lunes, octubre 15, 2007

Ignacio Villa, Zapatero esta triste

martes 16 de octubre de 2007
Fin de ciclo
Zapatero está triste
Todo ha ido demasiado lejos; todo está tan deteriorado que rectificar ahora es prácticamente imposible. Zapatero está triste, y lo está con razón. Ha empezado a ver el final de su camino.

Ignacio Villa

Dicen que Rodríguez Zapatero está triste. ¿Qué tendrá Zapatero? Los que estuvieron con él en Toledo el pasado sábado cuentan que lo vieron cabizbajo y preocupado en la reunión que mantuvo con los barones socialistas. Y es que el presidente del Gobierno ha recibido un duro golpe con los abucheos y los silbidos que le dedicaron el día de la Fiesta Nacional. Este lunes, en el Foro de ABC, ha llegado a reconocer que fueron muchos los que le desaprobaron durante el desfile del 12 de octubre en la plaza de Colón. Parece como si Zapatero hubiera pisado tierra repentinamente y se hubiese dado cuenta de que su crédito político está en las últimas y que el fin de su recorrido está ya a la vista.
Es la primera vez que el presidente del Gobierno no oculta en público su bajo estado de ánimo. Zapatero está incubando, sin duda, una clara depresión política. Presenta abundantes síntomas. El jefe del Ejecutivo pensaba que a la vuelta de vacaciones bastaría con algunas de sus habituales frases vacías, algunas trampas políticas y los habituales golpes de imagen para solucionar el evidente desgaste de la legislatura. Por el momento, lejos de conseguirlo, ha entrado en el pozo del desánimo, el desasosiego, el hundimiento.
Si sólo afectara a Zapatero, y padeciéramos de su sectarismo, podríamos incluso regocijarnos. Pero este es un mal escenario para los españoles, porque un presidente del Gobierno triste y desbordado, que además es consciente de que puede perder las elecciones generales, es un peligro para todos, pues será capaz de lo que sea con tal de intentar recuperar el terreno perdido.
Zapatero, encerrado como estaba hasta ahora en su torre de marfil, aislado como estaba de la realidad viviendo en el mundo de sus proyectos visionarios y trasnochados, incapaz como era de responder a las verdaderas inquietudes y preocupaciones de los españoles, ha empezado a darse cuenta de que el poder se le está escapando entre las manos. El presidente ha aterrizado en la dura realidad que aduladores y colaboradores le habían ocultado y de la que el propio Zapatero había procurado huir. Ha pisado tierra firme y se ha estremecido. El panorama es desolador para un presidente que podría quemar su trayectoria política en sólo cuatro años de legislatura.
Todo ha ido demasiado lejos; todo está tan deteriorado que rectificar ahora es prácticamente imposible. Zapatero está triste, y lo está con razón. Ha empezado a ver el final de su camino.

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