlo, incluidas las empresas de press-clipping, a reproducir este artículo, con la condición de que se cite a Libertad Digital como sitio original de publicación. Además, niega a la FAPE o cualquier otra entidad la autoridad para cobrar a las citadas compañías o cualquier otra persona o entidad por dichas reproducciones.
http://www.libertaddigital.com/index.php?action=desaopi&cpn=35091

EL PP NO RESCATARÁ COMPETENCIAS AUTONÓMICAS

Costa identifica los desafíos de España con los de ZP: "Clima, pobreza y seguridad"
Cambio climático, lucha contra la pobreza y seguridad. Estos son los desafíos de España, según el director del programa electoral del PP. La agenda coincide, en esencia, con la de Rodríguez Zapatero, que ha decidido hacer de la "lucha contra la pobreza" y del supuesto "cambio climático" –para el que no existe consenso científico, y a pesar de que la NASA acaba de reconocer un importante error de medición de las temperaturas de la serie histórica en Estados Unidos– ejes de su oferta política. En una extensa entrevista concedida a La Razón, Juan Costa señala que "el balance de Aznar es importante, pero el PP debe moverse con la sociedad". Ni una mención a la traición con ETA, al terrorismo, a la política del "cinturón sanitario" contra el PP o al programa de adoctrinamiento masivo de Educación para la Ciudadanía.

(Libertad Digital) El director del programa electoral del PP indica las prioridades de un futuro gobierno presidido por Mariano Rajoy: política económica para la "igualdad de oportunidades", educación y respuestas para los "nuevos desafíos de España" que, a su juicio, se resume en "un mundo global afectado por problemas como el cambio climático, la lucha contra la pobreza o la seguridad".

En conversación con el diario La Razón, su interlocutora periodística tiene que insistir en algunas preguntas, para obtener una respuesta clara de Juan Costa.

Es el caso, por ejemplo, del programa económico que el PP presentará a las próximas elecciones.

El PP ofrecerá una política "que permita recuperar la confianza, reformista, que defienda la bajada de los impuestos, que tenga en cuenta que la educación es la política económica más importante y que, en su conjunto, fortalezca la igualdad de oportunidades y ayude a compatibilizar la vida familiar y laboral".

Cuando se le pregunta si el PP fortalecerá su discurso nacional para contrarrestar la irrupción del nuevo partido de Rosa Díez y Savater con un mensaje nacional muy claro, Juan Costa recuerda que el PP es un partido "comprometido con la España constitucional y vamos a seguir siéndolo".

"A diferencia del PSOE", añade Csota, el PP "aspira a gobernar para el conjunto de los españoles y con un objetivo, muy claro, conseguir que toda la sociedad se movilice en una misma dirección para que España sea un país competitivo y con una de las sociedades más igualitarias".

Una de las bazas del nuevo partido político, o "tercera vía", es la propuesta de que el Estado rescate determinadas competencias que hoy están en manos de las Comunidades Autónomas, para evitar que se repitan casos como el del caos ferroviario de Cataluña.

La respuesta de Costa es evasiva: "Los ciudadanos tienen derecho a saber quién es el responsable de hechos tan graves".

Cuando la periodista insiste en si el PP propondría algo parecido, Costa vuelve a escabullirse:

"Ya le he dicho que una prioridad política es que los ciudadanos identifiquen a los responsables". A continuación, es un poco más explícito y deja ver que, en principio, el PP no es partidario del rescate de competencias:

"Conviene tener en cuenta", lo justifica, "que cuando se plantea una reforma constitucional hay que compartir con el conjunto de la sociedad sus objetivos y tiene que estar sometida al más amplio consenso".

En la misma entrevista, Juan Costa enfrenta varias preguntas sobre Rodrigo Rato, dada la afinidad personal que se le atribuye con el ex vicepresidente.

El director del Programa electoral deja claro que "soy un hombre del PP, me ilusiona enormemente el proyecto de Mariano Rajoy y he tenido la gran fortuna de trabajar con Rodrigo Rato durante muchos años y le tengo un gran aprecio y admiración. Pero éste no es un partido de familias".

