sabado 1 de marzo de 2008
Emoción, sí; tensión, no
MERCEDES DE LA MERCED
Habrá que repetirlo mil veces. En política no vale todo. La política es emoción y también ilusión. No es tensión, que provoca miedo, ni tampoco insulto. No es la estrategia que el PSOE está invocando durante esta campaña: que vienen los xenófobos, los homófobos, la extrema derecha, los fascistas, los mafiosos, la «turba infame», como nos califica Pepe Blanco. Hemos aguantado los carteles del PSC, la campaña del «No es lo mismo» y ahora viene González a caldear más el ambiente con un provocador e inadmisible «imbécil». Pero no vamos a caer en la treta de la crispación. Es lo que buscan y el electorado debe tomar buena nota.
González ya había ofendido a Rosa Díez. No tendrá otros argumentos. Dónde quedan el debate de las ideas, la búsqueda del bien común, la esperanza en la resolución de los problemas. Luego dirán que «No es lo mismo». No, claro. En el PP creemos en nuestro proyecto de mejorar y avanzar juntos, sin dejar a nadie fuera. El objetivo del PSOE es que no gobernemos.
Son muchos los ciudadanos que se muestran desalentados por la tensión auspiciada desde el partido que gobierna y que les avergüenza. Me preocupó, especialmente, que algunas personas de un municipio gallego gobernado por los socialistas me pidieran por favor que no las enfocaran las televisiones porque podía perjudicarlas. ¿Miedo a quién? ¿Libertad para quién? ¿Derechos para quién? Estos cuatro años el cordón sanitario se ha extendido a los votantes del PP. «No es lo mismo». Yo haré lo que he hecho desde la precampaña: exponer el programa, escuchar a la gente y transmitir que es posible un proyecto de futuro para todos.
http://www.abc.es/20080301/opinion-firmas/emocion-tension_200803010251.html
viernes, febrero 29, 2008
Juan de Dios Davila, Con hombres libres han topado
sabado 1 de marzo de 2008
Hernani
Con hombres libres han topado No es verdad que no se puede derrotar al nacionalismo radical, porque no es verdad que no haya esperanza. Si hay esperanza porque hay hombres y mujeres que no se quedan quietos en el sillón viendo como se cometen injusticias
Juan de Dios Dávila
Para que los terroristas no avancen en su afán de imposición totalitaria bastan hombres libres, personas que conscientes de su humanidad se hayan propuesto permanecer fieles a sus convicciones aunque eso suponga arriesgar su vida y su hacienda.
Mientras se nos intenta convencer de que en esta vida cada uno va a lo suyo, que nada es gratuito, que no existen los comportamientos ejemplares, existen un gran número de personas en la Comunidad Autónoma Vasca que han aceptado el reto de defender la libertad en los ayuntamientos donde gobiernan los proetarras.
Su esfuerzo puede parecer vano, pero sin embargo su actitud genera respeto y provoca el cambio de su entorno. Este es el caso de María Luz Anglada que, desde su cargo de concejal en Hernani, ha plantado cara al brazo político de ETA.
Gracias a la presencia de estas personas en los ayuntamientos y a la denuncia que realizó Libertad Digital sobre el presunto uso indebido de fondos públicos del Ayuntamiento de Hernani, ANV tiene que ir con pasos de plomo. Para empezar, el delegado del Gobierno no ha tenido más remedio que denunciar el Pleno donde se aprobó ese presunto uso indebido de fondos públicos, y además las enmiendas a la totalidad que todos los grupos municipales han presentado al Presupuesto propuesto por ANV han obligado a la alcaldesa a retirarlo.
Ante estas elecciones ni ANV ni el Gobierno de Rodríguez Zapatero pueden dar un paso en falso, porque una denuncia como la que publicó Libertad Digital puede desenmascarar muchas malas acciones.
Hoy desde el poder se nos quiere imponer como modelo la ausencia de ejemplo, la falta de un comportamiento ético, quieren desactivar al hombre porque cuando se niega la esperanza de alcanzar lo bueno y lo justo sólo le queda al hombre dejarse llevar como un guiñapo por lo que diga el omnipotente Estado. Sin embargo, es en estas personas que luchan por la libertad en las que uno descansa, en las que uno toma ejemplo, gracias a ellas uno respira aire limpio y fresco.
Porque no es verdad que no se puede derrotar al nacionalismo radical, porque no es verdad que no haya esperanza. Si hay esperanza porque hay hombres y mujeres que no se quedan quietos en el sillón viendo como se cometen injusticias, sino que se comprometen con el bien común. Son personas que no anhelan solamente la "esperanza" de ver un día erradicada la violencia, sino que ejercen la esperanza activa, es decir, que actúan en la sociedad porque realmente esperan que su acción sirva para mejorar el mundo en el que viven.
Hoy en Hernani hay más libertad, más justicia porque unas personas sencillas y un medio de comunicación libre han ejercido la esperanza activa, han plantado cara a ETA. Hay esperanza porque ETA ha topado con hombres que buscan lo mejor, porque han topado con hombres libres que actúan en consecuencia.
Juan de Dios Dávila, ex concejal del PP en Hernani, es hermano del teniente coronel Fidel Dávila, asesinado por ETA en 1993. Actualmente, preside la Fundación Unidad + Diversidad.
http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_42246.html
Hernani
Con hombres libres han topado No es verdad que no se puede derrotar al nacionalismo radical, porque no es verdad que no haya esperanza. Si hay esperanza porque hay hombres y mujeres que no se quedan quietos en el sillón viendo como se cometen injusticias
Juan de Dios Dávila
Para que los terroristas no avancen en su afán de imposición totalitaria bastan hombres libres, personas que conscientes de su humanidad se hayan propuesto permanecer fieles a sus convicciones aunque eso suponga arriesgar su vida y su hacienda.
Mientras se nos intenta convencer de que en esta vida cada uno va a lo suyo, que nada es gratuito, que no existen los comportamientos ejemplares, existen un gran número de personas en la Comunidad Autónoma Vasca que han aceptado el reto de defender la libertad en los ayuntamientos donde gobiernan los proetarras.
Su esfuerzo puede parecer vano, pero sin embargo su actitud genera respeto y provoca el cambio de su entorno. Este es el caso de María Luz Anglada que, desde su cargo de concejal en Hernani, ha plantado cara al brazo político de ETA.
Gracias a la presencia de estas personas en los ayuntamientos y a la denuncia que realizó Libertad Digital sobre el presunto uso indebido de fondos públicos del Ayuntamiento de Hernani, ANV tiene que ir con pasos de plomo. Para empezar, el delegado del Gobierno no ha tenido más remedio que denunciar el Pleno donde se aprobó ese presunto uso indebido de fondos públicos, y además las enmiendas a la totalidad que todos los grupos municipales han presentado al Presupuesto propuesto por ANV han obligado a la alcaldesa a retirarlo.
Ante estas elecciones ni ANV ni el Gobierno de Rodríguez Zapatero pueden dar un paso en falso, porque una denuncia como la que publicó Libertad Digital puede desenmascarar muchas malas acciones.
Hoy desde el poder se nos quiere imponer como modelo la ausencia de ejemplo, la falta de un comportamiento ético, quieren desactivar al hombre porque cuando se niega la esperanza de alcanzar lo bueno y lo justo sólo le queda al hombre dejarse llevar como un guiñapo por lo que diga el omnipotente Estado. Sin embargo, es en estas personas que luchan por la libertad en las que uno descansa, en las que uno toma ejemplo, gracias a ellas uno respira aire limpio y fresco.
Porque no es verdad que no se puede derrotar al nacionalismo radical, porque no es verdad que no haya esperanza. Si hay esperanza porque hay hombres y mujeres que no se quedan quietos en el sillón viendo como se cometen injusticias, sino que se comprometen con el bien común. Son personas que no anhelan solamente la "esperanza" de ver un día erradicada la violencia, sino que ejercen la esperanza activa, es decir, que actúan en la sociedad porque realmente esperan que su acción sirva para mejorar el mundo en el que viven.
Hoy en Hernani hay más libertad, más justicia porque unas personas sencillas y un medio de comunicación libre han ejercido la esperanza activa, han plantado cara a ETA. Hay esperanza porque ETA ha topado con hombres que buscan lo mejor, porque han topado con hombres libres que actúan en consecuencia.
Juan de Dios Dávila, ex concejal del PP en Hernani, es hermano del teniente coronel Fidel Dávila, asesinado por ETA en 1993. Actualmente, preside la Fundación Unidad + Diversidad.
http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_42246.html
Enrique Rosendo, ¿Por que ZP va a subir los impuestos?
sabado 1 e marzo de 2008
La ilusión del superávit
¿Por qué ZP va a subir los impuestos?
Prepárense. Si Zapatero gana las elecciones, habrá subida de impuestos. Y una crisis más duradera.
José Enrique Rosendo
Al presidente del Gobierno y a su flemático ministro de Economía y Hacienda les gusta sacar pecho al hablar del superávit público. Lo muestran ufanos como si fuera el antídoto perfecto para la crisis que se empecinan en no reconocer o, cuando menos, como la palanca esencial a partir de la cual toda ocurrencia electoralista es posible. Desde despilfarrar cheques electorales hasta hacer levitar de nuevo al moribundo negocio del ladrillo. Diríase que se trata de una especie de bálsamo de Fierabrás de este quijotesco Zapatero.
Es cierto que el año pasado, gracias a un crecimiento de los recursos y, en menor medida, también del empleo, las Administraciones Públicas cerraron el ejercicio con un superávit de algo más del 2% del PIB. Sin embargo, esta magnitud tan milagrosa y publicitada debiera ser analizada con lupa de relojero. Desglosado, el superávit público se ha producido únicamente en la Administración Central (1,29% del PIB) y en la Seguridad Social (otro 1,25%). Las comunidades autónomas, en cambio, registraron déficit, algo que debiéramos tener muy en cuenta para los próximos tiempos. De las corporaciones locales, mejor no hablar.
El superávit de la Seguridad Social deja escaso margen, por cuanto los expertos prevén dificultades en no más de veinte años para mantener el actual sistema, por mucho que de momento las cuentas estén saliendo favorablemente. La inmigración ha generado un efecto espejismo por cuanto ha aumentado el número de quienes cotizan (y por tanto de ingresos), si bien a largo plazo el efecto será justo el contrario, constituyéndose en una losa que, según estudios del Banco de España publicados en 2005, lastrará aún más la viabilidad del sistema. De ahí la importancia de volver a reunir el Pacto de Toledo, propuesta por el PP.
En cuanto al superávit neto de la Administración Central, conviene no olvidar que se ha producido con un crecimiento económico significativo que no se replicará sin duda este año y tampoco, previsiblemente, el que viene.
Pero no nos enredemos en hipótesis ni proyecciones a futuro. Lo grave es que Zapatero y Solbes vuelven a mentirnos sobre las ventajas del superávit para afrontar la actual situación de desaceleración económica. Fíjense en un dato que es demoledor: en enero de este año, de 2008, la ejecución del PGE en términos de caja se ha cerrado con un déficit de 5.290 millones de euros, un 41% más que el mismo mes del año pasado. Sí, ha leído bien, un 41% más, que equivale a una cuarta parte del superávit de 2007 ¡solo en un mes! ¿A qué es debido? Pues a que ha habido un incremento muy importante del gasto (un 13% respecto de enero de 2007), sobre todo por el aumento del desempleo, que seguirá en ascenso, mientras que los ingresos han menguado de manera considerable. Un botón de muestra: según Standard & Poor’s, todos los impuestos ligados a la compra y venta de pisos supone alrededor del 3% de la economía española; imagínense sus efectos sobre los ingresos públicos con la situación actual de fuerte caída sectorial.
Es evidente que a este ritmo España no tendrá superávit en 2008 por mucho que los organismos oficiales y los correligionarios de Zapatero cacareen lo contrario. Lo que quiere decir que, de expandir el gasto social, como pretende el Gobierno socialista, nos encontraremos con casi toda seguridad con que terminarán subiéndonos los impuestos en la próxima legislatura para poder equilibrar las cuentas. Es la típica fórmula socialista: aumentemos los impuestos para que el Estado pueda resolver la crisis.
Alguien ya ha enseñado la patita en este sentido: el señor Caldera. Para el ministro de Trabajo, la pérdida de empleo que se está produciendo debida al menor ritmo de actividad en sectores tan importantes como la construcción e incluso la industria, será suplida por la ley de Dependencia y otros servicios públicos que se van a poner en marcha. Es la vieja "solución Lionel Jospin" (¿Se acuerdan?). El socialista galo se empeñó en crear empleo mediante un reparto por decreto de las horas de trabajo, 35 semanales; además de instaurar lo que él denominaba "nuevos yacimientos de empleo", que no eran otra cosa que catálogos de empleo público barato para jóvenes desempleados: bibliotecarios, animadores socioculturales, cuidadores... Aquello resultó un fracaso monumental: Francia entró en crisis y desde entonces el Partido Socialista francés no ha vuelto a ganar unas elecciones.
Prepárense. Si Zapatero gana las elecciones, habrá subida de impuestos. Y una crisis más duradera. Sobre todo si la estabilidad parlamentaria, para más inri, depende de los nacionalistas y/o de los izquierdistas más radicales aún de Llamazares. En fin, que como decía Reagan, el Gobierno no es la solución. Suele ser el problema.
http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_42248.html
La ilusión del superávit
¿Por qué ZP va a subir los impuestos?
Prepárense. Si Zapatero gana las elecciones, habrá subida de impuestos. Y una crisis más duradera.
José Enrique Rosendo
Al presidente del Gobierno y a su flemático ministro de Economía y Hacienda les gusta sacar pecho al hablar del superávit público. Lo muestran ufanos como si fuera el antídoto perfecto para la crisis que se empecinan en no reconocer o, cuando menos, como la palanca esencial a partir de la cual toda ocurrencia electoralista es posible. Desde despilfarrar cheques electorales hasta hacer levitar de nuevo al moribundo negocio del ladrillo. Diríase que se trata de una especie de bálsamo de Fierabrás de este quijotesco Zapatero.
Es cierto que el año pasado, gracias a un crecimiento de los recursos y, en menor medida, también del empleo, las Administraciones Públicas cerraron el ejercicio con un superávit de algo más del 2% del PIB. Sin embargo, esta magnitud tan milagrosa y publicitada debiera ser analizada con lupa de relojero. Desglosado, el superávit público se ha producido únicamente en la Administración Central (1,29% del PIB) y en la Seguridad Social (otro 1,25%). Las comunidades autónomas, en cambio, registraron déficit, algo que debiéramos tener muy en cuenta para los próximos tiempos. De las corporaciones locales, mejor no hablar.
El superávit de la Seguridad Social deja escaso margen, por cuanto los expertos prevén dificultades en no más de veinte años para mantener el actual sistema, por mucho que de momento las cuentas estén saliendo favorablemente. La inmigración ha generado un efecto espejismo por cuanto ha aumentado el número de quienes cotizan (y por tanto de ingresos), si bien a largo plazo el efecto será justo el contrario, constituyéndose en una losa que, según estudios del Banco de España publicados en 2005, lastrará aún más la viabilidad del sistema. De ahí la importancia de volver a reunir el Pacto de Toledo, propuesta por el PP.
En cuanto al superávit neto de la Administración Central, conviene no olvidar que se ha producido con un crecimiento económico significativo que no se replicará sin duda este año y tampoco, previsiblemente, el que viene.
Pero no nos enredemos en hipótesis ni proyecciones a futuro. Lo grave es que Zapatero y Solbes vuelven a mentirnos sobre las ventajas del superávit para afrontar la actual situación de desaceleración económica. Fíjense en un dato que es demoledor: en enero de este año, de 2008, la ejecución del PGE en términos de caja se ha cerrado con un déficit de 5.290 millones de euros, un 41% más que el mismo mes del año pasado. Sí, ha leído bien, un 41% más, que equivale a una cuarta parte del superávit de 2007 ¡solo en un mes! ¿A qué es debido? Pues a que ha habido un incremento muy importante del gasto (un 13% respecto de enero de 2007), sobre todo por el aumento del desempleo, que seguirá en ascenso, mientras que los ingresos han menguado de manera considerable. Un botón de muestra: según Standard & Poor’s, todos los impuestos ligados a la compra y venta de pisos supone alrededor del 3% de la economía española; imagínense sus efectos sobre los ingresos públicos con la situación actual de fuerte caída sectorial.
Es evidente que a este ritmo España no tendrá superávit en 2008 por mucho que los organismos oficiales y los correligionarios de Zapatero cacareen lo contrario. Lo que quiere decir que, de expandir el gasto social, como pretende el Gobierno socialista, nos encontraremos con casi toda seguridad con que terminarán subiéndonos los impuestos en la próxima legislatura para poder equilibrar las cuentas. Es la típica fórmula socialista: aumentemos los impuestos para que el Estado pueda resolver la crisis.
Alguien ya ha enseñado la patita en este sentido: el señor Caldera. Para el ministro de Trabajo, la pérdida de empleo que se está produciendo debida al menor ritmo de actividad en sectores tan importantes como la construcción e incluso la industria, será suplida por la ley de Dependencia y otros servicios públicos que se van a poner en marcha. Es la vieja "solución Lionel Jospin" (¿Se acuerdan?). El socialista galo se empeñó en crear empleo mediante un reparto por decreto de las horas de trabajo, 35 semanales; además de instaurar lo que él denominaba "nuevos yacimientos de empleo", que no eran otra cosa que catálogos de empleo público barato para jóvenes desempleados: bibliotecarios, animadores socioculturales, cuidadores... Aquello resultó un fracaso monumental: Francia entró en crisis y desde entonces el Partido Socialista francés no ha vuelto a ganar unas elecciones.
Prepárense. Si Zapatero gana las elecciones, habrá subida de impuestos. Y una crisis más duradera. Sobre todo si la estabilidad parlamentaria, para más inri, depende de los nacionalistas y/o de los izquierdistas más radicales aún de Llamazares. En fin, que como decía Reagan, el Gobierno no es la solución. Suele ser el problema.
http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_42248.html
El lord y la derecha
sabado 1 de marzo de 2008
El lord y la derecha
MADRID. Juan Manuel de Prada se refería a la necesidad de instaurar una «sensibilidad alternativa» a la imperante y recomendaba, para no navegar en un territorio adverso aunque se puedan ganar las elecciones de vez en cuando, el coraje de presentar una seria alternativa cultural. Lo que Prada llamaba «complejito» de la derecha fue analizado después, como complejos, sin diminutivo y en plural, por Manuel Martín Ferrand, que presentaba el problema cultural de los liberales y conservadores como pusilanimidad de la derecha.
Los dos textos me han recordado una conversación de hace ya muchos años con el historiador Hugh Thomas, organizada por el Club Liberal. Gobernaba ya en el Reino Unido Margaret Thatcher y había comenzado su amplio proyecto de reformas. Se palpaba el cambio pero, incluso más que el cambio, la sensación de que algo había mudado en la opinión pública británica. Pocos años antes, los gobiernos laboristas, a pesar del acoso de las crisis, podían dar la impresión de que se iban a eternizar en el poder. Le pregunté al historiador qué había hecho Thatcher para lograr tal vuelco político y me respondió que el vuelco no había sido exactamente político, sino intelectual, y que, para dar con la clave, tendría que fijarme más en Ralph Harris que en la Dama de Hierro.
Harris, al que hizo lord la propia Thatcher, fue el artífice del discurso liberal de los conservadores y no precisamente por entregarse a la política, de lo que siempre receló. Convirtió el Institute of Economic Affairs en un particular «tanque de ideas». Desde luego, la idea central de un modo de entender la política y la cultura en la que los ciudadanos tienen prevalencia sobre un Estado que, sin inmiscuirse, garantice sus derechos, se ha hecho presente en el Reino Unidos gracias a su empeño, a su elegante carácter polemista y su originalidad. No se conformó con ese trabajo personal y, con la colaboración de Anthony Fisher y Arthur Sedo, acompañados de muchos otros, participaron directa e indirectamente en un amplio esfuerzo intelectual que incluía centros culturales, organismos privados de estudios, universidades...
Esta alternativa cultural nada pusilánime, esta «nueva sensibilidad» política e intelectual fue la que se impuso y la que dio lugar y prefiguró el discurso de Thatcher. Sólo he hablado una vez en mi vida con la Dama de Hierro y apenas unos minutos en el hotel Ritz de Londres. Cité a Lord Harris y Thatcher dijo: «Sin él yo no podría haber sido lo que fui... ni Blair lo que es».
Ni la derecha en España tiene hoy un Lord Harris ni el PP una Margaret Thatcher que sea sensible a la importancia de una modificación del discurso que, más que a los electores cada cuatro años, se dirija a los ciudadanos con la adecuada pedagogía intelectual para modificar lo que se ha convertido, a todas luces, en el problema de la derecha. Si el electorado español, como dicen los sociólogos, está inclinado a la izquierda, si los votantes de la derecha padecen un sinfín de complejos y un despiste intervencionista supino, si los liberal-conservadores no se hacen el hueco que podrían merecer en el mundo de la cultura, del pensamiento, de la universidad o de la prensa no es, ciertamente, como dice Martín Ferrand, por la arrogancia de la izquierda, sino por haber abandonado -salvo excepciones- el territorio de la cultura, e incluso el de la opinión pública.
En el final del debate del pasado lunes, poco antes de la metáfora de la niña que sorprendentemente resume todas sus ideas, Mariano Rajoy, como un opositor que alecciona al tribunal, dijo que «es muy importante que acertemos con lo que España necesita». No hay modo de coincidir en ello. Lo que sin duda necesita la derecha es dar la batalla de las ideas, que es una batalla firme y tranquila.
http://www.abc.es/20080301/opinion-firmas/lord-derecha_200803010251.html
El lord y la derecha
MADRID. Juan Manuel de Prada se refería a la necesidad de instaurar una «sensibilidad alternativa» a la imperante y recomendaba, para no navegar en un territorio adverso aunque se puedan ganar las elecciones de vez en cuando, el coraje de presentar una seria alternativa cultural. Lo que Prada llamaba «complejito» de la derecha fue analizado después, como complejos, sin diminutivo y en plural, por Manuel Martín Ferrand, que presentaba el problema cultural de los liberales y conservadores como pusilanimidad de la derecha.
Los dos textos me han recordado una conversación de hace ya muchos años con el historiador Hugh Thomas, organizada por el Club Liberal. Gobernaba ya en el Reino Unido Margaret Thatcher y había comenzado su amplio proyecto de reformas. Se palpaba el cambio pero, incluso más que el cambio, la sensación de que algo había mudado en la opinión pública británica. Pocos años antes, los gobiernos laboristas, a pesar del acoso de las crisis, podían dar la impresión de que se iban a eternizar en el poder. Le pregunté al historiador qué había hecho Thatcher para lograr tal vuelco político y me respondió que el vuelco no había sido exactamente político, sino intelectual, y que, para dar con la clave, tendría que fijarme más en Ralph Harris que en la Dama de Hierro.
Harris, al que hizo lord la propia Thatcher, fue el artífice del discurso liberal de los conservadores y no precisamente por entregarse a la política, de lo que siempre receló. Convirtió el Institute of Economic Affairs en un particular «tanque de ideas». Desde luego, la idea central de un modo de entender la política y la cultura en la que los ciudadanos tienen prevalencia sobre un Estado que, sin inmiscuirse, garantice sus derechos, se ha hecho presente en el Reino Unidos gracias a su empeño, a su elegante carácter polemista y su originalidad. No se conformó con ese trabajo personal y, con la colaboración de Anthony Fisher y Arthur Sedo, acompañados de muchos otros, participaron directa e indirectamente en un amplio esfuerzo intelectual que incluía centros culturales, organismos privados de estudios, universidades...
