lunes, octubre 15, 2007

GEES, Irak en primer plano

martes 16 de octubre de 2007
Victoria a la vista
Irak en primer plano
Ahora ha tocado el turno del silencio informativo. Ya saben, las buenas noticias no son nunca noticias, particularmente si vienen de Bagdad.

GEES

Ya no se habla tanto de Irak. De hecho, apenas se encuentran referencias periodísticas y mucho menos en primera plana. Hasta la televisión de Rodríguez Zapatero ha dejado de emitir imágenes espantosas de lo que ocurre en aquel país. ¿Y por qué? ¿Por qué no se habla ya tanto sobre Irak? Por una razón bien sencilla: porque la situación allí, sobre el terreno, está mejorando. Ya no hay tantos muertos ni atentados suicidas. ¿Y por qué no hay ya tanta violencia? Otra respuesta bien sencilla: porque la llamada "nueva estrategia" de Bush, conducida con mano firme por el general Petraeus, está dando sus mejores frutos.
Por eso no se quiere ahora hablar de Irak. Todos los que han dado por perdida esta guerra (y la han dado por perdida muchos y muchas veces) no pueden aceptar con facilidad su persistente equivocación. Es más, quieren y necesitan que se siga pensando que la guerra en Irak está perdida y que sólo puede acabar en una humillante derrota. Muchos en Europa, como el Gobierno español, lo desean para frenar a unos Estados Unidos que ven demasiado poderosos, demasiado unilateralistas, demasiado anclados en el uso de la fuerza, demasiado deseosos de defender sus intereses nacionales; otros en la propia América lo quieren porque ansían ver a su actual presidente, George W. Bush, castigado políticamente. No tanto por su intervención en Irak, sino porque nunca han aceptado a un presidente neoconservador, tejano, religioso, decidido y orgulloso de defender sus valores.
Pero hete aquí que la guerra se les empieza a torcer a los derrotistas y que la victoria es ya algo imaginable. Los militares americanos están convencidos de que su principal enemigo allí, los miembros de Al Qaeda en Irak, están siendo severamente castigados y que en estos meses podrían, incluso, habérsele asestado golpes lo suficientemente dañinos como para poner en peligro su capacidad de actuación y a la organización misma. Los datos sobre ataques suicidas, reducidos en dos tercios desde que se completó el despliegue de la nueva estrategia a finales de junio, avalarían esta valoración.
Igualmente, la cooperación de los suníes con las fuerzas de la coalición para derrotar a los terroristas de Al Qaeda, que quedó bien patente con la reconquista de la provincia de Anbar, ha seguido extendiéndose a otros campos lo que, sin duda, avanzará en una necesaria integración en la dinámica política y, finalmente, hacia la reconciliación nacional. Antes del verano, sólo unos mil suníes se habían presentado voluntarios a las fuerzas de seguridad iraquíes. Esa cifra se ha multiplicado por quince en el último mes.
El secreto de Petraeus no reside en un contingente norteamericano más potente. De hecho, ya ha anunciado recortes en los niveles de fuerza desplegados en Irak. La clave está en una sabia combinación de soldados norteamericanos e iraquíes. Es esa coordinación de esfuerzos, junto a la adopción de nuevas tácticas destinadas a mejorar la relación de las tropas con la población local, así como el empleo continuo de fuerzas especiales contra los terroristas de Al Qaeda es lo que hay detrás de su éxito.
Quien no quiera ver el progreso que se está logrando en Irak es porque está motivado por prejuicios contra la guerra o, aún peor, está buscando unos beneficios políticos que no podría encontrar más que con la derrota en Irak. Llámense Rodríguez Zapatero o Partido Demócrata.
La victoria en Irak es hoy algo tangible y posible. No está asegurada aún. Sobre todo si todos los que integran ese amplio frente de derrotistas se niegan a aceptar que estaban más que equivocados. Su negación de la realidad aún puede provocar la derrota forzando una retirada prematura. Al fin y al cabo, si hoy hay más perspectivas para Irak se debe a que los iraquíes se han convencido de que los norteamericanos se quedarán allí hasta que acaben su trabajo, esto es, hasta garantizar un clima libre de violencia donde pueda prosperar una sociedad libre y tolerante. Eso se lo deben al empeño de Bush y no, desde luego, al huidizo Zapatero.
Cuando los derrotistas ganan perdemos todos. Ahora ha tocado el turno del silencio informativo. Ya saben, las buenas noticias no son nunca noticias, particularmente si vienen de Bagdad.
GEES, Grupo de Estudios Estratégicos.

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