jueves, octubre 25, 2007

Chivite, Esos seres

Esos seres (F. L. Chivite)
26.10.2007 -

Aburrida la democracia? Bueno, a veces se suele decir que la democracia es aburrida. En el sentido de que, si fuera realmente una democracia, todo debería funcionar en ella de un modo medianamente razonable. Sin grandes sobresaltos. Y como embarcado en una amable rutina, por decirlo así. En fin, no lo sé. Primero habría que determinar qué es lo razonable, y también en eso nos costaría ponernos de acuerdo. Y luego habría que ver si lo razonable resulta en efecto aburrido o no. Y para quién. Aunque, si el aburrimiento es lo contrario a la tragedia, yo me apunto al aburrimiento sin dudarlo. De todas formas, y a pesar de que no nos queda otro remedio que confiar en la actividad política, y en que a la larga se acabe poco a poco imponiendo la racionalidad (o en todo caso algo más o menos parecido a una especie de aproximación a la racionalidad), lo peor de todo son siempre los políticos, no me digan que no. Esos seres. Esos seres irracionales, iba a decir. Permítanme una vez más que hable así de los políticos, en sentido general. De hecho, conforman una clase. Sean del partido o de la ideología que sean. Y como tal se reconocen y en el fondo se necesitan. Tienen sus códigos y sus claves. Gustos y motivaciones parecidas. Sus patologías y extravíos son de naturaleza similar. E inevitablemente practican lo que podría denominarse un cierto 'sprit de corps', algo así como una solidaridad, un corporativismo, entre poderosos. Lo que suele repugnar al ciudadano medio y dar pie a algunas malvadas caricaturas como las del viejo Mencken cuando soltaba, allá por los años veinte, dardos tan actuales como que «cuanto más astuto es el político, más cosas cree y menos cree en ellas». O como aquello del Mairena de Machado que definía al político como «el hombre capaz de resbalar más veces en la misma baldosa, el que nunca escarmienta en cabeza propia». O aquella otra genialidad de Woody Allen: «La vocación del político profesional es hacer de cada solución un problema». Frases como ésas y mucho más crueles se pueden encontrar a cientos en Internet. El papel del político en la era de la información tiene que ser difícil a la fuerza, eso lo sabemos. Y a veces, no puede evitar uno sentir incluso una cierta piedad por ellos. Pero no dura. Que los políticos tengan que recurrir a agitar la irracionalidad para intentar contrarrestar la racionalidad de su oponente es el verdadero cáncer de esta profesión. Y lo que resulta más imperdonable. Que nunca, de ninguna manera, pueda permitirse un político admitir públicamente el acierto o la razón del adversario es algo perverso en sí mismo. Y algo que con frecuencia les hace pasar un ridículo espantoso, ejemplos no faltan. Pero bueno.

http://www.elcorreodigital.com/vizcaya/prensa/20071026/opinion/esos-seres-chivite-20071026.html

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