Esta alternativa cultural nada pusilánime, esta «nueva sensibilidad» política e intelectual fue la que se impuso y la que dio lugar y prefiguró el discurso de Thatcher. Sólo he hablado una vez en mi vida con la Dama de Hierro y apenas unos minutos en el hotel Ritz de Londres. Cité a Lord Harris y Thatcher dijo: «Sin él yo no podría haber sido lo que fui... ni Blair lo que es».
Ni la derecha en España tiene hoy un Lord Harris ni el PP una Margaret Thatcher que sea sensible a la importancia de una modificación del discurso que, más que a los electores cada cuatro años, se dirija a los ciudadanos con la adecuada pedagogía intelectual para modificar lo que se ha convertido, a todas luces, en el problema de la derecha. Si el electorado español, como dicen los sociólogos, está inclinado a la izquierda, si los votantes de la derecha padecen un sinfín de complejos y un despiste intervencionista supino, si los liberal-conservadores no se hacen el hueco que podrían merecer en el mundo de la cultura, del pensamiento, de la universidad o de la prensa no es, ciertamente, como dice Martín Ferrand, por la arrogancia de la izquierda, sino por haber abandonado -salvo excepciones- el territorio de la cultura, e incluso el de la opinión pública.
En el final del debate del pasado lunes, poco antes de la metáfora de la niña que sorprendentemente resume todas sus ideas, Mariano Rajoy, como un opositor que alecciona al tribunal, dijo que «es muy importante que acertemos con lo que España necesita». No hay modo de coincidir en ello. Lo que sin duda necesita la derecha es dar la batalla de las ideas, que es una batalla firme y tranquila.
http://www.abc.es/20080301/opinion-firmas/lord-derecha_200803010251.html
German Yanke, La clavo de la participacion
sabado 1 de marzo de 2008
La clave de la participación
Germán Yanke
La impresión general es que, aunque no se pueda ahora establecer el ganador seguro de las elecciones, el asunto son habas contadas. Es decir, que todo depende de la participación, de que el PSOE logre animar al voto a los más o menos escépticos que no quieren que vuelva a gobernar el PP, de algún dudoso acontecimiento durante los días que faltan o de otros aspectos, como quizá los meteorológicos.
Las casas de sondeos preguntan a un número determinado de ciudadanos y dan a conocer, previa valoración de lo que puedan hacer los indecisos en relación a otras preguntas, distintos resultados de intención de votos. Por los que vamos conociendo, el PSOE está en este momento por delante, incluso con una ligera mejora en las últimas jornadas, pero la diferencia puede incluirse, en la mayoría de los casos, en el denominado “empate técnico”. A menudo, la ventaja socialista es menor o similar al margen de error que los encuestadores reconocen, aunque esa cifra puede jugar a favor del PP (empate entonces) o del PSOE (mayor diferencia a su favor en esta circunstancia). El PP confía, en ese escenario, en el voto oculto, es decir, en los que recelan decir públicamente que apoyarán a la derecha, y el PSOE en despertar el voto contra el PP.
Visto desde una cierta distancia de los intereses partidistas, el asunto resulta descorazonador, es decir, bastante ajeno a la búsqueda de confianza en las propuestas de los dos grandes contendientes. Pero así están las cosas. Como el secreto está en la participación, los expertos —aunque no todos, como siempre— estiman que las posibilidades del PP para ganar el 9 de marzo implican un porcentaje de voto por debajo, aproximadamente, del 70,8 o 71 por ciento. Es una participación, desde luego, bastante inferior a la del 2004, que fue alta, pero también menor a la media de las elecciones generales celebradas desde 1977. Es decir, la esperanza del PP es posible pero difícil.
Con ese ánimo se presentan los socialistas en la última semana de la campaña. El entusiasmo estaba de parte del PP tras el debate, a pesar de los sondeos de valoración, porque su líder se había reforzado ante las propias bases, mientras las de Rodríguez Zapatero le habían visto por debajo de las expectativas. Parece que el propio presidente, al repasar el debate, se dio cuenta de que había estado, al menos, peor de lo que le decían sus sensaciones mientras estaba en el plató. Pero la consistencia de las encuestas de intención de voto a su favor y las previsiones de participación, que por el momento se estiman por encima del umbral citado, han hecho que el entusiasmo vuelva a las filas del PSOE. Para éstos, el triunfo es ahora seguro; para los populares, posible.
Este aspecto, psicológico si se quiere, tiene su influencia en el planteamiento de la campaña y en la capacidad de movilización. Por eso, el debate del lunes es otro gran reto, quizá el último, porque la subasta de promesas se está agotando.
http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=01/03/2008&name=german
La clave de la participación
Germán Yanke
La impresión general es que, aunque no se pueda ahora establecer el ganador seguro de las elecciones, el asunto son habas contadas. Es decir, que todo depende de la participación, de que el PSOE logre animar al voto a los más o menos escépticos que no quieren que vuelva a gobernar el PP, de algún dudoso acontecimiento durante los días que faltan o de otros aspectos, como quizá los meteorológicos.
Las casas de sondeos preguntan a un número determinado de ciudadanos y dan a conocer, previa valoración de lo que puedan hacer los indecisos en relación a otras preguntas, distintos resultados de intención de votos. Por los que vamos conociendo, el PSOE está en este momento por delante, incluso con una ligera mejora en las últimas jornadas, pero la diferencia puede incluirse, en la mayoría de los casos, en el denominado “empate técnico”. A menudo, la ventaja socialista es menor o similar al margen de error que los encuestadores reconocen, aunque esa cifra puede jugar a favor del PP (empate entonces) o del PSOE (mayor diferencia a su favor en esta circunstancia). El PP confía, en ese escenario, en el voto oculto, es decir, en los que recelan decir públicamente que apoyarán a la derecha, y el PSOE en despertar el voto contra el PP.
Visto desde una cierta distancia de los intereses partidistas, el asunto resulta descorazonador, es decir, bastante ajeno a la búsqueda de confianza en las propuestas de los dos grandes contendientes. Pero así están las cosas. Como el secreto está en la participación, los expertos —aunque no todos, como siempre— estiman que las posibilidades del PP para ganar el 9 de marzo implican un porcentaje de voto por debajo, aproximadamente, del 70,8 o 71 por ciento. Es una participación, desde luego, bastante inferior a la del 2004, que fue alta, pero también menor a la media de las elecciones generales celebradas desde 1977. Es decir, la esperanza del PP es posible pero difícil.
Con ese ánimo se presentan los socialistas en la última semana de la campaña. El entusiasmo estaba de parte del PP tras el debate, a pesar de los sondeos de valoración, porque su líder se había reforzado ante las propias bases, mientras las de Rodríguez Zapatero le habían visto por debajo de las expectativas. Parece que el propio presidente, al repasar el debate, se dio cuenta de que había estado, al menos, peor de lo que le decían sus sensaciones mientras estaba en el plató. Pero la consistencia de las encuestas de intención de voto a su favor y las previsiones de participación, que por el momento se estiman por encima del umbral citado, han hecho que el entusiasmo vuelva a las filas del PSOE. Para éstos, el triunfo es ahora seguro; para los populares, posible.
Este aspecto, psicológico si se quiere, tiene su influencia en el planteamiento de la campaña y en la capacidad de movilización. Por eso, el debate del lunes es otro gran reto, quizá el último, porque la subasta de promesas se está agotando.
http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=01/03/2008&name=german
GEES, De partidos democraticos
sabado 1 de marzo de 2008
Política española
De partidos democráticos
IU es un partido antidemocrático, cuyo modelo reconocido de sociedad está a medio camino entre Corea del Norte, Cuba y Venezuela. Son también antidemocráticos BNG o ERC, cuya ideología se mueve entre reminiscencias fascistas y reclamaciones socialistas.
GEES
¿Qué es un partido democrático? Un partido puede ser democrático al menos en dos sentidos; respecto a su funcionamiento y comportamiento y respecto a sus objetivos y fines propuestos. Generalmente, ambas cosas suelen ir a la par; un partido antidemocrático lo es en sus objetivos y en su funcionamiento. Sin embargo, en la realidad ni tiene porqué ser así ni de hecho lo es.
Si nos centramos en el funcionamiento interno, ningún partido en España puede ser llamado en justicia democrático; mandan los aparatos, los profesionales de la cosa, en una autoritaria mezcla de burocracia y oligarquía. Su naturaleza salta a la vista cuando comparamos el proceso de elección de candidatos en EEUU con el de España, lo que provocará en nuestros lectores sonrojo, y con razón. Respecto a sus reglas internas, no cabe duda de que ningún partido en España puede ser denominado democrático.
Respecto a sus objetivos, hablar de partidos democráticos exige analizar cuidadosamente qué objetivos proponen, y qué tipo de régimen buscan defender o construir. Es decir, la cosa depende de qué entiende cada cual por democracia. Nosotros la definimos a la manera occidental; sociedad plural con un régimen constitucional. Si se entiende así el constitucionalismo se basa en dos pilares. Por un lado el reconocimiento y fomento institucional de la heterogeneidad de la sociedad, de su carácter plural discutidor, conflictivo y polémico. El segundo pilar es el Estado de derecho y el imperio de la ley. Es decir, que todos los ciudadanos sean iguales ante la ley, ante la cual todos, ciudadanos privados y poderes públicos, deben postrarse.
Por lo menos nominalmente, UPyD, Ciudadanos, PP y Partido Socialista son partidos democráticos. Decimos nominalmente porque de la mano de Zapatero el PSOE está virando hacia un partido radical. Zapatero ya ha anunciado que España no está "cuajada", y que hay que superar la Constitución para fundar una nueva convivencia. La duda está más que justificada, dados sus proyectos futuros. En cuanto a sus objetivos, es legítimo preguntarse por el carácter democrático del PSOE actual.
Si en este caso es dudoso que el partido de Zapatero sea un partido estrictamente democrático, sí está claro que no lo son algunos de sus socios y aliados. Izquierda Unida es un partido antidemocrático, cuyo modelo reconocido de sociedad está a medio camino entre Corea del Norte, Cuba y Venezuela. Son también antidemocráticos BNG o ERC, cuya ideología se mueve entre reminiscencias fascistas y reclamaciones socialistas. De EA, PNV y CIU puede decirse que allí donde gobiernan o lo han hecho, el pluralismo ha languidecido y el imperio de la ley se ha vuelto arbitrario. Ninguno de ellos oculta un hecho para nosotros esencial: no creen en el pluralismo, al que acusan de crispación, y creen que la ley debe ponerse al servicio de la sociedad o "el pueblo", es decir, de ellos mismos.
Lo normal es que un régimen democrático soporte de manera más o menos paciente este tipo de ideologías anticonstitucionalistas, dejándolos fuera del juego de gobierno y de las decisiones importantes. Habrá que ver si después de las elecciones es posible acometer las reformas para que la democracia parlamentaria no alimente a sus propios enemigos. Pero para eso será necesaria la derrota de Zapatero y la determinación del PP. GEES, Grupo de Estudios Estratégicos.
http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_42252.html
Política española
De partidos democráticos
IU es un partido antidemocrático, cuyo modelo reconocido de sociedad está a medio camino entre Corea del Norte, Cuba y Venezuela. Son también antidemocráticos BNG o ERC, cuya ideología se mueve entre reminiscencias fascistas y reclamaciones socialistas.
GEES
¿Qué es un partido democrático? Un partido puede ser democrático al menos en dos sentidos; respecto a su funcionamiento y comportamiento y respecto a sus objetivos y fines propuestos. Generalmente, ambas cosas suelen ir a la par; un partido antidemocrático lo es en sus objetivos y en su funcionamiento. Sin embargo, en la realidad ni tiene porqué ser así ni de hecho lo es.
Si nos centramos en el funcionamiento interno, ningún partido en España puede ser llamado en justicia democrático; mandan los aparatos, los profesionales de la cosa, en una autoritaria mezcla de burocracia y oligarquía. Su naturaleza salta a la vista cuando comparamos el proceso de elección de candidatos en EEUU con el de España, lo que provocará en nuestros lectores sonrojo, y con razón. Respecto a sus reglas internas, no cabe duda de que ningún partido en España puede ser denominado democrático.
Respecto a sus objetivos, hablar de partidos democráticos exige analizar cuidadosamente qué objetivos proponen, y qué tipo de régimen buscan defender o construir. Es decir, la cosa depende de qué entiende cada cual por democracia. Nosotros la definimos a la manera occidental; sociedad plural con un régimen constitucional. Si se entiende así el constitucionalismo se basa en dos pilares. Por un lado el reconocimiento y fomento institucional de la heterogeneidad de la sociedad, de su carácter plural discutidor, conflictivo y polémico. El segundo pilar es el Estado de derecho y el imperio de la ley. Es decir, que todos los ciudadanos sean iguales ante la ley, ante la cual todos, ciudadanos privados y poderes públicos, deben postrarse.
Por lo menos nominalmente, UPyD, Ciudadanos, PP y Partido Socialista son partidos democráticos. Decimos nominalmente porque de la mano de Zapatero el PSOE está virando hacia un partido radical. Zapatero ya ha anunciado que España no está "cuajada", y que hay que superar la Constitución para fundar una nueva convivencia. La duda está más que justificada, dados sus proyectos futuros. En cuanto a sus objetivos, es legítimo preguntarse por el carácter democrático del PSOE actual.
Si en este caso es dudoso que el partido de Zapatero sea un partido estrictamente democrático, sí está claro que no lo son algunos de sus socios y aliados. Izquierda Unida es un partido antidemocrático, cuyo modelo reconocido de sociedad está a medio camino entre Corea del Norte, Cuba y Venezuela. Son también antidemocráticos BNG o ERC, cuya ideología se mueve entre reminiscencias fascistas y reclamaciones socialistas. De EA, PNV y CIU puede decirse que allí donde gobiernan o lo han hecho, el pluralismo ha languidecido y el imperio de la ley se ha vuelto arbitrario. Ninguno de ellos oculta un hecho para nosotros esencial: no creen en el pluralismo, al que acusan de crispación, y creen que la ley debe ponerse al servicio de la sociedad o "el pueblo", es decir, de ellos mismos.
Lo normal es que un régimen democrático soporte de manera más o menos paciente este tipo de ideologías anticonstitucionalistas, dejándolos fuera del juego de gobierno y de las decisiones importantes. Habrá que ver si después de las elecciones es posible acometer las reformas para que la democracia parlamentaria no alimente a sus propios enemigos. Pero para eso será necesaria la derrota de Zapatero y la determinación del PP. GEES, Grupo de Estudios Estratégicos.
http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_42252.html
La odiada niña de Rajoy
sabado 1 de marzo de 2008
La odiada niña de Rajoy
Estoy fascinada con el cachondeo, las descalificaciones y la mala baba que ha soltado la izquierda a cuenta de la niña de Rajoy. Feministas de pro sin reciclar, de las que aún creen que pintarse los labios o llevar tacones es reaccionario y machista, han recibido a la niña como si fuera el mismísimo diablo. Mejor dicho, la diabla. Que a la niña la están destripando las más implacables guardianas de la presencia obligatoria y paritaria del femenino en nuestro lenguaje, con el único éxito constatado hasta el momento de Ibarretxe y sus vascos y vascas.
O Alfonso Guerra, al que suponía en la misma línea ideológica que Zapatero, o sea, en el feminismo radical, o, en el peor de los casos, en el feminismo a secas. Así, como feminista radical, se describió el presidente en el New York Times nada más llegar al poder. Y en justo homenaje fue aclamado por las diputadas socialistas como «ista, ista, ista, Zapatero, feminista». Todos estos feministas, o, como ellos dirían, todas estas feministas y todos estos feministas abominan de la niña. También Zapatero. Es lo que tienen las elecciones, que a las/los feministas de la izquierda se les ha olvidado su histórica tabarra con la conveniencia de sustituir hombre por mujer, chico por chica y niño por niña. La de broncas que nos han caído a algunas por la omisión.
Que a la derecha la niña le haya parecido rematadamente cursi es lógico. La derecha se ha resistido siempre a las imposiciones feministas del lenguaje políticamente correcto, a los vascos y vascas de Ibarretxe. Pero ¡ay, la izquierda! Nunca la hubiera imaginado riéndose de ella misma.
Ha pasado algo parecido con la propuesta del PP de las rebajas fiscales para las mujeres. También varias feministas de pro, de las que han jaleado la paridad obligatoria, han dicho que no quieren esta discriminación positiva, que es injusta, que quieren pagar lo mismo que los hombres. Que discriminación positiva, sí, pero si la dicta Zapatero.Y que niñas cursis, también, pero socialistas. Que se abstenga la derecha de coquetear con el electorado femenino, que eso es cosa de ellos. Y de ellas, claro.
http://www.abc.es/20080301/opinion-firmas/odiada-nina-rajoy_200803010253.html
La odiada niña de Rajoy
Estoy fascinada con el cachondeo, las descalificaciones y la mala baba que ha soltado la izquierda a cuenta de la niña de Rajoy. Feministas de pro sin reciclar, de las que aún creen que pintarse los labios o llevar tacones es reaccionario y machista, han recibido a la niña como si fuera el mismísimo diablo. Mejor dicho, la diabla. Que a la niña la están destripando las más implacables guardianas de la presencia obligatoria y paritaria del femenino en nuestro lenguaje, con el único éxito constatado hasta el momento de Ibarretxe y sus vascos y vascas.
O Alfonso Guerra, al que suponía en la misma línea ideológica que Zapatero, o sea, en el feminismo radical, o, en el peor de los casos, en el feminismo a secas. Así, como feminista radical, se describió el presidente en el New York Times nada más llegar al poder. Y en justo homenaje fue aclamado por las diputadas socialistas como «ista, ista, ista, Zapatero, feminista». Todos estos feministas, o, como ellos dirían, todas estas feministas y todos estos feministas abominan de la niña. También Zapatero. Es lo que tienen las elecciones, que a las/los feministas de la izquierda se les ha olvidado su histórica tabarra con la conveniencia de sustituir hombre por mujer, chico por chica y niño por niña. La de broncas que nos han caído a algunas por la omisión.
Que a la derecha la niña le haya parecido rematadamente cursi es lógico. La derecha se ha resistido siempre a las imposiciones feministas del lenguaje políticamente correcto, a los vascos y vascas de Ibarretxe. Pero ¡ay, la izquierda! Nunca la hubiera imaginado riéndose de ella misma.
Ha pasado algo parecido con la propuesta del PP de las rebajas fiscales para las mujeres. También varias feministas de pro, de las que han jaleado la paridad obligatoria, han dicho que no quieren esta discriminación positiva, que es injusta, que quieren pagar lo mismo que los hombres. Que discriminación positiva, sí, pero si la dicta Zapatero.Y que niñas cursis, también, pero socialistas. Que se abstenga la derecha de coquetear con el electorado femenino, que eso es cosa de ellos. Y de ellas, claro.
http://www.abc.es/20080301/opinion-firmas/odiada-nina-rajoy_200803010253.html
Ferrand, Ni ZP ni Rajoy tienen los ojos verdes
sabado 1 de marzo de 2008
Ni Zapatero ni Rajoy tienen los ojos verdes
Manuel Martín Ferrand
“Que me entierren con espuelas
y el barbuquejo en la barba,
que siempre fue un mal nacido
quien renegó de su casta...”
(Fernando Villalón)
En tiempo electoral, cuando tengo la cabeza como un bombo de tanto escuchar discursos huecos y leer proclamas partidistas sin sentido y fundamento, suelo refugiarme en la poesía. Tampoco son mala solución los langostinos de Sanlúcar con un par de copas de fino jerezano; pero, a ciertas edades, sientan mejor los versos que los excesos. En cualquier caso, lo saludable es escapar de las pláticas que nos prodigan quienes dicen querer salvar España, que no digo yo que no, pero se les ve que tienen como prioridad salvarse a sí mismos.
El bipartidismo feroz y excluyente en el que nos hemos instalado, escasamente representativo y nada parlamentario, ha rebajado el diálogo político a un nivel tan bajo que sonroja tanto como aburre. El disparate es total y compartido. Mariano Rajoy, en un alarde de sutileza creadora, no sin esfuerzo, dice que a Zapatero “se le ha subido la Moncloa a la cabeza”. ¿A qué cabeza? El presidente del Gobierno, por no ser ni más ni menos, hace gracietas con la indemnización que Manuel Pizarro obtuvo de Endesa. Si los dos linces que aspiran a la gobernación de España no son capaces de ver un poquito más allá estamos perdidos.
Fernando Villalón, el poeta que hoy encabeza estas líneas, era también ganadero de reses bravas y, según su propia confesión, deseaba “obtener un tipo de toros de lidia que tenga los ojos verdes”. Con un programa así de explícito votaría a Villalón. Pero, en serio, ¿qué es lo que nos proponen Rajoy y Zapatero, confundidos ambos en una amalgama socialdemócrata que aburre a las ovejas y paraliza, por obvio, a un colibrí?
Los versos que encabezan estas líneas hablan de casta. Algo que no es menor ni superfluo. ¿Es socialista la casta de Zapatero? No lo parece. No se ve en sus dichos, y menos aún en sus hechos, ni el debido respeto a sus predecesores hispanos ni la natural concordancia con sus equivalentes europeos. Zapatero es un brote de oportunismo ramplón y vacuo que alcanzó el poder del PSOE en función de la teoría del mal menor y el del Gobierno de España con los lastimosos ecos de un grave atentado terrorista.
¿La casta de Rajoy es conservadora, liberal quizás? No, tampoco. Rajoy es el fruto de un dedo de José María Aznar sujeto por las circunstancias y rodeado de personajes menores. Su prédica contradice su aparente compromiso y, como la del líder al que se opone, abunda en el centrismo socialdemócrata. Algo que nunca disgusta demasiado; pero que, como todas las formas de hibridación y compromiso, tampoco consigue entusiasmar a nadie.
Villalón, conde de Miraflores de los Ángeles, pretendía toros de ojos verdes... ¿No podrían, lo mismo Rajoy que Zapatero, aspirar a algo tan hermoso y aparentemente, solo aparentemente, tan inútil? ¿Podría servir como meta el ansia de libertad? Alimentados ambos por retahílas estadísticas sin fin y más hambrientos de votos que de gloria, carecen de ideales capaces de mover el mundo o, cuando menos, una de sus pequeñas parcelitas y se encasillan en el Estado de bienestar, que no deja de ser una mandanga, y en controlar y limitar la iniciativa de la Sociedad.
Todos los pronósticos indican que, el próximo 9 de marzo, quien resulte vencedor en la contienda que enfrenta a los líderes del PP y del PSOE habrá de formar Gobierno, si quiere poder hacerlo, con la ayuda de uno o más de los partidos que quieren mandar en España mientras trabajan por dejar de ser España. Ambos habrán de subordinar sus mayorías insuficientes a unas minorías determinantes. Es demasiado poco. La supervivencia del poder, sea cual fuere, no puede animar la vida de una Nación. Si al menos uno de ellos tuviera los ojos verdes y uno fuera socialista, de verdad, y el otro conservador o liberal, sin truco, todo sería diferente...
http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=01/03/2008&name=ferrand
Ni Zapatero ni Rajoy tienen los ojos verdes
Manuel Martín Ferrand
“Que me entierren con espuelas
y el barbuquejo en la barba,
que siempre fue un mal nacido
quien renegó de su casta...”
