jueves 22 de noviembre de 2007
Sarkozy empieza a ganar la huelga
Fernando González Urbaneja
La huelga de los empleados franceses amenazados por las reformas promovidas por el Gobierno Sarkozy tiene cada día más rechazo popular y peor prensa. Va para una semana de paros y trastornos ciudadanos y la posición del Gobierno no se ha debilitado, la opinión pública culpa más a los huelguistas que al Gobierno. Y cada día que pasa los huelguistas pierden seguidores y, sobre todo, simpatía popular. Los ciudadanos perjudicados por los paros se preguntan por qué tienen que soportar tantos perjuicios cotidianos por la defensa de las ventajas de unos pocos que son, cuando menos, cuestionables.
No es la primera vez que se plantean reformas de este calado, pero hasta ahora los gobiernos tropezaron con resistencias organizadas y contundentes de los afectados, fundamentalmente empleados públicos. Una resistencia que llevó a los gobiernos a desistir de sus propósitos. No es el caso de Sarkozy, que está en el arranque de un mandato con mayoría sólida y sin alternativa política ni elecciones en el horizonte.
El cinético y voluntarioso presidente francés sabe que si no gana este pulso no podrá volver a plantear otra reforma ni en ese campo ni en otros. No hay paso atrás, y si pierde el pulso se le pondrá cara de Chirac. Y es consciente de que su comprometido programa de reformas necesita cosechar éxitos para ratificar su liderazgo y salirse con la suya; para doblegar el poder sindical. En este caso el que resiste gana, el primero que pestañee perderá el pulso.
Hay precedentes ilustrativos. La señora Thatcher asentó su década de liderazgo conservador, entre otras cosas, en una rotunda victoria frente a los sindicatos mineros, que se agotaron tras un año de conflicto. Donde los laboristas fracasaron la dama de hierro impuso su posición y sentó las bases para una nueva etapa de crecimiento de la economía británica. Otro caso más cercano, más suave y sutil, fue el del canciller Schröder que sacó adelante, con no pocas dificultades, una agenda de reformas prácticas y graduales en la que ahora se asienta la política del Gobierno de coalición que encabeza la señora Merkel.
Sarkozy no puede perder el pulso si quiere ser el renovador que aparentó en su larga carrera hacia la presidencia. Y los indicios de estos días, cuando se cumple una semana de enfrentamiento, parecen ir en su favor. Las reformas son posibles aun cuando dejen alguno de los objetivos en el camino. El Gobierno trata de volver a una negociación, pero desde una posición más fuerte.
http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=22/11/2007&name=urbaneja
miércoles, noviembre 21, 2007
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