La gran encuesta electoral tendrá lugar, "de verdad", el 27 de mayo
Pedro Vicente
Una cosa son los sondeos, y otra los votos. Canarias, Baleares y Navarra, por un lado, y Castilla-La Mancha y Extremadura, por otro, van a ser la piedra de toque de PSOE y PP.
5 de abril de 2007. La cuenta atrás hacia las elecciones del 27 de mayo está lanzada y en poco mas de mes y medio acudiremos a las urnas para elegir nuevos ayuntamientos y renovar los parlamentos y gobiernos de las 13 comunidades autónomas de "régimen común". En realidad, los partidos no han esperado a que se convocaran oficialmente estos comicios para poner en marcha sus maquinarias electorales. La precampaña comenzó hace ya unos cuantos meses y en ella las principales fuerzas en liza han invertido ya no pocos esfuerzos y considerables recursos económicos. Todos son conscientes de lo que está en juego en unas elecciones cuyo carácter de primarias nadie puede discutir. De entrada, las elecciones municipales -que son generales, puesto que a ellas está convocado todo el cuerpo electoral- permiten medir con plena exactitud el respaldo popular de cada fuerza política. Con independencia del nuevo reparto de poder municipal (asunto condicionado a los pactos poselectorales), siempre se obtiene un importante indicador: la suma total de votos de cada formación política en el conjunto de España. Un dato que en el año 2003 resultó favorable al PSOE por una diferencia de 123.000 votos (0,54%). Ése será el principal dato a extraer el 27 de mayo: si los socialistas siguen por delante en voto popular, o el por el contrario, el PP consigue arrebatarles esa mayoría simbólica. Canarias, Baleares y Navarra, objetivos socialistas Junto al indicador del voto real, quedará la nueva distribución del poder local y autonómico, cuántas alcaldías importantes cambian de color y si hay vuelco político en alguna de las 13 comunidades autónomas en juego. Los socialistas centran sus expectativas en Canarias, Baleares y Navarra. En Ferraz están convencidos de que el ex ministro de Justicia, Juan Fernando López Aguilar, será, previo pacto con Coalición Canaria, el nuevo presidente de esa comunidad insular. En Baleares, su aspiración pasa por reeditar el "multipartito" de Francesc Antich, desalojando de nuevo a Jaume Matas. Las posibilidades de desbancar a Miguel Sanz en Navarra son más reducidas, dado el margen de que dispone la coalición UPN-CDN. Por su parte, el Partido Popular tiene puesto su punto de mira en Castilla-La Mancha y Extremadura, convencido de que el voto socialista en esas comunidades se verá resentido por las ausencias de José Bono y de Juan Carlos Rodríguez Ibarra. Tras el fiasco que supuso Adolfo Suárez jr., en Génova se ha apostado muy fuerte por María Dolores de Cospedal en su duelo con José María Barreda. Más dificil lo tiene en Extremadura Carlos Floriano frente a Guillermo Fernández Vara, el "delfín" de Ibarra. Nuevo examen para Rajoy En realidad, Rajoy saldría muy airoso del 27-M si el PP conservara sus actuales cuotas de poder autonómico. Desalojar a los socialistas de algunas de las comunidades que gobiernan sería para él un gran éxito, como también lo sería erigirse en fuerza bisagra para poder pactar con CiU en el Ayuntamiento de Barcelona. A sensu contrario, perder el gobierno de Baleares o de Navarra (Canarias, a fin de cuentas, estará en manos de los nacionalistas de CC, lo mismo que Cantabria, donde pase lo que pase repetirá el regionalista Miguel Ángel Revilla) supondría un revés para el líder del PP, que ya arrastra en su debe la derrota electoral en Galicia. Con frecuencia se recurre al tópico según el cual la única encuesta electoral fiable es la de las urnas. El resultado que éstas arrojen el 27-M será un formidable sondeo de cara a las legislativas de 2008. Sin olvidar que en todos los comicios, por más que se intente camuflar, indefectiblemente siempre hay ganadores y perdedores. El llamado "empate técnico" no es mas que una filfa hábilmente utilizada por las empresas demoscópicas.
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