(Fernando Villalón)
En tiempo electoral, cuando tengo la cabeza como un bombo de tanto escuchar discursos huecos y leer proclamas partidistas sin sentido y fundamento, suelo refugiarme en la poesía. Tampoco son mala solución los langostinos de Sanlúcar con un par de copas de fino jerezano; pero, a ciertas edades, sientan mejor los versos que los excesos. En cualquier caso, lo saludable es escapar de las pláticas que nos prodigan quienes dicen querer salvar España, que no digo yo que no, pero se les ve que tienen como prioridad salvarse a sí mismos.
El bipartidismo feroz y excluyente en el que nos hemos instalado, escasamente representativo y nada parlamentario, ha rebajado el diálogo político a un nivel tan bajo que sonroja tanto como aburre. El disparate es total y compartido. Mariano Rajoy, en un alarde de sutileza creadora, no sin esfuerzo, dice que a Zapatero “se le ha subido la Moncloa a la cabeza”. ¿A qué cabeza? El presidente del Gobierno, por no ser ni más ni menos, hace gracietas con la indemnización que Manuel Pizarro obtuvo de Endesa. Si los dos linces que aspiran a la gobernación de España no son capaces de ver un poquito más allá estamos perdidos.
Fernando Villalón, el poeta que hoy encabeza estas líneas, era también ganadero de reses bravas y, según su propia confesión, deseaba “obtener un tipo de toros de lidia que tenga los ojos verdes”. Con un programa así de explícito votaría a Villalón. Pero, en serio, ¿qué es lo que nos proponen Rajoy y Zapatero, confundidos ambos en una amalgama socialdemócrata que aburre a las ovejas y paraliza, por obvio, a un colibrí?
Los versos que encabezan estas líneas hablan de casta. Algo que no es menor ni superfluo. ¿Es socialista la casta de Zapatero? No lo parece. No se ve en sus dichos, y menos aún en sus hechos, ni el debido respeto a sus predecesores hispanos ni la natural concordancia con sus equivalentes europeos. Zapatero es un brote de oportunismo ramplón y vacuo que alcanzó el poder del PSOE en función de la teoría del mal menor y el del Gobierno de España con los lastimosos ecos de un grave atentado terrorista.
¿La casta de Rajoy es conservadora, liberal quizás? No, tampoco. Rajoy es el fruto de un dedo de José María Aznar sujeto por las circunstancias y rodeado de personajes menores. Su prédica contradice su aparente compromiso y, como la del líder al que se opone, abunda en el centrismo socialdemócrata. Algo que nunca disgusta demasiado; pero que, como todas las formas de hibridación y compromiso, tampoco consigue entusiasmar a nadie.
Villalón, conde de Miraflores de los Ángeles, pretendía toros de ojos verdes... ¿No podrían, lo mismo Rajoy que Zapatero, aspirar a algo tan hermoso y aparentemente, solo aparentemente, tan inútil? ¿Podría servir como meta el ansia de libertad? Alimentados ambos por retahílas estadísticas sin fin y más hambrientos de votos que de gloria, carecen de ideales capaces de mover el mundo o, cuando menos, una de sus pequeñas parcelitas y se encasillan en el Estado de bienestar, que no deja de ser una mandanga, y en controlar y limitar la iniciativa de la Sociedad.
Todos los pronósticos indican que, el próximo 9 de marzo, quien resulte vencedor en la contienda que enfrenta a los líderes del PP y del PSOE habrá de formar Gobierno, si quiere poder hacerlo, con la ayuda de uno o más de los partidos que quieren mandar en España mientras trabajan por dejar de ser España. Ambos habrán de subordinar sus mayorías insuficientes a unas minorías determinantes. Es demasiado poco. La supervivencia del poder, sea cual fuere, no puede animar la vida de una Nación. Si al menos uno de ellos tuviera los ojos verdes y uno fuera socialista, de verdad, y el otro conservador o liberal, sin truco, todo sería diferente...
http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=01/03/2008&name=ferrand
Emilio Campmany, Guerreros togados
sabado 1 de marzo de 2008
Justicia politizada
Guerreros togados Es impropio de un Fiscal General del Estado criticar una sentencia del Tribunal Constitucional acusándolo demagógicamente de estar más cerca de los estafadores que de los estafados y poniéndose él mismo como ejemplo de institución que hace lo contrario
Emilio Campmany
La sentencia por la que el Tribunal Constitucional ampara a los Albertos y considera prescrito su delito de estafa ha dado lugar a un toma y daca que sugiere preocupadas reflexiones e inquietantes preguntas.
Lo primero que hay que decir es que la doctrina del Tribunal Constitucional no es tan disparatada como parece. Entender que la prescripción del delito no se interrumpe por la presentación de la querella o denuncia y que sólo se produce con su admisión a trámite es discutible, pero no descabellado.
Lo que sí puede ser descabellado es que el Tribunal Constitucional, limitada su función jurisdiccional a valorar si los condenados han sido privados de la tutela judicial efectiva a la que tienen derecho, estime que, por una interpretación del Tribunal Supremo acerca del modo en que prescriben los delitos, ha privado a los Albertos de ella. Si no se disfruta de tutela judicial efectiva por esto, no se disfrutará en general siempre que un tribunal, incluido el Supremo, condene a alguien en base a una interpretación de las leyes con la que no está conforme el Constitucional. Entonces, el Constitucional sería el verdadero Tribunal Supremo, y éste no pasaría de ser una instancia intermedia
Así que todas las quejas en general y las de la Fiscalía en particular están más que justificadas. Ahora bien, es impropio de un Fiscal General del Estado criticar una sentencia del Tribunal Constitucional acusándolo demagógicamente de estar más cerca de los estafadores que de los estafados y poniéndose él mismo como ejemplo de institución que hace lo contrario, estar más cerca de las víctimas que de los delincuentes. Todos ellos están para hacer Justicia, y esto significa absolver cuando hay que absolver y condenar cuando hay que condenar, y no estar más cerca de nadie.
Menos aún se entiende la reacción del propio Tribunal Constitucional que, sin rechistar a las críticas del Tribunal Supremo, le envió una nota al presidente del Gobierno pidiéndole, poco más o menos, que sujete a su Fiscal General e impida que exprese su punto de vista cuando sea contrario a la doctrina del alto tribunal.
¿Desconoce el Tribunal Constitucional que la Fiscalía forma parte del Poder Judicial y que, por lo tanto, es independiente del Poder Ejecutivo? ¿No será cosa de que el Tribunal intuye que, de facto, la Fiscalía hace lo que el Ejecutivo quiere que haga? ¿Ha sido la sentencia que anula la condena de los Albertos una sentencia "política", poco respetuosa con el Derecho positivo, pero necesaria para hacer justicia material sin tener qué explicar adónde fue realmente a parar el dinero supuestamente estafado? ¿Es por eso por lo que el Constitucional se ve obligado a apelar a la máxima autoridad política en busca de amparo?
La contestación del presidente del Gobierno diciendo que "toma nota" de la queja, como si estuviera en disposición de proporcionar el amparo solicitado, inclina a creer que la respuesta a las anteriores preguntas es afirmativa.
Un feo asunto que no deja de ser una prueba, entre muchas otras, de cuánta falta hace en España una Justicia más independiente. He aquí un buen tema sobre el que debatir el próximo lunes. Ya verán como no sale.
http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_42254.html
Justicia politizada
Guerreros togados Es impropio de un Fiscal General del Estado criticar una sentencia del Tribunal Constitucional acusándolo demagógicamente de estar más cerca de los estafadores que de los estafados y poniéndose él mismo como ejemplo de institución que hace lo contrario
Emilio Campmany
La sentencia por la que el Tribunal Constitucional ampara a los Albertos y considera prescrito su delito de estafa ha dado lugar a un toma y daca que sugiere preocupadas reflexiones e inquietantes preguntas.
Lo primero que hay que decir es que la doctrina del Tribunal Constitucional no es tan disparatada como parece. Entender que la prescripción del delito no se interrumpe por la presentación de la querella o denuncia y que sólo se produce con su admisión a trámite es discutible, pero no descabellado.
Lo que sí puede ser descabellado es que el Tribunal Constitucional, limitada su función jurisdiccional a valorar si los condenados han sido privados de la tutela judicial efectiva a la que tienen derecho, estime que, por una interpretación del Tribunal Supremo acerca del modo en que prescriben los delitos, ha privado a los Albertos de ella. Si no se disfruta de tutela judicial efectiva por esto, no se disfrutará en general siempre que un tribunal, incluido el Supremo, condene a alguien en base a una interpretación de las leyes con la que no está conforme el Constitucional. Entonces, el Constitucional sería el verdadero Tribunal Supremo, y éste no pasaría de ser una instancia intermedia
Así que todas las quejas en general y las de la Fiscalía en particular están más que justificadas. Ahora bien, es impropio de un Fiscal General del Estado criticar una sentencia del Tribunal Constitucional acusándolo demagógicamente de estar más cerca de los estafadores que de los estafados y poniéndose él mismo como ejemplo de institución que hace lo contrario, estar más cerca de las víctimas que de los delincuentes. Todos ellos están para hacer Justicia, y esto significa absolver cuando hay que absolver y condenar cuando hay que condenar, y no estar más cerca de nadie.
Menos aún se entiende la reacción del propio Tribunal Constitucional que, sin rechistar a las críticas del Tribunal Supremo, le envió una nota al presidente del Gobierno pidiéndole, poco más o menos, que sujete a su Fiscal General e impida que exprese su punto de vista cuando sea contrario a la doctrina del alto tribunal.
¿Desconoce el Tribunal Constitucional que la Fiscalía forma parte del Poder Judicial y que, por lo tanto, es independiente del Poder Ejecutivo? ¿No será cosa de que el Tribunal intuye que, de facto, la Fiscalía hace lo que el Ejecutivo quiere que haga? ¿Ha sido la sentencia que anula la condena de los Albertos una sentencia "política", poco respetuosa con el Derecho positivo, pero necesaria para hacer justicia material sin tener qué explicar adónde fue realmente a parar el dinero supuestamente estafado? ¿Es por eso por lo que el Constitucional se ve obligado a apelar a la máxima autoridad política en busca de amparo?
La contestación del presidente del Gobierno diciendo que "toma nota" de la queja, como si estuviera en disposición de proporcionar el amparo solicitado, inclina a creer que la respuesta a las anteriores preguntas es afirmativa.
Un feo asunto que no deja de ser una prueba, entre muchas otras, de cuánta falta hace en España una Justicia más independiente. He aquí un buen tema sobre el que debatir el próximo lunes. Ya verán como no sale.
http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_42254.html
Pablo Molina, Me paso el dia bailando
sabado 1 de marzo de 2008
Bermejo y señora
Me paso el día bailando Las lumbalgias suelen requerir algunas semanas de reposo, salvo que el paciente sea cónyuge de un alto cargo socialista, en cuyo caso lo que le viene bien a esos riñones doloridos es viajar en coche durante cuatro horas
Pablo Molina
La señora de Fernández Bermejo seguramente piensa que lo más apropiado en términos de ética política, siendo la esposa del Notario Mayor del Reino, es irse de mitin bailón con su maridito a pesar de estar en situación de baja médica, que para eso el partido de su churri ganó las elecciones, qué narices.
La lumbalgia que atormenta a la señora de Fernández debe tener carácter episódico, porque lo cierto es que en las imágenes del happening se le ve muy suelta. Y eso que lo que sonaba por los altavoces era tan sólo el tema electoral de las juventudes socialistas, porque si llegan a poner alguna de las inmortales composiciones del grupo Los Cirros (The Beatles eran conocidos en sus buenos tiempos como "Los Cirros de Liverpool"), la pobre mujer hubiera podido acabar descoyuntada de tanto mover el esqueleto.
Las lumbalgias, y en general las afecciones musculares de la espalda, suelen requerir algunas semanas de reposo, salvo que el paciente sea cónyuge de un alto cargo socialista, en cuyo caso lo que le viene bien a esos riñones doloridos es viajar en coche durante cuatro horas y nada más bajarse tirarse otra hora más de pie haciendo palmas y moviendo el culito al ritmo de la música.
Miren de nuevo las imágenes. ¿Ven a un señor con la chaqueta de pana oficial haciendo el chorra a la izquierda de Bermejinsky? Es el secretario general de los socialistas murcianos, trabajando a brazo partido por defender los intereses de la región. También le dolía la espalda, en este caso de tanto luchar por traer agua Murcia y mejorar sus infraestructuras, como sabemos todos los murcianos. Otra lumbalgia del carajo y sin embargo ahí le tienen, como un mozalbete hasta arriba de pirujas riéndole la gracia al paracaidista oficial del partido por el bien de todos sus votantes. No, si sufridos lo son un rato.
Y la señora de Bermejo, mujer sacrificada donde las haya cuya baja laboral pagamos todos los españoles, haciendo los coros a pesar también de ese tremendo dolor de espalda. Para que luego digan que el piso del ministerio no tenía humedad.
Muevo la pierna
Trinco el parné
Tapo la bajante
Cambio los bidés
Compro jardineras
Amplío el salón
Ponme aquí el jacuzzi
¡Bermejinsky es el mejor!
Bailandooooo
Pablo Molina es miembro del Instituto Juan de Mariana.
Nota: El autor autoriza a todo aquel que quiera hacerlo, incluidas las empresas de press-clipping, a reproducir este artículo, con la condición de que se cite a Libertad Digital como sitio original de publicación. Además, niega a la FAPE o cualquier otra entidad la autoridad para cobrar a las citadas compañías o cualquier otra persona o entidad por dichas reproducciones.
http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_42245.html
Bermejo y señora
Me paso el día bailando Las lumbalgias suelen requerir algunas semanas de reposo, salvo que el paciente sea cónyuge de un alto cargo socialista, en cuyo caso lo que le viene bien a esos riñones doloridos es viajar en coche durante cuatro horas
Pablo Molina
La señora de Fernández Bermejo seguramente piensa que lo más apropiado en términos de ética política, siendo la esposa del Notario Mayor del Reino, es irse de mitin bailón con su maridito a pesar de estar en situación de baja médica, que para eso el partido de su churri ganó las elecciones, qué narices.
La lumbalgia que atormenta a la señora de Fernández debe tener carácter episódico, porque lo cierto es que en las imágenes del happening se le ve muy suelta. Y eso que lo que sonaba por los altavoces era tan sólo el tema electoral de las juventudes socialistas, porque si llegan a poner alguna de las inmortales composiciones del grupo Los Cirros (The Beatles eran conocidos en sus buenos tiempos como "Los Cirros de Liverpool"), la pobre mujer hubiera podido acabar descoyuntada de tanto mover el esqueleto.
Las lumbalgias, y en general las afecciones musculares de la espalda, suelen requerir algunas semanas de reposo, salvo que el paciente sea cónyuge de un alto cargo socialista, en cuyo caso lo que le viene bien a esos riñones doloridos es viajar en coche durante cuatro horas y nada más bajarse tirarse otra hora más de pie haciendo palmas y moviendo el culito al ritmo de la música.
Miren de nuevo las imágenes. ¿Ven a un señor con la chaqueta de pana oficial haciendo el chorra a la izquierda de Bermejinsky? Es el secretario general de los socialistas murcianos, trabajando a brazo partido por defender los intereses de la región. También le dolía la espalda, en este caso de tanto luchar por traer agua Murcia y mejorar sus infraestructuras, como sabemos todos los murcianos. Otra lumbalgia del carajo y sin embargo ahí le tienen, como un mozalbete hasta arriba de pirujas riéndole la gracia al paracaidista oficial del partido por el bien de todos sus votantes. No, si sufridos lo son un rato.
Y la señora de Bermejo, mujer sacrificada donde las haya cuya baja laboral pagamos todos los españoles, haciendo los coros a pesar también de ese tremendo dolor de espalda. Para que luego digan que el piso del ministerio no tenía humedad.
Muevo la pierna
Trinco el parné
Tapo la bajante
Cambio los bidés
Compro jardineras
Amplío el salón
Ponme aquí el jacuzzi
¡Bermejinsky es el mejor!
Bailandooooo
Pablo Molina es miembro del Instituto Juan de Mariana.
Nota: El autor autoriza a todo aquel que quiera hacerlo, incluidas las empresas de press-clipping, a reproducir este artículo, con la condición de que se cite a Libertad Digital como sitio original de publicación. Además, niega a la FAPE o cualquier otra entidad la autoridad para cobrar a las citadas compañías o cualquier otra persona o entidad por dichas reproducciones.
http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_42245.html
Jose Maria Marco, El socialismo unico
sbado 1 de marzo de 2008
Vuelta de González
El socialismo único No hay ruptura entre un socialismo anterior, civilizado y respetuoso con los grandes consensos de la democracia, y el actual, desbocado y guerracivilista. Son idénticos.
José María Marco
El retorno de Felipe González a la primera línea política en esta campaña electoral podía entenderse, en circunstancias normales, como el apoyo de los seniors a los juniors ahora en el poder. Felipe González aportaría experiencia y veteranía, sobre todo cuando el éxito de Rodríguez Zapatero parece comprometido por una política tan extremista que seguramente ahuyentará a una parte el electorado más prudente.
Este argumento ha quedado invalidado nada más abrir la boca Felipe González. En vez de serenar la atmósfera y hacer lo que era de esperar que hiciera –abrir el horizonte, presentarse como una figura histórica e infundir seguridad–, González ha echado aún más gasolina al fuego. Tanto como sus palabras, se habrá notado el tono: el rencor, la rabia, la frustración. En vez de calmar, irrita. Parece incluso querer competir con Rodríguez Zapatero. ¿Se trata de una estrategia, como pareció indicar la famosa declaración de Rodríguez Zapatero a Iñaki Gabilondo, o es que no pueden ser de otra manera?
En lo que a mí respecta, me inclino por la segunda opción. De otro modo resulta inexplicable que personas como estas, que lo han tenido y lo tienen todo –poder, influencia, dinero– sean incapaces de guardar siquiera un asomo de decoro, de... decencia. Que de ahí se deduce una estrategia es probable, pero esta no se entiende si no se conoce previamente la naturaleza de los personajes en juego.
Los padres, o los abuelos, siempre dan problemas. Véase los que tuvo en su día Aznar con Manuel Fraga. Rodríguez Zapatero y González no iban a ser distintos. Pero por muy grande que sea la distancia que los separa, por muchos los agravios acumulados de una parte y de otra, siempre compartirán el mismo odio inextinguible hacia lo que llaman la "derecha" y que es, sobre todo, la idea de España y la libertad.
El rasgo de carácter se nutre de otro, entre moral e ideológico, propio de la izquierda española (española a su pesar, estoy por escribir). Y es que salvo casos muy contados y en momentos muy escasos, no ha tenido más proyecto que acabar con el adversario. La mejor prueba de ello es que, cuando así ocurre, la izquierda deja de reconocerse en quien se ha atrevido a zafarse de ese pantano de rencor en el que vive, por necesidad.
En eso consiste lo sustancial de la "definitiva modernización" de España que Rodríguez Zapatero propone como proyecto. La magnanimidad de Felipe González, que hay quien echa de menos como si el partido socialista de aquellos años hubiera representado una socialdemocracia civilizada a la europea, sólo se explica por la quiebra de la derecha. Siempre mantuvo la guardia alerta. Ahora bien, ¿para qué ensañarse con un enemigo que quiso suicidarse durante casi diez años?
En cuanto el adversario político logró recomponerse, se acabó la generosidad, siempre teñida de desprecio, por otra parte. Más aún cuando llegó al poder y todavía más cuando lo hizo por mayoría absoluta. No hay ruptura entre un socialismo anterior, civilizado y respetuoso con los grandes consensos de la democracia, y el actual, desbocado y guerracivilista. Son idénticos. Como lo son los personajes, condenados a repetir una y otra vez, sin tregua, una historia fracasada y siniestra. Ni aprenden ni olvidan, como se dijo, con más injusticia, de otro linaje.
http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_42249.html
Vuelta de González
El socialismo único No hay ruptura entre un socialismo anterior, civilizado y respetuoso con los grandes consensos de la democracia, y el actual, desbocado y guerracivilista. Son idénticos.
José María Marco
El retorno de Felipe González a la primera línea política en esta campaña electoral podía entenderse, en circunstancias normales, como el apoyo de los seniors a los juniors ahora en el poder. Felipe González aportaría experiencia y veteranía, sobre todo cuando el éxito de Rodríguez Zapatero parece comprometido por una política tan extremista que seguramente ahuyentará a una parte el electorado más prudente.
Este argumento ha quedado invalidado nada más abrir la boca Felipe González. En vez de serenar la atmósfera y hacer lo que era de esperar que hiciera –abrir el horizonte, presentarse como una figura histórica e infundir seguridad–, González ha echado aún más gasolina al fuego. Tanto como sus palabras, se habrá notado el tono: el rencor, la rabia, la frustración. En vez de calmar, irrita. Parece incluso querer competir con Rodríguez Zapatero. ¿Se trata de una estrategia, como pareció indicar la famosa declaración de Rodríguez Zapatero a Iñaki Gabilondo, o es que no pueden ser de otra manera?
En lo que a mí respecta, me inclino por la segunda opción. De otro modo resulta inexplicable que personas como estas, que lo han tenido y lo tienen todo –poder, influencia, dinero– sean incapaces de guardar siquiera un asomo de decoro, de... decencia. Que de ahí se deduce una estrategia es probable, pero esta no se entiende si no se conoce previamente la naturaleza de los personajes en juego.
Los padres, o los abuelos, siempre dan problemas. Véase los que tuvo en su día Aznar con Manuel Fraga. Rodríguez Zapatero y González no iban a ser distintos. Pero por muy grande que sea la distancia que los separa, por muchos los agravios acumulados de una parte y de otra, siempre compartirán el mismo odio inextinguible hacia lo que llaman la "derecha" y que es, sobre todo, la idea de España y la libertad.
El rasgo de carácter se nutre de otro, entre moral e ideológico, propio de la izquierda española (española a su pesar, estoy por escribir). Y es que salvo casos muy contados y en momentos muy escasos, no ha tenido más proyecto que acabar con el adversario. La mejor prueba de ello es que, cuando así ocurre, la izquierda deja de reconocerse en quien se ha atrevido a zafarse de ese pantano de rencor en el que vive, por necesidad.
En eso consiste lo sustancial de la "definitiva modernización" de España que Rodríguez Zapatero propone como proyecto. La magnanimidad de Felipe González, que hay quien echa de menos como si el partido socialista de aquellos años hubiera representado una socialdemocracia civilizada a la europea, sólo se explica por la quiebra de la derecha. Siempre mantuvo la guardia alerta. Ahora bien, ¿para qué ensañarse con un enemigo que quiso suicidarse durante casi diez años?
En cuanto el adversario político logró recomponerse, se acabó la generosidad, siempre teñida de desprecio, por otra parte. Más aún cuando llegó al poder y todavía más cuando lo hizo por mayoría absoluta. No hay ruptura entre un socialismo anterior, civilizado y respetuoso con los grandes consensos de la democracia, y el actual, desbocado y guerracivilista. Son idénticos. Como lo son los personajes, condenados a repetir una y otra vez, sin tregua, una historia fracasada y siniestra. Ni aprenden ni olvidan, como se dijo, con más injusticia, de otro linaje.
http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_42249.html
Tomas Cuesta, "Tolerantismo" y tolerancia
sabado 1 de marzo de 2008
«Tolerantismo» y tolerancia
TOMÁS CUESTA
UNA sociedad sin convicciones puede ser cualquier cosa excepto tolerante. Tolerar, en esencia, es soportar; transigir con aquello que es legítimo aunque nos incomode y se nos lleven los diablos. La tolerancia no prescinde de las reglas, sino que amplía el territorio de intercambio. La normativa, sin embargo, sigue ahí; estableciendo lo que resulta intolerable. Y pretender echar abajo las cautelas que la vida en común ha levantado y abrir de par en par las puertas de la casa, es una memez irresponsable. O, algo peor, tal vez irremediable. En estos días a Zapatero y sus acólitos se les llena la boca de soflamas en las que se repiten, como un eco obsesivo, un par de «ideas-fuerza» que, oídas de sus labios, no son sino el reclamo del pensamiento blando: el pluralismo a pierna suelta y el «tolerantismo» a ultranza.
