jueves, abril 08, 2010

Jose Melendez, El ocaso de una estrella

jueves 8 de abril de 2010

El ocaso de una estrella

José Meléndez

E L demoledor auto del magistrado Luciano Varela, pleno de rigor jurídico, que señala los presuntos indicios de prevaricación cometidos por el juez Baltasar Garzón y desmona las alegaciones de la defensa de este último, significa (si no prosperan los posibles recursos que ampara la ley) una puerta abierta para que el Tribunal Supremo juzgue al juez encausado por el mas grave delito que puede darse en la carrera judicial y que puede implicar la suspensión cautelar de sus junciones jurisdiccionales y una condena de hasta 20 años de inhabilitación.

Es el ocaso de una estrella, que ha terminado estrellada en su propia egolatrí y su sectarismo ideológico, dos circunstancias que estan totalmente reñidas con la mparcialidad que debe mostrar un juez al que solo debe guiar el cumplimiento de la ley sin someterse otras consideraciones.

El primer juez estrella que apareció en el firmamento judicial fue el valenciano Manglano, que tomó en sus manos el llamado “caso Naseiro” en 1.990 –y que costó la renuncia a su cargo del entonces tesorero del Partido Popular- contra otros dos populares, Angel Sanchos, diputado nacional, y Salvador Palop, diputado regional. Al final, el caso quedó en nada, pero Manglano se dedicó a detallar concienzudamente ante la prensa todo lo acontecido en sus interrogatorios, incluso que Palop se sentó una vez en sus rodillas llorando e implorando árnica.

Garzón ha sido mas listo, aunque ha procurado siempre hacer ostentación de su sabiduría jurídica, abarcando muchos mas procedimientos de los que podía soportar su sala número cinco de la Audiencia Nacional, dando siempre preferencia a los que tenían un marcado tinte político y una lógica trascendencia en la voracidad informativa de la prensa. Pero se ha pasado de frenada y ahora paga las consecuencias, porque además del procesamiento por esta causa de prevaricación, tiene otras dos mas con el mismo horizonte penal. La causa por la que es imputado tiene como base la interpretación de ese burdo y sesgado engendro que se llama Ley de la Memoria Histórica, que pretende reivindicar a las víctimas de un solo bando de la Guerra Civil, ignorando las del bando contrario, con miles de fusilados por las tenebrosas “brigadas del amanecer” en las cunetas o en los muros de Paracuellos. A sabiendas de que esa causa no era de su competencia jurisdiccional, llevó el procedimiento adelante y comenzó a cavar hoyos por toda la geografía española en busca de restos de los fusilados por el franquismo. Llegó hasta a pedir el certificado de defunción de Franco y este jueves, el caricaturista Puebla ha publicado una elocuente caricatura en la que Garzón se lamenta: “Debe haber sido un error, porque pedí un certificado de defunción y me han enviado el mío”,

Pero si es rechazable el comportamiento profesional de Garzón lo es aún mas la agria y ruidosa defensa que el socialismo en pleno ha desencadenado a favor del juez en apuros. Desde el propio Zapatero hasta los sindicatos –que no se yo lo que tendrán que ver en este asunto- los socialista han hecho una piña a favor de su juez, que no va a servir de nada porque la ley es igual para todos y sigue adelante. La consigna es pregonar que a Garzón lo quiere inhabilitar la ultra derecha, apoyándose en un pretendido extremismo derechista de los querellantes.

Hace ya tiempo que la izquierda ha ganado a la derecha la batalla de la sintaxis. Ha conseguido ordenar las palabras de la forma mas conveniente a su discurso y les ha dado el significado mas acorde con sus planteamientos, apoyada en el perfecto funcionamiento de su bien engrasado aparato propagandístico. De esta forma si un derechista es radical en su pensamiento es un “ultra” (lo que significa poco mas o menos que mentarle a la madre) mientras que un radical de izquierdas es un “militante”. Y, por extensión, la derecha es signo de retrogradación, de intransigencia y de despotismo, mientras la izquierda representa las virtudes de la libertad y la humanidad. Cuando la izquierda toma una iniciativa, surgen como setas tras la lluvia multitud de asociaciones y plataformas de apoyo, mientras que la derecha –y este es su pecado- se rasca el ombligo y se deja ganar el terreno. La izquierda es asamblearia, multiforme y ruidosa mientras la derecha se dedica a otros menesteres mas reposados y, por los resultados, menos productivos.

La masa coral socialista se ha vuelto ahora contra los magistrados del Tribunal Supremo y contra los que conforman el Consejo General del Poder Judicial que tiene que suspender cautelarmente a Garzón, como toda la presión del gobierno se ha volcado sobre el Tribunal Constitucional que tiene que pronunciar la sentencia sobre la inconstitucionalidad del Estatuto de Cataluña, un parto que dura ya mas de tres años y que tiene unas indudables consecuencias políticas. Felipe González se dio cuenta de la importancia que tiene el poder judicial –aunque Alfonso Guerra volviera a enterrar a Montesquieu- y redactó una Ley del Poder Judicial a su medida y ahora Zapatero sigue por el mismo sendero, pero se le ha quedado en el camino uno de sus mejores baluartes judiciales. El pecado que Garzón ha cometido por su desmesura le va a costar caro al gobierno socialista, sobre todo cuando otro juez se haga cargo del sumario del chivatazo policial al proetarra Joseba Elusúa, dueño del restaurante El Faisán, y salgan a relucir aspectos comprometedores que Garzón ha mantenido ocultos durante tres años.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=5642

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