TRIBUNA: ANTHONY GIDDENS
Cambiar el estilo de vida
ANTHONY GIDDENS 22/10/2007

La necesidad de cambiar nuestro estilo de vida y la manera de conseguirlo son las dos preocupaciones fundamentales de la política actual. Varios de los grandes problemas que hoy afrontamos serán imposibles de resolver mientras los políticos no puedan, de una u otra forma, convencer a la gente para que cambie sus hábitos de vida. Los temas que hay que abordar son muchos y muy variados: la obesidad y otros aspectos relacionados con la salud, el consumo de alcohol entre los adolescentes, la conducta antisocial, los bajos índices de natalidad, hasta llegar al más trascendental: el cambio climático.
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Desde la obesidad al cambio climático, se requiere más acción gubernamental
En muchos sentidos, es un nuevo orden de prioridades. El Estado de bienestar tradicional consistía, en gran parte, en ocuparse de las consecuencias de los problemas cuando ya habían ocurrido: si alguien pierde su puesto de trabajo, el Estado le da unas prestaciones hasta que consiga otro; si tiene un hijo, le ayuda con lo necesario; si cae enfermo, el sistema de salud se encarga de él. Hoy tenemos que ser más intervencionistas. Los niveles de obesidad, en aumento constante -son ya casi una tendencia mundial, presente incluso en Japón-, podrían anegar el sistema de salud de aquí a diez o veinte años. La obesidad, o el mero hecho de tener un sobrepeso considerable, acarrea un riesgo mucho mayor de padecer problemas de corazón, diabetes, cáncer y otras enfermedades. En el caso del cambio climático, si no pasamos a la acción, el mundo en el que vivan nuestros hijos y nuestros nietos será verdaderamente miserable. La tecnología tiene su función, pero es obligatorio que modifiquemos nuestras costumbres.
La primera duda que surge está relacionada con la libertad. ¿Qué derecho tienen los gobiernos a inmiscuirse en la forma de vida de sus ciudadanos? ¿No debe tener todo el mundo libertad para destruirse como quiera? Desde luego, existen ciertas áreas poco claras. No obstante, se pueden establecer unos cuantos principios generales. En primer lugar, los niños están en distinta situación que los adultos. Por ejemplo, es completamente legítimo sugerir que los niños tengan la posibilidad de comer de forma sana en el colegio, que se prohíba instalar en las escuelas máquinas de golosinas o que la publicidad dirigida a los niños esté sometida a unas normas. En el caso de los adultos, los límites no están tan definidos, pero, como mínimo, podemos decir que la intervención puede estar justificada cuando las libertades de unos significan restringir las de los demás. Por ejemplo, si ahora derrochamos los recursos de la tierra, estamos afectando la forma de vida de las generaciones futuras. Además, podría decirse que algunos tipos de comportamiento autodestructi
-vo, más que ser una manera de expresar la libertad, la limitan. Las personas adictas a una sustancia o una conducta específica no son libres, porque no controlan su hábito, sino que el hábito las controla a ellas.
Existen ya algunos ejemplos de intervenciones que han conseguido cambiar el modo de vida. Uno de los más célebres es el de Karelia del Norte, en Finlandia. Los habitantes de esta zona tenían un índice muy elevado de dolencias cardiacas y otras enfermedades relacionadas con el consumo de alimentos ricos en grasas. En los primeros años setenta se creó un programa para ayudarles a cambiar su dieta. Casi todas las acciones se llevaron a cabo en la propia comunidad. La industria alimentaria contribuyó con la fabricación de productos lácteos bajos en grasa y la reducción de la sal en los alimentos. Entre 1970 y 1992, los índices de mortalidad por dolencias cardiacas disminuyeron en un 57%.
En algunos países, la implantación del uso obligatorio de cinturones de seguridad en los coches chocó al principio con la oposición de los grupos defensores de las libertades civiles. Sin embargo, pronto se generalizó y, desde entonces, ha salvado muchas vidas en las carreteras. Otro ejemplo relacionado con el comportamiento al volante es el de la conducción tras haber consumido alcohol. La combinación de leyes sancionadoras y campañas que estigmatizan a quienes conducen bebidos ha producido cambios de comportamiento. Las campañas para reducir el consumo del tabaco son otro caso interesante. En la mayoría de los países que las llevan a cabo, el uso del tabaco se ha reducido, y, en varios países, la gente ha demostrado que está dispuesta a aceptar la prohibición absoluta del tabaco en los lugares públicos. California es un caso muy logrado. El consumo de tabaco entre los adultos ha bajado a menos del 15%, frente a más del 50% hace veinte años.
En general, parece que los mejores resultados se obtienen con una mezcla de palo y zanahoria. Y casi siempre interviene la influencia del grupo: una persona está dispuesta a cambiar de conducta si cambian otras por las que siente respeto. Conductas que antes eran aceptables se vuelven deshonrosas, como ha ocurrido con la conducción bajo los efectos del alcohol. Los impuestos pueden tener un papel importante, sobre todo cuando se utilizan como incentivo, aunque no tienen tanto efecto cuando se trata de modificar un comportamiento adictivo. En muchos países, el precio del tabaco se ha multiplicado, pero no parece que eso, por sí solo, haya empujado a mucha gente a dejar el hábito.
¿Existe algún factor de conducta que influya prácticamente en todos los aspectos de nuestro estilo de vida? Sí. Uno de los más importantes es el que los economistas llaman, con cierta tosquedad, el "descuento hiperbólico". Si a una persona le dan a escoger entre 50 euros hoy o 100 euros mañana, lo normal es que prefiera esperar a los 100. Pero si el plazo de tiempo es de un año, casi todo el mundo prefiere quedarse con los 50 euros en mano. Las consecuencias futuras -buenas o malas- no suelen contar mucho en nuestras decisiones actuales. Cada año, en el Reino Unido, se someten a cirugía de bypass miles de personas, pero sólo el 10% de ellas introduce después en su vida los cambios necesarios para evitar nuevas complicaciones, entre las que puede estar una muerte prematura.
El "descuento hiperbólico" es uno de los principales factores que explican la actitud tan perezosa de la mayoría de la gente ante las amenazas del calentamiento global. Según los sondeos, la mayoría acepta que el cambio climático es una realidad y que la causa está en nuestro propio comportamiento. Sin embargo, la proporción de gente que está dispuesta a modificar ese comportamiento de forma significativa es muy baja. Lo que eso implica es inquietante. Las campañas de concienciación y los eco-impuestos, por muy meditados y organizados que estén, tienen una repercusión marginal. Tal vez sea necesaria una catástrofe -algo que ocurra en el presente- claramente atribuible al calentamiento global para que la gente empiece a prestar la debida atención.
Anthony Giddens es sociólogo británico. Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.

http://www.elpais.com/articulo/opinion/Cambiar/estilo/vida/elpepuopi/20071022elpepiopi_4/Tes

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