Ambos conceptos -especialmente el pluralismo que es el correlato de la tolerancia- forman de parte de lo que Sartori ha definido como el «código genético» de los sistemas democráticos. Son ámbitos distintos, pero intrínsecamente conectados: «El pluralismo presupone tolerancia y, por consiguiente, el pluralismo intolerante es falso». Mondo y lirondo, el aserto es impecable. Lo jugoso, no obstante, se encuentra en los matices con que adereza su discurso el italiano. La tolerancia -afirma- no debe confundirse con el relativismo a pierna suelta y a calzón quitado. El que tolera tiene valores y principios (que considera inobjetables) por mucho que los otros tengan derecho a equivocarse. Y el pluralista, por su parte, aprecia el exotismo, pero sin entregarse al diferente con las manos en alto. El hecho de ser plural no presupone que la diversidad sea, en sí misma, una ventaja y tampoco sostiene que el mejor de los mundos sea uno que se diversifique «ad nauseam».
Si Zapatero se resiste a hablar de inmigración y huye del castigo como los toros mansos es porque no se maneja con solvencia fuera de los terrenos del todo-a-cien dogmático. Acusar de xenófobo a Rajoy por proponer que los nuevos españoles lo sean de verdad, sin ventajas ni lastres, es un insulto al oponente y a la inteligencia de infinidad de ciudadanos. Especialmente a la de aquellos que tienen sus raíces en los «barrios sensibles» -el eufemismo es galo- y que pueden dar cuenta del síndrome de gueto que provoca el diluvio de los recién llegados. Que vayan Ana Belén y su marido, y Sabina, y Serrat y «tutti quanti» a contar en Usera las múltiples ventajas que acarrea consigo el mestizaje. Les iban a cantar la diez de últimas y encima, por chinchar, sin aforar el canon.
La fantasía multicultural con la que Zapatero pretende enmascarar una gestión irresponsable reproduce el guión que ha hecho saltar el polvorín de las «banlieues» en Francia. Ese cóctel de hipocresía y dejadez, ese empeño en que nunca pasa nada (y si pasa no importa porque la «gauche caviar» no vive en el fragor del extrarradio), fue el mismo montacargas que utilizó Le Pen para ascender desde las covachuelas hasta el ático. Es el conjuro que ha convocado al aquelarre a los más turbios fantasmas del pasado a base de negar que cualquier cambio genera turbulencias, desajustes y agravios. Es el festín del humanitarismo sin sustancia que humilla, a fin de cuentas, a sus beneficiarios. Que los transforma en una especie protegida o, cuando menos, en un rebaño tutelado.
Durante cuatro años, el presidente del Gobierno ha puesto a barato todas las convicciones en las que una nación asienta sus pilares. Pero sin convicciones no existe tolerancia y el pluralismo no germina cuando la tolerancia falla. De ahí que el «tolerantismo» sin fronteras en el que Zapatero está enrocado sea una farsa que deja en evidencia al comediante más desvergonzado. Sin convicciones, la inmigración es un problema en vez de un semillero de oportunidades. La integración es un proceso paulatino, una larga paciencia, no un abracadabra. Para la izquierda, en cambio, es una ideología-exprés, un toque de color en la acuarela cotidiana. Excepto los pendejos que votan al PP, aquí no sobra nadie. ¿Será por pluralismo? ¿Será por tolerancia?
http://www.abc.es/20080301/opinion-firmas/tolerantismo-tolerancia_200803010254.html
«Tolerantismo» y tolerancia
TOMÁS CUESTA
UNA sociedad sin convicciones puede ser cualquier cosa excepto tolerante. Tolerar, en esencia, es soportar; transigir con aquello que es legítimo aunque nos incomode y se nos lleven los diablos. La tolerancia no prescinde de las reglas, sino que amplía el territorio de intercambio. La normativa, sin embargo, sigue ahí; estableciendo lo que resulta intolerable. Y pretender echar abajo las cautelas que la vida en común ha levantado y abrir de par en par las puertas de la casa, es una memez irresponsable. O, algo peor, tal vez irremediable. En estos días a Zapatero y sus acólitos se les llena la boca de soflamas en las que se repiten, como un eco obsesivo, un par de «ideas-fuerza» que, oídas de sus labios, no son sino el reclamo del pensamiento blando: el pluralismo a pierna suelta y el «tolerantismo» a ultranza.
Ambos conceptos -especialmente el pluralismo que es el correlato de la tolerancia- forman de parte de lo que Sartori ha definido como el «código genético» de los sistemas democráticos. Son ámbitos distintos, pero intrínsecamente conectados: «El pluralismo presupone tolerancia y, por consiguiente, el pluralismo intolerante es falso». Mondo y lirondo, el aserto es impecable. Lo jugoso, no obstante, se encuentra en los matices con que adereza su discurso el italiano. La tolerancia -afirma- no debe confundirse con el relativismo a pierna suelta y a calzón quitado. El que tolera tiene valores y principios (que considera inobjetables) por mucho que los otros tengan derecho a equivocarse. Y el pluralista, por su parte, aprecia el exotismo, pero sin entregarse al diferente con las manos en alto. El hecho de ser plural no presupone que la diversidad sea, en sí misma, una ventaja y tampoco sostiene que el mejor de los mundos sea uno que se diversifique «ad nauseam».
Si Zapatero se resiste a hablar de inmigración y huye del castigo como los toros mansos es porque no se maneja con solvencia fuera de los terrenos del todo-a-cien dogmático. Acusar de xenófobo a Rajoy por proponer que los nuevos españoles lo sean de verdad, sin ventajas ni lastres, es un insulto al oponente y a la inteligencia de infinidad de ciudadanos. Especialmente a la de aquellos que tienen sus raíces en los «barrios sensibles» -el eufemismo es galo- y que pueden dar cuenta del síndrome de gueto que provoca el diluvio de los recién llegados. Que vayan Ana Belén y su marido, y Sabina, y Serrat y «tutti quanti» a contar en Usera las múltiples ventajas que acarrea consigo el mestizaje. Les iban a cantar la diez de últimas y encima, por chinchar, sin aforar el canon.
La fantasía multicultural con la que Zapatero pretende enmascarar una gestión irresponsable reproduce el guión que ha hecho saltar el polvorín de las «banlieues» en Francia. Ese cóctel de hipocresía y dejadez, ese empeño en que nunca pasa nada (y si pasa no importa porque la «gauche caviar» no vive en el fragor del extrarradio), fue el mismo montacargas que utilizó Le Pen para ascender desde las covachuelas hasta el ático. Es el conjuro que ha convocado al aquelarre a los más turbios fantasmas del pasado a base de negar que cualquier cambio genera turbulencias, desajustes y agravios. Es el festín del humanitarismo sin sustancia que humilla, a fin de cuentas, a sus beneficiarios. Que los transforma en una especie protegida o, cuando menos, en un rebaño tutelado.
Durante cuatro años, el presidente del Gobierno ha puesto a barato todas las convicciones en las que una nación asienta sus pilares. Pero sin convicciones no existe tolerancia y el pluralismo no germina cuando la tolerancia falla. De ahí que el «tolerantismo» sin fronteras en el que Zapatero está enrocado sea una farsa que deja en evidencia al comediante más desvergonzado. Sin convicciones, la inmigración es un problema en vez de un semillero de oportunidades. La integración es un proceso paulatino, una larga paciencia, no un abracadabra. Para la izquierda, en cambio, es una ideología-exprés, un toque de color en la acuarela cotidiana. Excepto los pendejos que votan al PP, aquí no sobra nadie. ¿Será por pluralismo? ¿Será por tolerancia?
http://www.abc.es/20080301/opinion-firmas/tolerantismo-tolerancia_200803010254.html
El PSOE manipula la inmigracion
sabado 1 de marzo de 2008
El PSOE manipula la inmigración
LA opinión pública sigue con el máximo interés las propuestas de Mariano Rajoy en materia de inmigración, por mucho que el PSOE intente desviar la atención a base de consignas ideológicas. Poner orden y control en la entrada y establecimiento de ciudadanos extranjeros en España es un ejercicio de racionalidad y no una prueba de esa supuesta xenofobia que Rodríguez Zapatero atribuye falsamente a su adversario. Así lo demuestran los criterios establecidos en el marco de la UE y la política de inmigración puesta en práctica por los principales países europeos, incluidos aquéllos que cuentan con gobiernos progresistas. La idea del «contrato de integración», todavía pendiente de mayor precisión en algunos aspectos, está orientada en la dirección correcta. Así lo percibe un amplio sector del electorado, incluidos muchos votantes eventuales del PSOE, desatando así los nervios en Ferraz y en otros ámbitos afines. Sin embargo, en lugar de responder con argumentos y propuestas eficaces, el objetivo del PSOE parece ser descalificar a los populares y hacer creer a la gente que se trata de propuestas propias de la extrema derecha. Nada más lejos de la realidad, por mucho empeño que pongan quienes han diseñado una campaña que contribuye a crear la «tensión» que reclama el presidente del Gobierno. Lo cierto es que sería mejor para los socialistas buscar nuevas fórmulas para acercarse con solvencia a un problema que amenaza con alterar a medio plazo la convivencia social.
En un Estado de Derecho nadie puede vivir al margen de la ley, sea nacional o extranjero. Es indudable que la política de «papeles para todos», las facilidades para acceder al territorio español y la actuación de mafias que trafican con seres humanos han provocado un «efecto llamada» que dispara la cifra de personas en situación irregular. Las ventajas sociales, económicas y humanas que derivan de los fenómenos migratorios son evidentes para un país como España. Precisamente por ello hay que impedir a toda costa que la falta de control degenere en el incumplimiento de la legalidad o en situaciones de delincuencia potencial. Los muchos miles de inmigrantes que viven y trabajan legalmente entre nosotros son los primeros interesados en la adopción de medidas racionales y eficientes. Zapatero tendrá que buscar argumentos sólidos para contrarrestar las propuestas del PP y dejarse de anécdotas sin sentido como la apelación al «bonobús». Una vez más, el PSOE se empeña en hacer oposición retrospectiva en lugar de haber afrontado con responsabilidad un problema que no admite más demagogia. Los ciudadanos exigen un debate serio sobre inmigración, con datos reales y alternativas factibles, sin encubrir la falta de soluciones con falsas acusaciones sobre racismo y autoritarismo.
http://www.abc.es/20080301/opinion-editorial/psoe-manipula-inmigracion_200803010251.html
El PSOE manipula la inmigración
LA opinión pública sigue con el máximo interés las propuestas de Mariano Rajoy en materia de inmigración, por mucho que el PSOE intente desviar la atención a base de consignas ideológicas. Poner orden y control en la entrada y establecimiento de ciudadanos extranjeros en España es un ejercicio de racionalidad y no una prueba de esa supuesta xenofobia que Rodríguez Zapatero atribuye falsamente a su adversario. Así lo demuestran los criterios establecidos en el marco de la UE y la política de inmigración puesta en práctica por los principales países europeos, incluidos aquéllos que cuentan con gobiernos progresistas. La idea del «contrato de integración», todavía pendiente de mayor precisión en algunos aspectos, está orientada en la dirección correcta. Así lo percibe un amplio sector del electorado, incluidos muchos votantes eventuales del PSOE, desatando así los nervios en Ferraz y en otros ámbitos afines. Sin embargo, en lugar de responder con argumentos y propuestas eficaces, el objetivo del PSOE parece ser descalificar a los populares y hacer creer a la gente que se trata de propuestas propias de la extrema derecha. Nada más lejos de la realidad, por mucho empeño que pongan quienes han diseñado una campaña que contribuye a crear la «tensión» que reclama el presidente del Gobierno. Lo cierto es que sería mejor para los socialistas buscar nuevas fórmulas para acercarse con solvencia a un problema que amenaza con alterar a medio plazo la convivencia social.
En un Estado de Derecho nadie puede vivir al margen de la ley, sea nacional o extranjero. Es indudable que la política de «papeles para todos», las facilidades para acceder al territorio español y la actuación de mafias que trafican con seres humanos han provocado un «efecto llamada» que dispara la cifra de personas en situación irregular. Las ventajas sociales, económicas y humanas que derivan de los fenómenos migratorios son evidentes para un país como España. Precisamente por ello hay que impedir a toda costa que la falta de control degenere en el incumplimiento de la legalidad o en situaciones de delincuencia potencial. Los muchos miles de inmigrantes que viven y trabajan legalmente entre nosotros son los primeros interesados en la adopción de medidas racionales y eficientes. Zapatero tendrá que buscar argumentos sólidos para contrarrestar las propuestas del PP y dejarse de anécdotas sin sentido como la apelación al «bonobús». Una vez más, el PSOE se empeña en hacer oposición retrospectiva en lugar de haber afrontado con responsabilidad un problema que no admite más demagogia. Los ciudadanos exigen un debate serio sobre inmigración, con datos reales y alternativas factibles, sin encubrir la falta de soluciones con falsas acusaciones sobre racismo y autoritarismo.
http://www.abc.es/20080301/opinion-editorial/psoe-manipula-inmigracion_200803010251.html
Deterioro institucional del TC
sabado 1 de marzo de 2008
Deterioro institucional del TC
EL ruido de la polémica entre el fiscal general del Estado y el Tribunal Constitucional no debe ocultar la gravedad de la crisis de fondo que se ha instalado en las instituciones que representan el Estado de Derecho y que son responsables de garantizar su integridad y su funcionamiento. Se está cerrando en estas semanas un mandato con un saldo en el que el Consejo General del Poder Judicial lleva año y medio bloqueado políticamente; en el que el Tribunal Supremo se ha visto obligado a ratificarse -con tanta firmeza de contenido como moderación en las formas- en su autoridad jurisdiccional frente a las intromisiones del Tribunal Constitucional; en el que cada día que pasa sin decidir sobre el Estatuto de Cataluña, el matrimonio homosexual o la discriminación penal negativa en la violencia de género, el TC debilita su obligación de velar por la constitucionalidad de las leyes, privando a los ciudadanos de su derecho a la seguridad jurídica, que incluye el derecho a saber si las leyes que se les están aplicando son o no conformes a la Constitución; y en el que, además, el Ministerio Fiscal ha alcanzado cotas desconocidas de sumisión a los dictados políticos del Gobierno, abanderando como nunca la sustitución del principio de legalidad por el de oportunidad. Esto no es un pasatiempo de juristas, sino una crisis en los cimientos del Estado.
El enfrentamiento a tres bandas entre el Supremo, el Tribunal Constitucional y el Ministerio Fiscal es el colofón de una dinámica de deterioro de las instituciones, propiciada en esta legislatura por una acción de gobierno empeñada en anular cualquier margen de independencia judicial por el que pudiera fracasar alguno de sus principales proyectos políticos, como la negociación con ETA o la reforma territorial del Estado. La inadmisible bronca pública que dedicó la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, a la presidenta del TC, María Emilia Casas, el pasado 12 de octubre, día de la Fiesta Nacional, resume una forma autoritaria de entender las relaciones entre el poder político y el Estado de Derecho.
Al margen de lo que dijera la carta remitida por el TC al presidente del Gobierno, en queja por las críticas de Cándido Conde-Pumpido por la sentencia del «caso Urbanor», lo más grave es que los magistrados que velan por la Constitución dan por hecho que el superior jerárquico del fiscal general es el jefe del Ejecutivo y que éste, en la medida en que es destinatario de la protesta, tiene potestad para corregirlo. Acusación implacable de subordinación al Gobierno. El cuadro que describe este cruce de reproches -al que se sumó ayer nuevamente Conde-Pumpido ratificándose en sus críticas iniciales- es lamentable y, por eso, nadie debería sorprenderse si los ciudadanos responden con irritación y desconfianza hacia el sistema.
En el caso concreto que ha desencadenado esta nueva crisis institucional, Conde-Pumpido pudo haber elegido mejor sus palabras -y haber aplicado a las víctimas de ETA la sensibilidad que ahora dedica a los perjudicados en el «caso Urbanor», en vez de haberse dedicado a retirar acusaciones contra Arnaldo Otegi-, pero tiene razón en lamentar las consecuencias jurídicas de la sentencia del TC sobre la prescripción de los delitos. Los estafados no cobrarán, la seguridad jurídica de las víctimas se ve perjudicada y el orden constitucional se resiente de la función «legislativa» que, de hecho, está asumiendo el Tribunal Constitucional. La Sala Segunda del Supremo también cuenta con sólidos motivos para poner de manifiesto la ruptura de las reglas establecidas por la Constitución en el reparto de competencias a su favor y al favor del TC.
Las críticas recíprocas entre instituciones deben evitarse porque debilitan el sistema político y restan autoridad a las personas que las encarnan. No ha estado oportuno el TC al elevar su queja institucional al presidente del Gobierno. En todo caso, debió enviarla directamente al propio Cándido Conde-Pumpido. Error en el destinatario y error en el momento porque en esta polémica al TC no le acompaña la opinión pública. Sus responsabilidades son otras y están sin cumplir.
http://www.abc.es/20080301/opinion-editorial/deterioro-institucional_200803010252.html
Deterioro institucional del TC
EL ruido de la polémica entre el fiscal general del Estado y el Tribunal Constitucional no debe ocultar la gravedad de la crisis de fondo que se ha instalado en las instituciones que representan el Estado de Derecho y que son responsables de garantizar su integridad y su funcionamiento. Se está cerrando en estas semanas un mandato con un saldo en el que el Consejo General del Poder Judicial lleva año y medio bloqueado políticamente; en el que el Tribunal Supremo se ha visto obligado a ratificarse -con tanta firmeza de contenido como moderación en las formas- en su autoridad jurisdiccional frente a las intromisiones del Tribunal Constitucional; en el que cada día que pasa sin decidir sobre el Estatuto de Cataluña, el matrimonio homosexual o la discriminación penal negativa en la violencia de género, el TC debilita su obligación de velar por la constitucionalidad de las leyes, privando a los ciudadanos de su derecho a la seguridad jurídica, que incluye el derecho a saber si las leyes que se les están aplicando son o no conformes a la Constitución; y en el que, además, el Ministerio Fiscal ha alcanzado cotas desconocidas de sumisión a los dictados políticos del Gobierno, abanderando como nunca la sustitución del principio de legalidad por el de oportunidad. Esto no es un pasatiempo de juristas, sino una crisis en los cimientos del Estado.
El enfrentamiento a tres bandas entre el Supremo, el Tribunal Constitucional y el Ministerio Fiscal es el colofón de una dinámica de deterioro de las instituciones, propiciada en esta legislatura por una acción de gobierno empeñada en anular cualquier margen de independencia judicial por el que pudiera fracasar alguno de sus principales proyectos políticos, como la negociación con ETA o la reforma territorial del Estado. La inadmisible bronca pública que dedicó la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, a la presidenta del TC, María Emilia Casas, el pasado 12 de octubre, día de la Fiesta Nacional, resume una forma autoritaria de entender las relaciones entre el poder político y el Estado de Derecho.
Al margen de lo que dijera la carta remitida por el TC al presidente del Gobierno, en queja por las críticas de Cándido Conde-Pumpido por la sentencia del «caso Urbanor», lo más grave es que los magistrados que velan por la Constitución dan por hecho que el superior jerárquico del fiscal general es el jefe del Ejecutivo y que éste, en la medida en que es destinatario de la protesta, tiene potestad para corregirlo. Acusación implacable de subordinación al Gobierno. El cuadro que describe este cruce de reproches -al que se sumó ayer nuevamente Conde-Pumpido ratificándose en sus críticas iniciales- es lamentable y, por eso, nadie debería sorprenderse si los ciudadanos responden con irritación y desconfianza hacia el sistema.
En el caso concreto que ha desencadenado esta nueva crisis institucional, Conde-Pumpido pudo haber elegido mejor sus palabras -y haber aplicado a las víctimas de ETA la sensibilidad que ahora dedica a los perjudicados en el «caso Urbanor», en vez de haberse dedicado a retirar acusaciones contra Arnaldo Otegi-, pero tiene razón en lamentar las consecuencias jurídicas de la sentencia del TC sobre la prescripción de los delitos. Los estafados no cobrarán, la seguridad jurídica de las víctimas se ve perjudicada y el orden constitucional se resiente de la función «legislativa» que, de hecho, está asumiendo el Tribunal Constitucional. La Sala Segunda del Supremo también cuenta con sólidos motivos para poner de manifiesto la ruptura de las reglas establecidas por la Constitución en el reparto de competencias a su favor y al favor del TC.
Las críticas recíprocas entre instituciones deben evitarse porque debilitan el sistema político y restan autoridad a las personas que las encarnan. No ha estado oportuno el TC al elevar su queja institucional al presidente del Gobierno. En todo caso, debió enviarla directamente al propio Cándido Conde-Pumpido. Error en el destinatario y error en el momento porque en esta polémica al TC no le acompaña la opinión pública. Sus responsabilidades son otras y están sin cumplir.
http://www.abc.es/20080301/opinion-editorial/deterioro-institucional_200803010252.html
La crisis inmobiliaria que se nos viene encima
1-III-2008
La crisis inmobiliaria que se nos viene encima
No pueden emplear esas propiedades como garantía frente a los bancos, porque la Ley del Suelo del Gobierno ha reducido su precio a unas cifras ridículas. La situación es tan grave que se estima que un 60% del total de estas empresas quebrarán.
Dijo Reagan en una ocasión que "la visión gubernamental de la economía puede resumirse en unas cortas frases: si se mueve, póngasele un impuesto; si se sigue moviendo, regúlese, y si no se mueve más, otórguesele un subsidio". Éste parece haber sido el guión que ha seguido el Gobierno de Zapatero con respecto al mercado inmobiliario. Y es que se acumulan los expertos que piensan que el Gobierno está procurando evitar que las empresas inmobiliarias quiebren prematuramente, es decir, antes de las elecciones.
Durante estos cuatro años, y aún antes en la oposición, el PSOE se ha apuntado a la retórica de la condena a los "especuladores", es decir, a las promotoras y empresas inmobiliarias. No necesitó, ciertamente, introducir impuestos nuevos a la vivienda, pues con los que ya existían se alcanzó la extraordinaria cifra del 3% de la economía española. Pero como el sector se seguía moviendo, se propusieron regularlo aún más de lo que estaba. Y pergeñaron una ley del suelo que rebajaba el precio de las expropiaciones del suelo urbanizable alrededor de un 90%.
Las consecuencias para las inmobiliarias no han podido ser más catastróficas. Al frenazo debido al aumento de los tipos de interés y la crisis financiera se le ha sumado la completa depreciación de sus activos, que consisten básicamente en suelo. No pueden emplear esas propiedades como garantía frente a los bancos, porque la Ley del Suelo del Gobierno ha reducido su precio a unas cifras ridículas. La situación es tan grave que se estima que un 60% del total de estas empresas, unas 60.000, quebrarán.
Ante esta situación, el Gobierno de Zapatero ha pasado a buscar la manera de subvencionar el sector para que el impacto no sea tan grave. Ha estudiado utilizar el Instituto de Crédito Oficial para aportar liquidez a estas empresas y emplear la Vivienda a Precio Tasado como vía para dar salida a un stock de pisos sin vender que probablemente llegue a superar el millón en 2009.
La posible quiebra de las empresas inmobiliarias será un nuevo jarro de agua fría para la situación del paro en España. Se estima que los desempleados del sector inmobiliario y de la construcción alcanzarán el millón. En la situación actual de nuestro país, la mayor parte no encontrará empleo en ningún otro sector y languidecerá en el paro. De ahí que los expertos encuentren similitudes con la situación de Japón, que ha estado una década con la economía completamente estancada tras sufrir su propia crisis inmobiliaria.
En cualquier caso, la crisis será dura y larga, y pocas cosas podrán hacerse para reducirla desde el Gobierno, especialmente si el mando lo tiene un PSOE poco amigo de reformas estructurales, en concreto del mercado de trabajo, uno de los menos flexibles del mundo, como puso de manifiesto el informe Doing Bussiness 2008 del Banco Mundial, que nos colocaba en el puesto 154 de un total de 178 países estudiados. Las empresas no se atreverán a contratar trabajadores ante el riesgo de tener que despedirlos a los costes a los que obliga nuestra legislación. En definitiva, un futuro más bien negro, en el que no se atisba qué sector o sectores tomarán el relevo de la construcción para tirar de la economía española.
http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_42263.html
La crisis inmobiliaria que se nos viene encima
No pueden emplear esas propiedades como garantía frente a los bancos, porque la Ley del Suelo del Gobierno ha reducido su precio a unas cifras ridículas. La situación es tan grave que se estima que un 60% del total de estas empresas quebrarán.
Dijo Reagan en una ocasión que "la visión gubernamental de la economía puede resumirse en unas cortas frases: si se mueve, póngasele un impuesto; si se sigue moviendo, regúlese, y si no se mueve más, otórguesele un subsidio". Éste parece haber sido el guión que ha seguido el Gobierno de Zapatero con respecto al mercado inmobiliario. Y es que se acumulan los expertos que piensan que el Gobierno está procurando evitar que las empresas inmobiliarias quiebren prematuramente, es decir, antes de las elecciones.
Durante estos cuatro años, y aún antes en la oposición, el PSOE se ha apuntado a la retórica de la condena a los "especuladores", es decir, a las promotoras y empresas inmobiliarias. No necesitó, ciertamente, introducir impuestos nuevos a la vivienda, pues con los que ya existían se alcanzó la extraordinaria cifra del 3% de la economía española. Pero como el sector se seguía moviendo, se propusieron regularlo aún más de lo que estaba. Y pergeñaron una ley del suelo que rebajaba el precio de las expropiaciones del suelo urbanizable alrededor de un 90%.
Las consecuencias para las inmobiliarias no han podido ser más catastróficas. Al frenazo debido al aumento de los tipos de interés y la crisis financiera se le ha sumado la completa depreciación de sus activos, que consisten básicamente en suelo. No pueden emplear esas propiedades como garantía frente a los bancos, porque la Ley del Suelo del Gobierno ha reducido su precio a unas cifras ridículas. La situación es tan grave que se estima que un 60% del total de estas empresas, unas 60.000, quebrarán.
Ante esta situación, el Gobierno de Zapatero ha pasado a buscar la manera de subvencionar el sector para que el impacto no sea tan grave. Ha estudiado utilizar el Instituto de Crédito Oficial para aportar liquidez a estas empresas y emplear la Vivienda a Precio Tasado como vía para dar salida a un stock de pisos sin vender que probablemente llegue a superar el millón en 2009.
La posible quiebra de las empresas inmobiliarias será un nuevo jarro de agua fría para la situación del paro en España. Se estima que los desempleados del sector inmobiliario y de la construcción alcanzarán el millón. En la situación actual de nuestro país, la mayor parte no encontrará empleo en ningún otro sector y languidecerá en el paro. De ahí que los expertos encuentren similitudes con la situación de Japón, que ha estado una década con la economía completamente estancada tras sufrir su propia crisis inmobiliaria.
En cualquier caso, la crisis será dura y larga, y pocas cosas podrán hacerse para reducirla desde el Gobierno, especialmente si el mando lo tiene un PSOE poco amigo de reformas estructurales, en concreto del mercado de trabajo, uno de los menos flexibles del mundo, como puso de manifiesto el informe Doing Bussiness 2008 del Banco Mundial, que nos colocaba en el puesto 154 de un total de 178 países estudiados. Las empresas no se atreverán a contratar trabajadores ante el riesgo de tener que despedirlos a los costes a los que obliga nuestra legislación. En definitiva, un futuro más bien negro, en el que no se atisba qué sector o sectores tomarán el relevo de la construcción para tirar de la economía española.
http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_42263.html
Eulogio Lopez, Mujer liberada, mujer esclava
sabado 1 de marzo de 2008
Mujer liberada, mujer esclava
Eulogio López (Hispanidad.com)
C UATRO mujeres asesinadas a manos de sus parejas convierten en una broma macabra el pregonado éxito de la ley contra la violencia de género, que se ha mostrado eficacísima... para aumentar la guerra de sexos. En su día no fuimos pocos los que recordamos que esta ley, combinada además con el divorcio express, iba a multiplicar la llamada violencia de género. Y eso considerando que el lobby feminista afincado en el Gobierno Zapatero silencia la violencia femenina contra sus parejas masculinas.
Es curiosa la ceguera del feminismo y de la progresía. Llevan 30 años predicando la liberación sexual, esa estupenda doctrina que convierte a la mujer en esclava sexual del varón y que, como ningún otro movimiento o doctrina en toda la historia, ha cosificado a la mujer. Eso sí, en nombre de la libertad. De hecho, del feminismo siempre ha salido o hacia la esclavitud o hacia el lesbianismo. Por lo general, hacia ambas cosas a un tiempo.
El ínclito Marcuse, uno de los intelectuales que más necedades pronunció en el siglo XX insistía en que el objetivo de la revolución no debía ser el derrumbamiento de la clase dominante sino el intercambio de violencia por sexo. Ya saben, haz el amor y no la guerra. Don Herbert no habló del hastío, prólogo de la violencia, que produce el sexo desamorado, sin entrega al otro, es decir con la utilización del otro. Y cuando se trata de violencia física, lo lógico es que gane el que más fuerza física posee: el varón. El día en que el sexo se divorció del amor y de la fecundidad, la mujer fue condenada a ser una cosa.
Y como no hay nada más natural que lo sobrenatural, las normas morales se encarnan en la vida cotidiana. La unión indisoluble entre sexo y amor es algo que el hombre puede conocer o ignorar, pero la mujer lo sabe siempre, por la sencilla razón de que lo vive. Si quieren ustedes que una mujer pierda su dignidad anímenla a la más libérrima actividad sexual. La feminidad sabe que el sexo siempre es un medio, y si se le considera un fin, entonces no sirve ni como medio.
En suma, a mayor promiscuidad sexual mayor esclavitud de la mujer y, atención, más violencia contra la mujer, convertida en un instrumento para goce del hombre, que piensa: ¡A bodas me convidan! Placer físico a discreción y sin compromiso alguno. Y cuando la mujer, aborrecida de ser tratada como un animal -o de comportarse ella misma como un animal- se rebele contra la desesperación que el produce el desamor -y que ellas vivencian con especial intensidad-, le arreo.
Si a ello unen un varón acosado, o un montón de hombres a los que les han privado de sus hijos y les han destrozado la vida, el resultado no hace falta imaginarlo: lo estamos viendo.
http://www.vistazoalaprensa.com/contraportada.asp?Id=1586
Mujer liberada, mujer esclava
Eulogio López (Hispanidad.com)
C UATRO mujeres asesinadas a manos de sus parejas convierten en una broma macabra el pregonado éxito de la ley contra la violencia de género, que se ha mostrado eficacísima... para aumentar la guerra de sexos. En su día no fuimos pocos los que recordamos que esta ley, combinada además con el divorcio express, iba a multiplicar la llamada violencia de género. Y eso considerando que el lobby feminista afincado en el Gobierno Zapatero silencia la violencia femenina contra sus parejas masculinas.
Es curiosa la ceguera del feminismo y de la progresía. Llevan 30 años predicando la liberación sexual, esa estupenda doctrina que convierte a la mujer en esclava sexual del varón y que, como ningún otro movimiento o doctrina en toda la historia, ha cosificado a la mujer. Eso sí, en nombre de la libertad. De hecho, del feminismo siempre ha salido o hacia la esclavitud o hacia el lesbianismo. Por lo general, hacia ambas cosas a un tiempo.
El ínclito Marcuse, uno de los intelectuales que más necedades pronunció en el siglo XX insistía en que el objetivo de la revolución no debía ser el derrumbamiento de la clase dominante sino el intercambio de violencia por sexo. Ya saben, haz el amor y no la guerra. Don Herbert no habló del hastío, prólogo de la violencia, que produce el sexo desamorado, sin entrega al otro, es decir con la utilización del otro. Y cuando se trata de violencia física, lo lógico es que gane el que más fuerza física posee: el varón. El día en que el sexo se divorció del amor y de la fecundidad, la mujer fue condenada a ser una cosa.
Y como no hay nada más natural que lo sobrenatural, las normas morales se encarnan en la vida cotidiana. La unión indisoluble entre sexo y amor es algo que el hombre puede conocer o ignorar, pero la mujer lo sabe siempre, por la sencilla razón de que lo vive. Si quieren ustedes que una mujer pierda su dignidad anímenla a la más libérrima actividad sexual. La feminidad sabe que el sexo siempre es un medio, y si se le considera un fin, entonces no sirve ni como medio.
En suma, a mayor promiscuidad sexual mayor esclavitud de la mujer y, atención, más violencia contra la mujer, convertida en un instrumento para goce del hombre, que piensa: ¡A bodas me convidan! Placer físico a discreción y sin compromiso alguno. Y cuando la mujer, aborrecida de ser tratada como un animal -o de comportarse ella misma como un animal- se rebele contra la desesperación que el produce el desamor -y que ellas vivencian con especial intensidad-, le arreo.
Si a ello unen un varón acosado, o un montón de hombres a los que les han privado de sus hijos y les han destrozado la vida, el resultado no hace falta imaginarlo: lo estamos viendo.
http://www.vistazoalaprensa.com/contraportada.asp?Id=1586
Serafin Fanjul, ¿Quien teme a la integracion?
sabado 1 de marzo de 2008
¿Quién teme a la integración?
UNA vez descartado el racismo científico, precisamente por su carácter acientífico, Marvin Harris describe bien el otro racismo, el folklórico (sic), tan antiguo como la humanidad y de fijo emergente siempre que un grupo endógamo se obstina en mantenerse al margen de la sociedad mayoritaria, empezando por los intercambios matrimoniales sin cortapisas: la automarginación sexual nunca viene sola, de ordinario aparece acompañada de tabúes alimentarios, en la vestimenta o en prejuicios que descienden a lo minucioso o lo cómico, ya se trate de los celos de propietario que no permite a su mujer ser atendida y explorada médicamente por varones, o la ridícula persecución en Arabia Saudí del Día de San Valentín, antesala de corrupciones, siendo -como es- en tal país más milagro que pecado caer en la tentación de la carne. Mientras, los saudíes siguen acudiendo a El Cairo en los estíos para tomar una «esposa de verano», puntualmente repudiada cuando llega septiembre, o recurriendo al nikah al-mut´a («nupcias de placer») que encubren malamente la prostitución. Pero denunciar la hipocresía de la sociedad islámica oficial y dominante no es el objeto de estas líneas.
Hace unos días, Mariano Rajoy ha hecho una propuesta de «Contrato para la integración» de los inmigrantes que, amén de moderado y sensato, puede tomarse como un medio de facilitar la estancia de los forasteros en España y la relación fluida y distendida con nosotros, algo más que deseable. Dejando aparte el obligado rasgar de vestiduras de la autotitulada izquierda ante cualquier medida que proponga el PP en toda sazón y lugar, o los mecanismos, grados y maneras que se arbitrarían para llevarlo a cabo, la cuestión crucial estriba en la acogida que han de dispensarle una parte de los afectados, los inmigrantes, porque -en contra de lo que se ha dicho: «los inmigrantes son los únicos protagonistas»- la otra parte somos nosotros, los españoles, también concernidos en este asunto. Y mucho. Obviamente, la interpretación del PSOE y de su sucedáneo IU acerca de obligar a los recién venidos a profesar de taurófilos, comer pipas o arrancarse por alegrías (ya quisieran), sólo constituye una salida por la tangente para eludir el fondo del problema: algún sector, numeroso, de inmigrantes ni se integra ni alberga la más mínima intención de hacerlo. ¿Pero cuál? Todos sabemos bien -fuera de chuscadas- que Rajoy se refiere a valores, a filosofía de la vida y a disposición a participar, o no, en un proyecto nacional común. Las elucubraciones jocosas ni siquiera denotan falta de ingenio, son mero escapismo de quien se inhibe -y amenaza con perseverar en la actitud, de ganar las elecciones- ante la realidad de gentes que no aprenden español, ni se les da un ardite de nuestra cultura o nuestras preocupaciones colectivas, no más interesados en los aspectos económicos que la permanencia en España les brinda.
El desarrollo de la propuesta ha de mostrar que tan sólo deben inquietarse los recalcitrantes en el desprecio al país que los acoge. Porque los procedentes de áreas culturales próximas (europeos en general), o muy cercanos a nosotros por razones obvias (los iberoamericanos), no tendrán, en el curso de una o dos generaciones a lo sumo, mayores dificultades para formar parte de nuestra sociedad a todos los efectos, aunque conserven los vínculos sentimentales que gusten con su patria de origen. Hasta aquí todo es normal, evidente, casi aburrido mencionarlo: los inmigrantes no componen una masa homogénea y huelga extenderse detallando las diferencias existentes entre un cardiólogo cubano, un electricista lituano y un bracero marroquí. Las necesidades, las expectativas y las posibilidades reales de unos y otros no son culpa de nadie, pero están ante nuestros ojos y fuerza es dar respuestas útiles, no declaraciones ideológicas a base de buenismo políticamente correcto que, a duras penas, encubre el oportunismo de una supuesta izquierda que, despojada de proletariado que llevarse a la boca y a la urna, sueña con utilizar a los inmigrantes a medio plazo como tropa de choque. Recientes acuerdos electorales entre el PSOE y el partido confesional islámico de Melilla apuntan en ese sentido: el partido del lo que sea está dispuesto a lo que sea con tal de arañar un diputado. Esperamos que los melillenses tomen buena nota.
Nunca se repetirá lo suficiente: debemos defender y potenciar los derechos y libertades individuales de los inmigrantes, no los de grupo que se arrogan los cabecillas de comunidades religiosas, en su nombre, con la finalidad patente de mantener en guetos apartados a sus fieles, reproduciendo la compartimentación de segmentos separados y yuxtapuestos -y con frecuencia enfrentados- que caracterizó nuestra Edad Media, eso que llaman «España de las Tres Culturas», «Espíritu de Córdoba», etc. Y que Dios nos libre de tan ultrarreaccionario regreso por el túnel del tiempo. So color de llevar a punta de lanza el multiculturalismo, cuyos orígenes divinos están por probar, en la práctica condenan a la marginación a los inmigrantes de una determinada procedencia (por desgracia, los musulmanes, si bien hinduistas y chinos, pese a su reducido número, parecen traslucir problemas similares). La pretensión, ya anunciada de conseguir un status especial para todos los musulmanes de la Unión Europea como grupo diferenciado y sin visos de integración, choca abiertamente con los principios que informan a la sociedad y la civilización europeas, desde la Filosofía griega y el Derecho romano hasta la Ilustración o la Revolución francesa. E intenta aplastar los derechos civiles y políticos de los musulmanes que, en Europa, se niegan individualmente a ser pastoreados por rabadanes cuya representatividad, por añadidura, es más que dudosa.
Bassam Tibi lo expresa bien: «la cultura política árabe en la que me he criado no conoce ni el concepto de individuo libre ni el de sujeto capaz de un pensamiento autónomo, porque la tradición ilustrada que antiguamente trataron de instaurar los filósofos musulmanes racionalistas del Medioevo (Averroes, Avicena, al-Farabi y otros), como continuación del legado griego, fue un intento frustrado ya desde sus comienzos (...). En mi infancia y como escolar en Damasco, más bien me enseñaron a poner en primer término mi pertenencia al grupo. «Soy árabe musulmán, luego existo». El concepto de individuo en tanto sujeto le es extraño al patrón cultural árabe (...), desde el punto de vista fundamentalista no puede ni debe existir diálogo alguno entre Oriente y Occidente. Tendencias de esta índole se definen como «conspiración occidental» y su finalidad sería adaptar el mundo del Islam al estándar occidental. Cuando un musulmán se convierte en demócrata liberal, para los fundamentalistas deja de ser musulmán».
Cuando el alfaquí al-Wanxarisi (siglos XV-XVI) exhortaba a los residuales musulmanes de España a fugarse al norte de África (muchos lo intentaron y consiguieron: no sólo hubo expulsiones) para no correr el riesgo de perder su fe, estaba manifestando el sentimiento central que anima a su sociedad (umma duna an-nas: una comunidad aparte de las otras gentes), pero imperativos económicos actuales (una comprensible ansia de alcanzar la prosperidad que sólo se halla en el denominado Primer Mundo) impiden poner puertas al campo y conservar a los muslimes en sus países de origen. Sin embargo, los gerifaltes de las comunidades en Europa pretenden mantener a su grey aislada e incontaminada de nuestra impureza, sin entender que hasta Huntington admite que las civilizaciones no tienen límites precisos, ni principio ni fin bien definidos: las culturas de los pueblos se interaccionan y solapan. En qué grado y modalidades es otra cuestión, sin que agitar el espantajo de la asimilación -que nadie busca, al menos a la brava , como en Arabia- sea parte suficiente para privar de razón a la propuesta del PP. Y acusar a éste de xenofobia es tan absurdo como retrucar inculpando a PSOE e IU por partidarios de la ablación, la poligamia, el asesinato de los musulmanes apóstatas, el ahorcamiento de homosexuales o el velo para las niñas de ocho años: ¿o no?
SERAFÍN FANJUL
Catedrático de la UAM
http://www.abc.es/20080301/opinion-la-tercera/quien-teme-integracion_200803010252.html
¿Quién teme a la integración?
UNA vez descartado el racismo científico, precisamente por su carácter acientífico, Marvin Harris describe bien el otro racismo, el folklórico (sic), tan antiguo como la humanidad y de fijo emergente siempre que un grupo endógamo se obstina en mantenerse al margen de la sociedad mayoritaria, empezando por los intercambios matrimoniales sin cortapisas: la automarginación sexual nunca viene sola, de ordinario aparece acompañada de tabúes alimentarios, en la vestimenta o en prejuicios que descienden a lo minucioso o lo cómico, ya se trate de los celos de propietario que no permite a su mujer ser atendida y explorada médicamente por varones, o la ridícula persecución en Arabia Saudí del Día de San Valentín, antesala de corrupciones, siendo -como es- en tal país más milagro que pecado caer en la tentación de la carne. Mientras, los saudíes siguen acudiendo a El Cairo en los estíos para tomar una «esposa de verano», puntualmente repudiada cuando llega septiembre, o recurriendo al nikah al-mut´a («nupcias de placer») que encubren malamente la prostitución. Pero denunciar la hipocresía de la sociedad islámica oficial y dominante no es el objeto de estas líneas.
Hace unos días, Mariano Rajoy ha hecho una propuesta de «Contrato para la integración» de los inmigrantes que, amén de moderado y sensato, puede tomarse como un medio de facilitar la estancia de los forasteros en España y la relación fluida y distendida con nosotros, algo más que deseable. Dejando aparte el obligado rasgar de vestiduras de la autotitulada izquierda ante cualquier medida que proponga el PP en toda sazón y lugar, o los mecanismos, grados y maneras que se arbitrarían para llevarlo a cabo, la cuestión crucial estriba en la acogida que han de dispensarle una parte de los afectados, los inmigrantes, porque -en contra de lo que se ha dicho: «los inmigrantes son los únicos protagonistas»- la otra parte somos nosotros, los españoles, también concernidos en este asunto. Y mucho. Obviamente, la interpretación del PSOE y de su sucedáneo IU acerca de obligar a los recién venidos a profesar de taurófilos, comer pipas o arrancarse por alegrías (ya quisieran), sólo constituye una salida por la tangente para eludir el fondo del problema: algún sector, numeroso, de inmigrantes ni se integra ni alberga la más mínima intención de hacerlo. ¿Pero cuál? Todos sabemos bien -fuera de chuscadas- que Rajoy se refiere a valores, a filosofía de la vida y a disposición a participar, o no, en un proyecto nacional común. Las elucubraciones jocosas ni siquiera denotan falta de ingenio, son mero escapismo de quien se inhibe -y amenaza con perseverar en la actitud, de ganar las elecciones- ante la realidad de gentes que no aprenden español, ni se les da un ardite de nuestra cultura o nuestras preocupaciones colectivas, no más interesados en los aspectos económicos que la permanencia en España les brinda.
El desarrollo de la propuesta ha de mostrar que tan sólo deben inquietarse los recalcitrantes en el desprecio al país que los acoge. Porque los procedentes de áreas culturales próximas (europeos en general), o muy cercanos a nosotros por razones obvias (los iberoamericanos), no tendrán, en el curso de una o dos generaciones a lo sumo, mayores dificultades para formar parte de nuestra sociedad a todos los efectos, aunque conserven los vínculos sentimentales que gusten con su patria de origen. Hasta aquí todo es normal, evidente, casi aburrido mencionarlo: los inmigrantes no componen una masa homogénea y huelga extenderse detallando las diferencias existentes entre un cardiólogo cubano, un electricista lituano y un bracero marroquí. Las necesidades, las expectativas y las posibilidades reales de unos y otros no son culpa de nadie, pero están ante nuestros ojos y fuerza es dar respuestas útiles, no declaraciones ideológicas a base de buenismo políticamente correcto que, a duras penas, encubre el oportunismo de una supuesta izquierda que, despojada de proletariado que llevarse a la boca y a la urna, sueña con utilizar a los inmigrantes a medio plazo como tropa de choque. Recientes acuerdos electorales entre el PSOE y el partido confesional islámico de Melilla apuntan en ese sentido: el partido del lo que sea está dispuesto a lo que sea con tal de arañar un diputado. Esperamos que los melillenses tomen buena nota.
Nunca se repetirá lo suficiente: debemos defender y potenciar los derechos y libertades individuales de los inmigrantes, no los de grupo que se arrogan los cabecillas de comunidades religiosas, en su nombre, con la finalidad patente de mantener en guetos apartados a sus fieles, reproduciendo la compartimentación de segmentos separados y yuxtapuestos -y con frecuencia enfrentados- que caracterizó nuestra Edad Media, eso que llaman «España de las Tres Culturas», «Espíritu de Córdoba», etc. Y que Dios nos libre de tan ultrarreaccionario regreso por el túnel del tiempo. So color de llevar a punta de lanza el multiculturalismo, cuyos orígenes divinos están por probar, en la práctica condenan a la marginación a los inmigrantes de una determinada procedencia (por desgracia, los musulmanes, si bien hinduistas y chinos, pese a su reducido número, parecen traslucir problemas similares). La pretensión, ya anunciada de conseguir un status especial para todos los musulmanes de la Unión Europea como grupo diferenciado y sin visos de integración, choca abiertamente con los principios que informan a la sociedad y la civilización europeas, desde la Filosofía griega y el Derecho romano hasta la Ilustración o la Revolución francesa. E intenta aplastar los derechos civiles y políticos de los musulmanes que, en Europa, se niegan individualmente a ser pastoreados por rabadanes cuya representatividad, por añadidura, es más que dudosa.
Bassam Tibi lo expresa bien: «la cultura política árabe en la que me he criado no conoce ni el concepto de individuo libre ni el de sujeto capaz de un pensamiento autónomo, porque la tradición ilustrada que antiguamente trataron de instaurar los filósofos musulmanes racionalistas del Medioevo (Averroes, Avicena, al-Farabi y otros), como continuación del legado griego, fue un intento frustrado ya desde sus comienzos (...). En mi infancia y como escolar en Damasco, más bien me enseñaron a poner en primer término mi pertenencia al grupo. «Soy árabe musulmán, luego existo». El concepto de individuo en tanto sujeto le es extraño al patrón cultural árabe (...), desde el punto de vista fundamentalista no puede ni debe existir diálogo alguno entre Oriente y Occidente. Tendencias de esta índole se definen como «conspiración occidental» y su finalidad sería adaptar el mundo del Islam al estándar occidental. Cuando un musulmán se convierte en demócrata liberal, para los fundamentalistas deja de ser musulmán».
Cuando el alfaquí al-Wanxarisi (siglos XV-XVI) exhortaba a los residuales musulmanes de España a fugarse al norte de África (muchos lo intentaron y consiguieron: no sólo hubo expulsiones) para no correr el riesgo de perder su fe, estaba manifestando el sentimiento central que anima a su sociedad (umma duna an-nas: una comunidad aparte de las otras gentes), pero imperativos económicos actuales (una comprensible ansia de alcanzar la prosperidad que sólo se halla en el denominado Primer Mundo) impiden poner puertas al campo y conservar a los muslimes en sus países de origen. Sin embargo, los gerifaltes de las comunidades en Europa pretenden mantener a su grey aislada e incontaminada de nuestra impureza, sin entender que hasta Huntington admite que las civilizaciones no tienen límites precisos, ni principio ni fin bien definidos: las culturas de los pueblos se interaccionan y solapan. En qué grado y modalidades es otra cuestión, sin que agitar el espantajo de la asimilación -que nadie busca, al menos a la brava , como en Arabia- sea parte suficiente para privar de razón a la propuesta del PP. Y acusar a éste de xenofobia es tan absurdo como retrucar inculpando a PSOE e IU por partidarios de la ablación, la poligamia, el asesinato de los musulmanes apóstatas, el ahorcamiento de homosexuales o el velo para las niñas de ocho años: ¿o no?
SERAFÍN FANJUL
Catedrático de la UAM
http://www.abc.es/20080301/opinion-la-tercera/quien-teme-integracion_200803010252.html
Angel Collado, Estan de los nervios
Están de los nervios
De Ángel Collado (el 29/02/2008 a las 12:42:45, en Elecciones, 381 Visitas)
Nadie sabe ni puede saber lo que pasará en las elecciones y menos quien se fíe de las encuestas que siempre fallan y, a duras penas, se acercan a acertar quién gana cuando resulta más obvio. A los hechos hay que remitirse. Ningún sondeo pronosticó una victoria tan corta como la que obtuvo Aznar en 1996 -por 1,2 puntos-, lo mismo pasó en 2000, cuando el PP cosechó una mayoría absoluta amplia que ningún estudio demoscópico había pronosticado. No digamos en 2004.
Esta vez nadie prevé grandes diferencias y en el Gobierno han pasado de la relativa tranquilidad de finales de enero, cuando el PP se metió en el lío de Gallardón, porque esperaban, en el peor de los casos, en quedarse como estaban, alrededor de los 160-165 escaños. Ya no. Están de los nervios. No hay más que seguir sus mensajes negativos, siempre a la contra, centrados en combatir a la oposición.
El insulto de Felipe González a Rajoy, por ordinario más que por otra cosa, no es el colofón de esos nervios, es el principio de lo que queda de campaña. Se puede faltar igual pero con más clase o con más mala leche. Que Alfonso Guerra les dé unas lecciones.
El presidente del PP habló una vez de un "bobo solemne" sin referirse a nadie y todo el mundo entendió a quién se refería. Zapatero es solemne hasta la cursilería, pero de tonto no tiene un pelo. Sabe ganar elecciones sin proyecto, gobernar sin equipo, ceder ante los nacionalistas sin escrúpulos, negociar con ETA sin red y ahí está en las encuestas, como el político con una imagen menos mala y un mínimo del 40 por ciento de los electores dispuestos a votarle.
Según las encuestas. Algo debe tener además de una tremenda influencia y soltura en los medios. Ahora bien, desde el pasado lunes, cuando él mismo fue el primero en darse cuenta de que Rajoy le superaba en el debate, los socialistas están de los nervios porque, aunque ganen, si lo hacen por los pelos, tendrían que gobernar con el permiso de un mínimo de cuatro partidos nacionalistas más Izquierda Unida hasta para convalidar un decreto.
Para todo, con todos al mismo tiempo y sin ir cambiando de socios como han hecho en esta legislatura. Una tortura que, pese a todo, ahora mismo estarían dispuestos a firmar.
http://www.abc.es/informacion/elecciones2008/public/post/estan-de-los-nervios-116.asp
De Ángel Collado (el 29/02/2008 a las 12:42:45, en Elecciones, 381 Visitas)
Nadie sabe ni puede saber lo que pasará en las elecciones y menos quien se fíe de las encuestas que siempre fallan y, a duras penas, se acercan a acertar quién gana cuando resulta más obvio. A los hechos hay que remitirse. Ningún sondeo pronosticó una victoria tan corta como la que obtuvo Aznar en 1996 -por 1,2 puntos-, lo mismo pasó en 2000, cuando el PP cosechó una mayoría absoluta amplia que ningún estudio demoscópico había pronosticado. No digamos en 2004.
Esta vez nadie prevé grandes diferencias y en el Gobierno han pasado de la relativa tranquilidad de finales de enero, cuando el PP se metió en el lío de Gallardón, porque esperaban, en el peor de los casos, en quedarse como estaban, alrededor de los 160-165 escaños. Ya no. Están de los nervios. No hay más que seguir sus mensajes negativos, siempre a la contra, centrados en combatir a la oposición.
El insulto de Felipe González a Rajoy, por ordinario más que por otra cosa, no es el colofón de esos nervios, es el principio de lo que queda de campaña. Se puede faltar igual pero con más clase o con más mala leche. Que Alfonso Guerra les dé unas lecciones.
El presidente del PP habló una vez de un "bobo solemne" sin referirse a nadie y todo el mundo entendió a quién se refería. Zapatero es solemne hasta la cursilería, pero de tonto no tiene un pelo. Sabe ganar elecciones sin proyecto, gobernar sin equipo, ceder ante los nacionalistas sin escrúpulos, negociar con ETA sin red y ahí está en las encuestas, como el político con una imagen menos mala y un mínimo del 40 por ciento de los electores dispuestos a votarle.
Según las encuestas. Algo debe tener además de una tremenda influencia y soltura en los medios. Ahora bien, desde el pasado lunes, cuando él mismo fue el primero en darse cuenta de que Rajoy le superaba en el debate, los socialistas están de los nervios porque, aunque ganen, si lo hacen por los pelos, tendrían que gobernar con el permiso de un mínimo de cuatro partidos nacionalistas más Izquierda Unida hasta para convalidar un decreto.
Para todo, con todos al mismo tiempo y sin ir cambiando de socios como han hecho en esta legislatura. Una tortura que, pese a todo, ahora mismo estarían dispuestos a firmar.
http://www.abc.es/informacion/elecciones2008/public/post/estan-de-los-nervios-116.asp
Miguel Angel Loma, A la intemperie
sabado 1 de marzo de 2008
A la intemperie
Miguel Ángel Loma
R OSA DÍEZ, fundadora y líder del nuevo partido Unión, Progreso y Democracia (UPyD), anda denunciando justificadamente el ninguneo y discriminatorio trato que tanto ella como su partido están recibiendo en la presente campaña electoral. Se queja de la dificultades para la financiación de su campaña, de que la excluyan de la participación en los grandes debates o que no se informe en los medios de titularidad pública, como se hace con los otros, de las actividades y propuestas de su partido.
Pero todas esas circunstancias que denuncia doña Rosa, ni son de ahora, ni se le aplican exclusivamente a ella. Son las mismas que padecen desde siempre todos los partidos políticos que no lograron obtener representación en las últimas elecciones o que se presentan por primera vez a ellas. Una situación que se asemeja a una carrera de obstáculos donde, a quienes vencieron en la última, no sólo se le asignan las mejores calles de salida, sino que gozan de menor número de dificultades mediante ayuditas bajo diferentes formas: como la continua presencia de sus representantes en los medios de comunicación, la asignación de mayores espacios gratuitos, etcétera. Aunque todo ello signifique una clara merma del principio de igualdad de oportunidades, así lo dispone la ley; y como ésta la hacen quienes ganan, pocas reformas cabe esperar de quienes se benefician con su repetida aplicación.
No obstante, la más indicada para quejarse de tan injustas reglas del juego no es Rosa Díez, porque ella participó en bastantes campañas electorales cuando era candidata por el PSOE, ocupando cargos tan relevantes como Consejera de Turismo del Gobierno Vasco (1991-1998) y europarlamentaria socialista (1999-2007). Cuesta creer que una mujer tan inteligente no supiera cómo funcionaba todo esto.
Y en cualquier caso, tampoco doña Rosa puede quejarse demasiado, porque al menos cuenta con el cariñosísimo y privilegiado apoyo de un medio de comunicación tan influyente como es la cadena COPE, pese a que el programa electoral de la UPyD abogue por expulsar la asignatura de religión del currículo educativo, por retirar los símbolos religiosos, por impulsar el desarrollo de políticas dirigidas a la laicización progresiva del Estado, por reformar la Constitución para suprimir la mención a la Iglesia Católica en el art. 16, 3; etc., etc. Un partido que cuenta entre sus máximos ideólogos con un Fernando Savater (el que decía que España se la suda) acérrimo defensor de la imposición de la asignatura de Educación para la Ciudadanía, y que no desaprovecha ocasión para arremeter contra la Iglesia y contra la moral cristiana. Parece que con tal de que gane el PP, en la COPE todo vale; incluso promocionar a quienes se muestran abiertamente contrarios a los valores e ideario de la cadena. En fin, ellos sabrán...
Lo que otros sabemos es el miserable trato que esa misma cadena dispensa a los pocos partidos políticos que defienden explícitamente los principios no negociables para la actuación del cristiano en política, que señala Benedicto XVI: «el respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural; la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer; la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas». Un trato tan miserable que, como sucede con uno de estos partidos, Alternativa Española (AES), llega hasta el punto de vetar cualquier publicidad pagada en sus ondas.
Y me pregunto: ¿para qué se preocupan los obispos en emitir una nota de orientación ante las elecciones, si luego el medio de comunicación del que son titulares no sólo promociona a los contrarios a dichas orientaciones, sino que ni siquiera permite la publicidad de quienes se identifican con ella?
¿Misterium fidei? No precisamente; y si es misterio de fe, no es fe de pobre, sino fe de rico.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4479
A la intemperie
Miguel Ángel Loma
R OSA DÍEZ, fundadora y líder del nuevo partido Unión, Progreso y Democracia (UPyD), anda denunciando justificadamente el ninguneo y discriminatorio trato que tanto ella como su partido están recibiendo en la presente campaña electoral. Se queja de la dificultades para la financiación de su campaña, de que la excluyan de la participación en los grandes debates o que no se informe en los medios de titularidad pública, como se hace con los otros, de las actividades y propuestas de su partido.
Pero todas esas circunstancias que denuncia doña Rosa, ni son de ahora, ni se le aplican exclusivamente a ella. Son las mismas que padecen desde siempre todos los partidos políticos que no lograron obtener representación en las últimas elecciones o que se presentan por primera vez a ellas. Una situación que se asemeja a una carrera de obstáculos donde, a quienes vencieron en la última, no sólo se le asignan las mejores calles de salida, sino que gozan de menor número de dificultades mediante ayuditas bajo diferentes formas: como la continua presencia de sus representantes en los medios de comunicación, la asignación de mayores espacios gratuitos, etcétera. Aunque todo ello signifique una clara merma del principio de igualdad de oportunidades, así lo dispone la ley; y como ésta la hacen quienes ganan, pocas reformas cabe esperar de quienes se benefician con su repetida aplicación.
No obstante, la más indicada para quejarse de tan injustas reglas del juego no es Rosa Díez, porque ella participó en bastantes campañas electorales cuando era candidata por el PSOE, ocupando cargos tan relevantes como Consejera de Turismo del Gobierno Vasco (1991-1998) y europarlamentaria socialista (1999-2007). Cuesta creer que una mujer tan inteligente no supiera cómo funcionaba todo esto.
Y en cualquier caso, tampoco doña Rosa puede quejarse demasiado, porque al menos cuenta con el cariñosísimo y privilegiado apoyo de un medio de comunicación tan influyente como es la cadena COPE, pese a que el programa electoral de la UPyD abogue por expulsar la asignatura de religión del currículo educativo, por retirar los símbolos religiosos, por impulsar el desarrollo de políticas dirigidas a la laicización progresiva del Estado, por reformar la Constitución para suprimir la mención a la Iglesia Católica en el art. 16, 3; etc., etc. Un partido que cuenta entre sus máximos ideólogos con un Fernando Savater (el que decía que España se la suda) acérrimo defensor de la imposición de la asignatura de Educación para la Ciudadanía, y que no desaprovecha ocasión para arremeter contra la Iglesia y contra la moral cristiana. Parece que con tal de que gane el PP, en la COPE todo vale; incluso promocionar a quienes se muestran abiertamente contrarios a los valores e ideario de la cadena. En fin, ellos sabrán...
Lo que otros sabemos es el miserable trato que esa misma cadena dispensa a los pocos partidos políticos que defienden explícitamente los principios no negociables para la actuación del cristiano en política, que señala Benedicto XVI: «el respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural; la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer; la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas». Un trato tan miserable que, como sucede con uno de estos partidos, Alternativa Española (AES), llega hasta el punto de vetar cualquier publicidad pagada en sus ondas.
Y me pregunto: ¿para qué se preocupan los obispos en emitir una nota de orientación ante las elecciones, si luego el medio de comunicación del que son titulares no sólo promociona a los contrarios a dichas orientaciones, sino que ni siquiera permite la publicidad de quienes se identifican con ella?
¿Misterium fidei? No precisamente; y si es misterio de fe, no es fe de pobre, sino fe de rico.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4479
Cesar Alonso, La desgracia nacional
viernes 29 de febrero de 2008
la desgracia nacional
POR CÉSAR ALONSO DE LOS RÍOS
Una victoria electoral del PSOE sería una terrible desgracia. Nunca mejor dicho que una desgracia «nacional». Ninguna de las elecciones celebradas hasta la fecha fueron tan decisivas como estas de ahora. Ni siquiera las primeras de Suárez. Es el ser de España lo que está en juego. En parte ya nos lo hemos jugado y lo hemos perdido. Ahora se trata ya de contener y enmendar. De recuperar. Y quizá por eso yo soy tan exigente con el PP. Y con Rajoy. El PP y los nuevos pequeños partidos es todo lo que tenemos frente al bloque que dirige el PSOE. Un bloque arrasador.
La política de Zapatero consiste en hacer una España irreconocible, nacionalmente, moralmente. Se trata de una auténtica subversión. Es toda una revolución en el sentido más negativo de la expresión. De todos los poderes tradicionales, al único que salva la propuesta de Zapatero es al poder económico. ¿Paradójico? Muy explicable. Resultaría engorroso incluso apropiarse de los medios de producción cuando desde el Estado se controlan los de comunicación. En esa carrera, al partido socialista le acompañan los nacionalistas periféricos (incluso CiU, con remilgos) y los comunistas, ya innombrables, que, habiendo soñado siempre con convertir a todo el mundo en tontos útiles, lo son hoy ellos por excelencia.
La única fuerza política que se puede oponer con eficacia a esta estrategia del PSOE, antinacional y amoral, es el PP. La derrota del PP en estos momentos abriría una crisis muy superior a la partidaria. Como decía al comienzo, se trataría de una crisis de la Nación. ¿Desprecio por lo mismo al partido de mi estimada Rosa Díez o a Ciudadanos? En absoluto. Aunque estos limitan su enfrentamiento con el PSOE a las concepciones relativas al Estado y no a las morales, la alianza sería obligada...
Decía hace unos días mi querido Martín Ferrand con su aceptable sentido relativista que a veces no queda más remedio que elegir el mal menor. Quizá porque él no ve la situación en términos tan dramáticos como yo. Hemos llegado a un punto en que lo que podría ser un mal menor es un Bien por cuanto niega el Mal.
http://www.abc.es/20080229/opinion-firmas/desgracia-nacional_200802290247.html
la desgracia nacional
POR CÉSAR ALONSO DE LOS RÍOS
Una victoria electoral del PSOE sería una terrible desgracia. Nunca mejor dicho que una desgracia «nacional». Ninguna de las elecciones celebradas hasta la fecha fueron tan decisivas como estas de ahora. Ni siquiera las primeras de Suárez. Es el ser de España lo que está en juego. En parte ya nos lo hemos jugado y lo hemos perdido. Ahora se trata ya de contener y enmendar. De recuperar. Y quizá por eso yo soy tan exigente con el PP. Y con Rajoy. El PP y los nuevos pequeños partidos es todo lo que tenemos frente al bloque que dirige el PSOE. Un bloque arrasador.
La política de Zapatero consiste en hacer una España irreconocible, nacionalmente, moralmente. Se trata de una auténtica subversión. Es toda una revolución en el sentido más negativo de la expresión. De todos los poderes tradicionales, al único que salva la propuesta de Zapatero es al poder económico. ¿Paradójico? Muy explicable. Resultaría engorroso incluso apropiarse de los medios de producción cuando desde el Estado se controlan los de comunicación. En esa carrera, al partido socialista le acompañan los nacionalistas periféricos (incluso CiU, con remilgos) y los comunistas, ya innombrables, que, habiendo soñado siempre con convertir a todo el mundo en tontos útiles, lo son hoy ellos por excelencia.
La única fuerza política que se puede oponer con eficacia a esta estrategia del PSOE, antinacional y amoral, es el PP. La derrota del PP en estos momentos abriría una crisis muy superior a la partidaria. Como decía al comienzo, se trataría de una crisis de la Nación. ¿Desprecio por lo mismo al partido de mi estimada Rosa Díez o a Ciudadanos? En absoluto. Aunque estos limitan su enfrentamiento con el PSOE a las concepciones relativas al Estado y no a las morales, la alianza sería obligada...
Decía hace unos días mi querido Martín Ferrand con su aceptable sentido relativista que a veces no queda más remedio que elegir el mal menor. Quizá porque él no ve la situación en términos tan dramáticos como yo. Hemos llegado a un punto en que lo que podría ser un mal menor es un Bien por cuanto niega el Mal.
http://www.abc.es/20080229/opinion-firmas/desgracia-nacional_200802290247.html
Quiñonero, Socialismo letargico
viernes 29 de febarero de 2008
Socialismo letárgico
POR JUAN PEDRO QUIÑONERO
Entre la izquierda intelectual europea más influyente hay quienes dudan que el presidente Zapatero tenga la talla política necesaria para afrontar los desafíos pendientes.
El semanario Die Zeit la publicación de referencia de la izquierda socialdemócrata alemana, publica un artículo sobre política española que lleva este título: «Socialistas letárgicos». Letárgico: «Que padece letargo, síntoma de varias enfermedades nerviosas, infecciosas o tóxicas, caracterizado por un estado de somnolencia profunda y prolongada. Perteneciente o relativo a esta enfermedad».
Tras recordar en su última página que, en España, «la fiesta se ha terminado», Le Monde publica un nuevo análisis, intentando evaluar cómo influirá en las economías europeas la cotización a la alza del euro. Y concluye: «España, Italia y Francia deberán pagar el precio fuerte».
Por su parte, Foreing Affaires, una de las revistas más influyentes del mundo en el terreno de los análisis diplomáticos, publica un ensayo del profesor Jerry Z. Muller analizando la importancia de los nacionalismos étnicos en la debilidad y fragmentación de los pueblos y Estados, afirmando: «Las exigencias flamencas en Bélgica, escocesas en el Reino Unido y catalanas en España están sujetas a constantes renegociaciones, con riesgos de mayor desintegración étnica y conflictos comunitarios».
En otro plano, el semanario Time cuenta como las políticas sociales del gobierno Zapatero han precipitado enfrentamientos en terrenos sensibles para la familia, creando nuevas divisiones en cuestiones éticas de fondo, como la adopción de niños en parejas homosexuales.
Juan Pedro Quiñonero
REVISTA DE PRENSA
http://www.abc.es/20080229/opinion-firmas/socialismo-letargico_200802290245.html
Socialismo letárgico
POR JUAN PEDRO QUIÑONERO
Entre la izquierda intelectual europea más influyente hay quienes dudan que el presidente Zapatero tenga la talla política necesaria para afrontar los desafíos pendientes.
El semanario Die Zeit la publicación de referencia de la izquierda socialdemócrata alemana, publica un artículo sobre política española que lleva este título: «Socialistas letárgicos». Letárgico: «Que padece letargo, síntoma de varias enfermedades nerviosas, infecciosas o tóxicas, caracterizado por un estado de somnolencia profunda y prolongada. Perteneciente o relativo a esta enfermedad».
Tras recordar en su última página que, en España, «la fiesta se ha terminado», Le Monde publica un nuevo análisis, intentando evaluar cómo influirá en las economías europeas la cotización a la alza del euro. Y concluye: «España, Italia y Francia deberán pagar el precio fuerte».
Por su parte, Foreing Affaires, una de las revistas más influyentes del mundo en el terreno de los análisis diplomáticos, publica un ensayo del profesor Jerry Z. Muller analizando la importancia de los nacionalismos étnicos en la debilidad y fragmentación de los pueblos y Estados, afirmando: «Las exigencias flamencas en Bélgica, escocesas en el Reino Unido y catalanas en España están sujetas a constantes renegociaciones, con riesgos de mayor desintegración étnica y conflictos comunitarios».
En otro plano, el semanario Time cuenta como las políticas sociales del gobierno Zapatero han precipitado enfrentamientos en terrenos sensibles para la familia, creando nuevas divisiones en cuestiones éticas de fondo, como la adopción de niños en parejas homosexuales.
Juan Pedro Quiñonero
REVISTA DE PRENSA
http://www.abc.es/20080229/opinion-firmas/socialismo-letargico_200802290245.html
Ferrand, El debate de anoche
viernes 29 de febrero de 2008
El debate de anoche
POR M. MARTÍN FERRAND
ESCRIBO sobre el debate estelar, entre los organizados por TVE en La 1, antes de que se produzca, sin haberlo visto porque no quiero referirme a su contenido, sino a su forma que, en mi modesta opinión, quiebra algunos supuestos formales de la democracia y tiende a institucionalizar un bipartidismo que, siéndolo de hecho, no debe ser alentado y mantenido desde un medio de comunicación de titularidad pública y que, por tener cobertura nacional y funcionar con cargo al Presupuesto, no debiera ningunear las opciones políticas minoritarias que, legítimas y constitucionales, florecen en la periferia.
Bien está que los dos grandes líderes nacionales que aspiran a presidir el Gobierno de España se corten a la medida un par de debates en los que puedan lucirse ante sus respectivas parroquias y, en lo posible, captar devotos de las ajenas. Llegados al prêt-a-porter de los debates, a la gran sopa de letras de la representación parlamentaria, esos dos grandes grupos debieran forzar la humildad de sus líderes y forzar su comparecencia en pie de igualdad de quienes, aún representando un menor número de ciudadanos, no serán diputados de segunda ni restos de serie o desechos de tienta.
Josep Antoni Durán Lleida, a quien deseo un pronto restablecimiento de su inoportuna dolencia, estaba ayer como una pantera porque en esa propuesta de «debate general» el PSOE se hacía representar por Ramón Jáuregui, dignísimo candidato socialista por Álava, y el PP por Esteban González Pons, respetabilísimo número uno de la lista popular por Valencia. No le faltaba razón a Durán. Nuestro sistema, aunque los grandes líderes parezcan olvidarlo, no es presidencialista. El día 9 de marzo elegiremos, únicamente, representantes para el Congreso y el Senado. Entre los elegidos para la Cámara Baja se elegirá, en segundo grado, un jefe del Ejecutivo. Es decir, sólo los electores de Madrid podrán respaldar con su voto a Mariano Rajoy o a José Luis Rodríguez Zapatero. Algo que, dadas sus aspiraciones, debiera obligarles a un trato de mayor proximidad con los representantes de IU, CiU, ER, PNV o CC.
La democracia, como si fuera un delicado vaso de cristal, puede perder todo su contenido si se quiebra en sus formas. Si se las golpea o menosprecia. Al debate de anoche, como para marcar distancias, tampoco acudieron los números uno de todas las formaciones representadas. No sé si por no ser menos o por parecer más. Un debate a siete es, posiblemente, un despropósito audiovisual poco enriquecedor para los ciudadanos; pero eso es lo que exige el supuesto parlamentarismo que nos marca la Constitución. Aunque todos estemos a punto de un naufragio, nadie entre los poderes de la Patria tiene derecho a sentirse Robinson Crusoe. Ni solo, ni en compañía de otro.
http://www.abc.es/20080229/opinion-firmas/debate-anoche_200802290247.html
El debate de anoche
POR M. MARTÍN FERRAND
ESCRIBO sobre el debate estelar, entre los organizados por TVE en La 1, antes de que se produzca, sin haberlo visto porque no quiero referirme a su contenido, sino a su forma que, en mi modesta opinión, quiebra algunos supuestos formales de la democracia y tiende a institucionalizar un bipartidismo que, siéndolo de hecho, no debe ser alentado y mantenido desde un medio de comunicación de titularidad pública y que, por tener cobertura nacional y funcionar con cargo al Presupuesto, no debiera ningunear las opciones políticas minoritarias que, legítimas y constitucionales, florecen en la periferia.
Bien está que los dos grandes líderes nacionales que aspiran a presidir el Gobierno de España se corten a la medida un par de debates en los que puedan lucirse ante sus respectivas parroquias y, en lo posible, captar devotos de las ajenas. Llegados al prêt-a-porter de los debates, a la gran sopa de letras de la representación parlamentaria, esos dos grandes grupos debieran forzar la humildad de sus líderes y forzar su comparecencia en pie de igualdad de quienes, aún representando un menor número de ciudadanos, no serán diputados de segunda ni restos de serie o desechos de tienta.
Josep Antoni Durán Lleida, a quien deseo un pronto restablecimiento de su inoportuna dolencia, estaba ayer como una pantera porque en esa propuesta de «debate general» el PSOE se hacía representar por Ramón Jáuregui, dignísimo candidato socialista por Álava, y el PP por Esteban González Pons, respetabilísimo número uno de la lista popular por Valencia. No le faltaba razón a Durán. Nuestro sistema, aunque los grandes líderes parezcan olvidarlo, no es presidencialista. El día 9 de marzo elegiremos, únicamente, representantes para el Congreso y el Senado. Entre los elegidos para la Cámara Baja se elegirá, en segundo grado, un jefe del Ejecutivo. Es decir, sólo los electores de Madrid podrán respaldar con su voto a Mariano Rajoy o a José Luis Rodríguez Zapatero. Algo que, dadas sus aspiraciones, debiera obligarles a un trato de mayor proximidad con los representantes de IU, CiU, ER, PNV o CC.
La democracia, como si fuera un delicado vaso de cristal, puede perder todo su contenido si se quiebra en sus formas. Si se las golpea o menosprecia. Al debate de anoche, como para marcar distancias, tampoco acudieron los números uno de todas las formaciones representadas. No sé si por no ser menos o por parecer más. Un debate a siete es, posiblemente, un despropósito audiovisual poco enriquecedor para los ciudadanos; pero eso es lo que exige el supuesto parlamentarismo que nos marca la Constitución. Aunque todos estemos a punto de un naufragio, nadie entre los poderes de la Patria tiene derecho a sentirse Robinson Crusoe. Ni solo, ni en compañía de otro.
http://www.abc.es/20080229/opinion-firmas/debate-anoche_200802290247.html
Ignacio Camacho, Frentismo
viernes 29 de febrero de 2008
Frentismo
POR IGNACIO CAMACHO
AHORA que la campaña de Barack Obama se ha puesto tan de moda que casi parece obligatorio copiarla -hasta la niña del cuento postizo de Rajoy la sacaron de su célebre discurso del «yes, we can»-, quizá convenga recordar la teoría que constituye el núcleo de su propuesta, que es la unidad patriótica de los ciudadanos en torno a la construcción de un nuevo clima político nacional. En lo que ahora se llama un gesto de transversalidad, Obama tiende la mano incluso a sus adversarios para proponer un cambio de rumbo que, aunque abstracto en sus formulaciones, está enganchando a los electores y hasta ha contagiado al republicano McCain, que se abre al ala liberal tanto como se aleja del radicalismo derechista que ha sostenido a Bush. Puro centrismo, como puede apreciarse, al menos desde el planteamiento retórico y bienintencionado que caracteriza toda campaña.
¿Toda? Bueno, depende de dónde. Porque los socialistas españoles han lanzado el carro de su estrategia por el pedregal del radicalismo frentista. Después de varios tanteos innovadores, su apuesta final es la de toda la vida cada vez que se les pone difícil el panorama: el ataque frontal contra la derecha, el dóberman muerdetobillos, la llamada a rebato contra medio país, la caracterización del rival político como un enemigo social. Paradójicamente, mientras Obama recuerda no poco al Zapatero moderado e integrador de su etapa opositora, el propio ZP se desmarca de cualquier transversalismo consensual para lanzarse a la yugular de su adversario con una propuesta de confrontación bipolar que ahonda en las bases estratégicas de su mandato: el achique de espacios que definió el pacto del Tinell, la exclusión de la derecha del campo político.
La paradoja se completa con la evidencia de que es el PP el único que hasta ahora ha hablado de recuperar los consensos rotos, pese a que su propio discurso en positivo a duras penas se abre paso en el fragor del combate electoral, quizá porque en el fondo los propios ciudadanos crean poco en él y prefieran nuestra tradicional y españolísima, casi goyesca, confrontación cainita y fratricida. Al final, el clima bélico se contagia y arrastra a Rajoy al cuerpo a cuerpo, de tal modo que el cuentecillo obamiano de la niña que ha de crecer en un país moderno quedó en el último debate como un estrambote artificioso después de un pugilato a cara de perro.
Acaso lo que ocurra es que, en el fondo, cada sociedad tiene los políticos que se merece, y el liderazgo de cada momento histórico corresponde al clima social que lo permite. El consenso, el respeto, el acuerdo, son hermosos conceptos que la gente señala como un anhelo en las encuestas mientras en la realidad se aplica con denuedo a la dialéctica más encarnizada. La política no hace sino atender a esa demanda; si fuésemos como hipócritamente decimos ser, esta escalada de sectarismo caería en el saco roto del desprecio ciudadano. Al final, si Obama y McCain tienden manos es porque sus compatriotas les piden mano tendida, y si nuestros candidatos se zurran es porque a nosotros, al menos tanto como a ellos, nos va la marcha de la gresca y el divisionismo.
http://www.abc.es/20080229/opinion-firmas/frentismo_200802290250.html
Frentismo
POR IGNACIO CAMACHO
AHORA que la campaña de Barack Obama se ha puesto tan de moda que casi parece obligatorio copiarla -hasta la niña del cuento postizo de Rajoy la sacaron de su célebre discurso del «yes, we can»-, quizá convenga recordar la teoría que constituye el núcleo de su propuesta, que es la unidad patriótica de los ciudadanos en torno a la construcción de un nuevo clima político nacional. En lo que ahora se llama un gesto de transversalidad, Obama tiende la mano incluso a sus adversarios para proponer un cambio de rumbo que, aunque abstracto en sus formulaciones, está enganchando a los electores y hasta ha contagiado al republicano McCain, que se abre al ala liberal tanto como se aleja del radicalismo derechista que ha sostenido a Bush. Puro centrismo, como puede apreciarse, al menos desde el planteamiento retórico y bienintencionado que caracteriza toda campaña.
¿Toda? Bueno, depende de dónde. Porque los socialistas españoles han lanzado el carro de su estrategia por el pedregal del radicalismo frentista. Después de varios tanteos innovadores, su apuesta final es la de toda la vida cada vez que se les pone difícil el panorama: el ataque frontal contra la derecha, el dóberman muerdetobillos, la llamada a rebato contra medio país, la caracterización del rival político como un enemigo social. Paradójicamente, mientras Obama recuerda no poco al Zapatero moderado e integrador de su etapa opositora, el propio ZP se desmarca de cualquier transversalismo consensual para lanzarse a la yugular de su adversario con una propuesta de confrontación bipolar que ahonda en las bases estratégicas de su mandato: el achique de espacios que definió el pacto del Tinell, la exclusión de la derecha del campo político.
La paradoja se completa con la evidencia de que es el PP el único que hasta ahora ha hablado de recuperar los consensos rotos, pese a que su propio discurso en positivo a duras penas se abre paso en el fragor del combate electoral, quizá porque en el fondo los propios ciudadanos crean poco en él y prefieran nuestra tradicional y españolísima, casi goyesca, confrontación cainita y fratricida. Al final, el clima bélico se contagia y arrastra a Rajoy al cuerpo a cuerpo, de tal modo que el cuentecillo obamiano de la niña que ha de crecer en un país moderno quedó en el último debate como un estrambote artificioso después de un pugilato a cara de perro.
Acaso lo que ocurra es que, en el fondo, cada sociedad tiene los políticos que se merece, y el liderazgo de cada momento histórico corresponde al clima social que lo permite. El consenso, el respeto, el acuerdo, son hermosos conceptos que la gente señala como un anhelo en las encuestas mientras en la realidad se aplica con denuedo a la dialéctica más encarnizada. La política no hace sino atender a esa demanda; si fuésemos como hipócritamente decimos ser, esta escalada de sectarismo caería en el saco roto del desprecio ciudadano. Al final, si Obama y McCain tienden manos es porque sus compatriotas les piden mano tendida, y si nuestros candidatos se zurran es porque a nosotros, al menos tanto como a ellos, nos va la marcha de la gresca y el divisionismo.
http://www.abc.es/20080229/opinion-firmas/frentismo_200802290250.html
Carlos Herrera, La euforia contraindicada
viernes 29 de febrero de 2008
La euforia contraindicada
POR CARLOS HERRERA
A las pocas horas del pasado debate entre los dos candidatos principales a presidente del gobierno, una fácilmente detectable euforia se instaló en los predios del candidato popular. «Mariano lo ha machacado», «le ha dejado para el arrastre» y otras expresiones de semejante jaez eran de uso común durante esa noche y la mañana posterior. La derecha -perdón, el centro derecha, mecachis, que siempre se me escapa- vivía un desahogo por primera vez desde las elecciones municipales y creía firmemente que su sueño era posible, todo ello después de sentir el acoso, el cordón sanitario y el agobio en sus propias carnes. Los debates, al menos en España, no parece que sean la fórmula perfecta para generar masas oceánicas de personas decididas a cambiar su intención de voto; asientan el voto de los partidarios y, como mucho, ponen en duda a un escaso puñado de votantes -el voto en nuestro país tiene un componente identitario absolutamente descomunal y, si me permiten, irracional-, pero generan, eso sí, un estado de ánimo o de desánimo que condicionan la opinión, la acción y la reacción en los días posteriores.
Los seguidores de Rajoy han vivido, pues, una liberación hormonal parecida a la que experimentan los seguidores del equipo que gana la Copa de Europa y han paseado lo que consideran su triunfo con el orgullo de quien gana teniéndolo todo en contra. Parece claro que, digan lo que digan las encuestas, Rajoy estuvo por encima de su adversario gracias a haber llevado buena parte de la iniciativa en el debate y a contar con la ventaja de ser él quien analizaba la tarea del gobierno y no el gobierno -aunque lo intentara sin éxito- quien examinaba a la oposición. El que habrá de llegar el próximo lunes será, en cambio y según parece, el de las propuestas, el de analizar frente a frente lo que los dos grandes partidos nos tienen preparado a los españoles. Ahí no vale la misma técnica: ya no se trata de decirle al gobierno lo mal que lo hizo en esto y aquello, sino de convencer a los espectadores u oyentes de que las ideas de uno son mejores que las del otro, lo cual no tiene el mismo rendimiento en espectacularidad que la bronca desabrida y el reproche agudo. No obstante, si Rajoy se desenvuelve con más soltura en las argumentaciones que Rodríguez Zapatero, la euforia, de nuevo, se instalará en el ámbito de los votantes populares y esta vez tendrá carácter casi embriagador. Tanto, que puede costarle al PP un serio disgusto, que no es otro que el de excitar el voto útil de la izquierda, la izquierda extrema y el nacionalismo de garrafa el próximo día nueve, lo cual convertiría en carne verídica la paradoja teórica de que ganar sobradamente puede ponerte en aprietos en la hora final.
No se trata tanto de abonar la teoría un tanto extraña de que a la derecha española le conviene hacer campaña como si se presentase a las elecciones finlandesas con tal de no despertar al habitual abstencionista de izquierdas, no; se trata de evidenciar la mala suerte de los conservadores españoles que no pueden apoyarse en barandilla ninguna en su escalada al poder. Están solos, y a lo más que pueden aspirar es a la abulia y desgana en sus oponentes, habitantes permanentes de los pactos del Tinell y otras majaderías. Si yo fuera estratega del Partido Popular, alto honor al que no aspiro, nunca aconsejaría a Rajoy que se dejara ganar el partido ni que evitara vencer claramente a su contrario, pero sí procuraría convencerle de que prescindiera del lanzamiento de cohetes desde el conocido balcón de la calle Génova o soslayara las declaraciones pletóricas de los suyos. No pocos votantes de la izquierda extrema, de los grupúsculos insertos en IU, de los independentismos grasientos procederían a taparse la nariz y votar por el, para ellos, menos malo, como si las elecciones generales fuesen una segunda vuelta cualquiera. En una palabra: «¡Que viene la derecha!», dirían. Y obrarían en consecuencia.
www.carlosherrera.com
http://www.abc.es/20080229/opinion-firmas/euforia-contraindicada_200802290250.html
La euforia contraindicada
POR CARLOS HERRERA
A las pocas horas del pasado debate entre los dos candidatos principales a presidente del gobierno, una fácilmente detectable euforia se instaló en los predios del candidato popular. «Mariano lo ha machacado», «le ha dejado para el arrastre» y otras expresiones de semejante jaez eran de uso común durante esa noche y la mañana posterior. La derecha -perdón, el centro derecha, mecachis, que siempre se me escapa- vivía un desahogo por primera vez desde las elecciones municipales y creía firmemente que su sueño era posible, todo ello después de sentir el acoso, el cordón sanitario y el agobio en sus propias carnes. Los debates, al menos en España, no parece que sean la fórmula perfecta para generar masas oceánicas de personas decididas a cambiar su intención de voto; asientan el voto de los partidarios y, como mucho, ponen en duda a un escaso puñado de votantes -el voto en nuestro país tiene un componente identitario absolutamente descomunal y, si me permiten, irracional-, pero generan, eso sí, un estado de ánimo o de desánimo que condicionan la opinión, la acción y la reacción en los días posteriores.
Los seguidores de Rajoy han vivido, pues, una liberación hormonal parecida a la que experimentan los seguidores del equipo que gana la Copa de Europa y han paseado lo que consideran su triunfo con el orgullo de quien gana teniéndolo todo en contra. Parece claro que, digan lo que digan las encuestas, Rajoy estuvo por encima de su adversario gracias a haber llevado buena parte de la iniciativa en el debate y a contar con la ventaja de ser él quien analizaba la tarea del gobierno y no el gobierno -aunque lo intentara sin éxito- quien examinaba a la oposición. El que habrá de llegar el próximo lunes será, en cambio y según parece, el de las propuestas, el de analizar frente a frente lo que los dos grandes partidos nos tienen preparado a los españoles. Ahí no vale la misma técnica: ya no se trata de decirle al gobierno lo mal que lo hizo en esto y aquello, sino de convencer a los espectadores u oyentes de que las ideas de uno son mejores que las del otro, lo cual no tiene el mismo rendimiento en espectacularidad que la bronca desabrida y el reproche agudo. No obstante, si Rajoy se desenvuelve con más soltura en las argumentaciones que Rodríguez Zapatero, la euforia, de nuevo, se instalará en el ámbito de los votantes populares y esta vez tendrá carácter casi embriagador. Tanto, que puede costarle al PP un serio disgusto, que no es otro que el de excitar el voto útil de la izquierda, la izquierda extrema y el nacionalismo de garrafa el próximo día nueve, lo cual convertiría en carne verídica la paradoja teórica de que ganar sobradamente puede ponerte en aprietos en la hora final.
No se trata tanto de abonar la teoría un tanto extraña de que a la derecha española le conviene hacer campaña como si se presentase a las elecciones finlandesas con tal de no despertar al habitual abstencionista de izquierdas, no; se trata de evidenciar la mala suerte de los conservadores españoles que no pueden apoyarse en barandilla ninguna en su escalada al poder. Están solos, y a lo más que pueden aspirar es a la abulia y desgana en sus oponentes, habitantes permanentes de los pactos del Tinell y otras majaderías. Si yo fuera estratega del Partido Popular, alto honor al que no aspiro, nunca aconsejaría a Rajoy que se dejara ganar el partido ni que evitara vencer claramente a su contrario, pero sí procuraría convencerle de que prescindiera del lanzamiento de cohetes desde el conocido balcón de la calle Génova o soslayara las declaraciones pletóricas de los suyos. No pocos votantes de la izquierda extrema, de los grupúsculos insertos en IU, de los independentismos grasientos procederían a taparse la nariz y votar por el, para ellos, menos malo, como si las elecciones generales fuesen una segunda vuelta cualquiera. En una palabra: «¡Que viene la derecha!», dirían. Y obrarían en consecuencia.
www.carlosherrera.com
http://www.abc.es/20080229/opinion-firmas/euforia-contraindicada_200802290250.html
Menores y Codigo Penal
viernes 29 de febrero de 2008
Menores y Código Penal
LLUEVE sobre mojado en materia de actos delictivos cometidos por menores de edad penal. La detención de dos adolescentes por un caso de abusos sexuales en Baleares viene a sumarse a la salvaje violación de una niña de nueve años hace pocos días en el mismo municipio mallorquín. Esta vez se ha identificado a otros dos implicados con menos de catorce años, exentos por tanto de responsabilidad penal. No son casos anecdóticos como pretende el Ejecutivo, ni siquiera son -por desgracia- excepcionales, según se desprende de las informaciones que saltan periódicamente a la luz pública. La alarma social que provocan estos hechos es muy lógica, no sólo porque demuestran el fracaso del sistema educativo y el empobrecimiento de la institución familiar, sino también porque expresan una pérdida de valores que daña los principios básicos de la convivencia. Sin duda, hay que tomar medidas educativas pero es imprescindible también que las sanciones penales actúen como elemento disuasorio y como respuesta del ordenamiento jurídico ante agresiones graves e injustificables.
La visión absurdamente «buenista» de los problemas sociales que predica Rodríguez Zapatero elude las cuestiones conflictivas por el procedimiento de negar su existencia. Pretender la reforma de la Ley del Menor no es una prueba del imaginario autoritarismo de Mariano Rajoy ni justifica que se acuse a la oposición de querer meter a los niños en la cárcel. El asunto es demasiado serio para dejarlo en manos de la demagogia. Violar o vejar sexualmente a una niña es un acto infame desde cualquier punto de vista, y no debe quedar sin una reacción adecuada por parte del Derecho Penal sea cual sea la edad de los autores. Las jóvenes agredidas sufren secuelas físicas y psicológicas que van a provocar, como es lógico, múltiples problemas en el desarrollo normal de su personalidad. Mantener como inimputables estas conductas materialmente delictivas es un error de política criminal y, en este sentido, la propuesta de reforma planteada por el PP está bien encaminada. El caso de la joven Sandra Palo produjo en su día una fuerte sensibilización de la opinión pública y ha llegado ahora a las instancias europeas. Por lo demás, los centros socioeducativos no siempre funcionan conforme a la pautas exigibles. Los jóvenes entre catorce y dieciocho años internados en los mismos por orden judicial responden a perfiles muy complejos, en algunos casos con derivaciones psiquiátricas que no siempre pueden ser atendidas como se debe por falta de recursos humanos y económicos. Hay que tomarse en serio el problema: es conveniente promover una reforma de la legislación vigente y debe exigirse al Estado y a las comunidades autónomas que, además, adopten medidas administrativas eficaces para que no haya que lamentar hechos tan dramáticos.
http://www.abc.es/20080229/opinion-editorial/menores-codigo-penal_200802290249.html
Menores y Código Penal
LLUEVE sobre mojado en materia de actos delictivos cometidos por menores de edad penal. La detención de dos adolescentes por un caso de abusos sexuales en Baleares viene a sumarse a la salvaje violación de una niña de nueve años hace pocos días en el mismo municipio mallorquín. Esta vez se ha identificado a otros dos implicados con menos de catorce años, exentos por tanto de responsabilidad penal. No son casos anecdóticos como pretende el Ejecutivo, ni siquiera son -por desgracia- excepcionales, según se desprende de las informaciones que saltan periódicamente a la luz pública. La alarma social que provocan estos hechos es muy lógica, no sólo porque demuestran el fracaso del sistema educativo y el empobrecimiento de la institución familiar, sino también porque expresan una pérdida de valores que daña los principios básicos de la convivencia. Sin duda, hay que tomar medidas educativas pero es imprescindible también que las sanciones penales actúen como elemento disuasorio y como respuesta del ordenamiento jurídico ante agresiones graves e injustificables.
La visión absurdamente «buenista» de los problemas sociales que predica Rodríguez Zapatero elude las cuestiones conflictivas por el procedimiento de negar su existencia. Pretender la reforma de la Ley del Menor no es una prueba del imaginario autoritarismo de Mariano Rajoy ni justifica que se acuse a la oposición de querer meter a los niños en la cárcel. El asunto es demasiado serio para dejarlo en manos de la demagogia. Violar o vejar sexualmente a una niña es un acto infame desde cualquier punto de vista, y no debe quedar sin una reacción adecuada por parte del Derecho Penal sea cual sea la edad de los autores. Las jóvenes agredidas sufren secuelas físicas y psicológicas que van a provocar, como es lógico, múltiples problemas en el desarrollo normal de su personalidad. Mantener como inimputables estas conductas materialmente delictivas es un error de política criminal y, en este sentido, la propuesta de reforma planteada por el PP está bien encaminada. El caso de la joven Sandra Palo produjo en su día una fuerte sensibilización de la opinión pública y ha llegado ahora a las instancias europeas. Por lo demás, los centros socioeducativos no siempre funcionan conforme a la pautas exigibles. Los jóvenes entre catorce y dieciocho años internados en los mismos por orden judicial responden a perfiles muy complejos, en algunos casos con derivaciones psiquiátricas que no siempre pueden ser atendidas como se debe por falta de recursos humanos y económicos. Hay que tomarse en serio el problema: es conveniente promover una reforma de la legislación vigente y debe exigirse al Estado y a las comunidades autónomas que, además, adopten medidas administrativas eficaces para que no haya que lamentar hechos tan dramáticos.
http://www.abc.es/20080229/opinion-editorial/menores-codigo-penal_200802290249.html
Jose Javaloyes, Circo mediatico del populismo chavista
viernes 29 de febrero de 2008
Circo mediático del populismo chavista
José Javaloyes
La explotación mediática y conjunta que el presidente Chávez y el terrorista Marulanda llevan a cabo desde la oficialidad venezolana y la selva colombiana, del dramático destino de los 700 rehenes que la narcoguerrilla mantiene en su poder, ha llegado a su cenit con el trágico destino de la franco-colombiana Ingrid Betancourt, candidata que fue a la presidencia de su país y que ahora se encuentra, por la extrema debilidad física a la que le ha llevado su cautiverio, en los umbrales de la muerte. Tanto que las circunstancias han propiciado que el presidente/espectáculo de Francia se ofrezca a viajar y personarse en el propio escenario del drama.
Tal posibilidad eleva al máximo la potencia de los focos internacionales sobre el hecho mismo de la que fue guerrilla castrista de Colombia y ahora subsiste como evolucionado subproducto de la Guerra Fría en el hemisferio hispánico. Convertida en narcodelincuencia al por mayor, aplicada a la industria de la cocaína en el trópico colombiano y al comercio de esta droga en los mercados principales de Estados Unidos y Europa, con México y España como puentes y tránsitos.
La escala de recursos obtenidos con tal industria y mediante tal comercio hacen posible diversas e importantes cosas. Desde la propia persistencia de esa guerrilla, históricamente catapultada desde el Bogotazo —que fue el chupinazo, en 1948, para el arranque del proceso comunistizante en Hispanoamérica, en el que estuvo involucrado Fidel Castro—, a las desestabilizaciones de México, los recursos de la droga procedente de la coca han sido la base financiera del antiyanquismo antes de que sobreviniera la potencia desestabilizadora del chavismo con el ciclo actual del petróleo muy caro, por causa de la demanda que añaden China y la India y al calor de un dólar que se deprecia sin freno ante el euro.
Sobran elementos para fundamentar la sospecha de que entre Hugo Chávez y Manuel Marulanda hay más que sólo sintonías puntuales en la cuestión de los 7OO rehenes, todo un gentío que la guerrilla mantiene en su poder como capital de maniobra frente a los Gobiernos sucesivos de Bogotá; todos más practicables hasta la fecha que el actual del presidente Uribe. Desarticulada durante el primer mandato de éste la fuerza de los llamados “paramilitares” donde hubo también, al parecer, episodios de tráfico con la cocaína, la autoridad del Gobierno colombiano aparece sensiblemente reforzada en lo moral para tenérselas tiesas con la narcoguerrilla de coartada marxista y frente a su aliado de Caracas.
A Marulanda —y al propio Chávez— les vendría caído del cielo, en un doble sentido, el aterrizaje en Colombia de Nicolas Sarkozy para negociar directamente el rescate de Ingrid Betancourt. Por la succión de imagen que ello les supondría, puede estar dispuesto Marulanda a cualquier cosa; quizás incluso a que la rehén franco-colombiana se le muera en la selva, “lejos de él” —como dice el caudillo bolivariano, queriéndole salvar la cara por la villanía de su secuestro y el de todos los demás rehenes—.
Sería allí, en ese circo, el viaje a Colombia del presidente francés, algo así como el mayor espectáculo del mundo. Y un broche de oro para el populismo chavista.
jose@javaloyes.net
http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=29/02/2008&name=javaloyes
Circo mediático del populismo chavista
José Javaloyes
La explotación mediática y conjunta que el presidente Chávez y el terrorista Marulanda llevan a cabo desde la oficialidad venezolana y la selva colombiana, del dramático destino de los 700 rehenes que la narcoguerrilla mantiene en su poder, ha llegado a su cenit con el trágico destino de la franco-colombiana Ingrid Betancourt, candidata que fue a la presidencia de su país y que ahora se encuentra, por la extrema debilidad física a la que le ha llevado su cautiverio, en los umbrales de la muerte. Tanto que las circunstancias han propiciado que el presidente/espectáculo de Francia se ofrezca a viajar y personarse en el propio escenario del drama.
Tal posibilidad eleva al máximo la potencia de los focos internacionales sobre el hecho mismo de la que fue guerrilla castrista de Colombia y ahora subsiste como evolucionado subproducto de la Guerra Fría en el hemisferio hispánico. Convertida en narcodelincuencia al por mayor, aplicada a la industria de la cocaína en el trópico colombiano y al comercio de esta droga en los mercados principales de Estados Unidos y Europa, con México y España como puentes y tránsitos.
La escala de recursos obtenidos con tal industria y mediante tal comercio hacen posible diversas e importantes cosas. Desde la propia persistencia de esa guerrilla, históricamente catapultada desde el Bogotazo —que fue el chupinazo, en 1948, para el arranque del proceso comunistizante en Hispanoamérica, en el que estuvo involucrado Fidel Castro—, a las desestabilizaciones de México, los recursos de la droga procedente de la coca han sido la base financiera del antiyanquismo antes de que sobreviniera la potencia desestabilizadora del chavismo con el ciclo actual del petróleo muy caro, por causa de la demanda que añaden China y la India y al calor de un dólar que se deprecia sin freno ante el euro.
Sobran elementos para fundamentar la sospecha de que entre Hugo Chávez y Manuel Marulanda hay más que sólo sintonías puntuales en la cuestión de los 7OO rehenes, todo un gentío que la guerrilla mantiene en su poder como capital de maniobra frente a los Gobiernos sucesivos de Bogotá; todos más practicables hasta la fecha que el actual del presidente Uribe. Desarticulada durante el primer mandato de éste la fuerza de los llamados “paramilitares” donde hubo también, al parecer, episodios de tráfico con la cocaína, la autoridad del Gobierno colombiano aparece sensiblemente reforzada en lo moral para tenérselas tiesas con la narcoguerrilla de coartada marxista y frente a su aliado de Caracas.
A Marulanda —y al propio Chávez— les vendría caído del cielo, en un doble sentido, el aterrizaje en Colombia de Nicolas Sarkozy para negociar directamente el rescate de Ingrid Betancourt. Por la succión de imagen que ello les supondría, puede estar dispuesto Marulanda a cualquier cosa; quizás incluso a que la rehén franco-colombiana se le muera en la selva, “lejos de él” —como dice el caudillo bolivariano, queriéndole salvar la cara por la villanía de su secuestro y el de todos los demás rehenes—.
Sería allí, en ese circo, el viaje a Colombia del presidente francés, algo así como el mayor espectáculo del mundo. Y un broche de oro para el populismo chavista.
jose@javaloyes.net
http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=29/02/2008&name=javaloyes
Florentino Portero, Diplomacia en tiempos de cambio
viernes 29 de febrero de 2008
DEL AUTORITARISMO A LA DEMOCRACIA
Diplomacia en tiempos de cambio
Por Florentino Portero
Tras el tormentoso día a día de la vida política llega el momento en que los historiadores profesionales intentan recomponer los hechos relevantes situándolos en su contexto. Un grupo de investigadores reunidos en torno a la Universidad San Pablo-CEU lleva algunos años investigando la diplomacia española en los difíciles años de la Transición; iniciativa ésta que complementa una anterior, impulsada por Marcelino Oreja, centrada en la historia política de ese período.
Charles T. Powell y Juan Carlos Jiménez han editado un libro que, siguiendo una tradición bibliográfica característica del mundo anglosajón, recoge un adelanto de esas investigaciones. La publicación de esta obra es un acierto, que nos hace esperar con mayor ilusión la finalización de los estudios.
Powell es el autor del primer texto, que es también el que aporta más novedades. Ha dedicado el trabajo a Miguel Hueta, un brillante historiador con el que el propio Powell, Rosa Pardo y yo mismo tuvimos el placer de colaborar y cuya prematura desaparición fue una grave pérdida para todos los que le conocimos. Hueta comenzó a desbrozar los fundamentos de la política exterior norteamericana hacia España en los años de Transición, trabajo que Powell ha continuado con excelente oficio y esa capacidad narrativa y analítica que le ha consolidado como uno de los historiadores españoles más solventes. El capítulo gira en torno a la carismática figura de Henry A. Kissinger y sus aproximaciones a España en el marco de la tensión Este-Oeste, aproximaciones zigzagueantes y no siempre acertadas, pero a menudo brillantes.
Juan Carlos Jiménez aborda uno de los temas más importantes y que menos atención despiertan entre la opinión pública: las relaciones con Portugal. Con gran acierto, el autor renuncia a un enfoque clásico para centrarse en otro de raigambre intelectual. El desarrollo histórico se vertebra en torno al debate sobre el iberismo, la corriente defensora de la integración de los Estados peninsulares. Con ello, diplomacia e ideología van de la mano en una narración muy cuidada y que resulta apasionante.
Delia Contreras y María Elena Cavallaro abordan, respectivamente, las relaciones con la CEE y la definitiva integración en la Europa comunitaria. Buenos trabajos que, como era de suponer, aportan pocas novedades, pero sí una buena contextualización y muchas matizaciones a interpretaciones anteriores. Por su parte, José Antonio Rodríguez Nieto analiza las relaciones con la Santa Sede: acierta al explicar la evolución de la Iglesia Católica en aquellos años y la repercusión que esos cambios tuvieron en la Iglesia española y en las relaciones de ésta con el régimen de Franco, complicándolas considerablemente. En cuanto a Conchita Anguita, realiza una buena síntesis del clásico tema de Gibraltar, desde sus orígenes hasta los años de la Transición.
Capítulo aparte merece el texto de Miguel Ángel Quintanilla. Profesor de Ciencia Política, su enfoque sobre la "europeización del sistema político español" dista mucho del característico de un historiador. En un tono más ensayístico, realiza un brillante análisis sobre el efecto de las instituciones europeas sobre la democracia española, a menudo en un sentido negativo, debilitando precisamente sus fundamentos democráticos y relegando a un plano elitista y falto de control la resolución de asuntos importantes.
La tesis de Quintanilla es relevante en la medida en que matiza dos interpretaciones clásicas de nuestra historiografía: que la aspiración al ingreso en la Europa comunitaria generó un acuerdo parlamentario que aportó estabilidad a la Transición y que la pertenencia a la Europa unida asentó nuestro sistema democrático. Quintanilla es un ejemplo de espíritu crítico extraño al reino de lo políticamente correcto que impera en la Universidad española.
Sólo un buen conocimiento del pasado inmediato nos permitirá fundamentar con solidez el debate sobre la política exterior de nuestros días. Sólo entonces comprenderemos esas culturas latentes, esas limitaciones, valores y objetivos que caracterizan nuestra forma de entender la dimensión internacional de España. Este libro supone una interesante aportación para reconstruir la diplomacia española en unos años de refundación de principios, medios y objetivos, cuando se dejaba atrás la carga del franquismo y se abrían puertas hasta entonces cerradas.
CHARLES POWELL Y JUAN CARLOS JIMÉNEZ (eds.): DEL AUTORITARISMO A LA DEMOCRACIA. ESTUDIOS DE POLÍTICA EXTERIOR ESPAÑOLA. Sílex (Madrid), 2007, 222 páginas.
http://libros.libertaddigital.com/articulo.php/1276234367
DEL AUTORITARISMO A LA DEMOCRACIA
Diplomacia en tiempos de cambio
Por Florentino Portero
Tras el tormentoso día a día de la vida política llega el momento en que los historiadores profesionales intentan recomponer los hechos relevantes situándolos en su contexto. Un grupo de investigadores reunidos en torno a la Universidad San Pablo-CEU lleva algunos años investigando la diplomacia española en los difíciles años de la Transición; iniciativa ésta que complementa una anterior, impulsada por Marcelino Oreja, centrada en la historia política de ese período.
Charles T. Powell y Juan Carlos Jiménez han editado un libro que, siguiendo una tradición bibliográfica característica del mundo anglosajón, recoge un adelanto de esas investigaciones. La publicación de esta obra es un acierto, que nos hace esperar con mayor ilusión la finalización de los estudios.
Powell es el autor del primer texto, que es también el que aporta más novedades. Ha dedicado el trabajo a Miguel Hueta, un brillante historiador con el que el propio Powell, Rosa Pardo y yo mismo tuvimos el placer de colaborar y cuya prematura desaparición fue una grave pérdida para todos los que le conocimos. Hueta comenzó a desbrozar los fundamentos de la política exterior norteamericana hacia España en los años de Transición, trabajo que Powell ha continuado con excelente oficio y esa capacidad narrativa y analítica que le ha consolidado como uno de los historiadores españoles más solventes. El capítulo gira en torno a la carismática figura de Henry A. Kissinger y sus aproximaciones a España en el marco de la tensión Este-Oeste, aproximaciones zigzagueantes y no siempre acertadas, pero a menudo brillantes.
Juan Carlos Jiménez aborda uno de los temas más importantes y que menos atención despiertan entre la opinión pública: las relaciones con Portugal. Con gran acierto, el autor renuncia a un enfoque clásico para centrarse en otro de raigambre intelectual. El desarrollo histórico se vertebra en torno al debate sobre el iberismo, la corriente defensora de la integración de los Estados peninsulares. Con ello, diplomacia e ideología van de la mano en una narración muy cuidada y que resulta apasionante.
Delia Contreras y María Elena Cavallaro abordan, respectivamente, las relaciones con la CEE y la definitiva integración en la Europa comunitaria. Buenos trabajos que, como era de suponer, aportan pocas novedades, pero sí una buena contextualización y muchas matizaciones a interpretaciones anteriores. Por su parte, José Antonio Rodríguez Nieto analiza las relaciones con la Santa Sede: acierta al explicar la evolución de la Iglesia Católica en aquellos años y la repercusión que esos cambios tuvieron en la Iglesia española y en las relaciones de ésta con el régimen de Franco, complicándolas considerablemente. En cuanto a Conchita Anguita, realiza una buena síntesis del clásico tema de Gibraltar, desde sus orígenes hasta los años de la Transición.
Capítulo aparte merece el texto de Miguel Ángel Quintanilla. Profesor de Ciencia Política, su enfoque sobre la "europeización del sistema político español" dista mucho del característico de un historiador. En un tono más ensayístico, realiza un brillante análisis sobre el efecto de las instituciones europeas sobre la democracia española, a menudo en un sentido negativo, debilitando precisamente sus fundamentos democráticos y relegando a un plano elitista y falto de control la resolución de asuntos importantes.
La tesis de Quintanilla es relevante en la medida en que matiza dos interpretaciones clásicas de nuestra historiografía: que la aspiración al ingreso en la Europa comunitaria generó un acuerdo parlamentario que aportó estabilidad a la Transición y que la pertenencia a la Europa unida asentó nuestro sistema democrático. Quintanilla es un ejemplo de espíritu crítico extraño al reino de lo políticamente correcto que impera en la Universidad española.
Sólo un buen conocimiento del pasado inmediato nos permitirá fundamentar con solidez el debate sobre la política exterior de nuestros días. Sólo entonces comprenderemos esas culturas latentes, esas limitaciones, valores y objetivos que caracterizan nuestra forma de entender la dimensión internacional de España. Este libro supone una interesante aportación para reconstruir la diplomacia española en unos años de refundación de principios, medios y objetivos, cuando se dejaba atrás la carga del franquismo y se abrían puertas hasta entonces cerradas.
CHARLES POWELL Y JUAN CARLOS JIMÉNEZ (eds.): DEL AUTORITARISMO A LA DEMOCRACIA. ESTUDIOS DE POLÍTICA EXTERIOR ESPAÑOLA. Sílex (Madrid), 2007, 222 páginas.
http://libros.libertaddigital.com/articulo.php/1276234367
Conflictos electoralistas
viernes 29 de febrero de 2008
Conflictos electoralistas
ES difícil aceptar que todas las manifestaciones reivindicativas y huelgas laborales que se han producido y siguen produciéndose en comunidades concretas, especialmente Madrid o la Comunidad Valenciana, sean resultado de la casualidad y no tengan nada que ver con la campaña electoral. Ayer mismo tuvieron lugar en Madrid un total de ocho manifestaciones y, aunque todas estaban convocadas por diversas causas, algunas de ellas presentaban una evidente intencionalidad política. Por ejemplo, UGT convocó una manifestación para reclamar a la Comunidad de Madrid un acuerdo sobre los empleados públicos. La coordinadora del distrito madrileño de Usera, por su parte, protestó en la Puerta del Sol por el «incumplimiento» de las promesas del Partido Popular para mejorar la zona. Los opositores a los parquímetros -después de su intensa actividad en la campaña de las municipales- se manifestaron también en las calles madrileñas. Por si fuera poco, Madrid también sufre la huelga intermitente de los conductores de la red de autobuses, con una grave incidencia en la vida diaria de los madrileños, y también de funcionarios de Justicia, esta vez contra la gestión del ministro Fernández Bermejo.
Es evidente que los derechos de huelga y de reunión son fundamentales en un Estado democrático y que por el hecho de estar en campaña electoral no deben sufrir restricciones que no vengan justificadas por otras razones. Pero este argumento también tiene su reverso, porque la campaña electoral no debe servir de acicate para extender una conflictividad laboral o para llevar a las calles un ambiente de tensión o protesta desproporcionadamente superior al de resto de la legislatura. Que el ejercicio de estos derechos se ajuste a la legalidad no significa que siempre sea legítimo y cuando sus verdaderas intenciones no se corresponden con los lemas o los objetivos declarados formalmente, se está degradando su significado constitucional.
Tampoco es ajeno este repunte de la presión en la calle -además, con un sesgo claramente contrario al PP- con el sentimiento que empieza a extenderse entre la izquierda de que hace falta algo más que campaña electoral para asegurarse la victoria en las próximas elecciones. El PSOE parece ser consciente de que le falta un plus de agitación para generar más movilización. Prueba de que los socialistas necesitan ese plus es el creciente protagonismo que los estrategas de su campaña están concediendo al que fuera secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Felipe González, quien ayer echó leña al fuego de la crispación electoral lamando a Mariano Rajoy «imbécil». También los manifiestos contra el PP, trufados de insultos de toda clase -xenofobia, racismo- y de catastróficas profecías en el caso de que Rajoy llegara a ganar los comicios, unidos a la estrategia socialista del miedo a la derecha y a la vuelta constante a Irak y al 11-M, demuestran la falta de contenido propio de la campaña del PSOE, que se está reflejando en la ausencia de propuestas concretas que queden en la mente del ciudadano. Parece que el PSOE ha renunciado a la iniciativa en esta campaña y que está dispuesto, por un lado, a jugárselo todo a la carta de los debates y de la descalificación del PP; y, por otro, a que sean sindicatos, asociaciones, artistas y personalidades afines los que cubran sus crecientes agujeros de imagen y discurso.
El PSOE no se está comportando como el partido que debería defender su gestión de gobierno y que debería convencer a los electores por sus propios méritos. Al contrario, los ejes de su campaña son el culto al líder -con las evidentes limitaciones que esta opción supone- y la agitación propagandística contra la derecha. El error de este planteamiento es que los socialistas creen que el tiempo no ha pasado en balde, que Zapatero es una joven promesa aún por descubrir, que la sociedad española de 2008 es la misma que la de marzo de 2004 y que los votantes indecisos volverán a responder a los mismos estímulos de tensión callejera y retórica incendiaria de los que antidemocráticamente abusó la izquierda en la jornada de reflexión de hace cuatro años. Las cosas han cambiado y, por eso, estas elecciones no están en absoluto decididas.
http://www.abc.es/20080229/opinion-editorial/conflictos-electoralistas_200802290247.html
Conflictos electoralistas
ES difícil aceptar que todas las manifestaciones reivindicativas y huelgas laborales que se han producido y siguen produciéndose en comunidades concretas, especialmente Madrid o la Comunidad Valenciana, sean resultado de la casualidad y no tengan nada que ver con la campaña electoral. Ayer mismo tuvieron lugar en Madrid un total de ocho manifestaciones y, aunque todas estaban convocadas por diversas causas, algunas de ellas presentaban una evidente intencionalidad política. Por ejemplo, UGT convocó una manifestación para reclamar a la Comunidad de Madrid un acuerdo sobre los empleados públicos. La coordinadora del distrito madrileño de Usera, por su parte, protestó en la Puerta del Sol por el «incumplimiento» de las promesas del Partido Popular para mejorar la zona. Los opositores a los parquímetros -después de su intensa actividad en la campaña de las municipales- se manifestaron también en las calles madrileñas. Por si fuera poco, Madrid también sufre la huelga intermitente de los conductores de la red de autobuses, con una grave incidencia en la vida diaria de los madrileños, y también de funcionarios de Justicia, esta vez contra la gestión del ministro Fernández Bermejo.
Es evidente que los derechos de huelga y de reunión son fundamentales en un Estado democrático y que por el hecho de estar en campaña electoral no deben sufrir restricciones que no vengan justificadas por otras razones. Pero este argumento también tiene su reverso, porque la campaña electoral no debe servir de acicate para extender una conflictividad laboral o para llevar a las calles un ambiente de tensión o protesta desproporcionadamente superior al de resto de la legislatura. Que el ejercicio de estos derechos se ajuste a la legalidad no significa que siempre sea legítimo y cuando sus verdaderas intenciones no se corresponden con los lemas o los objetivos declarados formalmente, se está degradando su significado constitucional.
Tampoco es ajeno este repunte de la presión en la calle -además, con un sesgo claramente contrario al PP- con el sentimiento que empieza a extenderse entre la izquierda de que hace falta algo más que campaña electoral para asegurarse la victoria en las próximas elecciones. El PSOE parece ser consciente de que le falta un plus de agitación para generar más movilización. Prueba de que los socialistas necesitan ese plus es el creciente protagonismo que los estrategas de su campaña están concediendo al que fuera secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Felipe González, quien ayer echó leña al fuego de la crispación electoral lamando a Mariano Rajoy «imbécil». También los manifiestos contra el PP, trufados de insultos de toda clase -xenofobia, racismo- y de catastróficas profecías en el caso de que Rajoy llegara a ganar los comicios, unidos a la estrategia socialista del miedo a la derecha y a la vuelta constante a Irak y al 11-M, demuestran la falta de contenido propio de la campaña del PSOE, que se está reflejando en la ausencia de propuestas concretas que queden en la mente del ciudadano. Parece que el PSOE ha renunciado a la iniciativa en esta campaña y que está dispuesto, por un lado, a jugárselo todo a la carta de los debates y de la descalificación del PP; y, por otro, a que sean sindicatos, asociaciones, artistas y personalidades afines los que cubran sus crecientes agujeros de imagen y discurso.
El PSOE no se está comportando como el partido que debería defender su gestión de gobierno y que debería convencer a los electores por sus propios méritos. Al contrario, los ejes de su campaña son el culto al líder -con las evidentes limitaciones que esta opción supone- y la agitación propagandística contra la derecha. El error de este planteamiento es que los socialistas creen que el tiempo no ha pasado en balde, que Zapatero es una joven promesa aún por descubrir, que la sociedad española de 2008 es la misma que la de marzo de 2004 y que los votantes indecisos volverán a responder a los mismos estímulos de tensión callejera y retórica incendiaria de los que antidemocráticamente abusó la izquierda en la jornada de reflexión de hace cuatro años. Las cosas han cambiado y, por eso, estas elecciones no están en absoluto decididas.
http://www.abc.es/20080229/opinion-editorial/conflictos-electoralistas_200802290247.html
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